Ocho meses después.
—¡No me jodan! — Grito Taehyung
dándole un golpe a la tierra con su pie desnudo — tienen diez segundos para
decirme dónde diablos esta Yoongi.
Los cuatro hombres miraban con
ojos abiertos a la linda ricura de metro setenta, ojos azules como el cielo
despejado, y cabello rubio largo hasta los hombros, de no ser por el vientre
redondito de nueve meses, cualquiera abría apostado que era un bailarín gogo.
La mayoría de los machos en la manada pensaban que la pareja del hijo del Alfa
era una cosita dulce, eso hasta que lo veían cabreado.
—No sabemos donde esta— se atrevió
a responder Gordon. Era un hombre de metro ochenta y cinco de alto con
musculatura de boxeador peso completo, al igual que los otros tres guerreros de
la manada que temblaban bajo la mirada azul del gatito.
—El dijo que vendría a la tienda
de la aldea a traerme unas fresas y no regreso— el pucherito le arranco un
suspiro involuntario a los terribles guerreros— yo de verdad quería probar unas
cuantas.
—Nosotros lo buscaremos—, se
ofreció Pitter, aún a pesar de que acababan de llegar de su vigilancia
nocturna—. Regresa a la cabaña.
La sonrisa del gatito ilumino la
mañana de los feroces guerreros. En la manada todos preferían buscar al joven
felino para hablar de cosas que harían que el Alfa pateara sus culos. Cuando Taehyung
era quién daba las noticias, tanto Yoongi como Seojoon se tomaban las cosas con
bastante más calma.
Taehyung suspiro, tal vez lo mejor
sería dejar el trabajo de búsqueda para los lobos, él ahora se sentía demasiado
pesado para andar rastreando a su pareja fugitiva. Pateando las hojas secas que
tapizaban el camino de grava, comenzó a caminar rumbo la acogedora cabaña que
compartía con Yoongi.
La brisa fresca del otoño mecía
las ramas de los grandes árboles que flanqueaban el camino, dejando caer sobre Taehyung
las hojas, como si se tratara de nieve dorada. Respirando profundo lleno sus
pulmones comprimidos con el aire puro de la mañana. Por lo visto sus cachorros
también se sentían con ánimos para jugar, ya que comenzaron a patear desde
dentro a su padre sin ninguna contemplación.
—Calma, niños— trato hacer entrar
en razón a las crías no nacidas— dejen de patear a papi. Necesitamos regresar a
la cabaña, tal vez papá ya está allí con las deliciosas fresas.
Desde el día anterior no quería
más que comer frutas y beber agua. La comida le caía pesada o definitivamente
no le apetecía. Al sentir que las crías dejaban de jugar a la pelota con sus riñones,
continuo con su caminata matutina.
Tardando tres veces el tiempo
normal que le llevaría en llegar a la cabaña, alcanzo su meta. Sentándose con
cuidado en la banca que tenían en el porche, suspiro cansado. A veces todo era
demasiado para él. Apenas si había llegado a la mayoría de edad y ya estaba
emparejado y con crías en camino, porque su lobo fanfarrón no podía nada menos
que preñarlo con gemelos.
Secándose unas gotas que se le
resbalaron por las mejillas, se dio cuenta de que estaba llorando. Bien era
cierto que era feliz, muy feliz al lado de su pareja, pero la herida en su
corazón sangraba de vez en cuando. Ya habían pasado ocho meses desde que su papá
lo sometiera a la prueba ante el Consejo para saber si estaba esperando bebé,
todavía le daba escalofrío recordar como palparon su vientre, como estrujaron a
sus cachorros sólo para comprobar algo que él había gritado que era verdad. En
las noches a veces despertaba llorando como un cachorro, de no ser por los
mimos de Yoongi, estaba seguro no podría volver a conciliar el sueño nunca más.
El bosque era hermoso, desde el
porche tenía una gran vista del lago rodeado por frondosos árboles, ahora
pintados de dorado, como si un artista invisible se hubiera tomado el tiempo
para alegrarle la vista a los mortales. La brisa fresca levantaba la hojarasca
que cubría el patio frente a la cabaña, llenando con sonidos musicales el
ambiente. Cuando Yoongi estaba fuera, se sentía solo, aunque esa sensación
duraba poco, ya que siempre algún miembro de la manada llegaba con la escusa de
“pasaba por aquí”, o la que más le gustaba a Taehyung: “hornee demasiado, así
que te traje algo para que meriendes”.
Los cachorros en su vientre
dejaron de moverse, al parecer se quedaron dormiditos, Taehyung estaba seguro
que esos pequeños revoltosos pondrían la manada de cabeza apenas nacer,
empezando por su pobre abuelo que ya se soñaba malcriando a sus nietos.
Taehyung bostezo, la banca
cubierta de cojines era muy cómoda, recostando la cabeza se acomodo para
descansar un ratito. Las imágenes regresaron, resbalando lentamente hasta
invadir el sueño tranquilo del gatito. Otra vez estaba acostado sobre la
camilla médica, las manos duras del médico estrujando su vientre, el miedo
insano impidiéndole respirar.
