—Irene,
te juro por lo más sagrado, si no sostienes tus brazos arriba hasta terminar la
frase. ¡Voy a arrancarte el cabello!
Taehyung espetó suavemente, apretando sus dientes a la chica
hasta que ella asintió con la cabeza. Le quedaban tres días más con ese
espectáculo, solo tres, luego tenía un merecido año sabático.
Tres meses con nada que hacer más que dormir y comer,
posiblemente viajar. Tener a Má y Pá fuera de la ciudad por un largo fin de
semana. Sin estúpidos bailarines, sin hijos de puta directores, sin problemas
con lesiones o con vestuarios, o luces.
Solo él y el mundo.
Delicioso.
—No,
Ben, no de esa manera. A la cuenta de tres, ¿entendiste? Esto no es una cirugía
cerebral. Estarás actuando justo ocho semanas, ¿por qué parar ahora?
Idiotas.
—¿Taehyung?
Lamento interrumpirte —el segundo asistente del director, Flavio, lo sabía
bien, sabía que odiaba ser interrumpido—, pero tienes una llamada. Emergencia
familiar.
—Sep, de
acuerdo, trabajen a través de algunas próximas líneas, gente, volveré pronto.
¿Emergencia
familiar? Mierda. Tenía que ser uno de esos días, como le Gustaba, conocían que
nunca encendía su celular cuando trabajaba.
Caminó hacia el teléfono en la oficina y lo agarró.
—¿Hola?
—¿Taehyung?
—Su madre. Sonaba… bueno, estaba llorando, como si nunca pasara—. Necesito que
vengas a casa, cariño.
—De
acuerdo, Má, ¿qué ha ocurrido? —Agarró su iPod empezando a buscar vuelos,
vehículo.
—Pop… él
está…él, oh, Dios, Taehyung. Murió esta mañana.
El mundo se detuvo, volviéndose gris a través de los bordes.
—¡No!
—Lo
siento, cariño, no hubo tiempo para traer a todo el mundo aquí. Solo pasó tan
rápido… —Ella tragó duro.
—¿Qué
ocurrió? —¿Su Pop? ¿Muerto? El hombre que era el centro del universo para su
mamá y toda su vasta variedad de niños. Encontró un vuelo hacia El Paso
partiendo en dos horas y lo reservó, luego empezó a mandar mensajes de texto a
la gente.
—Doc
piensa que fue un ataque cardíaco. Realmente uno grande. Nunca incluso lo
sintió. —Oyó a alguien murmurando en el fondo, la voz era un bajo zumbido. Su
hermano pequeño, Ben, podía apostarlo—. Oh, Dios, tus hermanas ya están
esperando y llorando, Taehyung.
—Estaré
allí en la mañana temprano. Mi vuelo sale cerca de la medianoche. Me ocuparé de
ello. —Se dirigió por su bolsa, luego cerró la puerta, incluso no preocupándose
de decir adiós en persona.
—Sé que
lo harás, cariño. Lo lamento tanto. Tener que llamarte para esto, me refiero.
—No
deberías, estaré ahí pronto. Te quiero, ¿sep? —No importaba. Siempre tendría
eso. No importaba qué otras rarezas hubieran, siempre las habían.
—Te
quiero, Taehyung. Te veré pronto.
Esa era su madre. Sólida, estoica, incluso cuando estaba
histérica. Ahora era solo ella.
Bueno, ella, él y sus doce hermanas y cinco hermanos.
Dios.
Paró un taxi, tenía que ir a casa, agarrar ropa. Luego
llegar al aeropuerto.
Ahora.
Su madre lo necesitaba.
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