Pequeñas réplicas de su orgasmo seguían ondulando por el cuerpo de Yoongi cuando bebió otro sorbo del zumo de naranja que Taehyung le ofreció. Se sentía débil, mareado, y en absoluto preparado, para lo que había pasado entre él y el Príncipe vampiro.
Había sido la experiencia sexual más exquisita de su vida.
Cuando Taehyung le prometió que era lo más fuerte de su mundo, Yoongi nunca
pensó que le estuviera diciendo la verdad. Pensó que Taehyung sólo alardeaba
sobre su habilidad.
Una simple mamada y Yoongi estaba más que listo para
acostarse en la cama y dejar que el Príncipe hiciera lo que quisiera. Se sentía
como un esclavo deseoso de experimentar todo lo que Taehyung pudiera mostrarle.
Yoongi se sentía más confuso por el hecho que no podía dejar
de oler a Taehyung. Por alguna razón le era necesario tener el olor de Taehyung
en su cuerpo o se marchitaría y moriría. Se sentía casi obsesivo al respecto.
―¿Estás
bien? ―le preguntó Taehyung desde el otro lado de la mesa―. ¿No bebí demasiado?
Yoongi negó con la cabeza. Se sentía un poco aturdido, pero
no estaba seguro de si era porque Taehyung había bebido su sangre o por haber
tenido dos tremendos orgasmos hacía solo un rato. Cualquiera podría explicar su
condición actual.
―No,
estoy bien, gracias.
―Yo te
lo advertí, mi amor.
Yoongi frunció el ceño. Taehyung lo llamó querido casi desde
su primera reunión. Desde el sexo oral e independientemente de lo que fuera,
había empezado a llamarle mi amor. Era muy emocionante, excitante, y sólo un
poco extraño.
Yoongi levantó la vista para ver a Taehyung tomar otro sorbo
de su merlot.
Al hombre realmente le gustaba el vino. Yoongi no podía
dejar de preguntarse qué más le gustaría. De repente sacudió su cabeza. Tenía
que dejar de pensar de esa manera. Taehyung era un Príncipe vampiro. Él era un
lobo.
No importaba cuánto lo deseara, una relación entre ellos
nunca funcionaría.
―Dijiste
que me morderías en el muslo, no en el pene.
Taehyung se rió entre dientes.
―Sí,
bueno, era demasiado tentador como para ignorarlo.
Sí, claro, échale la culpa al lobo, pensó Yoongi mientras
intentaba reprimir su sonrisa. La idea de que Taehyung perdiera el control
gracias a él, le emocionaba. Quería hacerle perder el control. Quería hacerlo
rogar. Quería hacer que el hombre sólo tuviera ojos para él por el resto de su
vida.
¡Alto!
Yoongi se puso de pie y caminó hacia la ventana para contemplar la nada. ¿De
dónde demonios había venido ese pensamiento? ¿Por qué se sentía de repente tan
obsesionado por alguien al que acababa de conocer? ¿Un hombre que nunca podría
ser suyo?
Necesitaba controlarse antes de hacer algo realmente
estúpido, como pedirle al Príncipe poder joderlo contra la pared y nunca
dejarlo ir. Y estaba muy cerca de hacer precisamente eso. Tenía las palabras en
la punta de la lengua.
Poner distancia sería lo mejor para él en este momento,
Yoongi se giró hacia Taehyung para decirle que necesitaba volver a su
habitación cuando vio una mirada de angustia cruzar la cara del hombre.
―¿Taehyung?
La angustia de Taehyung se convirtió en dolor en su cara
cuando el Príncipe envolvió sus brazos alrededor de su estómago y gimió. Yoongi
corrió a su lado, arrodillándose en el suelo junto a sus pies. Le empujó el
cabello negro extendido sobre su frente hacia atrás con la mano para ver su
pálido rostro. Ahora se le veía más pálido de lo habitual.
―¿Taehyung?
¿Qué te pasa? ―preguntó Yoongi, la preocupación empezaba a inundarlo―. ¿Debo
traer a Albert?
Yoongi se puso de pie antes de terminar de hablar, con la
intención de conseguir ayuda para el Príncipe, pero Taehyung agarró su brazo,
tirando de él. Yoongi se arrodilló, sin saber qué hacer.
