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sábado, 13 de agosto de 2022

CAPITULO 4

Yoongi entró en la cueva. El lugar estaba oscuro pero pudo percibir el olor de su compañero. Su corazón latía con fuerza, su polla empezó a llenarse producto de la excitación que sentía.

 

Miedo puro se apoderó de él, temiendo que Taehyung lo repudiase.

 

Caminó lento y vio un cuerpo recostado sobre una precaria cama, acurrucado.

 

«Taehyung».

 

El joven dormía, su respiración era algo errática y Yoongi temió que estuviera enfermo.

 

Sin pensarlo demasiado se acercó al lecho donde su compañero descansaba y tocó con sus dedos la mejilla del otro hombre. Tenía una suave sombra de una barba de pocos días. Taehyung se sobresaltó y abrió los ojos. Pensó que estaba soñando.

 

—¿Estoy soñando? —susurró su pensamiento en voz alta, devolviendo la caricia a Yoongi.

 

—No es un sueño. He venido a buscarte. —Los ojos dorados de Yoongi brillaban y Taehyung se derritió.

 

—Dime tu nombre. Por favor —suplicó Taehyung. Quería ponerle un nombre, el correcto, al rostro de su compañero, aquel con el que soñara desde el momento en el que lo conoció.

 

—Min Yoongi, pero puedes decirme Yoongi.

 

—Yoongi… Mi Yoongi —dijo con emoción y posesividad Taehyung.

 

Esta vez fue Yoongi el que tuvo la iniciativa de comenzar los avances y bajó su cabeza para acercar sus labios a los de su compañero. Sus bocas se unieron en un profundo y sentido beso. Las lágrimas de alegría querían salir de los ojos de Taehyung. Su compañero lo había buscado, no lo rechazaba, y lo quería con él. No podía ser más feliz si quisiera.

 

—¿Me quieres? ¿Por eso has venido a buscarme? No sabes cuánto te he buscado sin éxito. Soy tan feliz. —Con estas palabras, Taehyung abrazó a su oso y gimió de placer al sentir la calidez del cuerpo de su hombre.

 

—Sí, te quiero —susurró Yoongi en su oído haciendo que una onda eléctrica estremeciera el cuerpo del lobo.

 

—Te deseo tanto… —confesó Taehyung—. Quiero que nos acoplemos, ahora, sin dilación. Tengo miedo que vuelvas a dejarme. No soportaría perderte de nuevo.

 

—Sí, yo también lo quiero —Yoongi recostó a Taehyung en la cama y colocó su cuerpo sobre el de él. Sus ansiosas erecciones rozándose a través de la ropa, restregándose para sentirse uno al otro.

 

—Hay mucha ropa entre nosotros —Taehyung gimió entre la lujuria y el placer.

 

Yoongi se desnudó rápidamente bajo la mirada de su compañero. Su cuerpo era musculoso, sin un gramo de grasa, un hermoso espectáculo para mirar y babear. Su piel dorada brillaba aún en la penumbra de la luz de la cueva, parecía envuelto por magia.

 

—Eres tan hermoso —declaró Taehyung—. Y eres todo mío.

 

Yoongi desvistió a Taehyung, despacio, disfrutando la sensación de la anticipación de saborear con todos sus sentidos las maravillosas curvas del cuerpo del otro hombre.

 

Piel contra piel, boca contra boca, manos buscando, explorando, memorizando cada centímetro de sus cuerpos.

 

Taehyung temblaba bajo las manos de Yoongi que vagaban por su cuerpo acercándose a su trasero, circulando tentativamente su entrada.

 

El lobo se relajó, ansiando ser uno con el oso.

 

Yoongi sintió una necesidad imperiosa de ser tierno con su compañero, no quería ser rudo y violento como su cuerpo le exigía. Necesitaba el recuerdo de ese momento para toda la vida, disfrutarlo, saborearlo, su primera vez no sería rápida y como un trámite.

 

—Relájate, bebé. Quiero que este momento lo recordemos durante toda nuestra vida. Necesito grabar cada célula de tu cuerpo, cada rincón, tu sabor, tu perfume, todo. —Taehyung se estremeció ante las palabras de Yoongi y trató de relajarse aún más, permitiéndose saborear el momento, suave y lentamente.

 

—También quiero eso —respondió Taehyung, lujuria pura emanaba de sus profundos ojos azules.

 

Yoongi se sonrojó ante esa mirada penetrante pero a la vez cálida y fundió sus labios con los de su compañero. Sus bocas se rozaron suavemente, como una caricia fugaz y etérea. Yoongi pasó la punta de su lengua sobre la comisura de la boca de Taehyung, humedeciendo los labios del otro hombre con la humedad de su lengua, tratando de abrirse paso al interior.

