viernes, 2 de septiembre de 2022

CAPITULO 8

Amanecía. Jin y Namjoon se despedían de Taehyung Y Yoongi.

 

El destino los separaba una vez más.

 

Yoongi y Taehyung se quedaron en la cabaña, solos. Si bien eran compañeros destinados, ninguno sabía mucho acerca del otro.

 

—Bien, tengo trabajo que hacer. En dos días debo ir al pueblo a entregar un encargo —le dijo Yoongi a Taehyung.

 

—¿Un encargo? ¿Qué haces?

 

Taehyung sentía mucha curiosidad por el hombre con el que pasaría el resto de sus días. Además de que Yoongi era hermoso y cariñoso, no sabía nada más de él.

 

—Tallo piezas de madera. ¿Te gustaría ver mientras trabajo? Puede que te resulte aburrido…

 

Yoongi no quería separarse de Taehyung pero tenía que trabajar. ¿Acaso el lobo querría verlo tallar madera? Yoongi amaba su trabajo, pero tal vez fuera algo aburrido para otros estar viéndolo dar forma a una simple pieza de madera.

 

—Sí, me encantaría —dijo Taehyung casi sin pensar, entusiasmado de ver a Yoongi trabajar. Jamás podría aburrirse de ver al hermoso hombre. Yoongi sonrió, su corazón acelerado por el entusiasmo y el brillo de alegría que veía en los hermosos ojos azules de Taehyung.

 

Ambos se encaminaron a la parte trasera de la cabaña donde se encontraba un cuartucho pequeño que Yoongi usaba como taller.

 

—El lugar es muy precario pero es útil para lo que lo necesito —se disculpó Yoongi, pero cuando vio que el rostro de Taehyung se iluminaba ante las piezas de madera ya talladas, supo que su compañero sólo tenía ojos para su trabajo y no para el entorno poco acogedor que los envolvía.

 

Taehyung tomó de la mano a Yoongi, sonriendo a su compañero, transmitiéndole en ese tierno y cálido toque toda la admiración que sentía. Yoongi era un artista, de eso no había la menor duda.

 

—Es maravilloso que pudieras conseguir trabajar en algo, relacionarte con la gente, ser útil. Yo no he podido hacer nada de eso —expresó Taehyung con su voz temblorosa. Estaba algo celoso, desde hacía diez años que él no había podido hacer lo que tanto amaba: hornear pasteles, galletas, dulces…

 

—No te preocupes, ya encontrarás algo en lo que seas bueno y que te guste. Mientras tanto no debes preocuparte de nada. La paga que recibo es suficiente para ambos.

 

—¡Pero quiero ayudar! —se quejó Taehyung. No iba a empezar esta relación siendo un parásito para su compañero. Había trabajado en la panadería de su familia antes de la fatídica noche del ataque, pero ¿podría hacer algo así en Albany?

 

—Y lo harás, cariño —trató de consolarlo Yoongi.

 

Taehyung sonrió y se ruborizó ante la palabra de afecto que su compañero utilizó. Se acercó y le dio a Yoongi un beso en la mejilla.

 

—¿Y eso? —preguntó Yoongi con diversión.

 

—Nunca nadie me llamó cariño —confesó Taehyung ruborizándose.

 

—Será mejor que te acostumbres, bebé.

 

Yoongi jaló a Taehyung de la mano y entraron en el pequeño taller. El oso se sentó en un taburete frente a una precaria mesa y tomó una pieza de madera que tenía seleccionada para las tallas que tenía que hacer.

 

—¿Sabes? —comenzó Yoongi—. Tengo que tallar una familia de lobos. No sabía cómo hacerlos pero ahora sé perfectamente cómo.

 

—¿Sí? ¿Y eso? —preguntó con mucha curiosidad Taehyung.

 

—Es que ahora tengo grabado en mi memoria al lobo más hermoso que he visto, todos y cada uno de los detalles. —Giró la cabeza y miró fijo a los ojos de Taehyung. Los ojos dorados del oso parecían quemar a Taehyung y el corazón del lobo dio un vuelco—. Ahora te tengo a ti.

 

Yoongi dejó la declaración en el aire y se puso a trabajar. Taehyung suspiraba, sin poder dejar de ver las manos diestras de Yoongi trabajar la madera. En poco tiempo la madera tomó la forma de un hermoso lobo. Taehyung quedó sin aliento, era exactamente su imagen de lobo.

