Yoongi se encontraba acostado en su cama, pensando y sintiendo aún en su cuerpo el cosquilleo de la cercanía de Taehyung, sus suaves labios rozando los suyos, su lengua invadiendo su boca, arrasando con su raciocinio y consumiéndolo como si fuego lo consumiera. Estiró su mano y apretó su polla dura ante el recuerdo.
Miró en derredor a su hogar.
Recordó con dolor el día en que fue desterrado de su grupo, vagando por el
bosque, adentrándose cada vez más en sus profundidades, allí donde la luz
apenas entra, sin saber bien hacia dónde ir y qué hacer. Encontró una cabaña
abandonada. En ese momento pensó: «un refugio». La acondicionó, transformándola
en su hogar. Era pequeña pero tenía todas las comodidades que un hombre
solitario como Yoongi podría necesitar. Se sentía a salvo, protegido del mundo
exterior. Hasta había comprado un generador para tener electricidad y poder así
vivir con las comodidades que la civilización ofrecía.
Yoongi tallaba piezas de madera,
era muy bueno en ello y todas las semanas bajaba por la ladera del bosque hasta
el pueblo más cercano para vender sus artesanías en la feria de artesanos.
Muchas personas las amaban y le
encargaban diferentes piezas. En estos momentos estaba haciendo una colección
de animales salvajes para una señora que siempre le compraba sus creaciones.
Yoongi se sentía afortunado porque
si bien vivía solo, al menos podía tener la compañía de las personas en sus
visitas al pueblo y además podía vivir de su arte y comprar lo necesario para
su subsistencia. No le faltaba nada, tenía buenas provisiones de comida y ropa
cómoda y abrigada. Y hasta se podía dar el lujo de ahorrar parte del dinero
ganado.
Ahora se sentía completamente
agotado, las sucesivas transmutaciones se habían llevado casi todas sus
fuerzas. Apenas si había podido huir de Taehyung y eso seguramente se debió a
su vasto conocimiento del bosque.
Ya había pasado un día desde su
encuentro con el lobo. Otra noche solitaria, sin nadie que compartiera su cama.
La luna llena estaba tan brillante esa noche que su mente empezó a pensar
nuevamente en cómo los ojos azules de Taehyung lo miraban de una manera que
hacía que sus huesos parecieran de gelatina. Ese lobo era el que el destino
había querido fuera su compañero y él, como un cobarde, había huido alejándose
del hombre que aullaba en su forma de lobo angustiosamente para que se detuviera
en su infructuosa cacería por recuperar a su compañero.
«Taehyung».
¿El lobo lo estaría buscando?
¿Pensaría en Yoongi ahora que sabía que su compañero destinado era un cobarde?
Yoongi trató de sacar su
frustración con un gruñido que salió de sus entrañas y atravesó con tanta
fuerza su garganta que casi se la lastima.
Un ruido de pasos fuera de su
cabaña llamó su atención. Alerta, se incorporó rápidamente. Aún se sentía débil
pero no podía bajar la guardia. ¿Quién podría haberlo descubierto? En diez años
jamás había tenido una visita. ¿Acaso Taehyung lo había encontrado?
Se vistió con un pantalón holgado
de algodón y se asomó por la ventana junto a la puerta.
Un hombre completamente desnudo
jadeaba a unos metros de la puerta de su cabaña. Yoongi creyó reconocerlo pero
aún no podía ver bien su rostro. Sorprendentemente se sintió decepcionado al
darse cuenta que no era Taehyung. Sacudió la cabeza alejando ese pensamiento.
Cuando el hombre levantó la cabeza
y clavó sus ojos en Yoongi, éste se congeló. Frente a su puerta estaba Kim Seok
Jin, el hombre al que Namjoon odiaba, el hombre que había desatado la desgracia
en su vida.
Abrumado por los sentimientos de
odio, ira, miedo y dolor, abrió la puerta y se acercó con un par de largas
zancadas al hombre, que evidentemente estaba al borde de sus fuerzas y luchaba
para no desplomarse y perder el conocimiento.
Jin miró a Yoongi, sonrió y le
dijo:
—Oso, al fin te encuentro —y con
estas palabras cayó a los pies de Yoongi.
Yoongi se abalanzó hacia el
hombre, estaba completamente sucio y ¿dormido?
