Con tanta ternura como le fue
posible, el lobo acaricio los costados de su gatito, el chico lo miraba con
tanto amor, que lo hizo sentir capaz de bajar la luna sólo para que su pareja
sonriera. Poniendo una almohada bajo las caderas de Taehyung, trato de que la
penetración fuera todo lo cómoda posible para el padre y el bebé. Abriendo más
los muslos del joven gato, acomodo su pene en la estrecha entrada. Sin perder
de vista los ojos azules que lo miraban, se introdujo lentamente, arrancándo un
gemido a ambos.
—Eres tan grande— reconoció Taehyung
arqueando la espalda, la sensación de estar lleno era mejor de cómo la
recordaba.
—Tienes que decirme si les hago
daño— advirtió Yoongi mientras se empujaba con suaves movimientos tentativos,
un buen guerrero sabía que siempre había que explorar la zona para saber qué
estrategia usar. Al ver como Taehyung enrollaba las piernas alrededor de su
cintura, supo que el gatito estaba para más, así que se lo dio.
Los ruiditos de placer llenaban la
atmosfera de la modesta habitación del lobo. Yoongi sabía que había llegado a
casa, las manos pequeñas del gatito se sostenían de sus hombros mientras él lo
penetraba cada vez con más fuerza, siempre vigilando la más mínima muestra de
malestar en los ojos azules.
Taehyung grito el nombre de su
pareja manchando su vientre con el resultado del más hermoso orgasmo. El lobo
le mordía el hombro mientras el felino imitaba el gesto, ahora ambos estaban
unidos por un lazo que ni siquiera la misma muerte podía separar. Según las
historias de los viejos, las almas se unían y al renacer volvían a encontrarse.
Al apartarse de su pareja, Yoongi
encontró que su dulce gatito se había quedado dormido. Con cuidado de no
despertarlo se puso de pie, fue al baño, allí tomo una toalla y la humedeció
con agua tibia. Con más ternura de la que alguna vez pensó sería capaz, limpio
al cachorro, luego lo arropo entre las sabanas de su cama. Con una sonrisa en
el rostro, una que llevaba casi un mes de no mostrar, se acostó abrazando a su
pareja. Al amanecer tendrían que enfrentar muchas cosas, la mayoría no serían
buenas, pero con el apoyo de su pequeño gatito sabía que podía hacerle frente a
lo que viniera.
***************
Jungkook quedó en medio del bosque
observando con la boca abierta el lugar por donde el lobo se había marchado
llevándose consigo a su supuesta pareja, que ahora sabía era un chico comprometido
con otro. Decidido a obtener algunas explicaciones, dio la vuelta para
enfrentar al alfa de los gatos, había sido engañado y alguien tendría que pagar
por ello. Dado que las parejas enlazadas eran algo sagrado, la responsabilidad
recaería en el padre que fue quién formalizo el contrato.
Invocando su naturaleza animal, Jungkook
salió de allí con un trote rápido. La luna en el cielo brillaba como una gran
moneda de plata, el tigre sabía que esta noche de luna era asunto perdido para
él. Lo mejor sería dejar para la mañana cualquier discusión con el otro alfa,
para todo había un momento y un lugar. Sin encontrarse con ningún otro lobo,
cruzo la frontera. Llegado al territorio de los gatos monteses, aligero el
paso.
Resoplando molesto siguió su camino,
tenía planeado llegar a su camioneta y tomar algo de ropa, de nada servía
seguir dando vueltas por allí. Estaba en esos profundos pensamientos cuando
sintió que algo choco contra él. Tan fuerte fue el golpe que lo hizo dar uno o
dos pasos atrás. Sacudiendo su cabeza alejo el zumbido que le quedo, al enfocar
la vista se encontró con una cosita peluda que no había tenido tanta suerte
como él.
El pequeño felino trato de
levantarse, lástima que sus patitas no le hicieron caso. Una vez que logro
ponerse sobre sus cuatro extremidades, levanto la cabeza para ver la montaña
con la que había chocado, no recordaba que hubiera ninguna roca tan inmensa por
allí. Al ver que se había dado de frente con el tigre, y no solo el tigre, sino
que con el alfa de la manada más temida de toda la región. El alfa Jungkook
miraba con los ojos entrecerrados a la pequeña mierda imprudente que en su
carrera no lo había notado.
Jimin tembló de pies a cabeza, una
suerte que en su forma felina no se le pudiera notar el rubor bajo tanto
pelaje. Estaba seguro que el enorme animal se lo iba a comer de un bocado.