 

—Es hermoso —deslizó Taehyung, sin poder contener la emoción que sentía de que su compañero recordara tan bien su apariencia de lobo.

 

—Me alegra que te guste. Cuando termine este trabajo haré un oso y un lobo acurrucados al pie de un árbol. Quiero hacer una talla de nosotros dos. ¿Te gustaría eso? —Yoongi dudó antes de continuar y algo sonrojado agregó—: Me gustaría hacerte ese regalo.

 

Los ojos de Taehyung se llenaron con lágrimas, nunca en su vida nadie le mostró tanta ternura, tanto cariño, tanto amor como el hombre que tenía a su lado. ¿Cómo podía ser que en tan poco tiempo estuviera tan malditamente enamorado?

 

—Me encantaría —gimió Taehyung entre sollozos.

 

—¿Por qué lloras? ¿Hice algo mal? —preguntó con temor Yoongi.

 

Taehyung negó con la cabeza y sin poder contenerse se abalanzó sobre su oso y lo besó. Rompiendo el beso, lo miró y le confesó:

 

—Sólo me has hecho feliz, como nunca en mi vida lo fui.

 

—Y tú a mí, bebé. —La sonrisa en los carnosos y apetecibles labios de Yoongi hicieron que Taehyung quisiera hacer el amor de nuevo. Nunca tendría demasiado del otro hombre, de eso estaba más que seguro.

 

Se abrazaron y se besaron una y otra vez. Sus besos más hambrientos y con ganas de más. La felicidad los abrumaba.

 

—Será mejor que vaya a preparar el almuerzo —dijo Taehyung separando su boca de la de su oso, sin querer separarse realmente de su compañero, pero sabiendo que Yoongi tenía que seguir con su trabajo. Los labios de Yoongi estaban hinchados por los besos y Taehyung se mordió el labio inferior para reprimir el gemido de necesitada que quería escapar de su boca.

 

—Me alegra que cocines tan rico, yo soy un poco torpe en ese campo —dijo Yoongi algo avergonzado y recordando la estupenda cena que Taehyung había preparado la noche anterior.

 

Los pensamientos lujuriosos de Taehyung se esfumaron cuando el sentimiento de alegría por poder volver a ponerse tras una cocina y hacer platillos lo envolvió.

 

—Amo cocinar, y soy muy bueno en eso. Mis padres tenían una panadería y ayudaba haciendo pasteles, masas, galletas. Pero mi especialidad son los pasteles.

 

—Mmm, qué rico. Tal vez puedas hacer algo de eso. Cuando vayamos al pueblo, ¿no te gustaría preguntar en la panadería si necesitan a alguien que les ayude?

 

—¿Crees que me contratarían? Tenía la esperanza de que hubiera una panadería en Albany, pero no sé qué tan grande es el pueblo. —El brillo en los ojos de Taehyung le decía a Yoongi que el lobo estaba feliz. Ahora sabía algo de su compañero, y se juró sostener por siempre el brillo en esos ojos azules tan impresionantes.

 

—¿Por qué no te contratarían? Y no te preocupes, el pueblo es lo suficientemente grande como para que la panadería pueda vender tus pasteles. —Yoongi guardó silencio por un momento, pensando en cómo haría para ir y venir a diario al pueblo si Taehyung conseguía el empleo. Luego, con una sonrisa, agregó—: Ahora veo la necesidad de comprar un vehículo, caminando tardaríamos unas dos horas en llegar al pueblo y sería muy tedioso ir y volver a diario. Eso consumiría cuatro horas de nuestro día sólo de viaje, sin contar con el cansancio que semejante caminata ocasionaría.

 

—No quiero que gastes tu dinero en mí, en cosas que no has necesitado hasta mi llegada —se quejó Taehyung no queriendo ser una carga para Yoongi.

 

—Taehyung, ya había pensado en comprar un vehículo y he estado ahorrando para ello. Ahora tengo la excusa perfecta para hacerlo.

 

Taehyung suspiró, le dio un último beso a Yoongi y se fue hacia la cabaña para comenzar a preparar el almuerzo. Su alegría no podía ser mayor.

 

******************

 

Carla estaba recostada en la cama de hospital. Abrió los ojos, el dolor era muy intenso pero seguía con vida. El terror se dibujó en su cara y sintió que alguien apretaba una de sus manos.

