viernes, 2 de septiembre de 2022

CAPITULO 7

Carla sentía sus entrañas desgarrarse. Ardía en fiebre y escuchaba el ir y venir de los médicos y enfermeras a su alrededor.

 

Se sentía cansada y drenada. La cantidad de sangre que había perdido era demasiada y temía morir antes de que su bebé naciera. Necesitaba ser fuerte hasta que pudiera ver que su bebé estaba con vida y a salvo.

 

Luces estridentes lastimaban sus ojos. Un susurro en su oído hizo que toda su atención se centrara en las palabras que el Doctor Stevens le decía:

 

—Carla, ¿me escuchas?

 

Ella asintió, su garganta estaba tan seca que no podía hablar.

 

—Bien, te diré las cosas como son. El bebé está atascado, se rompió la fuente y se desprendió la placenta. Tienes una hemorragia que no podemos detener mientras pretendamos salvar la vida del bebé.

 

Los sentidos de Carla se agudizaron y sin saber cómo gritó una sola palabra, liberando su angustia y su deseo de que su bebé viviera, sin importar las consecuencias.

 

—¡Sálvenlo!

 

—Shhh. Cálmate. Salvaremos al bebé. Ahora te tendremos que anestesiar para hacerte la cesárea. Será una anestesia local, no puedo darte una general porque has perdido demasiada sangre y eso podría ser fatal.

 

Carla asintió nuevamente y sintió el líquido de la anestesia penetrar por su espalda hacia su cuerpo. Rezaba para por lo menos poder ver a su bebé, sólo verlo antes de morir.

 

Apenas la anestesia adormeció su vientre vio la mano del Doctor Stevens sosteniendo el bisturí y bajando para cortarla. Carla cerró los ojos e imploró al dios que fuese que su bebé naciera sano y salvo. Sus manos estaban atadas en cruz, inmovilizándola.

 

El Doctor Stevens fue rápido y sacó al bebé en unos minutos. Su piel morada, su cuerpo inerte. Carla tuvo miedo pero vio con placer que era una niña y que su pecho subía y bajaba intentando atrapar algo de aire.

 

La vista de Carla comenzó a nublarse y un intenso mareo hacía casi imposible que pudiera focalizar su visión en su hija. Un golpe y el llanto intenso de la niña le dijeron que había sobrevivido y que su intento de respirar había sido exitoso. Dejando escapar el aire que había estado reteniendo en sus pulmones, se relajó y se dejó llevar por la oscuridad y el descanso que creía merecer.

 

El Doctor Stevens entregó a la niña a una enfermera y empezó a trabajar desesperadamente en Carla. La hemorragia no paraba y tuvo que extirpar el útero. No sabía si la mujer sobreviviría, había perdido demasiada sangre y en la desesperación por no perder a su paciente le había arrancado la posibilidad de ser nuevamente madre.

 

La bebé fue llevada a la nursery y Carla a cuidados intensivos.

 

El Doctor Stevens admiraba a la mujer, era tenaz, abnegada y la mejor madre que hubiera conocido. Envidiaba a Namjoon y odiaba la forma fría con la que la trataba.

 

John Stevens era un cambiaforma oso solitario, nunca había formado un hogar, se había entregado a su trabajo en cuerpo y alma. Enamorado de Carla desde hacía tanto que no recordaba cuánto, trató de estar a su lado aunque fuera como un simple amigo.

 

Él no dejaría que Carla muriera. Se sacó los guantes llenos de la sangre de la mujer que amaba y sollozó en silencio por el terror que lo invadió en el momento en que pensó que la vida de Carla se escapaba de sus manos.

 

***************

 

Taehyung estaba congelado en su lugar, aun tratando de asimilar lo que le acababa de revelar su Alfa. ¿Jin y Namjoon eran compañeros destinados? ¡Eso era imposible! ¿O no lo era?

 

—¿Por qué...? —Taehyung quería saber pero no sabía qué preguntar primero.

 

—¿Por qué no estamos juntos? ¿Por qué nos destrozamos uno al otro y nos hemos herido durante tantos años? —preguntó Namjoon.