Lo levantó en brazos y lo llevó
dentro de la cabaña. A pesar de que era un hombre grande, alto y fuerte, ahora
parecía pesar como una pluma en los fuertes brazos del oso.
Yoongi tomó una toalla, la mojó y
limpió el cuerpo de Jin. Le puso uno de sus pantalones de algodón y lo acostó
en su cama. Jin tenía fiebre y Yoongi no podía hacer otra cosa que
reconfortarlo con paños de agua fría. No tenía medicamentos.
En su delirio, Jin repetía
desesperadamente una y otra vez:
—Namjoon, Namjoon, Namjoon…
Yoongi no entendía cómo es que Kim
Seok Jin aún estaba con vida. Namjoon les había dicho que lo había matado con
sus propias manos. ¿Qué era lo que estaba pasando verdaderamente? ¿Por qué este
hombre llamaba a Namjoon en su delirio, evidentemente dejando escapar las
palabras que su atormentada mente tenía grabadas? Yoongi no lo sabía, pero se
juró averiguarlo.
*******************
Taehyung estaba cansado, ofuscado
por la impotencia de no poder encontrar a su compañero. Ni siquiera sabía su
nombre para poder gritar y llamarlo. La ira se apoderó de él y comenzó a
aullarle a la luna, desesperado, angustiado. ¿Por qué todo debía ser tan duro
siempre? ¿No había sido suficiente el que hubiera perdido a su manada, a su
familia?
A él no le importaba que su
compañero destinado fuera de otra clase, lo único que le importaba era que estaba
en el bosque, en alguna parte, y él lo encontraría.
Esa noche no descansaría hasta
encontrar a su compañero. Decidido, se adentró en el corazón del bosque, hacia
los lugares a los que nunca se había atrevido a ir. Por su compañero se
enfrentaría a todo. A sus miedos, a sus fantasmas, a lo que fuera que lo
esperase agazapado en la oscuridad. Taehyung aulló una vez más y corrió entre
los árboles, protegido por los rayos de la luna.
******************
La mañana llegó y Jin despertó en
una cama extraña. Junto a él estaba un hermoso joven durmiendo incómodo en una
silla. «El oso», pensó.
Yoongi escuchó un ruido cuando Jin
trató de incorporarse en la cama y despertó.
La belleza del muchacho deslumbró
a Jin. Los hermosos ojos dorados le recordaban a Namjoon, su corazón se oprimió
y un gemido de dolor se escapó de su boca.
—¿Estás bien? ¿Te duele algo?
—preguntó Yoongi, claramente preocupado.
Jin miró a los ojos a Yoongi y
sonrió.
—No, estoy bien. Es que me
recuerdas a alguien… —La voz de Jin aún era rasposa, su garganta quemaba al
hablar pero era imperioso que lo hiciera si quería convencer a este cabeza dura
de no rechazar a Taehyung.
—Te recuerdo a Namjoon —dijo Yoongi
sin poder contenerse.
—Sí. —La palabra fue dicha por Jin
con voz baja y llena de dolor.
—Namjoon es mi primo, los rasgos
familiares permanecen en toda la familia. Lamento que mi apariencia te
perturbe, que te duela —trató de disculparse Yoongi. Poco podía saber él que Jin
no estaba perturbado por el odio, sino por el intenso amor que sentía por Namjoon,
un amor que no menguó con el tiempo ni con la lejanía del otro hombre.
—No es lo que piensas… No es el
tipo de dolor que supones. Namjoon es mi compañero destinado. —Jin miró fijo a Yoongi
antes de seguir hablando, viendo claramente en la cara del muchacho la sorpresa
de su revelación—. Nadie lo sabe, pero el rechazo de Namjoon a estar a mi lado
hizo que enloqueciera y cuando nació su primer hijo cometí una locura. —Jin
quedó un momento en silencio, encontrando las palabras adecuadas para seguir,
sin que le causaran tanto dolor, y que el otro hombre pudiera entender que si
se negaba a su destino podría sufrir su propia suerte. Además su garganta
estaba en llamas por el esfuerzo de hablar tanto después de demasiado tiempo de
no hacerlo. Yoongi pareció darse cuenta de la dificulta de Jin para hablar y le
ofreció un vaso de agua. Jin se lo bebió casi sin respirar y dejó escapar un
suspiro—. Gracias.
—No entiendo nada de lo que me
estás contando. El hombre que tú describes como Namjoon no es el que yo
conozco.
