Carla sentía sus entrañas desgarrarse. Ardía en fiebre y escuchaba el ir y venir de los médicos y enfermeras a su alrededor.
Se sentía cansada y drenada. La
cantidad de sangre que había perdido era demasiada y temía morir antes de que
su bebé naciera. Necesitaba ser fuerte hasta que pudiera ver que su bebé estaba
con vida y a salvo.
Luces estridentes lastimaban sus
ojos. Un susurro en su oído hizo que toda su atención se centrara en las
palabras que el Doctor Stevens le decía:
—Carla, ¿me escuchas?
Ella asintió, su garganta estaba
tan seca que no podía hablar.
—Bien, te diré las cosas como son.
El bebé está atascado, se rompió la fuente y se desprendió la placenta. Tienes
una hemorragia que no podemos detener mientras pretendamos salvar la vida del
bebé.
Los sentidos de Carla se
agudizaron y sin saber cómo gritó una sola palabra, liberando su angustia y su
deseo de que su bebé viviera, sin importar las consecuencias.
—¡Sálvenlo!
—Shhh. Cálmate. Salvaremos al
bebé. Ahora te tendremos que anestesiar para hacerte la cesárea. Será una anestesia
local, no puedo darte una general porque has perdido demasiada sangre y eso
podría ser fatal.
Carla asintió nuevamente y sintió
el líquido de la anestesia penetrar por su espalda hacia su cuerpo. Rezaba para
por lo menos poder ver a su bebé, sólo verlo antes de morir.
Apenas la anestesia adormeció su
vientre vio la mano del Doctor Stevens sosteniendo el bisturí y bajando para
cortarla. Carla cerró los ojos e imploró al dios que fuese que su bebé naciera
sano y salvo. Sus manos estaban atadas en cruz, inmovilizándola.
El Doctor Stevens fue rápido y
sacó al bebé en unos minutos. Su piel morada, su cuerpo inerte. Carla tuvo
miedo pero vio con placer que era una niña y que su pecho subía y bajaba
intentando atrapar algo de aire.
La vista de Carla comenzó a
nublarse y un intenso mareo hacía casi imposible que pudiera focalizar su
visión en su hija. Un golpe y el llanto intenso de la niña le dijeron que había
sobrevivido y que su intento de respirar había sido exitoso. Dejando escapar el
aire que había estado reteniendo en sus pulmones, se relajó y se dejó llevar
por la oscuridad y el descanso que creía merecer.
El Doctor Stevens entregó a la
niña a una enfermera y empezó a trabajar desesperadamente en Carla. La
hemorragia no paraba y tuvo que extirpar el útero. No sabía si la mujer
sobreviviría, había perdido demasiada sangre y en la desesperación por no
perder a su paciente le había arrancado la posibilidad de ser nuevamente madre.
La bebé fue llevada a la nursery y
Carla a cuidados intensivos.
El Doctor Stevens admiraba a la
mujer, era tenaz, abnegada y la mejor madre que hubiera conocido. Envidiaba a Namjoon
y odiaba la forma fría con la que la trataba.
John Stevens era un cambiaforma
oso solitario, nunca había formado un hogar, se había entregado a su trabajo en
cuerpo y alma. Enamorado de Carla desde hacía tanto que no recordaba cuánto,
trató de estar a su lado aunque fuera como un simple amigo.
Él no dejaría que Carla muriera.
Se sacó los guantes llenos de la sangre de la mujer que amaba y sollozó en
silencio por el terror que lo invadió en el momento en que pensó que la vida de
Carla se escapaba de sus manos.
***************
Taehyung estaba congelado en su
lugar, aun tratando de asimilar lo que le acababa de revelar su Alfa. ¿Jin y Namjoon
eran compañeros destinados? ¡Eso era imposible! ¿O no lo era?
—¿Por qué...? —Taehyung quería
saber pero no sabía qué preguntar primero.
—¿Por qué no estamos juntos? ¿Por
qué nos destrozamos uno al otro y nos hemos herido durante tantos años?
—preguntó Namjoon.
—Sí… ¿por qué? —Taehyung estaba
temblando, un frío polar se apoderó de él y no era por el clima, era un frío
interior que le helaba la sangre. Esperaba que la revelación de los otros
hombres no le pronosticara similar sufrimiento para él y Yoongi.