 

—Sí… ¿por qué? —Taehyung estaba temblando, un frío polar se apoderó de él y no era por el clima, era un frío interior que le helaba la sangre. Esperaba que la revelación de los otros hombres no le pronosticara similar sufrimiento para él y Yoongi.

 

—Te diré por qué —empezó Namjoon quien señaló la mesa con un gesto para que los cuatro se sentaran. La charla sería larga y prefería que estuvieran más cómodos. Todos se sentaron ante la mesa, mirándose unos a los otros—. Pero antes quiero que sepas que la culpa de todo es mía, no de Jin.

 

—¡No, eso no es cierto! —interrumpió Jin.

 

—Está bien, no hablemos de culpas. Sólo contaré la historia —dijo Namjoon con evidente tristeza en sus ojos—. Todo comenzó cuando Jin y yo nos conocimos. Éramos demasiado jóvenes e impulsivos. Mi padre era el líder del grupo de cambiaformas oso de los alrededores y el padre de Jin era el Alfa de la manada Kim. Nuestros padres eran grandes amigos y cuando Jin y yo finalmente nos conocimos nos dimos cuenta que éramos compañeros destinados. —Namjoon miró a Jin con amor, antes de continuar abriendo su corazón y dejando libre los recuerdos del pasado—. Al principio teníamos miedo, miedo por ser ambos hombres y por ser diferentes tipos de cambiaformas. Pero fue más fuerte el deseo y una noche en la que pudimos escaparnos nos acoplamos por mi insistencia. Justamente en una de esas cuevas en la que ustedes dos lo han hecho. —Taehyung se sonrojó ante la mención de su reciente acoplamiento. Sentía algo de vergüenza de que Jin y Namjoon supieran lo que había estado haciendo con Yoongi. Pero, a pesar de todo, se sentía orgulloso del magnífico compañero que ahora compartiría su vida en el futuro. La mirada amorosa que tenía Namjoon mientras hablaba del pasado se transformó a una dura y llena de dolor—. A partir de ese momento nuestras vidas cambiaron. Siempre ocultándonos para amarnos y estar juntos. Pocos años después mi padre murió por una rara enfermedad y me tuve que hacer cargo del grupo. Cuando no pude sostener por más tiempo mi soltería tomé una hembra de mi grupo como compañera. Tuvimos hijos pero nunca la amé. Y lo peor de todo fue el intenso e irreparable dolor que le causé a Jin en todos estos años. Siempre fui un cobarde.

 

—Namjoon, no digas eso. Fuiste presionado por los tuyos. No tuviste opción —trató de confortarlo Jin, acariciando con su mano la del oso.

 

Namjoon suspiró y miró fijo a su compañero, los cálidos y verdes ojos de Jin parecían acariciarlo con suavidad y ternura.

 

—No, no es así y lo sabes. Tú me dijiste más de mil veces que dejarías todo por estar a mi lado. Yo pude haberte correspondido de la misma manera, pero no lo hice. Antepuse mi estúpido egoísmo a ti. Sabía que estarías disponible para mi cuando quisiera tenerte, siempre lo estuviste.

 

—Pero me repudiaste cuando te casaste. Nunca más quisiste pasar una noche conmigo. Eso me destrozó el corazón —Jin interrumpió la declaración de Namjoon con evidente dolor en su voz.

 

—¡No podía! ¿Cómo piensas que podría haber tenido sexo con Carla si sabía que estabas esperando por mí? Se suponía que debía dar descendencia, que mis hijos serían mis sucesores. No podía… Amo a mis hijos más que a mi vida, lamento no poder decir lo mismo de Carla. Me siento el hijo de puta más grande del mundo, usándola, despreciando su amor. Ahora, la dejé sola, a punto de dar a luz cuando sé que podría morir en el parto. ¿Qué clase de marido haría eso, el dejar a su esposa en esa situación para ir corriendo a buscar a su ex amante?

 

—Namjoon… soy feliz —dijo Jin, su voz temblaba de emoción. Jin sólo escuchaba que Namjoon había ido a buscarlo, lo demás… para él eran simples detalles secundarios. Aunque esos pequeños detalles fueran en verdad grandes muros que derribar.

 

—¿Feliz? ¿Después de toda la mierda que tiré sobre ti? ¿A pesar de todo el mal que he hecho?

