viernes, 2 de septiembre de 2022

CAPITULO 6

Yoongi se sentía pleno, por primera vez en su vida. Taehyung se encontraba entre sus brazos, dormitando.

 

El sol estaba en lo alto, el día era caluroso y a Yoongi el estar en una cueva por tanto tiempo lo empezaba a asfixiar.

 

Quería pedirle a Taehyung que abandonara esta cueva, que se fuera con él a vivir en su cabaña, hacer una vida juntos en el bosque. Él sería feliz, pero no sabía si el lobo lo sería.

 

También rondaba por su cabeza la propuesta de Namjoon. ¿Volver a vivir entre los suyos? ¿Cómo tratarían a Taehyung?

 

Eran muchas preguntas y no tenía respuesta a ninguna de ellas. Decidió que lo mejor era ir paso a paso y en primer lugar pedirle a Taehyung que se fuera a vivir con él. Había llevado una vida solitaria por mucho tiempo y no sabía si podría acostumbrarse a vivir con otra persona. Pero lo intentaría.

 

Taehyung se revolvía en la precaria cama, abrió los ojos y miró fijo a Yoongi.

 

—Ey, tú —dijo Taehyung sonriendo y estirándose para conseguir un beso.

 

—Hola, bebé. ¿Pudiste descansar?

 

—Sí, gracias.

 

—¿Gracias? ¿Por qué me agradeces?

 

—Por buscarme, por encontrarme, por aceptar ser mi compañero destinado.

 

—Acerca de eso… necesito que hablemos.

 

La cara de Taehyung se ensombreció con el pensamiento de que tal vez Yoongi se había arrepentido de haberse enlazado a él.

 

—¿Te arrepientes? —preguntó Taehyung, su voz temblando.

 

—¡NO! ¿Cómo puedes pensar eso? —Yoongi abrazó fuerte a Taehyung y el otro hombre se relajó en el abrazo dejando escapar el aire retenido en sus pulmones—. No voy a dejarte nunca, ¿me escuchas?

 

Taehyung asintió y le robó otro beso a Yoongi.

 

—Bebé, no quiero que nunca más pienses que no te quiero o que voy a alejarme de tu lado, ¿entiendes? —Yoongi acarició el costado de la cara de Taehyung y lo miró con tanta ternura que sus ojos dorados brillaban aun con la poca luz que había en la cueva.

 

—Bien, no lo pensaré más. Te lo prometo.

 

—Lo que quería hablar contigo es acerca de que me gustaría que vengas a vivir a mi cabaña. Esta cueva no tiene muchas comodidades y en mi cabaña podremos vivir en mejores condiciones. ¿Qué me dices?

 

Una sonrisa se dibujó en los labios de Taehyung y sus ojos se iluminaron.

 

—Sí, claro que me iré contigo. Ahora estamos acoplados, somos uno, donde tú vayas es mi casa.

 

Yoongi suspiró lleno de alivio. Taehyung se iba con él, lo demás podría ser resuelto poco a poco.

 

—Bien. Entonces recojamos todo lo que quieras llevar contigo y vayamos a nuestra casa.

 

Las palabras de Yoongi calaron profundamente en Taehyung.

 

Casi quería llorar de felicidad… de nuevo.

 

—¿Nuestra? —preguntó Taehyung con evidente emoción.

 

—Sí, nuestra.

 

La alegría en el rostro de Taehyung tranquilizó a Yoongi, las dudas sobre si su compañero lo seguiría se habían despejado. La vida juntos tal vez no sería tan complicada como Yoongi había pensado.

 

Levantándose del lecho, se pusieron a reunir las cosas que Taehyung quería llevarse con él, la mayoría eran recuerdos de su familia y de su manada perdida.

 

El dolor que Taehyung sintió al tocar cada uno de esos objetos atravesó el corazón de Yoongi. Se juró que nunca más permitiría que alguien o algo lastimasen a su compañero. Lucharía contra quien fuera que se atreviera a dañar a su lobo. La felicidad de Taehyung sería su mayor prioridad, aun a costa de no volver a ver a su madre nunca más.