—Te diré por qué —empezó Namjoon
quien señaló la mesa con un gesto para que los cuatro se sentaran. La charla
sería larga y prefería que estuvieran más cómodos. Todos se sentaron ante la
mesa, mirándose unos a los otros—. Pero antes quiero que sepas que la culpa de
todo es mía, no de Jin.
—¡No, eso no es cierto!
—interrumpió Jin.
—Está bien, no hablemos de culpas.
Sólo contaré la historia —dijo Namjoon con evidente tristeza en sus ojos—. Todo
comenzó cuando Jin y yo nos conocimos. Éramos demasiado jóvenes e impulsivos.
Mi padre era el líder del grupo de cambiaformas oso de los alrededores y el
padre de Jin era el Alfa de la manada Kim. Nuestros padres eran grandes amigos
y cuando Jin y yo finalmente nos conocimos nos dimos cuenta que éramos
compañeros destinados. —Namjoon miró a Jin con amor, antes de continuar
abriendo su corazón y dejando libre los recuerdos del pasado—. Al principio
teníamos miedo, miedo por ser ambos hombres y por ser diferentes tipos de
cambiaformas. Pero fue más fuerte el deseo y una noche en la que pudimos
escaparnos nos acoplamos por mi insistencia. Justamente en una de esas cuevas
en la que ustedes dos lo han hecho. —Taehyung se sonrojó ante la mención de su
reciente acoplamiento. Sentía algo de vergüenza de que Jin y Namjoon supieran
lo que había estado haciendo con Yoongi. Pero, a pesar de todo, se sentía
orgulloso del magnífico compañero que ahora compartiría su vida en el futuro.
La mirada amorosa que tenía Namjoon mientras hablaba del pasado se transformó a
una dura y llena de dolor—. A partir de ese momento nuestras vidas cambiaron.
Siempre ocultándonos para amarnos y estar juntos. Pocos años después mi padre
murió por una rara enfermedad y me tuve que hacer cargo del grupo. Cuando no
pude sostener por más tiempo mi soltería tomé una hembra de mi grupo como
compañera. Tuvimos hijos pero nunca la amé. Y lo peor de todo fue el intenso e
irreparable dolor que le causé a Jin en todos estos años. Siempre fui un
cobarde.
—Namjoon, no digas eso. Fuiste
presionado por los tuyos. No tuviste opción —trató de confortarlo Jin,
acariciando con su mano la del oso.
Namjoon suspiró y miró fijo a su
compañero, los cálidos y verdes ojos de Jin parecían acariciarlo con suavidad y
ternura.
—No, no es así y lo sabes. Tú me
dijiste más de mil veces que dejarías todo por estar a mi lado. Yo pude haberte
correspondido de la misma manera, pero no lo hice. Antepuse mi estúpido egoísmo
a ti. Sabía que estarías disponible para mi cuando quisiera tenerte, siempre lo
estuviste.
—Pero me repudiaste cuando te
casaste. Nunca más quisiste pasar una noche conmigo. Eso me destrozó el corazón
—Jin interrumpió la declaración de Namjoon con evidente dolor en su voz.
—¡No podía! ¿Cómo piensas que
podría haber tenido sexo con Carla si sabía que estabas esperando por mí? Se
suponía que debía dar descendencia, que mis hijos serían mis sucesores. No
podía… Amo a mis hijos más que a mi vida, lamento no poder decir lo mismo de
Carla. Me siento el hijo de puta más grande del mundo, usándola, despreciando
su amor. Ahora, la dejé sola, a punto de dar a luz cuando sé que podría morir
en el parto. ¿Qué clase de marido haría eso, el dejar a su esposa en esa
situación para ir corriendo a buscar a su ex amante?
—Namjoon… soy feliz —dijo Jin, su
voz temblaba de emoción. Jin sólo escuchaba que Namjoon había ido a buscarlo,
lo demás… para él eran simples detalles secundarios. Aunque esos pequeños
detalles fueran en verdad grandes muros que derribar.
—¿Feliz? ¿Después de toda la
mierda que tiré sobre ti? ¿A pesar de todo el mal que he hecho?
—Sí, me antepusiste a todos, por
una vez. ¿No lo ves?
