Yoongi se pasó la mano por la cara. Estaba cansado. Le dolía la cabeza mientras se dirigía hacia su camioneta. No estaba borracho, dos cervezas no eran suficientes para hacerlo, pero maldita sea si el día de trabajo no le estaba pasando factura.
Sacó las llaves del bolsillo y subió, arrancando el motor.
Lo que necesitaba era una buena noche de descanso. Tal vez mañana llamaría a Jimin.
Esta noche todo lo que quería era tomar un baño caliente y caer en la cama.
Una semana de poco sueño combinado con salir después del
trabajo se había cobrado su precio. Estaba agotado.
Cogiendo su ruta habitual a casa, que lo llevó directamente
a pasar por la obra, vio una luz que provenía de una de las esquinas donde las
herramientas estaban almacenadas en cajas cerradas.
Su mandíbula se apretó al ver la luz encendida. Ya les habían llamado la atención una vez cuando Jungkook se había olvidado de cerrar las cajas. Los ladrones se habían llevado todas las herramientas que estaban allí.
No necesitaban tener que sustituir las herramientas robadas.
Ya habrían anotado su horario de regreso a la obra y, para ser honesto, odiaba
a los malditos ladrones.
Siendo valiente, o realmente estúpido, acercó más la
camioneta y apagó las luces. Pensó en llamar a la policía pero cuando llegaran,
las herramientas ya estarían en una casa de empeño en algún lugar.
¿Por qué cuando no
necesitabas a la policía siempre estaban cerca pero cuándo la llamabas, pasaban
horas antes de que llegaran? Nunca entendió eso.
Al llegar, quitó la luz del interior para que no le
iluminara y luego salió de la camioneta cerrando la puerta sin hacer ruido.
¿Realmente iba a atrapar a un ladrón?
Tal vez fuese tan tonto después de todo.
Con su corazón latiendo con fuerza en el pecho, se escondió
en la parte de atrás de su camioneta y enroscó su mano alrededor de una barra
de hierro. Si quién estaba robando tenía mejores armas, estaba jodido. Pero no
podía dejar que pasara otra vez.
Respirando profundamente y estabilizándose, avanzó a lo
largo de la cadena de alambre hasta que estuvo en la puerta de atrás.
A pesar de que había una luz en la esquina, no pudo ver a
nadie y rezó para que eso significara que apenas eran uno o dos. Más que eso e
iba a tener muchos problemas.
No era lo que se consideraba un luchador pero tampoco era un
cobarde.
Metió la mano en el bolsillo por sus llaves y las colocó en
el candado, contento de que se abriera sin hacer ruido. Empujó la puerta lo más
silenciosamente posible y entonces fue hacia el lugar dónde las cajas estaban
guardadas.
La luz halógena se encendió.
Mierda, ¿Y si lo hubiesen oído?
¿Y ahora? Le sudaban
tanto las manos que le estaba siendo difícil mantener un férreo control sobre
la barra de metal. Nunca se había enfrentado con ladrones antes. ¿Y si tenían
armas? Tal vez no había sido tan brillante la idea de venir.
Pero ahora era demasiado tarde. Ya estaba tan cerca que no
podía darse la vuelta.
Yoongi levantó la barra cuando oyó ruidos de lucha a su
derecha. Movió un par de caballetes y cables que aún estaban fuera de las
cajas. Tendría que hablarles a los trabajadores sobre la no limpieza al final
de día. Empujando a un lado ese pensamiento, rodeó una de las columnas que
habían sido construidas y se congeló.
—Mierda—, maldijo cuando bajó la barra. Podría no haber sido
un movimiento sabio pero no creía que el joven que estaba encogido cerca de una
de ellas fuera una amenaza real.
Inclinando la cabeza hacia un lado, estudió al hombre un
largo momento. Su ropa estaba rasgada y su cabello despeinado. Parecía que no
había tenido una ducha decente o comida en una semana, sin embargo no apestaba.
Pensó que eso era bueno y aunque oliera, lo ayudaría.