 

La tarde moría y era tiempo de que emprendieran el camino hacia la cabaña.

 

En la cabaña, Jin y Namjoon estaban sentados ante la mesa charlando y esperando a que Yoongi y Taehyung regresasen.

 

Jin estaba nervioso, pronto se enfrentaría a Taehyung y esperaba que el lobo no lo repudiara más de lo que ya él se repudiaba a sí mismo. Había sido egoísta y había antepuesto sus deseos y necesidades a los de su manada.

 

—¿En qué piensas? —preguntó Namjoon viendo a Jin absorto en sus propios pensamientos.

 

—En Taehyung, en su reacción.

 

—Deja de preocuparte, en breve estará aquí y lo verás por tus propios ojos. No tiene sentido que desde ahora te tortures con eso. —Namjoon quería reconfortar a su compañero. Sentía el intenso dolor que Jin estaba experimentando. Estiró su brazo y puso su mano sobre la de Jin, apretándola fuertemente.

 

El calor de Namjoon estremeció a Jin. El oso siempre era cálido y le transmitía seguridad y confort al lobo de Jin.

 

Habían estado hablando de cómo serían sus vidas de ahora en más. Iban a estar juntos, de eso no había duda, pero aún estaban pensando en cómo hacer que eso sucediera.

 

Ya era de noche y la luna estaba redonda, blanca, perfecta. El lobo de Jin estaba tentado a salir pero Jin sabía que necesitaba estar en su forma de hombre.

 

Unos pasos fuera de la cabaña les anunciaron que Yoongi y Taehyung habían llegado.

 

Apenas se abrió la puerta, Taehyung miró con asombro a los hombres que estaban en la pequeña sala.

 

—¿Ustedes? ¿Cómo? —Taehyung instintivamente mostró su cuello a su Alfa, eso hizo que Jin se emocionara.

 

Jin se levantó de la silla donde estaba sentado y se acercó al otro lobo.

 

—Taehyung, ya no soy tu Alfa. No necesitas mostrarme tu sumisión.

 

—Jin, siempre serás mi Alfa y ver que has sobrevivido me llena de alegría y esperanza. ¿Hay más de los nuestros que lo hayan logrado?

 

Jin pudo ver la esperanza en los ojos azules de Taehyung. El lobo no lo juzgaba. Eso quitó un enorme peso del pecho de Jin.

 

—Sí, Taemin y Jimin. Ellos no estaban en City Valley esa noche. —Las palabras se quedaron atascadas en la garganta de Jin, la culpa lo carcomía, aun a pesar de que Taehyung no lo insultaba, ni lo atacaba, ni lo repudiaba.

 

—¿Sabes dónde están? —Taehyung estaba emocionado, pensó que había perdido a toda su manada pero ahí estaba su Alfa y dos de los de su manada aún permanecían con vida.

 

—Sí, pero no he tenido contacto con ellos.

 

—Podremos formar la manada otra vez, empezar de nuevo —declaró Taehyung con suma alegría.

 

—¡NO! —Jin gritó, no dejando terminar de hablar a Taehyung.

 

—¿Por qué? —El dolor era evidente en la mirada de Taehyung.

 

—Ya no soy más un Alfa. Por favor, no me obligues a serlo nuevamente —Jin suplicó.

 

—¿Qué hace él aquí? —interrogó Taehyung cuando señaló con la cabeza hacia Namjoon, con desprecio, al darse cuenta de la presencia del oso.

 

—Namjoon es mi primo —intervino Yoongi. No tenía sentido revelar que Namjoon y Jin eran compañeros destinados. Él no lo haría por lo menos. Esa revelación no le correspondía hacerla a él.

 

—Sí, Yoongi es mi primo. Pero no estoy aquí por eso. Vine para enmendar de alguna manera mis errores —dijo Namjoon acercándose a Taehyung. Pudo escuchar el gruñido de advertencia de Yoongi y sonrió ante la posesividad de su primo sobre su compañero. Pero ignoró la advertencia, él no era ninguna amenaza para los dos hombres—. No sólo expulsé a Yoongi del grupo hace diez años sino que repudié a mi compañero destinado.