 

Taehyung gimió y permitió el acceso que Yoongi tomó gustosamente.

 

El lobo tomó una de las manos de Yoongi entre las suyas, entrelazando los dedos firmemente, en un agarre de posesión y necesidad.

 

Cada beso se hizo más profundo, más áspero, volviéndose más exigente que el anterior, sus cuerpos ansiosos de algo más.

 

Yoongi inhaló, este era el olor de su compañero, su piel suave, el sabor de su boca. Su cerebro no coordinaba, ya no podía resistirse a la intensa lujuria que se estaba apoderando de él, a la intensa necesidad del acople, de la unión con su compañero destinado.

 

Taehyung murmuró el nombre de Yoongi. Un extraño y cálido temblor sacudió al oso desde sus oídos, pasando por su columna vertebral hasta su ingle. Su polla latía, dolía y goteaba. Acarició con sus manos la suave piel blanca de Taehyung, que se erizaba bajo su toque provocando piel de gallina. Taehyung elevó sus caderas de la cama, tratando de encontrar alivio en su erección, refregándola contra la de Yoongi.

 

Un sonido suave escapó de la garganta de Taehyung, un suspiro, una súplica urgente que llevó a Yoongi casi hasta la locura en su deseo por penetrarlo allí y ahora, en un envite, para calmar su dolor y necesidad.

 

Yoongi alejó ese pensamiento de su mente, su compañero merecía otro trato. Pero habían pasado muchos años sin el toque de otro hombre, y este era su compañero, no cualquiera, y casi no podía controlarse. Sabía que una vez que estuviera enterrado dentro de Taehyung no podría aguantar demasiado.

 

—Yoongi, por favor, te necesito. —Las palabras que Taehyung dijo entre jadeos destruyeron toda barrera de contención que el oso estaba tratando de sostener.

 

Yoongi succionó los pezones del lobo, uno a uno, en su boca, mordiendo, lamiendo, chupando, saboreando, hasta que estuvieron rojos, hinchados y erectos, sensibles hasta al simple toque del aire.

 

—Tan bueno —gemía Taehyung como si fuera un mantra mientras sacudía su cabeza de un lado al otro.

 

Yoongi hizo un camino por el torso de su compañero, dejando besos húmedos con la boca abierta, lamidas y chupones en su camino. Se encontró con la dura erección, grande, temblorosa y ya llorando por él. Sin poder pensar en otra cosa, la tomó entre sus labios y saboreó las gotas que ya se derramaban como la más exquisita miel que hubiera probado alguna vez.

 

Esto casi lleva al borde a Taehyung, quien tuvo que controlarse para no correrse apenas sintió sobre la cabeza de su polla los labios de su compañero.

 

Ambos estaban tan absortos en las sensaciones, entregados completamente uno al otro, que ya no había retorno. Tampoco ninguno lo quería.

 

Yoongi, sabiendo que ambos estaban al borde, liberó la carne ardiente de su compañero y pasó su lengua por la raja del culo, lubricando la dulce entrada que tanto placer le daría. Chupó y lamió y penetró con su lengua el agujero rosado y deseoso de Taehyung. Probó la dilatación con sus dedos que se deslizaron suavemente al interior, los músculos relajándose ante la invasión.

 

—Ahora, Yoongi, no puedo sostenerlo más. Por favor. — Taehyung suplicaba, Yoongi obedecía.

 

Yoongi ya no podía esperar más. El olor de Taehyung lo estaba provocando, su polla se hinchó hasta proporciones dolorosas. Taehyung estaba caliente, mojado y demasiado tentador. Yoongi miró a los ojos a su compañero y no pudo decidir si su mirada era sexy o inocente. Sonrió y acomodó la cabeza de su polla en el delicioso y preparado agujero de Taehyung. Éste asintió, dándole permiso a que lo poseyera, que lo hiciera suyo, que se acoplaran como lo que eran: compañeros destinados.

 

Cuando Yoongi se introdujo en el estrecho canal de Taehyung, la sensación lo abrumó por completo, los músculos de su compañero lo apresaban en la justa medida, como una caricia suave y anhelante por más.

 

Yoongi buscó profundamente en su interior para encontrar la suavidad que sabía poseía, tenía que ser paciente. Quería que su primera vez fuese algo más que él sudando y empujando dentro de su hombre. Quería ser gentil, diferente, el mejor compañero que Taehyung pudiera tener, un compañero considerado y hacerlo sentir el hombre más bello y deseable del mundo. Su lobo merecía eso y mucho más.

 

Taehyung se sentía tan lleno, como en el cielo. Sin poder aguantar más la necesidad de que Yoongi se moviera, Taehyung elevó sus caderas y comenzó a moverlas, tratando de hacer que Yoongi lo tomara fuertemente y se empalara una y otra vez en él, profundamente. Quería sexo salvaje, no el dulce encuentro que su compañero estaba planeando que tuvieran. Quería sentirse vivo, deseado y usado de la mejor manera, haciendo que su cuerpo quedase drenado al finalizar la cópula que uniría sus destinos en uno solo.