Jin le ofreció una sonrisa, sabía
que Namjoon se ocultaba bajo una máscara de hombre recio e inmutable.
—Tú no conoces al verdadero Namjoon.
—Yoongi puso los ojos en blanco y Jin decidió terminar de relatar su historia—.
Nosotros nos conocimos cuando éramos demasiado jóvenes para entender nuestras
emociones y más aun para poder controlarlas. En ese momento supimos que éramos
compañeros destinados. Tuvimos miedo, miedo por ser ambos hombres y por ser de
distintas clases de cambiaformas. Pero la atracción y la necesidad pudieron más
y nos enlazamos, sin saber que las consecuencias serían terribles. Terribles
por el hecho de que Namjoon tuvo que hacerse cargo de su grupo a muy corta edad,
cuando su padre falleció, y eso fue un obstáculo para nuestra felicidad.
—Pero él me odiaba porque me
gustan los hombres. ¿Cómo puede ser eso? —Yoongi se ruborizó y apartó su
mirada, tratando de que Jin no pudiera leer la vergüenza que esta admisión le
provocaba.
—Creo que él no podía soportar
verte y saber que tú podrías tener lo que él no se permitía tener. No lo sé,
son solo conjeturas. Deberías preguntárselo a él.
Dolor podía leerse en la mirada de
Yoongi y Jin se estremeció. ¿Qué habría tenido que vivir este joven para verse
tan angustiado?
—No puedo preguntarle nada —dijo Yoongi
dejando escapar una risa histérica. Se pasó la mano por el rebelde cabello y
prosiguió—. Fui desterrado cuando dejé escapar a un lobo cuando atacamos tu
manada hace diez años.
Jin permaneció en silencio por un
momento, hilando sus ideas. Entonces entendió cómo es que Taehyung sobrevivió.
—Taehyung… —dijo Jin.
—Sí, él. ¿Cómo lo sabes?
—Adiviné. ¿Ya sabías en ese
momento que él era tu compañero destinado?
Yoongi lo miró fijo sin saber cómo
era que Jin sabía eso.
—No, pero me sentí extraño cuando
estuve cerca de él. No entendí qué me pasaba, lo atribuí a la excitación de la
batalla.
—¿Por qué huiste de él? —quiso
saber Jin. Yoongi supo que hablaba de hace dos noches, cuando ambos volvieron a
encontrarse y Yoongi fue demasiado cobarde y escapó.
—¿Nos estuviste espiando?
Yoongi se puso a la defensiva.
¿Acaso este hombre lo había estado espiando todos estos años? ¿Qué era lo que
lo había traído hasta su refugio? Más y más preguntas se agolpaban en la mente
de Yoongi, perturbándolo aun más.
—He estado cuidando de Taehyung
estos años, vigilándolo, asegurándome de que nada malo le ocurriera. Él no sabe
que aún estoy con vida. Nunca te he espiado. Es más, hasta hace dos noches no
sabía que vivías en este bosque, en esta cabaña.
Yoongi dejó escapar un suspiro de
alivio. Entonces Jin no lo había estado espiando. Pero se preocupaba por Taehyung,
lo conocía.
—Tuve miedo. Tengo miedo. ¿Cómo
podrían funcionar entre nosotros las cosas?, ¿vivir en pareja? No sé… no sé
nada de lobos —confesó Yoongi lleno de amargura y tristeza.
—Y él no sabe nada de osos, pero
te aseguro que no le importa de qué clase seas. Yoongi, si hay amor nada
importa.
Jin apoyó una mano en el hombro de
Yoongi y apretó dando confort. Yoongi fijó sus ojos en los de Jin. ¿Acaso el
lobo le estaba tomando el pelo?
—¿Amor? No hablé de amor, ¡apenas
si conozco al hombre! —Yoongi gritó, levantándose de la silla, apartándose del
toque de Jin, desesperado por el reconocimiento de que algo semejante a sentir
amor por Taehyung pudiera ser verdad.
—Oso, sabes que es así.
—Soy Yoongi. Puedes llamarme Yoon
o Yoongi pero no me llames oso, suena despectivo —escupió Yoongi tratando
infructuosamente de poner una barrera entre él y Jin.
—Lo lamento, no quise incomodarte,
Yoongi.