—¿Estás bien? —Dejando la barra en el suelo, se agachó hasta
quedar en frente del hombre. —No voy a hacerte daño. ¿Te lesionaste? ¿Estás
herido o algo así?
El joven se movió y, en seguida, asintió con la cabeza,
llorando mientras se encogía más.
Sí que aclaró las cosas ¿o no lo hizo?
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste?
El hombre levantó el brazo y señaló hacia lo alto del muro. Yoongi
se giró, estudiando todos los huecos que le habían permitido entrar. No vio
ninguno. Aún más confuso que antes, se acercó y con su mano le tocó la pálida
cara.
—No.— Susurró el hombre mientras negaba con la cabeza. Se
alejó, temiendo nadar en las profundidades de sus ojos oscuros.
—No voy a hacerte daño. Éste no es el sitio más seguro para
que estés. Déjame ayudarte. —Señaló al hombre de apariencia frágil para que se
aproximara. —¿Cómo te llamas?
—Taehyung.
—Hola, Taehyung,
soy Yoongi.
No estaba seguro de por qué demonios estaba siendo tan
cuidadoso con alguien que había invadido la obra, pero el hombre parecía que
estaba a punto de saltar de su piel en cualquier momento.
—Hace frío—, dijo Taehyung de la nada, temblando y tirando
de su camisa rasgada más cerca de su cuello.
Yoongi podía ver la suciedad bajo sus uñas y unas
desnutridas manos en la penumbra amarillenta de los postes de luz. ¿Qué
infiernos le había pasado ese hombre? Taehyung podía estar vistiendo ropas
hechas jirones y verse como un lío caliente pero tenía la sensación de que no
era uno de aquellos vagabundos que vivía bajo un puente de Hickory.
Había algo en él que hacía que pensara que esta situación
era reciente.
Se acordó de su tío Tanaka. El hombre había trabajado
duramente toda su vida, pero cuando enfermó, lo perdió todo. Yoongi intentó dar
lo mejor de sí para no juzgar a las personas. Nunca podías saber lo que le
había pasado a alguien para que acabara en la calle.
Muchas personas pensaron que las drogas o el alcohol fueron
la causa, pero después de lo que pasó con su tío Tanaka, sabía que no todo el
mundo tenía vicios.
Sólo el ver a Taehyung encogerse con miedo, mirándole como
si fuese el que le hizo daño, hizo que quisiera ayudarle.
—En mi camioneta se está caliente. Vamos, vamos a entrar en
calor.— Se inclinó y tiró de la mano de Taehyung hasta que el joven estuvo de
pie. Sus ojos miraron alrededor nerviosamente antes de volver a Yoongi.
Mientras estaban los dos de pie, percibió que el hombre era
alto, medía 1,80 metros, pero Yoongi pesaba unos cuántos kilos más. Taehyung
tenía el pelo rubio con mechones marrones por lo que pudo apreciar. Lo que le
hizo repensar su oferta fueron los ojos negros como el carbón que se asentaron
sobre él. Parecían... vacíos.
Empujando ese sombrío pensamiento lejos, llevó a Taehyung
hacia la puerta y después la cerró. Yoongi abrió la puerta del pasajero y ayudó
al delgado hombre a subir.
No era así como quería pasar la noche, pero, nuevamente, su
tío Tanaka le vino a la mente.
Cuando subió al asiento del conductor, encendió el motor,
dejando salir el calor. Era verano, pero las manos del chico estaban
congeladas. Comenzó a sudar profusamente pero lidió con eso por Taehyung.
—¿Estás enfermo?
No había pensado
sobre el hecho de que, tal vez, tuviera algo contagioso. ¿Y si estaba ayudando
a alguien y poniéndose en riesgo al mismo tiempo? Abrió la ventanilla y se
inclinó más cerca mientras le estudiaba.
—No.— Taehyung negó con la cabeza, sus ojos aun vagando por
todo el lugar. Se establecieron una y otra vez en la mano de Yoongi que estaba
jugando con los controles de temperatura. Yoongi se movió, un escalofrío
recorriendo su espina dorsal. Algo no estaba bien. Algo estaba... fuera de
sitio. No podía asegurarlo pero la manera en que Taehyung le miraba era
extraña. Era como si se estuviera conteniendo o algo así.