 

—¿Tu compañero destinado? ¡Yoongi es mío, él no puede ser tu compañero destinado! —escupió Taehyung con furia, decidido a defender sus derechos sobre Yoongi. Sus caninos bajaron y sus garras estaban creciendo.

 

—Nunca dije que fuera Yoongi —dijo Namjoon con una sonrisa pícara en sus labios.

 

—Pero has dicho que expulsaste a Yoongi y repudiaste a tu compañero destinado. ¿No hablas de la misma persona? —Taehyung estaba confuso.

 

Namjoon dejó escapar un leve suspiro y luego continuó.

 

— Esa noche, hace diez años, cometí varios errores. El más grande fue atacar a la manada Kim y matar tantos inocentes. Luego desterré a Yoongi, para que viviera en soledad por haber desobedecido mis órdenes y no matar a los lobos. —Namjoon miró a los ojos a Taehyung, tratando de poner todos sus sentimientos en lo próximo que iba a decir—. Y lo que me ha tenido como un muerto vivo es que ese día casi mato al hombre que amo. Sé que yo hubiera perecido en ese mismo momento y no fue por eso que lo dejé vivir. No pude matarlo, mi corazón se desgarraba y el dolor era tan grande que no pude hacerlo.

 

—¿Y quién es ese hombre? —interrogó Taehyung lleno de curiosidad.

 

—Yo —dijo Jin y el silencio reinó en la cabaña.

 

******************

 

Carla estaba realizando la cena. Los niños estaban mirando la televisión. De repente sintió un dolor agudo en el vientre. Dejó caer el recipiente que sostenía en sus manos y el ruido de la vajilla rota atrajo a Kegan y Chester a la cocina.

 

—¡Mamá! —gritó Kegan, corriendo al lado de su madre que estaba tendida en el suelo retorciéndose por los dolores.

 

—Chester, llama al médico —ordenó Kegan.

 

Carla estaba pálida, su cuerpo temblando. Estaba en posición fetal, abrazando sus piernas y gimiendo por el intenso dolor que sentía.

 

—Mami, ¿qué te pasa? —preguntó Kegan.

 

—El bebé, algo no está bien —Carla apenas pudo decir.

 

—Chester fue a buscar al médico. —Los sollozos de Kegan le partían el corazón a Carla pero ella ahora no podía reconfortarlo. Sentía que su bebé corría peligro y rezaba para que viviera.

 

Chester entró con el médico a los pocos minutos. Carla estaba al borde del desmayo.

 

El Doctor Stevens se acercó a Carla y apenas la movió pudo detectar un charco de sangre formándose bajo su cuerpo que se hacía cada vez más grande.

 

El médico tomó su celular y llamó una ambulancia.

 

—Carla, relájate. Todo saldrá bien —el Doctor Stevens trató de calmarla.

 

—Duele —gimió Carla—. Por favor, salva a mi bebé. ¡Sálvalo!

 

Carla perdió el conocimiento. Los sonidos de la ambulancia penetraban en la casa. Chester y Kegan lloraban por su madre, por su hermanito no-nato y por su padre ausente.

 

—Kegan, ¿puedes ponerte en contacto con tu padre? — preguntó el Doctor Stevens.

 

Kegan sin decir una palabra negó con la cabeza.

 

—Bien, entonces será lo que tu madre ha dicho antes de desmayarse.

 

Carla fue subida a una camilla y llevada en la ambulancia al hospital más cercano. Kegan y Chester estaban en la puerta de su casa, junto a Sangmi que cuidaría de los niños como si fueran suyos. Afortunadamente para Carla, la mujer vio el revuelo en la puerta de la casa y corrió en ayuda de la familia.

 

La vida de Carla y el bebé estaban en peligro y Namjoon estaba a cientos de kilómetros de distancia, ignorando todo, tratando de encontrar la forma de enmendar sus errores. El destino estaba a punto de jugarle otra mala pasada y nuevamente la culpa ensombrecería su vida y la alegría de haber encontrado a Jin al fin para compartir sus vidas, juntos.

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