Namjoon quedó en shock, las
palabras de Jin retumbando en su cabeza. ¿Con tan poco estaba devolviéndole a Jin
de nuevo su felicidad? Dios, Namjoon no sabía si reír o llorar, si sentirse
bien u odiarse por ser tan cretino de llevar a ese fantástico hombre a la
mendicidad por una caricia, unas palabras de amor, un beso… Ya no podía dejar
que Jin sufriera por él y sus acciones. Era hora de hacer lo correcto. Y eso
era poner a Jin, por primera vez desde que se conocieron, en primer lugar.
—¿Por qué fue el ataque? —preguntó
confuso Taehyung, sin querer que la conversación se desviara hacia otro lado.
Jin desvió la mitrada de Namjoon,
ambos hombres tenían lágrimas no derramadas, las ganas de abrazarse y
consolarse uno al otro eran casi abrumadoras. Pero había más para ser hablado.
Ya habría tiempo para las caricias y el contacto que tan desesperadamente
habían anhelado por tanto tiempo.
—Fue mi culpa. Cuando el primer
hijo de Namjoon nació, enfurecí y lo secuestré. Toda la furia del oso en Namjoon
cayó sobre la manada y casi todos murieron por mi acto de egoísmo y venganza. —Jin
arrugó la frente, sentía vergüenza y dolor—. Nunca pensé en lastimar al niño,
pero algo en mi tomó posesión de mi razón y me llevó a hacer ese acto de bajeza
del que me arrepiento hasta el día de hoy. No busco perdón, no cuando ni yo
mismo puedo perdonarme.
—No todo fue tu culpa, Jin
—interrumpió Namjoon acariciando la mano de su compañero, entrelazando sus
dedos juntos—. Nunca intenté razonar contigo, sólo arremetí con todo y destrocé
tu manada, matando a todos los que encontraba a mi paso. No me detuve en pensar
que estaba destruyendo familias, a inocentes que no tenían nada que ver con mi
pena. Ninguno de los dos podremos vivir en paz con esto en nuestras conciencias.
—Namjoon dijo las palabras con convicción, como si aceptara en ese instante
cualquier castigo que se le impusiera por sus actos del pasado.
Taehyung entró en cólera. ¿Cómo el
amor de estos dos había llegado a destruir a tantas personas? ¿Acaso había
perdón posible para tal atrocidad?
—Todo eso que están diciendo es
terrible. Perdí a mi familia, a mis amigos, mi identidad. —La voz de Taehyung
temblaba, casi ahogada por los gemidos que querían escapar de su pecho— . He
vivido solo, casi como un salvaje por diez años y todo por qué. ¡Por dos
estúpidos que no han podido entregarse al destino y aceptar lo que se les ha
regalado! Pocos encuentran a su compañero destinado, es un gran regalo, algo
que no se debe ni se puede negar. —Taehyung miró a Yoongi, el oso se sonrojó
ante el recuerdo de su negación inicial del vínculo que lo unía con el lobo.
Luego, Taehyung miró a Namjoon y Jin, su mirada era fría y llena de dolor y pesar—.
Y en vez de luchar contra eso, deberían de haberse sentido felices. No lo
entiendo… —Taehyung hablaba con furia, sacudía su cabeza, no podía entender a
los otros dos hombres.
—No, seguro que no lo entiendes.
Nosotros teníamos responsabilidades sobre nuestros hombros, presiones,
expectativas de mucha gente que cumplir —trató de defenderse Namjoon.
—¡Excusas! —intervino Yoongi que
hasta ahora había permanecido callado.
—Yoongi, sabes que eso no es
cierto. Conoces nuestras costumbres mejor que nadie —contestó Namjoon.
—Sí, pero también sé que si te
hubieras ido, tu hermano habría tomado tu lugar. Pero tú no lo tomaste en
consideración, ¿no?
Yoongi se veía tan seguro de sí
mismo —convertido en un buen hombre que se había forjado solo—, que Namjoon sintió
nuevamente orgullo y admiración por su primo. Pero también, Namjoon sopesó las
palabras de Yoongi, por primera vez viendo la posibilidad que no había
contemplado. Su primo tenía razón, jamás intentó entregar su legado. Era suyo,
no de otro. Entonces entendió que nunca fue la presión de los otros lo que lo
había impulsado a hacer su vida y la de Jin miserables. Había sido su anhelo
por querer ser líder y hacer lo que se suponía debía hacer el líder de los
cambiaformas oso.