―No
―susurró Taehyung―. No dejes que nadie se entere…Algo está mal.
―¿Qué
está mal? ―preguntó Yoongi―. Fue… ¿Es porque bebiste mi sangre? ¿Es culpa mía?
Taehyung negó con la cabeza.
―No,
creo que... creo que he sido envenenado.
El corazón de Yoongi retumbó en su pecho. Los sentimientos
de confusión e incertidumbre de hace solo unos momentos, fueron reemplazados
por pura rabia y necesidad de encontrar a quien envenenó a Taehyung y rasgarlo
en pequeños pedazos.
Un pequeño gemido devolvió su atención a Taehyung. Su ira se
esfumó cuando se dio cuenta de que era necesario atender a Taehyung primero.
Podría encontrar al culpable después y rasgarlo en diminutos pedazos.
―¿Qué
puedo hacer, Tae? ―susurró suavemente Yoongi.
Taehyung ahuecó su mejilla, sonriendo por un breve momento.
―Me
gusta cuando me llamas Tae, cariño. Nadie más lo hace.
―Entonces
te llamaré Tae de ahora en adelante. ―cualquier cosa para alejar aquella mirada
llena de dolor de la cara de Taehyung.
―Creo
que necesito descansar.
Sin decir una palabra, Yoongi se puso de pie y levantó en
brazos al hombre más pequeño llevándolo a través de la habitación.
Cuidadosamente lo puso en la cama y se sentó a su lado. Taehyung rodó a su
lado, encogiéndose en posición fetal.
Yoongi se preocupó, y la preocupación se convirtió
rápidamente en terror cuando el cuerpo de Taehyung pareció pasar por una serie
de pequeñas convulsiones. Doblado por la mitad, Taehyung
soltó rápidos jadeos, el sudor le goteaba por la cara.
Yoongi se apuró a ayudar al Príncipe a cambiarse de ropa,
después lo metió bajo las sábanas. Fue al baño a por varias toallas húmedas.
Volviendo a la habitación, puso una en la frente de Taehyung y limpió su cuerpo
con la otra.
Un repentino golpe en la puerta hizo que Yoongi se girara y
gruñera. Empezó a levantarse para abrir la puerta cuando Taehyung le agarró el
brazo de nuevo. Sus ojos color amatista parecían desesperados.
―Nadie
puede saber ―susurró Taehyung desesperadamente.
Yoongi asintió con la cabeza. Entendió que Taehyung era
vulnerable en este momento. La vulnerabilidad podría ser aprovechada por
cualquier persona, por quien fuera que lo hubiera envenenado, incluyéndolo a
él. Yoongi necesitaba asegurarse de que nadie supiera de su condición, excepto
él. Podía hacerse cargo de Taehyung.
―Está
bien, cariño, quiero que te quedes justo aquí en la cama. Yo me encargaré de
todo.
Taehyung le hizo un gesto débil.
―Si
alguien viene aquí, sólo hazle pensar que tuvimos sexo como monos calientes.
Taehyung se rió entre dientes ligeramente, luego se dio la
vuelta gimiendo y agarrándose el estómago de nuevo. Yoongi le apartó el cabello
de la cara otra vez. Esperó hasta que
los espasmos se le pasaran y luego se puso de pie.
Taehyung tenía la mirada confusa, pero interesada, cuando
Yoongi se quitó la camisa sobre la cabeza y desabrochó el botón superior de sus
jeans. Se removió el pelo, después le guiñó un ojo a Taehyung antes de ir hacia
la puerta.
Yoongi no se sorprendió de encontrar a Albert de pie en el
otro lado de la puerta. El criado había estado demasiado disgustado por la
pequeña comida íntima para dos, como para alejarse por mucho tiempo.
―¿Puedo
ayudarle? ―preguntó Yoongi.
―¿Dónde
está el Príncipe Taehyung?
―Durmiendo.
―Tengo
que hablar con el Príncipe ―afirmó Albert, irguiéndose en toda su estatura.
―Te lo
dije, está durmiendo.
―No le
creo ―gruñó Albert―. ¿Qué le ha hecho a mi Príncipe?
Yoongi dio un paso hacia atrás, abriendo más la puerta.
―Ve a
comprobarlo si no me crees.