Asustado como no lo había estado nunca, soltó carrera, una pena que la fornida
pata de tigre lo prensara por la cola. Chillando hizo lo que nunca creyó que
sería capaz de hacer, mordió la pata peluda del tigre, por desgracia el enorme
animal ni se inmuto.
Jungkook paso de enojado a
divertido, ese pequeño gatito era toda una monada. A pesar de ser pequeño y
apestar a miedo, no se daba por vencido enfrentándose a su predador, aun a
sabiendas de que era una batalla perdida. Recordando como el lobo llevo entre
sus fauces a Taehyung, decidió que ese método de transporte se amoldaría muy
bien a la ocasión que ahora se le presentaba. Tomando por la piel del cuello al
cachorro, decidió llevarlo a la casa del alfa, ya que reconoció en él, al menor
de sus hijos. Con el pensamiento de que quizás todo el asunto no había sido en
vano, se dirigió renegociar el contrato matrimonial.
**************
Taehyung se sentía como en una
nube, su tercera noche de luna había sido aún mejor que la segunda. Su cuerpo
había aceptado gustoso al del otro hombre que le había penetrado sin
contemplaciones, llevándolos a ambos un frenesí de placer que no creía posible
ni aunque viviera mil años. Se sentía tan descansado como no lo había estado en
días, negándose a abrir los ojos se acurruco mimosamente en los brazos fuertes
de su pareja.
El sonido de la puerta al abrirse
hizo que el Taehyung pensara seriamente en abrir los ojos, a la larga se inclinó
a pensar que todavía estaba soñando. Así que no se molestó en moverse, la piel
de Yoongi era tibia y las mantas que los cubrían lo hacían sentir mejor que en
la cama de su propia habitación.
—¡Qué demonios! — El grito de un
hombre hizo que la pareja se sentara de golpe, dejando caer las mantas que los
cubrían hasta su regazo.
Taehyung abrió los ojos azules
como platos, en el marco de la puerta estaba un desconocido que era una copia
unos años mayor que su pareja. Aceptando el abrazo de su Yoongi, dejó que este
le protegiera de la furia que claramente sentía el invasor en la puerta.
—¡Padre! — Hablo Yoongi arrugando
el ceño— ¿No crees que sería un signo de buena educación tocar la puerta antes
de casi tirarla a bajo?
En ese momento Taehyung tuvo claro
lo que ya se estaba imaginando, ese hombre era el temido alfa de los lobos. Los
ojos dorados, la altura de más de dos metros, el cabello negro largo hasta los
hombros, la piel blanca, todas características que ese gigante compartía con el
hombre que lo abrazaba en una actitud claramente protectora.
—¿Usted es el padre de Yoongi? —
Pregunto Taehyung con la intensión de confirmar lo evidente.
—Sí, niño—se cruzó de brazos el
alfa, sin apartar la vista del par de sinvergüenzas que estaban tan cómodos uno
en brazos del otro— ¿Ahora dime tú qué haces en mi casa en la cama de mi hijo?
El felino no era del tipo muy
racional cuando se enfadaba.
—De verdad quiere que se lo
explique— se ofusco Taehyung, de seguro la altura le había enfriado el cerebro
a su, ahora, suegro.
—¡Gato malcriado! — Grito el Alfa,
conteniéndose a mil costos de patearle el trasero a ese proyecto de hombre.
Por mucho que Yoongi se estuviera
divirtiendo con el desconcierto de su padre y el enfado de su pareja, más valía
detener las cosas antes de que pasaran a arañazos y mordidas.
—Padre—, llamo la atención sobre
sí mismo el lobo. Dándole un beso en la frente al felino para tranquilizarlo,
decidió aclararle las cosas a su padre— pensaba presentártelo en otras
circunstancias, ya sabes, con algo más de ropa encima, pero ya que irrumpiste
en NUESTRA HABITACIÓN, te lo diré sin tanta ceremonia: Aquí estás viendo a mi
pareja, tu yerno y padre gestante de tus nietos.
La palidez del gran y malvado lobo
fue casi cómica, si no fuera porque Taehyung estuviera tan asustado de cómo
iban las cosas. El hombre tomo aire unas dos veces, cuadro los hombros, después
de un breve silencio, propuso.
— Tomen un baño y vístanse, voy a
preparar el desayuno. Tenemos que hablar.
La puerta se cerró tras el alfa
que salía, dejando a la pareja sola en la habitación.