 

—Sí, me antepusiste a todos, por una vez. ¿No lo ves?

 

Namjoon quedó en shock, las palabras de Jin retumbando en su cabeza. ¿Con tan poco estaba devolviéndole a Jin de nuevo su felicidad? Dios, Namjoon no sabía si reír o llorar, si sentirse bien u odiarse por ser tan cretino de llevar a ese fantástico hombre a la mendicidad por una caricia, unas palabras de amor, un beso… Ya no podía dejar que Jin sufriera por él y sus acciones. Era hora de hacer lo correcto. Y eso era poner a Jin, por primera vez desde que se conocieron, en primer lugar.

 

—¿Por qué fue el ataque? —preguntó confuso Taehyung, sin querer que la conversación se desviara hacia otro lado.

 

Jin desvió la mitrada de Namjoon, ambos hombres tenían lágrimas no derramadas, las ganas de abrazarse y consolarse uno al otro eran casi abrumadoras. Pero había más para ser hablado. Ya habría tiempo para las caricias y el contacto que tan desesperadamente habían anhelado por tanto tiempo.

 

—Fue mi culpa. Cuando el primer hijo de Namjoon nació, enfurecí y lo secuestré. Toda la furia del oso en Namjoon cayó sobre la manada y casi todos murieron por mi acto de egoísmo y venganza. —Jin arrugó la frente, sentía vergüenza y dolor—. Nunca pensé en lastimar al niño, pero algo en mi tomó posesión de mi razón y me llevó a hacer ese acto de bajeza del que me arrepiento hasta el día de hoy. No busco perdón, no cuando ni yo mismo puedo perdonarme.

 

—No todo fue tu culpa, Jin —interrumpió Namjoon acariciando la mano de su compañero, entrelazando sus dedos juntos—. Nunca intenté razonar contigo, sólo arremetí con todo y destrocé tu manada, matando a todos los que encontraba a mi paso. No me detuve en pensar que estaba destruyendo familias, a inocentes que no tenían nada que ver con mi pena. Ninguno de los dos podremos vivir en paz con esto en nuestras conciencias. —Namjoon dijo las palabras con convicción, como si aceptara en ese instante cualquier castigo que se le impusiera por sus actos del pasado.

 

Taehyung entró en cólera. ¿Cómo el amor de estos dos había llegado a destruir a tantas personas? ¿Acaso había perdón posible para tal atrocidad?

 

—Todo eso que están diciendo es terrible. Perdí a mi familia, a mis amigos, mi identidad. —La voz de Taehyung temblaba, casi ahogada por los gemidos que querían escapar de su pecho— . He vivido solo, casi como un salvaje por diez años y todo por qué. ¡Por dos estúpidos que no han podido entregarse al destino y aceptar lo que se les ha regalado! Pocos encuentran a su compañero destinado, es un gran regalo, algo que no se debe ni se puede negar. —Taehyung miró a Yoongi, el oso se sonrojó ante el recuerdo de su negación inicial del vínculo que lo unía con el lobo. Luego, Taehyung miró a Namjoon y Jin, su mirada era fría y llena de dolor y pesar—. Y en vez de luchar contra eso, deberían de haberse sentido felices. No lo entiendo… —Taehyung hablaba con furia, sacudía su cabeza, no podía entender a los otros dos hombres.

 

—No, seguro que no lo entiendes. Nosotros teníamos responsabilidades sobre nuestros hombros, presiones, expectativas de mucha gente que cumplir —trató de defenderse Namjoon.

 

—¡Excusas! —intervino Yoongi que hasta ahora había permanecido callado.

 

—Yoongi, sabes que eso no es cierto. Conoces nuestras costumbres mejor que nadie —contestó Namjoon.

 

—Sí, pero también sé que si te hubieras ido, tu hermano habría tomado tu lugar. Pero tú no lo tomaste en consideración, ¿no?

 

Yoongi se veía tan seguro de sí mismo —convertido en un buen hombre que se había forjado solo—, que Namjoon sintió nuevamente orgullo y admiración por su primo. Pero también, Namjoon sopesó las palabras de Yoongi, por primera vez viendo la posibilidad que no había contemplado. Su primo tenía razón, jamás intentó entregar su legado. Era suyo, no de otro. Entonces entendió que nunca fue la presión de los otros lo que lo había impulsado a hacer su vida y la de Jin miserables. Había sido su anhelo por querer ser líder y hacer lo que se suponía debía hacer el líder de los cambiaformas oso.