Albert se deslizó por delante de Yoongi, moviéndose
ligeramente a un lado de modo que sus cuerpos no se tocaran. Yoongi se rió y lo
siguió.
Taehyung estaba en la cama, las sábanas cubriéndole hasta el
pecho, una pierna doblada por la rodilla sobresalía por debajo de la manta.
―Alteza
―dijo Albert.
Yoongi entornó los ojos y caminó por delante del sirviente
hacia el borde de la cama. Se estiró en la cama y se acercó para mover un poco
el brazo de Taehyung. Yoongi sabía que estaba despierto, fingiendo.
―Cariño,
despierta ―le dijo Yoongi, siguiendo el juego―. Albert tiene miedo a que te
despedace miembro por miembro.
Taehyung gimió y saludó a Albert, despidiéndole.
―Vete, Albert.
Estoy durmiendo.
Albert se erizó, pero dio vuelta para marcharse. Yoongi se
levantó para seguirlo pero la orden en las palabras de Taehyung lo detuvo.
―Vuelve
a la cama, querido. No he terminado contigo todavía.
Albert se volvió, dejando caer su mandíbula. Yoongi le guiñó
un ojo y dejó caer sus pantalones para luego acostarse debajo de las sábanas
con Taehyung. Él tomó a Taehyung en sus brazos y lo acurrucó cerca de su pecho.
―No
quiero ser molestado por ningún motivo, Albert.
―Sí,
Alteza, como usted mande.
Yoongi esperó hasta que oyó cerrarse la puerta principal
antes de saltar de la cama y correr para bloquearla. Como un segundo
pensamiento, entró en su cuarto y cerró con llave la puerta. Recogió sus
pertenencias personales y las trasladó a los cuartos de Taehyung antes de
cerrar con llave la puerta entre las dos habitaciones. No quería correr ningún
riesgo.
De vuelta en el dormitorio, Yoongi se debatía entre subir a
la cama de Taehyung o dormir en una de las sillas junto a la chimenea. Taehyung
resolvió el dilema al apartar de un tirón las sábanas, dándole a Yoongi una
mirada suplicante.
―¿Por
favor?
Yoongi no iba a esperar a que se lo dijera dos veces. Cruzó
la habitación y se acostó bajo las sábanas, colocándolas alrededor de ambos
antes de acercar a Taehyung contra su pecho otra vez. Le gustó demasiado la
última vez como para no querer hacerlo de nuevo.
Taehyung parecía dormitar entrando y saliendo de un sueño
irregular. Cuando estaba despierto, temblaba con escalofríos, a veces con
convulsiones. En cada ocasión, Yoongi lo mantuvo abrazado hasta que su cuerpo
se aquietaba y entonces lo limpiaba con un paño frío.
Finalmente, cuando el alba se acercó, Taehyung cayó en un
profundo sueño que le dio esperanzas de que se curara. Yoongi se mantuvo
despierto, velando el sueño del hombre con el que se estaba obsesionando
rápidamente. No estaba dispuesto a dejar que nada le sucediera hasta que
descubriera por qué se sentía tan enamorado.
Un golpe en la puerta llamó la atención de Yoongi. Miró
hacia abajo para ver la expresión serena en el rostro de Taehyung. Yoongi
apartó el cabello hacia atrás y acarició la mejilla de Taehyung antes de
inclinarse hacia abajo y plantarle un pequeño beso en la frente al Príncipe.
―Hay
alguien en la puerta, cariño ―susurró Yoongi contra su piel―. Ya vuelvo.
Yoongi salió de debajo de las sábanas y se deslizó hasta el
borde de la cama. Agarró sus jeans y los subió por sus piernas, poniéndose de
pie para cerrar la cremallera antes de ir hacia la puerta de la habitación
principal.
Tomó una profunda inhalación, reconociendo el olor de Albert
antes de abrir la puerta.
―¿Sí?
―¿Sigue
durmiendo? ―preguntó Albert, claramente ofendido de que Yoongi abriera la
puerta una vez más.
Yoongi sonrió.
―Está un
poco cansado por todas las veces que lo hemos hecho.
―Es
imperativo que hable con él.
―Voy a
ver si está despierto ―respondió Yoongi―. Espera aquí.
Albert pareció querer discutir, pero Yoongi lo ignoró
entrando en la habitación del fondo. Sabiendo que Albert probablemente estaría
escuchando, Yoongi bajó la voz cuando habló con Taehyung.