—Tranquilo, amor—. Le dio un
tierno beso en la boquita entre abierta de su gatito— él te amará tanto como
yo… Puede que gruña un poco y ladre otro tanto, pero él no le negará acogida a
un nieto suyo.
—Y si quiere separarnos— gimió Taehyung.
Él podría enfrentarse a cualquier cosa, pero no quería negarle a su pareja el
estar con los suyos.
Leyendo los pensamientos que se
escondían tras los grandes ojos azules de su amor, el lobo le sonrió.
— Tu eres mi familia ahora. Si papá
y la manada me dan la espalda, me dolería, aunque no quedaría solo. Tú, el bebé
y yo formaríamos una pequeña manada.
—¿Estás seguro? — tomo las manos
de su lobo, aprontándolas fuerte entre las suyas más pequeñas— Sé que los lobos
necesitan de otros. Ustedes no pueden sobrevivir solos.
—Estoy seguro, amor. Papá lo sabe
y tendrá que tomar una decisión, yo ya tomé la mía… Además, estoy apostando
sobre seguro, el hecho de que ya estés preñado de mis crías quiere decir que
nuestro emparejamiento es reconocido por los dioses.
Taehyung estaba tan preocupado con
todo el asunto con el alfa que se olvidó del pequeño malestar mañanero. Sin
tomar medidas de prevención se puso de pie de un salto cuando la mano pesada de
Yoongi golpeo su trasero.
—¡Taehyung! — Grito el lobo,
logrando rodear con sus brazos el cuerpo más pequeño, evitando que se diera
contra el suelo—¿Estás bien?...¿Te lastime?... ¡Demonios!... Tenía que haber
sabido que hacerte el amor así solo te causaría daño…
Apenas el mundo dejó de girar, Taehyung
le sonrió condescendiente.
— Tranquilo, esto es cosa de todas
las mañanas desde hace unas semanas—, diciendo esto corrió al baño. Lo que le
servía de consuelo era saber que después de que vomitara el malestar
desaparecía casi por completo.
Le llevo bastante rato convencer
al lobo que se encontraba bien, que llevaba días de no sentirse tan animado
como se sentía esa mañana, cuando por fin sabía cuál era la causa de sus
malestares. El baño fue un cumulo de actos traviesos y tiernos. Taehyung se
decía a cada momento que tenía que enojarse con el lobo por haberlo abandonado
durante tantas semanas, la decisión de hacerlo nunca llego. Ya había probado lo
que era vivir sin su pareja, eso era algo por lo que no quería pasar
nuevamente.
Yoongi se vistió con un viejo
pantalón vaquero azul desteñido en los muslos, una camiseta sin mangas que
marcaba los músculos del pecho y los abdominales de tableta. Taehyung se
entretuvo mirando el culo de su pareja cuando este se agacho para calzarse sus
zapatos. El color tiño sus mejillas, se estaba convirtiendo en un adicto al
hombre.
—Si ya te cansaste de andar de
mirón— le dedico un guiño travieso Yoongi, a su avergonzada pareja— quizás sea
bueno que te pongas algo de ropa encima, o voy a pensar que me estas insinuando
algo.
En reacción Taehyung corrió hasta
el otro lado de la pequeña habitación, se puso unos pantalones de piyama que le
quedaban nadando y una vieja camiseta gris que casi le quedaba como vestido.
— Creo que esto no es buena idea—,
se quejó el gatito haciendo un puchero—tu ropa me queda demasiado grande.
—Vamos, amor— tomo de la mano a su
pequeña pareja— tú te verías lindo con cualquier trapo encima, aunque hay que
admitir que te ves mejor sin nada.
El sonrojo del gatito le saco una
carcajada a Yoongi, habían pasado dos acaloradas noches de luna y para
confirmar el hecho, estaba esperando un hijo suyo, al lobo le pareció tierno
que al chico todavía se le tiñeran las mejillas de rojo carmín.
—¡Te amo! — Confesó una vez más el
lobo—. Promete que pase lo que pase nunca me abandonaras— pidió con una
expresión grave en el rostro—. Dime que siempre estarás conmigo.
—Siempre—, parándose en puntillas
le dio un beso al hombre más alto—.Ahora somos una pequeña familia, algo
extraña, pero familia.
El olor de huevos recién hechos,
tocino friéndose en el sartén y el seductor aroma del café, acabaron sacando a
los chicos de la habitación.
—Ya era hora— gruño el alfa
mientras terminaba de acomodar los huevos en un plato y los ponía sobre la
mesa.
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