 

El cerebro de Yoongi dejó de funcionar, ya no pensaba, solo sentía. La lujuria que Taehyung desataba en él, desplazó a sus intenciones de ser suave y paciente y arremetió con todo dentro de su amante. Ambos sudaban, gemían, gritaban de puro placer y amor. Un sentimiento que estaba enterrado y dormido en lo profundo de sus corazones y que en este preciso momento, en el que dos compañeros destinados se estaban acoplando, salía a la superficie buscando al otro, entrelazando sus almas y sus destinos, convirtiéndose en uno.

 

Los caninos de Taehyung bajaron, lamió el cuello de Yoongi y los hincó en la suave piel dorada. En ese instante el ritual del acople se completó y ambos eyacularon con una intensidad que casi los desmaya, sus almas ya entrelazadas para toda la vida, sus vidas caminando por un único sendero. La vida de uno siendo la del otro.

 

Cuerpo sobre cuerpo; jadeantes, exhaustos, satisfechos, amantes y compañeros destinados unidos hasta el fin de sus días.

 

—Te amo —susurró Taehyung, ahora seguro de los sentimientos que sentía por su oso. Taehyung supo en ese instante que el amor a primera vista existía, ya que no podía negar el flechazo que lo atravesó apenas sus ojos se posaron en su oso.

 

—No sé cómo, pero también te amo. —La declaración sorprendió a Yoongi pero se dejó llevar por las emociones y la inmensa alegría que sentía.

 

Ya no estarían solos, ahora estarían juntos.

 

Ya nunca más Taehyung aullaría a la luna, triste, desesperado, tratando de ahogar el grito de soledad que atormentaba su alma.

 

Unas horas después, Yoongi abrió los ojos. Se habían dormido luego de la intensa energía que se había llevado de ellos el acople. Miró a Taehyung, el lobo dormía cómodamente entre sus brazos. Era tan hermoso que no podía creer su suerte. Su corazón se sentía pleno, su espíritu alegre y sus ganas de vivir renovadas.

 

Yoongi besó la frente de su compañero y retiró unas hebras oscuras del sedoso cabello de su cara. La piel blanca de Taehyung resaltaba sobre la dorada de él. El calor de su compañero lo embriagaba, su aroma lo excitaba, quería más. Nunca se consideró un hombre lujurioso, pero con Taehyung creía que eso cambiaría radicalmente.

 

Taehyung se retorció un poco y abrió sus ojos, mirando a su amante.

 

—Hola. Tenía miedo de despertar y que todo esto hubiera sido un sueño —dijo Taehyung mientras colocaba suaves besos sobre el rostro de Yoongi.

 

—Si sigues haciendo eso no podré resistirme a hacerte el amor de nuevo —bromeó Yoongi

 

—Entonces no me detendré.

 

Yoongi tomó las manos de Taehyung, jalándolas sobre su cabeza, sosteniéndolas fuertemente, colocándose a horcajadas sobre el cuerpo más menudo de su compañero.

 

—Has desatado la bestia en mí, debo advertirte. —Los ojos de Yoongi brillaban con picardía y Taehyung le sonrió.

 

—Me alegra que así sea, porque mi cuerpo te reclama. Y te reclamará en cada instante de nuestras vidas.

 

—Tan sexy…, tan hermoso…, tan perfecto… No puedo creer mi suerte —susurró Yoongi, liberando el agarre sobre las muñecas de Taehyung, dejando que el lobo recorriera su cuerpo, que lo acariciara y lo provocara, quemando su piel con su cálido tacto.

 

—Pienso igual que tú. Pero ahora, basta de charla y hazme el amor. Te he esperado tanto tiempo que necesito sentirte dentro de mí, olerte, saborearte.

 

Yoongi estaba extasiado. El hombre que compartiría el resto de sus días a su lado era hermoso, sexy y provocador. Un bocadillo delicioso con el que se deleitaría y del que jamás se cansaría, de eso estaba más que seguro.

 

—Entonces debo complacer tus pedidos, mi querido compañero.

 

Sus besos se volvieron salvajes y rudos, sus manos hambrientas y necesitadas.

 

La luna se estaba ocultando dejando lugar al sol y el nacimiento de un nuevo día.

 

En la cueva el calor se intensificó y los amantes jadeaban y sudaban por el deseo y el placer que encontraban bajo las manos, la boca y el contacto íntimo del uno con el otro.

 

Ahora que se habían encontrado, que habían unido sus cuerpos, sus almas y sus destinos, no dejarían que nada ni nadie los separase.

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