 

Carla miró hacia la ventana y vio a su amigo de la infancia sentado en una silla a su lado, sonriéndole.

 

—John...

 

—Carla, no te esfuerces, vas a ponerte bien.

 

—¿Mi bebé? —preguntó ella con desesperación en la voz.

 

—Ella está bien, no te preocupes. —John levantó la mano de Carla y depositó en ella un beso suave y lleno de ternura.

 

Carla se sonrojó. Sabía que el médico estaba enamorado de ella, pero no podía alentar ese sentimiento. Estaba casada con Namjoon y aunque no era feliz en su matrimonio, tenía a sus hijos que eran su mundo.

 

—John, no es correcto que hagas eso. Soy una mujer casada…

 

John frunció el ceño, estaba harto de los desplantes de Namjoon y este último episodio había sido lo que derribó las barreras que lo contenían para no hacer avances sobre Carla.

 

—Carla, sabes lo que siento por ti —susurró John ahora peligrosamente cerca de la mujer que yacía en la cama. Ella miró a su amigo con una súplica silenciosa en sus ojos. John no podía dejar las cosas como estaban, Carla tenía que quitarse el velo de los ojos. Ahora—. ¿Dónde mierda está tu marido? No lo he visto acá cuidando de ti, de sus hijos. Nunca ha estado a tu lado cuando más lo has necesitado. ¿Por qué te empeñas en seguir con ese matrimonio que tanta infelicidad te ha dado?

 

—No digas eso —lo cortó Carla con un tono seco y exasperante, ahora su mirada dura y desafiante—. Sabes que me casé enamorada. Y mis hijos, son todo para mí.

 

—Sé que te casaste enamorada, pero ¿aún lo amas? — preguntó con esperanza John. Su corazón latía demasiado fuerte en su pecho, esperaba que Carla le dijera que ya no tenía sentimientos por Namjoon. ¿Podría tener esa suerte?

 

—No me tortures, por favor. —Ella lo miró a los ojos, lágrimas de tristeza corriendo por sus mejillas.

 

John se sintió un miserable por torturar de esa manera a la pobre mujer después de transitar por una situación entre la vida y la muerte. Pero ¿cuándo sería el momento? John no tenía idea pero había estado esperando más de quince años a que fuera el momento de hacer un movimiento. No esperaría más.

 

—Carla, no llores. Perdóname. Es que no puedo soportar que él te trate así. Por favor, divórciate de Namjoon y cásate conmigo.

 

—John, ¿qué me propones? —Ella estaba atónita. John jamás le había hecho una proposición antes. Había deslizado sutilmente sus sentimientos a lo largo de los años, pero jamás hasta ahora se había atrevido a ser tan directo.

 

Pero John había visto a la mujer casi morir entre sus manos y ahora la resolución de tenerla a su lado estaba más firme que nunca en su mente y en su corazón. No iba a dejar que Carla se escapara de él nuevamente. Había sido un cobarde al no decirle a la cara lo que sentía, sólo dando indirectas. Ahora era momento de hablar claro y sin tapujos. Y Namjoon se podría ir al mismísimo Infierno.

 

—Quiero que nos casemos. Esta propuesta debí habértela hecho hace tiempo. Quiero que seas feliz, que seamos felices. Eso es lo que deseo y sé que lo podremos lograr, juntos. Si no piensas en ti, piensa en tus hijos. ¿Crees que están bien viviendo en una familia donde sus padres no se aman? ¿Piensas que ellos son estúpidos y no se dan cuenta?

 

—No puedo… —Carla apartó la mirada de John, ocultando su rostro en la almohada. Ser una mujer despechada no era en lo que quería convertirse. ¿Qué le quedaría cuando sus hijos crecieran y formaran sus propias familias? Ciertamente, no veía a Namjoon ser amoroso con ella en esos días —ahora no lo era.

 

—No te presionaré más por el momento. Pero, por favor, piensa en lo que te dije. Siempre estaré esperando por ti. —John no iba a ceder y Carla empezó a temblar ante la expectativa de que alguien más se interesara por ella. ¿Podría soñar con un futuro diferente? ¿Acaso tenía derecho de hacerlo?