¿Pero de qué?
—Tengo hambre—, dijo entonces tan bajo que Yoongi casi no lo
oyó.
—Hay una cafetería en la calle. Puedo conseguirte algo para
comer si quieres.
—No. Comida, no. —Se movió en el asiento, pareciendo
incómodo cuando se giró hacia él tan rápido como un rayo y agarró la mano de Yoongi
que se calentó instantáneamente.
—¿Qué demonios? —Tiró de su mano para atrás, asegurándola
sobre su pecho. El dolor desapareció rápidamente, haciendo que le pareciera que
se lo había imaginado todo.
Pero sabía que no lo había hecho.
Los ojos de Taehyung se agrandaron cuando golpeó una mano
sobre su boca, murmurando algo que sonó como una disculpa.
—¿Por qué me mordiste?— Miró su mano y vio dos pequeños
puntos rojos marcados en su piel casi como mordeduras de una serpiente.
—Hambre—, Taehyung repitió en un susurro.
—Bueno, no soy comida, caramba. No soy el aperitivo.—
Frunció los labios cuando miró su mano y vio que los dos agujeros estaban ya en
la fase final de curación.
¿Cómo?
—Hambre—, Taehyung repitió con una voz que sonaba casi como
una súplica. Empezó a balancearse hacia adelante y hacia atrás, sosteniendo su
estómago, como si le doliera. —Por favor—, rogó.
—Puedo conseguirte algo para comer, pero sólo para que lo
sepas, si me muerdes otra vez voy patear tu delgado culo. —Se sintió como una
mierda por amenazar a un hombre en la situación de Taehyung, pero infiernos, no
iba a ser la comida de nadie. —Sólo dime lo que quieres.
—A ti—, dijo cuándo le miró con aquellos ojos de obsidiana.
Dispersos mechones cayeron sobre sus ojos, algunos pegándose a su rostro.
Yoongi no sabía cómo tomarse esa afirmación.
¿Se estaba insinuando?
El hombre estaba sonrojándose mucho. Tal vez era uno de esos
prostitutos masculinos que se iban con cualquiera. Era lo suficientemente guapo
pero no iba a pagarle para poder follarle.
No importaba lo tentador que fuera.
—Lo siento, Taehyung, no estoy en eso de la prostitución.
Puedes entrar en calor y voy a darte algo de dinero para comer, pero estás por
tu cuenta. —Cogió su cartera cuando un agudo dolor golpeó de nuevo su mano.
—¿Me mordiste de
nuevo? —le preguntó con un ligero silbido mientras llevaba otra vez su mano al
pecho.
—Lo siento. —Taehyung tenía la cara en su pecho y sus brazos
apretados al alrededor de su cintura.
Joder, le había arañado la piel. ¿Y si Taehyung tenía alguna
enfermedad? No era seguro. Tenía que ir a un médico ahora. ¿Cuál era el
problema del chico? Enfadado, empujó diez dólares sobre sus brazos cruzados.
—Esto servirá para que comas. Creo que tienes que irte. No
voy a llamar a la policía para decirles que intentabas entrar en la obra, pero
tienes que salir de mi camioneta antes de que cumpla mi promesa y te patee el
culo.
Otra vez le dejó de doler, haciéndole creer que lo había
imaginado todo. Pero sabía que no había imaginado absolutamente nada y que Taehyung
le había arañado. El hombre estaba realmente empezando a molestarlo.
Entrecerró los ojos cuando Taehyung negó con la cabeza. Ah,
iba a hacerlo, quisiera o no.
Eso es lo que tenía ser amable con alguien sin suerte. Ahora
veía por qué algunas personas hacían la vista gorda por personas sin hogar. Taehyung
parecía necesitar contundencia añadida para conseguir que se fuera.
Él podía ser duro.
No quería.
Pero lo haría.
—¡Sal de mi jodida camioneta, ahora, Taehyung! —Yoongi
gritó, viendo como Taehyung se encogía aún más en el interior suave de su
camioneta.
Mierda.
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