—Amor—, una voz susurró en su
oreja— despierta… ¡Es solo un sueño! —El felino abrió los ojos, sus hermosos
iris azules anegados en agua, sentándose de golpe se abrazo al cuerpo tibio que
lo envolvía— ¡Estoy aquí contigo! — Las palabras consoladoras acompañadas con
el contante golpeteo del corazón de Yoongi, hicieron que poco a poco la
respiración de Taehyung regresara a la normalidad.
—Estoy bien— sonrió sin mucho
éxito el gatito—, yo siempre estoy bien. Soy un gatito feroz… ya sabes…
—Lo sé corazón, eres una fiera—
estuvo de acuerpo Yoongi—. ¿Te había dicho cuanto amo a mi gatito endiablado?
Esta vez la sonrisa de Taehyung
fue genuina.
—Lo dices solo para meterte en mis
pantalones, eres un perro caliente, eso es lo que eres. Ya me tienes pareciendo
una pelota y no te conformas.
—La verdad es que no— mordió la
oreja del felino, sólo para recalcar— eres demasiado rico para ser comida de
una sola vez.
Ya más repuesto de la pesadilla, Taehyung
se puso de pie, no logrando salvar su trasero, el que sufrió por un cruel
pellizco de parte de su golosa pareja.
— ¡Hey! —Gritó golpeando la
atrevida mano— deja de maltratar la mercancía.
—No maltrato la mercancía—, se
encogió de hombros, pareciendo todo un decente esposo allí sentadito en el
corredor de su casa— yo solo compruebo que ese culo sigue igual de bueno que la
última vez que lo use.
Taehyung podía ser el orgulloso
padre gestante de gemelos, pero eso no lo hacía un descarado, prueba de ello
era el fulgurante rojo que teñía sus mejillas. Al no lograr articular palabra
le dio un golpe certero en la frente con el almohadón más cercano.
—¡Estúpido!...¡Descarado! —
Mascullo entre dientes— alguien pudo escucharte.
Yoongi amaba a ese gatito
contradictorio, tímido como virgen de convento y una completa puta si se le calentaba
lo suficiente, cosa que no era muy difícil de llevar hasta ese punto.
—Deja que todos me envidien—, se
puso de pie el lobo, sus ojos dorados parecían dos ascuas— tengo la pareja más
sexy de toda la manada.
El gatito conocía esa mirada, fue
precisamente la que lo tenía de nueve meses. Cuando estaba a medio periodo de
gestación, pensó que el lobo le dejaría de meter mano cuando pareciera una gran
calabaza, que equivocado estuvo, ese lobo calentón se lo follaba a la primera
oportunidad que tenía. La escusa era que tenía que renovar su marca de olor.
—¿Se puede saber para dónde vas? —
El tono dulce no engaño a Taehyung, ni siquiera un poco.
—Lejos—, respondió dando otro paso
a tras— todo lo lejos que pueda—. Al ver que el lobo seguía caminando hacia él,
dio la vuelta y entro a la cabaña. Una mala idea, viéndolo en perspectiva. A
los lobos les encantaba la cacería, correr solo lo ponía más caliente, y si la
pareja estaba preñada o no, eso no les importaba una mierda.
Cuando el lobo entro a la cabaña,
ya tenía los pantalones en el suelo y la camiseta en la mano. Taehyung odiaba a
las malditas hormonas, por más que lo negara, siempre estaba caliente. El ver a
su enorme pareja desnudo cerrando la puerta, ya totalmente dispuesto, no ayudo
para nada a su lívido.
—¿Qué estás haciendo? — Balbuceo
mirando el pene erecto de su pareja— Estoy por parir y tú me sales con
eso…—Tratando de ganar tiempo recordó el asunto de las fresas— ¿Dónde diablos
te metiste?... Se supone que estabas comprando mis fresas…
Yoongi simplemente sonrió.
—Primero me das tu cereza y
después yo te doy tus fresas.
—Eres un… un…— trato de replicar Taehyung,
lástima que unos labios hambrientos tomaran posesión de los suyos. Yoongi amaba
a su gatito, amaba verlo redondito, ya que eso le gritaba a todos que ese chico
sexy era tan suyo que llevaba a sus hijos dentro. Quizás era algo ruin pensar
así, pero a Yoongi con toda su naturaleza de alfa no era precisamente el chico
más sensible del mundo.
—¡Voy a joderte, gatito!— aclaro
el chucho mientras lamia el cuello de su presa— Voy a hacerte recordar cómo fue
que te metí esos cachorros dentro.
A Taehyung le hubiera gustado
golpear al pulgoso ese por corriente y vulgar, por desgracia a su parte más
salvaje las palabras de Yoongi solo lo excitaban hasta hacerlo suplicar.