 

—No es justo para ti. No puedo prometerte nada, no puedo darte nada —sollozó Carla sintiendo su corazón oprimido, con una extraña mezcla de sentimientos de culpa y esperanza. ¿Acaso podría ser feliz lejos de Namjoon, junto a John que era evidente que la amaba? ¿Se atrevería a dar ese paso y desafiar al líder de su grupo y arriesgarse a ser repudiada por todos los que la conocían?

 

—El que no me hayas rechazado es esperanza suficiente para que siga esperando. Te amo, Carla, y no podría soportar estar con otra mujer. —John se arriesgó a más y tímidamente le preguntó—: ¿No sientes nada por mí?

 

—No me preguntes eso. —Carla no podía evaluar sus sentimientos hacia John, no ahora. Ella era una mujer casada, y tenía que repetirse eso una y otra vez para no dejarse llevar como una adolescente descarriada y sin preocupaciones.

 

John limpió las lágrimas del rostro de Carla y sin poder contenerse tomó los labios carnosos y rojos de ella entre los suyos. El beso fue apasionado y ella se derritió sin poder evitar corresponder a la pasión de John. Su cuerpo temblaba, nunca en su vida la habían besado de esa manera. Namjoon era desapasionado y toda la intimidad que tenían era mecánica, sin ternura o algún sentimiento involucrado en el acto cuando tenían sexo.

 

John pasó la lengua por la comisura de su boca, acarició con sus dedos la mejilla de su cara, limpiando las lágrimas que aún Carla dejaba escapar de sus ojos. Ella separó sus labios, entregándose por primera vez a otro hombre que no era Namjoon, necesitando sentir ternura y amor, sentirse deseada por primera vez en su vida. Porque con Namjoon jamás se había sentido de esa manera. Era evidente que él no la deseaba, sólo la había buscado para formar su descendencia. Ella había sido una simple incubadora para sus hijos, la mujer que cuidaba de la casa y de los niños. ¿Era eso lo que ella quería para su futuro?

 

Contradictoriamente a lo que pensó, la culpa no la golpeó cuando se entregó al beso del médico. John metió la lengua en la caliente boca de ella, y jugó con su lengua por el interior de su boca. El hombre estaba en el cielo, por primera vez podía estar de esa manera con la mujer que había amado toda su vida.

 

Ella gimió, un poco por lujuria, un poco por dolor.

 

Él rompió el beso, el fuego del deseo llenando sus ojos.

 

— Te deseo, Carla. No descansaré hasta que estés en mis brazos.

 

—John, por favor.

 

—Shhh, ahora descansa. Haré que te traigan a tu hija. Y piensa en lo que te he dicho.

 

John se incorporó de la silla, le dio un beso en la cabeza a Carla y se fue de la habitación dejando a la mujer sumida en una total confusión.

 

***************

 

Luego de horas de caminar casi sin descanso, Namjoon y Jin llegaron a la camioneta de Namjoon. El sol estaba en su punto más alto. Si querían llegar al anochecer debían apresurarse. Y pensar que a Namjoon le tomó días encontrar a Yoongi… y el oso no estaba tan lejos de donde había dejado su vehículo.

 

Subieron a la camioneta y emprendieron el viaje por la carretera de regreso al hogar de Namjoon.

 

Jin sentía sus entrañas retorcerse. El miedo lo carcomía.

 

Namjoon agarró la mano de Jin, apretándola con fuerza.

 

—Amor, relájate. Todo saldrá bien.

 

«Todo saldrá bien». Esas palabras retumbaban en la cabeza de Jin, una y otra vez, como si eso fuera posible. Sabía que nada sería fácil y que las cosas podrían salir muy mal.

 

En lugar de meterse en la boca del lobo, Jin se estaba metiendo en la boca del oso. Cerró los ojos y pudo imaginar las caras de desprecio y horror cuando todos descubrieran la relación que lo vinculaba con Namjoon. ¿Su oso sería lo suficientemente fuerte para soportar lo que vendría?

 

Namjoon condujo todo el resto del día hacia Bakú sin detenerse y cuando el sol se fundía en el horizonte llegaron a su casa.

 

—Ya estamos aquí —dijo Namjoon.

 

—¿Cómo haremos esto? Tus hijos estarán en tu casa.

 

Jin se sentía desorientado y con terror. Ahora que habían llegado a Bakú sus temores se duplicaron. Tenía miedo. Era lo suficientemente hombre como para reconocerlo.

 

—Primero, hasta que aclaremos las cosas con Carla, te pido que te quedes a mi lado como un amigo. Ella merece ser la primera en saberlo y que esté preparada para lo que vendrá después.

