Debajo la sombra de una sombrilla en una calurosa playa en Gran Canaria, Tae vio a través de sus gafas de sol a un hermoso hombre que se acercaba hasta él completamente desnudo. Sus pasos, las largas piernas, el largo y castaño cabello húmedo que caían en su espalda y pecho, era el ícono de una generación. Millones habían deseado ese cuerpo, esa cara, y ese increíble carisma. Quizás las nuevas generaciones no sabrían quién era él. Pero para él, Suga era su todo. Se cubrió los ojos del sol cuando Min Suga se paró enfrente de él completamente empapado, Tae sabía que cada persona en esa playa nudista estaba admirando ese cuerpo.
—Hola oficial, —ronroneó
seductoramente— ¿viene por aquí a menudo?
—Debería de arrestarlo. Ser tan
increíblemente hermoso debe de ser un crimen.
—Puedo ver tu erección. Que niño
tan perverso.
—¿Cómo carajos esperas que no me
excite? Mírate.
—Podemos estar desnudos, pero no
podemos hacer algo más divertido… que pena. —Suga puso sus manos en sus
caderas, empujándolas hacia adelante para tentar a Tae.
—Eso es más que suficiente. Queda
arrestado en las Islas Canarias. Mi capitán ya ha tenido suficientes problemas
conmigo.
—¿Quieres venir a nadar?
—Debería. No puedo sentarme con una erección
todo el día. —Tae aventó sus gafas de sol en la silla de playa, tomando la mano
de Suga. Caminaron en la suave arena blanca hasta la orilla del mar. Se
sumergieron en las aguas, Tae saliendo de primero. Sentía a Suga cerca de él,
debajo del agua, Tae esperó a que Suga saliera a tomar aire para poder besarlo
y abrazarlo—. Te amo Suga. —Susurró.
—Te amo Tae.
Se besaron apasionadamente entre
las olas, degustado el sabor de un futuro tranquilo y perfecto.
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En la cabaña, a millas de
distancia, en la costa de California, un cartero aparcó su camión. Tocó el
timbre y cuando nadie le contestó dejó un ramo de flores en la puerta de
entrada y se fue.
En la tarjeta se podía leer: “Te amo, Min. De tu admirador secreto”.
FIN
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