―Tae,
cariño ―dijo, dándole a Taehyung una pequeña sacudida―. Albert está aquí. Dice
que necesita hablar contigo, que es muy importante.
Taehyung no respondió al principio. Yoongi se preguntaba
cómo iba a salir de esta, cuando Taehyung se quejó abriendo los ojos. La
extrema palidez de la piel de Taehyung preocupó mucho a Yoongi. Sabía que no
era normal.
―Hola,
cariño ―susurró Yoongi―. Albert tiene que hablar contigo.
Taehyung negó con la cabeza.
―No me
parece buena idea, se dará cuenta.
―¿Qué es
lo que necesitas, cariño? ―le preguntó Yoongi. Pero lo supo al instante, por la
forma en que Taehyung se humedeció los labios, él era exactamente lo que el
Príncipe vampiro necesitaba. Podía sentir su propia respuesta a aquella
necesidad en el endurecimiento repentino de su pene y el deseo aplastante de
exponer su cuello al hombre.
Yoongi no pudo suprimir su gruñido. Un golpe de lujuria
quemó a través de su cuerpo cuando las piernas de Taehyung rozaron las suyas.
De repente, a él no le importaba que alguien estuviera esperando a pocos metros
de distancia. No le importaba que él fuera un hombre lobo y Taehyung un
vampiro.
No le importaba nada, excepto la deliciosa sensación de los
dientes hundiéndose en su carne, preferiblemente, mientras él se hundía en
Taehyung. Lo único que no sabía, era si su Príncipe se levantaría para la tarea
en cuestión.
Yoongi gimió. ¿Su Príncipe? ¿Cuándo había empezado a pensar
en Kim Taehyung como su Príncipe?
Taehyung se movió de nuevo contra él, su duro pene rozó el abdomen de Yoongi.
Yoongi supo que había perdido la razón, pero simplemente no le importaba.
―Tómalo
―le susurró Yoongi con la cabeza inclinada hacia atrás poniendo al descubierto
el cuello para el Príncipe vampiro―. Toma lo que necesites.
Esperó a que Taehyung hundiera sus dientes en él y comenzara
a beber. No había esperado que unos
brazos tiraran de él hasta dejarle en medio de las piernas de Taehyung, con sus
duros penes frotándose uno contra el otro.
Taehyung tiró de la cabeza de Yoongi hacia abajo. Mirándolo
a los ojos por un breve momento.
―Toma de
mí lo que me llevo de ti ―le susurró antes de inclinarse y lamer la piel en la
garganta de Yoongi.
Yoongi rápidamente se agachó y agarró sus dos penes en la
mano, acariciándolos. Podía sentir el aliento de Taehyung acariciando su piel.
Una lengua suave, sedosa y fuerte, lo lamió de una forma que sólo podría ser
descrita como erótica. Cada golpe se sentía como una lamedura de llamas a
través de su piel.
Yoongi acarició los penes con mayor rapidez. Sabía que
tendría un orgasmo en el momento en que Taehyung hundiera los dientes en él y
quería que el Príncipe se sintiera tan excitado como él cuando sucediera. No
quería ser el único en desmoronarse.
―Tae,
cariño ―Yoongi le susurraba cuando él se acercó al borde del orgasmo. Se
estremeció cuando los dientes de Taehyung le arañaron la piel.
Las manos de Taehyung se movieron por todo su cuerpo,
acariciándole, caricias que apretaban la carne de Yoongi.
―Ahora,
mi amor ―susurró Taehyung una fracción de segundo antes de hundir sus dientes
en el cuello de Yoongi. Yoongi rugió, sus caderas se resistieron cuando
Taehyung se empujó contra él moviendo sus penes contra su mano.
Las manos de Taehyung se apretaron sobre sus hombros, las
uñas lo arañaron hacia abajo a lo largo de la espalda de Yoongi. El aliento de
Yoongi se detuvo en su pecho. Su liberación salió de él con la sensación del
hombre chupándole la esencia de la vida.
Sintió el estremecimiento de Taehyung contra él, añadiendo
más humedad salpicando entre ellos. Yoongi apoyó la cabeza contra la almohada
cuando Taehyung retiró los dientes y dejó caer la cabeza descansando junto a la
suya.