 

La mirada herida de Jin atravesó el corazón de Namjoon. Pero en su interior, Jin sabía que era la única manera de hacer las cosas aunque no le gustara.

 

—No te estoy negando. Por favor, entiende que ella es la madre de mis hijos, se lo debo.

 

—Lo entiendo, pero eso no hace que me duela menos.

 

Los dos hombres salieron del vehículo y se dirigieron hacia la casa.

 

Una vez dentro, Namjoon se sorprendió por el silencio que reinaba. Sus hijos deberían de estar mirando la televisión o jugando, y no precisamente de forma silenciosa.

 

—Algo pasó. Hay demasiado silencio —dijo Namjoon con miedo puro recorriendo su cuerpo. ¿Acaso alguno de sus hijos estaría herido?

 

En la cocina había luz y Namjoon se acercó allí apresuradamente, divisando una sombra sentada ante la mesa.

 

Cuando entró, la mujer que estaba de espaldas a ellos habló:

 

—Hola, Namjoon, te estaba esperando.

 

La madre de Yoongi estaba allí, giró y se enfrentó a los recién llegados, su rostro contraído en una mueca de dolor y hastío.

 

—¿Qué haces aquí, Sangmi? —preguntó Namjoon.

 

—Cuidando la casa. Carla fue llevada de urgencia al hospital. Tu hija ha nacido —contestó la mujer secamente.

 

—¿Ellas están bien? —Namjoon preguntó dejándose caer en una de las sillas.

 

—Sí, pero Carla aún sigue algo delicada. —Sangmi levantó la vista y se quedó mirando a Jin, su ceño se contrajo aún más—. ¿Qué hace él aquí?

 

—Eso es asunto mío. No tengo que darte explicaciones — contestó fríamente Namjoon.

 

—Eres igual que tu padre. Mi hermano era tan terco como tú. —Sangmi suspiró y su rostro se relajó y dirigió su atención hacia el lobo—. Jin, espero que hayas estado bien en todos estos años.

 

—No la pasé bien, créeme —contestó Jin con clara amargura en su voz.

 

—¿Por la matanza de tu manada o por estar lejos de Namjoon? —preguntó Sangmi con una sonrisa pícara en su rostro.

 

—¿Cómo…? —apenas pudo decir Namjoon.

 

—¿Piensas que nadie se dio cuenta? Namjoon, eres un necio. Tu padre supo lo que tú y Jin sentían, él me lo confió antes de morir. No te juzgo, has hecho lo que debías o lo que pensaste que debías hacer. —Sangmi suspiró y dejó caer la bomba que sabía iba a desatar un infierno en Namjoon, pero era hora de que su sobrino supiera la verdad—. Tu padre te obligó a ello.

 

—¡Mi padre no me obligó a nada! —gritó Namjoon, claramente molesto con su tía, golpeando los puños en la mesa.

 

Sangmi ni se inmutó, ya estaba acostumbrada a los arrebatos del líder de los osos, ella no le temía.

 

—Namjoon, él era mi hermano, lo amaba, pero también sé que fue el hijo de puta más grande de la historia.

 

—¿Por qué dices eso? —quiso saber Namjoon. La pregunta fue dicha más como una orden que como un pedido. Sangmi suspiró sabiendo que su sobrino era un hombre de pocas pulgas. ¿Para qué dilatar más las cosas? Era mejor ser clara, concisa y decir todo de una buena vez.

 

—Porque el muy hijo de puta se suicidó para forzarte a que tomaras el liderazgo del grupo y te alejaras de Jin.

 

Namjoon y Jin se quedaron helados ante la declaración de Sangmi. Namjoon no podía creer que su padre llegara tan lejos para lograr lo que quería. Había manipulado la vida de Namjoon a su antojo y él como un estúpido había dejado que lo hiciera. Si antes sabía que quería a Jin en su vida, ahora más que nunca mantendría al lobo a su lado.

 

—Qué mal por él, porque Jin y yo de ahora en más no nos separaremos. Él es mi compañero destinado y fui el estúpido más grande del mundo al tratarlo como un sucio secreto y hacerlo sufrir durante tantos años. Pero ya no más, ¡nunca! Ahora, él ocupará el lugar que siempre debió tener a mi lado, aún a costa de mi jodido liderazgo en el grupo.

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