 

—Tienes razón, nunca lo consideré. Pero ahora es tarde, ya todos han sufrido y lo que menos quiero es que más sigan sufriendo. Ahora entendí que mi lugar es junto a Jin, que ya no podría vivir sin él. Regresaremos a la civilización para vivir juntos. Gobernaré mi grupo junto a Jin. Y ustedes vendrán con nosotros a Bakú.

 

—¡NO! —gritó Taehyung, terror podía leerse en sus ojos—. No podría vivir con los asesinos de mi familia. Ellos me repudiarán, a mí y a Yoongi, nos mirarán como una abominación. No quiero pasar por eso. Tú eres su líder y Jin es un Alfa. Son fuertes, dudo que se opongan a los dos si se unen. Nosotros…

 

—Taehyung, relájate. No pretendo exponerte a ningún sufrimiento. Nosotros tenemos un hogar aquí y no es necesario que nos vayamos —trató de tranquilizarlo Yoongi.

 

—¿No piensas en tu madre, Yoongi? —preguntó Namjoon.

 

—Ella entenderá. Le escribiré una carta. Sólo te pido que se la entregues.

 

Yoongi había deseado ver a su madre durante todos los años que había vivido solo, pero ahora que había encontrado a su compañero, no iba a exponerlo a ningún dolor por saciar sus propias necesidades. Su madre entendería. Sabía que con el tiempo la vería. Ella podría venir a Albany y pasar un tiempo en el pueblo.

 

—Como quieras. —Namjoon no quería abandonar su resolución, pero Taehyung estaba muy herido y ahora lo que necesitaba era curar sus heridas junto a Yoongi.

 

—Jin, ¿dónde están Jimin y Taemin? —preguntó Taehyung con ilusión.

 

—Viven en una casa al otro lado de la colina donde vivías tú. Los he vigilado en estos años y por lo que he visto viven felices.

 

—¿Podemos ir a buscarlos? —pidió Taehyung—. Me gustaría poder hablar con ellos. Taemin es un gran amigo. A Jimin no lo conozco mucho ya que provenía de otra manada y se acoplaron unos meses antes del ataque.

 

—Preferiría no ir contigo. No podría enfrentarme a ellos. Lo lamento pero, como verás, soy un miserable cobarde. Te haré un mapa para que puedas encontrarlos —Jin le respondió a Taehyung, no dando oportunidad al otro lobo a que le replicara.

 

—Como gustes —dijo Taehyung deseoso de ver a los otros dos lobos pero con tristeza al saber que Jin se alejaría de ellos, una vez más.

 

—Mañana nos iremos —anunció Namjoon—. Ya hace demasiados días que me he ausentado y necesito regresar a Bakú lo antes posible. Mi camioneta está a varias horas a pie de aquí.

 

—Prepararé algo de comer y les daré unas mantas para que puedan descansar durante la noche. Lamento no tener más camas disponibles —ofreció Yoongi con una sonrisa en su rostro. Se sentía orgulloso de su cabaña, era pequeña pero había logrado hacer un hogar acogedor de ella. Ahora que estaban los cuatro hombres allí, le parecía demasiado pequeña.

 

—No te preocupes. Esto es el paraíso comparado con los lugares donde he dormido en los últimos años. —Jin hizo el comentario sin darse cuenta que sus palabras lastimaron profundamente a Namjoon.

 

—Bien, entonces manos a la obra. Taehyung, ayúdame a preparar la cena y algo para que puedan llevarse Namjoon y Jin en su viaje mañana. —Yoongi le habló amorosamente a Taehyung, tomándolo de la mano y guiándolo al sector de la cocina.

 

Namjoon comprendió que Taehyung tenía razón, si los obligaba a ir con ellos, esa felicidad que ahora veía en sus ojos sería arrancada por los prejuicios y el desprecio de los suyos. Aun no sabía cómo iban a reaccionar ante su propio caso. Esperaba como el infierno que Jin fuera lo suficiente fuerte para soportar lo que les esperaba en los próximos días.

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