Yoongi tomó un par de respiraciones profundas y entonces
levantó la cabeza para mirar hacia abajo a Taehyung. Se sintió un poco más
satisfecho por el color en la cara de Taehyung. Todavía parecía pálido, pero no
tan pálido. Yoongi se conformaría con eso por ahora.
―¿Te
sientes mejor, cariño?
Taehyung asintió con la cabeza.
―Me
siento mucho mejor, mi amor, gracias a ti.
Taehyung enroscó un brazo alrededor de la cabeza de Yoongi y
lo derribó para un beso que hizo que se le curvaran los dedos de los pies. No
tenía ni idea de que el Príncipe pudiera besar del modo en que lo hizo. No
sabía que alguien pudiera besar del modo en que Taehyung lo hacía.
Yoongi se estremeció cuando uno de los colmillos rozó su
labio, pero el resultado fue asombroso. Taehyung gruñó después, se enroscó
alrededor de él, meciéndose en un sensual movimiento contra su cuerpo.
Yoongi podía sentir su polla esforzándose desesperadamente
por llenarse de nuevo.
Separó sus labios de Taehyung y se rió entre dientes,
mirando a los ojos de color violeta.
―Me vas
a matar, ¿Lo sabes?
Taehyung le sonrió.
―No es
posible, mi amor ―susurró ―. No puedo vivir sin ti.
Yoongi no sabía si le gustaba que aquellas palabras lo
llenaran de alegría. Le hacía sentirse nervioso y sólo un poco asustado del
apego que Taehyung empezaba a demostrarle. El Príncipe lo poseería si Yoongi se
lo permitía. Podría hacerlo de todos modos.
―Vamos,
cariño ―dijo Yoongi cambiando de tema―. Albert te está esperando.
Taehyung frunció el ceño otra vez.
―Déjalo
esperando.
Yoongi se rió entre dientes.
―No creo
que vaya a hacerlo, cariño. Creo que está convencido de que te estoy
manteniendo de rehén o algo así.
―Como
si… ―gruñó Taehyung cuando se dio la vuelta hacia el lado de la cama y alcanzó
su bata que estaba sobre una silla cercana. Se la puso sobre los hombros
poniéndose de pie y luego ató el cinturón alrededor de su cintura.
Se acercó a la puerta, mirando por encima del hombro para
darle un guiño a Yoongi. Dios, el hombre era sexy.
―¿Quieres
unirte a mí, mi amor? Haré que Albert te traiga un filete grande, jugoso y
agradable.
Yoongi saltó de la cama y tiró de sus jeans antes de que
Taehyung llegara a la puerta. ¿Carne y un hombre sexy? ¿Podría haber algo
mejor? Yoongi cogió su camisa, poniéndosela enseguida, y siguió a Taehyung
fuera de la habitación.
Albert le fulminó con la mirada en cuanto entró en la
habitación. Yoongi le sacó la lengua. Albert tenía aspecto preocupado, después
miró hacia otro lado sin hacerle caso. Yoongi se rió entre dientes. Le gustaba Albert.
Se divertiría un montón a costa del hombre tenso y almidonado.
―¿Qué
era tan importante para que tengas que molestarme, Albert? ―preguntó Taehyung.
Yoongi trató de parecer casual cuando se acercó a la mesa
del comedor en la que esperaba aun su cena desde la noche anterior y comenzó a
oler la comida. Esperaba poder descubrir con su olfato, qué había sido
exactamente lo que había envenenado a su Príncipe.
¡Maldita
sea! Ahí estaban esas palabras de nuevo. Yoongi tenía que mantener el control
de sí mismo. Le gustaba Taehyung, quizás un poco demasiado, pero tenía que
dejar de pensar en el Príncipe como suyo. Taehyung nunca sería suyo, y Yoongi
tenía que acostumbrarse a ese hecho.
―No le
habría molestado a menos que esto no fuera de la mayor importancia, Alteza
―dijo Albert rápidamente.
Yoongi hizo rodar sus ojos. Cogió un rollito y lo olió. Olía
a rancio pero nada fuera de lo común. No había nada en la carne, en la ensalada
marchita, o las patatas al horno. Nada sobre la mesa olía a algo que no fuera
el típico olor a rancio después de estar allí toda la noche.