—¡Sí, soy tuyo! — Gimió al sentir
como la tela de su camisa bajaba por sus brazos, para caer suavemente al piso—
¡Maldito perro, jódeme y deja de estar haciendo promesas!
Yoongi sonrió sabiendo que ya su
gatito estaba en su punto, levantándolo en brazos lo llevo hasta el dormitorio,
si el gatito quería sus fresas, el primero le daría de su vara.
—¡Te amo! — Declaro poniendo a su
pequeña pareja sobre la cama. El cabello rubio ahora largo hasta un poco más
debajo de los hombros, se esparció por el cubrecama, haciendo parecer a Taehyung
como un ser etéreo. Una pena que el lobo no sintiera el más mínimo respeto por
esa inocente imagen de ángel, ya que se lo jodería como a cualquier pecador con
un culo bueno.
—De verdad que eres un descarado—,
le dedico un guiño el felino— suerte para ti que tengo ganas.
— Tú siempre tienes ganas—, le dio
un beso ligero en la punta de la nariz respingona—sólo recuerda que yo soy el
único autorizado para quitártelas.
De un jalón Yoongi le quito los
pantalones a su pequeña pareja, dándose el gusto se quedó allí, de pie,
observando el pecho lampiño, el vientre redondito, las piernas largas y
torneadas, el sexo que ya estaba en alerta y pidiendo atenciones. Un gruñido
lobuno salió de lo profundo del pecho de Yoongi, su parte salvaje observando a
través de los ojos dorados. Hombre y lobo, tomando posesión de su pareja, una
pareja preñada de sus cachorros.
Un aullido rompió la paz de la
mañana, el lobo alfa avisaba a todos que el que se atreviera a interrumpirlo en
ese preciso momento, era oficialmente, un muerto.
El gatito en Taehyung comenzó a
ronronear, acostándose de lado se coloco en posición de recibir. Yoongi se tomo
su tiempo besando y torturando la espalda esbelta de su amor, mordiendo el culo
redondito, acariciando el vientre donde vivían sus hijos. En lo que estuvo
seguro que Taehyung ya estaba en el punto de crema, justo donde lo quería.
—Te necesito— hablo entre ruiditos
Taehyung. Yoongi no pudo menos que ceder ante los ojos azules que lo miraban
anhelantes. Cuando ya estuvo metido a medio camino dentro del felino, decidió
que era el momento para darle la noticia a su rencorosa pareja— Tú padre vendrá
a visitarnos hoy en la noche.
Al ver que el felino se
enderezaba, Yoongi se termino de meter hasta las bolas, tocando el punto exacto
donde Taehyung perdía todo el decoro. Por experiencia sabía que si hacía bien
su trabajo de entrar y salir, posiblemente el gatito cediera con cierta
facilidad.
Las palabras del lobo se perdieron
en alguna parte del celebro de Taehyung, dos puestos a bajo de la hora de la
cena y tres arriba del recuerdo de su sabor favorito de helado. A quien se le
ocurría dar esas noticias justo cuando estaba a unos cuantos golpes de llegar
al más esquicito orgasmo. La sonrisa de hijo de puta que tenía el lobo le dijo
a Taehyung que el muy maldito lo había hecho a propósito, sin más que hacer, se
dejo llevar por el placer, fundiéndose una vez más al alma de su amor.
Las brumas del sexo se disiparon
despacio. Taehyung se encontró a sí mismo siendo abrazado por Yoongi, que se
había acomodado a su espalda, en cucharilla. Tratando de fingir que dormía,
cerró los ojos, sabía del rumbo que tomaría la conversación, si permitía que
esta siguiera su curso.
—Se que estas despierto—, insistió
el lobo, dándole suaves besos en la tierna piel de la nuca— tu padre se ha
humillado lo suficiente. Deberías aceptar hablar con él.
Yoongi espero hasta que el ligero
temblor de los hombros de Taehyung fue demasiado.
—Amor, eso te hará bien— intento
una vez más—. Tú felino esta herido, y esa herida no sanará hasta que te
enfrentes a lo que te perturba.
—Él solo busca separarnos— gimió Taehyung,
escondiendo la cara contra la almohada trato de ahogar sus sollozos—. No quiero
verlo, nunca más lo quiero tener enfrente de mí.
—¿Y tu padre? — Comenzó a
acariciar en suaves círculos la espalda desnuda de su amor— Me has hablado
tanto de tu hermano… No puedes decirme que no deseas verlos… Además, tu hermano
pronto será entregado a su prometido…
Por lo visto Yoongi había atinado,
su protectora pareja jamás dejaría que su hermano fuera entregado sin él estar
seguro de que todo estaba bien.
—Dile que lo veré hoy—, levanto la
cara, limpiándose las lágrimas— pero tú y el alfa tendrán que estar conmigo.
—Como tú digas, amor— sonrió
dándole un ligero beso a su valiente pareja.
FIN
GRACIAS A TODOS POR LEER.
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