Jin era un hombre hermoso y
amable. Yoongi se sentía cómodo a su lado a pesar de sus exabruptos. La
confesión de Jin lo había impactado pero no quería preguntar más, no al menos
hasta que el lobo se sintiera cómodo y se abriera a él y le contara más sobre Namjoon.
Yoongi nunca pensó que su primo tuviera semejante secreto guardado y que
sufriera tanto. Y podía imaginar que el haber llegado hasta su puerta y abrir
su corazón como lo había hecho, estaba lastimando a Jin. No podía ser tan cruel
de presionarlo más.
En retrospectiva, Yoongi pensó en Namjoon
y en su mirada siempre triste y lejana. Ahora le cerraba todo —su incomodidad
de tomar una esposa, sus largos silencios, su preferencia a la soledad.
Sintió pena por Namjoon y pensó en
Taehyung y en que tal vez debería intentar acercarse al lobo. ¿Qué podría salir
mal?
***************
Namjoon estaba intranquilo, sentía
que algo le pasaba a Jin. Necesitaba ver a su lobo, ya no soportaba más la
ignorancia de saber cómo estaría o con quién…
Tomó una decisión, iría a buscar a
su lobo. Y también buscaría a Yoongi para que volviera a su familia. Necesitaba
expiar sus pecados y debía empezar cuanto antes.
—Carla, necesito que hablemos —le
dijo a su esposa cuando entró en su casa.
—Namjoon, ¿pasa algo? —Carla ya se
había acostumbrado a la falta de interés de Namjoon y su frialdad. Ella lo
amaba pero el hombre no le correspondía. Lo supo siempre, pero así y todo
aceptó compartir su vida a su lado y darle los hijos que tanto él anhelaba.
Carla estaba embarazada de su
tercer hijo. En un mes daría a luz. Había tenido problemas en el parto de
Chester, su segundo hijo, y el médico le recomendó no tener más hijos. Pero
ella quería una niña y no se dio por vencida.
Kegan y Chester eran dos hermosos
niños, sanos, fuertes y valientes como su padre. Namjoon los amaba con locura y
para Carla esa era la mejor recompensa por su amor no correspondido.
—Voy a ir a buscar a Yoongi. He
pensado mucho en él últimamente y siento que no he sido justo. Después de todo
es mi primo y lo amo —dijo Namjoon con una tristeza tan intensa en su voz que a
Carla la estremeció. Si bien Namjoon había pensado en su primo, no podía
revelarle la verdad a Carla. ¿Cómo podría decirle a la mujer que en verdad iría
a buscar al hombre del que había estado enamorado desde hacía años? Se sentía
un traidor, pero tenía que hacer este viaje.
—Namjoon, no sabes la alegría que
me da escucharte decir eso. Sé que Sangmi estará feliz de saberlo.
—No. Nadie debe saber el motivo
por el que me ausentaré —interrumpió Namjoon mirando a Carla con frialdad y
determinación—. ¿Qué si no lo encuentro? Trataré de regresar antes de que nazca
nuestro hijo —Namjoon acarició la redondez de Carla con amor. Ya quería tener
entre sus brazos a ese hijo que recibiría con amor y alegría.
—Hija —dijo Carla—. Estoy segura
que esta vez será una niña.
Namjoon gruñó.
—Como digas, pero las mujeres son
un dolor de cabeza.
—No seas así. La amarás y lo
sabes. Ahora prepárate para el viaje. Cuidaré de los niños, no te preocupes por
nosotros, estaremos esperándote. Espero que encuentres a Yoongi y que puedas
convencerlo de regresar. Sangmi estará más que feliz de tener a su hijo con
ella de regreso. Ella no es la misma desde que Yoongi tuvo que irse lejos.
Namjoon se congeló. ¿Podría Yoongi
rehusarse a volver a su hogar? Sabía que había sido un maldito al echarlo,
haciendo no solamente la vida de su primo miserable sino también la de Sangmi.
La mujer estaba sola y la tristeza de haberle sido arrancado su único hijo de
su lado seguramente la había consumido en un dolor insoportable —algo que Namjoon
nunca querría vivir. La culpa lo carcomía a cada instante más, ya no podía
aplazar este viaje. No sabía el tiempo que le demandaría encontrar a los dos
hombres, pero lo haría.
Sacudiendo su cabeza para alejar
los malos pensamientos y tratar de aclarar su mente, empezó con los
preparativos de su viaje. Un viaje que le revelaría mucho más de lo que suponía
y que marcaría su destino definitivamente.
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