Pensó en que si el veneno no estaba en la comida, eso solo
significaba que tendría que estar en otra cosa. Yoongi miró a su alrededor
tratando de recordar algo más que Taehyung hubiese comido o bebido.
Sus ojos se posaron en la botella de merlot. Miró a Taehyung
y Albert. No le prestaban atención. Bueno, Albert no. Taehyung miraba hacia él,
con un brillo de lujuria en los ojos mientras su mirada de reojo iba
directamente al pene de Yoongi.
―Soy
consciente de eso, Albert ―respondió Taehyung―. Pero ¿por qué te escandaliza?
Yoongi sonrió cuando la voz de Albert se convirtió en un
susurro y el criado se acercó al oído del Príncipe.
―Los
rumores, Alteza. Están por todas partes.
―¿Que
rumores, Albert?
―Los
rumores acerca de usted y el hombre lobo, señor ―respondió Albert.
―¿Qué
rumores Albert? ―preguntó Taehyung otra vez. Yoongi podía oír el tono acerado
en la voz del Príncipe. No estaba nada feliz.
―Todo el
mundo habla de ello, Alteza ―dijo Albert―. Acerca de usted y el hombre lobo,
viéndose aquí en su suite, juntos, en lo que están haciendo juntos.
―¿Y?
―Alteza,
no se trata sólo de lo que hacen ―dijo Albert―. Él es un hombre lobo.
―No es
un insulto, Albert.
―¡Alteza!
Taehyung suspiró.
―Albert,
eres demasiado joven para recordar las cosas antes de la guerra. Yo no lo soy.
No hay nada malo con que un vampiro y un lobo estén juntos. Es sólo que no ha
pasado en mucho tiempo, y la gente ha olvidado que es natural.
El Príncipe se encogió de hombros.
―Además,
no es asunto de nadie lo que hago o con quien me acuesto, siempre y cuando no
permita que eso interfiera con mi capacidad para gobernar este aquelarre.
―Pero
señor, él mató a su hermana, una de la clase dirigente ―dijo Albert, su voz
sonaba con un hilo de desesperación―. ¿Cómo va la gente a entenderle si está
durmiendo con el enemigo?
―¡Albert!―
gruñó Taehyung, haciendo que Albert repentinamente diera un paso hacia atrás―.
No es el enemigo, y él no mató a mi hermana. Si un hombre lobo la mató, es
porque ella se lo buscó. No guardo ningún rencor hacia Yoongi o a su manda por
la muerte de mi hermana.
Yoongi sonrió abiertamente a Taehyung antes de levantar la
botella de vino hacia su nariz e inhalar. Inmediatamente separó la botella,
arrugando la nariz con disgusto. No sabía mucho sobre vinos, pero pensaba que
este no debería ser agrio. Olía horrible, como la muerte.
Yoongi esperó a que Taehyung le mirara de nuevo antes de
asentir hacia la botella en su mano. Taehyung le dio una ligera inclinación de
cabeza dirigiendo luego su atención de vuelta a Albert. Yoongi dejó la botella
en la mesa.
―Bien,
es suficiente, Albert ―dijo Taehyung―. No me preocupan los rumores que otras
personas estén extendiendo. Me estoy acostando con un hombre lobo, y eso no es
asunto de nadie, solo mío. Si a la gente no le gusta, es su problema.
Yoongi tenía que reconocer el valor del criado. Le parecía
que Albert quería argumentar algo más, pero mantuvo su boca cerrada. Yoongi
dudaba que él fuera capaz de quedarse callado en circunstancias similares. Pero
el caso era que a él no le imponían mucho las figuras de autoridad.
―¿Hay
algo más, Albert?
―No,
Alteza.
―Muy
bien ―dijo Taehyung. Yoongi se rió entre dientes. Su Príncipe jugaba muy bien
con la diplomacia. Esta vez, las palabras posesivas no le sorprendieron mucho.
Tal vez se estaba acostumbrando a ellas.
―Por
favor, trae el desayuno ―dijo Taehyung―. Algo ligero para mí y un filete para
mi huésped.
―Muy
bien, Alteza ―Albert se dio vuelta para fulminar a Yoongi con la mirada.
―¿Cómo
quiere su carne?
Yoongi sonrió.
―Jugosa.
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