—Tienes razón, nunca lo consideré.
Pero ahora es tarde, ya todos han sufrido y lo que menos quiero es que más
sigan sufriendo. Ahora entendí que mi lugar es junto a Jin, que ya no podría
vivir sin él. Regresaremos a la civilización para vivir juntos. Gobernaré mi
grupo junto a Jin. Y ustedes vendrán con nosotros a Bakú.
—¡NO! —gritó Taehyung, terror
podía leerse en sus ojos—. No podría vivir con los asesinos de mi familia.
Ellos me repudiarán, a mí y a Yoongi, nos mirarán como una abominación. No
quiero pasar por eso. Tú eres su líder y Jin es un Alfa. Son fuertes, dudo que
se opongan a los dos si se unen. Nosotros…
—Taehyung, relájate. No pretendo
exponerte a ningún sufrimiento. Nosotros tenemos un hogar aquí y no es
necesario que nos vayamos —trató de tranquilizarlo Yoongi.
—¿No piensas en tu madre, Yoongi?
—preguntó Namjoon.
—Ella entenderá. Le escribiré una
carta. Sólo te pido que se la entregues.
Yoongi había deseado ver a su
madre durante todos los años que había vivido solo, pero ahora que había
encontrado a su compañero, no iba a exponerlo a ningún dolor por saciar sus
propias necesidades. Su madre entendería. Sabía que con el tiempo la vería.
Ella podría venir a Albany y pasar un tiempo en el pueblo.
—Como quieras. —Namjoon no quería
abandonar su resolución, pero Taehyung estaba muy herido y ahora lo que
necesitaba era curar sus heridas junto a Yoongi.
—Jin, ¿dónde están Jimin y Taemin?
—preguntó Taehyung con ilusión.
—Viven en una casa al otro lado de
la colina donde vivías tú. Los he vigilado en estos años y por lo que he visto
viven felices.
—¿Podemos ir a buscarlos? —pidió Taehyung—.
Me gustaría poder hablar con ellos. Taemin es un gran amigo. A Jimin no lo
conozco mucho ya que provenía de otra manada y se acoplaron unos meses antes
del ataque.
—Preferiría no ir contigo. No
podría enfrentarme a ellos. Lo lamento pero, como verás, soy un miserable
cobarde. Te haré un mapa para que puedas encontrarlos —Jin le respondió a Taehyung,
no dando oportunidad al otro lobo a que le replicara.
—Como gustes —dijo Taehyung deseoso
de ver a los otros dos lobos pero con tristeza al saber que Jin se alejaría de
ellos, una vez más.
—Mañana nos iremos —anunció Namjoon—.
Ya hace demasiados días que me he ausentado y necesito regresar a Bakú lo antes
posible. Mi camioneta está a varias horas a pie de aquí.
—Prepararé algo de comer y les
daré unas mantas para que puedan descansar durante la noche. Lamento no tener
más camas disponibles —ofreció Yoongi con una sonrisa en su rostro. Se sentía
orgulloso de su cabaña, era pequeña pero había logrado hacer un hogar acogedor
de ella. Ahora que estaban los cuatro hombres allí, le parecía demasiado
pequeña.
—No te preocupes. Esto es el
paraíso comparado con los lugares donde he dormido en los últimos años. —Jin
hizo el comentario sin darse cuenta que sus palabras lastimaron profundamente a
Namjoon.
—Bien, entonces manos a la obra. Taehyung,
ayúdame a preparar la cena y algo para que puedan llevarse Namjoon y Jin en su
viaje mañana. —Yoongi le habló amorosamente a Taehyung, tomándolo de la mano y
guiándolo al sector de la cocina.
Namjoon comprendió que Taehyung
tenía razón, si los obligaba a ir con ellos, esa felicidad que ahora veía en
sus ojos sería arrancada por los prejuicios y el desprecio de los suyos. Aun no
sabía cómo iban a reaccionar ante su propio caso. Esperaba como el infierno que
Jin fuera lo suficiente fuerte para soportar lo que les esperaba en los
próximos días.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario