domingo, 24 de abril de 2022

CAPITULO 26

 

Se despertó en silencio, oscuro, y por largos minutos permaneció perfectamente inmóvil antes que le entrara el pánico, su cola azotando. Garras enterradas en el colchón.

 

Fuera.

 

Fuera

 

FUERA.

 

Algo, alguien, lo atrapó antes de caer, que estaba a punto de hacer, dientes afilados se enterraron en su nuca, agarrando su garganta.

 

Maulló, su cuerpo tratando de escabullirse, relajado, el movimiento instintivo.

 

El que lo sostenía lo sacudió un poco. Entonces lo empujó atrás de nuevo en la cama en la que había estado y era suave. La esencia era demasiado familiar, el gran cuerpo caliente. Entonces Gray ladró, y Taehyung reconoció a su hermano adoptivo.

 

Maulló suavemente, empujándose más cerca. «Hermano. Hermano, estoy demasiado asustado».

 

Gray ladró un poco más, hablándole, solo dejándole saber que estaba bien ahora. Taehyung estaba seguro.

 

Seguro, acarició con su hocico la garganta de Gray, ronroneando duro. Gray lamió sus bigotes, perdiéndose un poco la tercera vez y llegó a la bola de su ojo. Ew.

 

Rodó fuera de la cama, sus piernas traseras no funcionaban bien, torpes, pesadas y extrañas. Se giró para mordérselas, Gray ladró de nuevo. Mordiendo su oreja. Taehyung se escabulló de Gray, agraviado. Necesitaban masticarse.

 

—¿Vas a despertar también a las chicas, o solo a mi? —Yoongi entró, envuelto en una bata de franela, el pelo pegado por todas partes. Tenía una taza de café en la otra mano, mientras Taehyung pensó que quizás Yoongi se había despertado y le había pedido a Gray que se sentara con él.

 

Maulló y siseó, explicando claramente que había estado durmiendo y ahora no lo estaba. Ahora necesitaba que sus piernas se compusieran. Gray ladró y Yoongi rodó sus ojos.

 

Dios, ayúdame. Pensé que eras tú y Hoseok los que siempre estaban en problemas. Gray siempre parecía tan tranquilo. —Yoongi le dio a Gray una sofocante mirada que no ayudaría mucho después de todo porque Gray no podía ver.

 

Se puso contento y se apoyó en Gray mientras su hermano se articulaba perezosamente.

 

—¿Mejor? ¿Quieres algo de comer, bebé?

 

Taehyung se empujó a si mismo contra su compañero, aterrizando pesadamente en sus piernas y mordiendo un muslo de Yoongi. ¿Por qué no había pasado más tiempo como gato?

 

Yoongi resopló.

 

—Tomaré eso como un sí. —Yoongi colocó el café en una rústica cómoda de madera y lo arrastró hacia arriba, cargándolo con una facilidad que desmentía el cuerpo humano del hombre. Taehyung se inclinó, su nariz contra la garganta de Yoongi, inhalando la esencia que era… hogar.

 

No iba a volver a la cama, fueron a la habitación principal de la pequeña cabaña, donde un suave sofá estaba equipado con mantas. Yoongi lo colocó sobre el sofá antes de ir a encontrarle la comida. Taehyung se acurrucó, su nariz en la cola por un segundo antes de empezar a mordisquearse sus piernas de nuevo. Algo tiró de su oreja nuevamente, Gray esperaba cerca de él en el sofá.

 

Golpeó con fuerza uno de sus flancos, ronroneando, extrañamente feliz. Su familia, o al menos parte de ella, estaba ahí. Y Yoongi estaba haciendo algo que olía maravillosamente, haciendo que sus bigotes se retorcieran. Cada vez que mordisqueaba sus patas, Gray lo detenía, mientras agarraba una pierna y empezaba a roerla. Cuando consiguió un mordisco de la mandíbula de Gray, se detuvo. Oh, puaj, baboso. Gray se echó a reír de él, y empezó a lamerlo, limpiando el rostro de Gray. Estaban llenos en unos obsesivos festines de lamidas cuando Helena entró, muy humana, vistiendo vaqueros y una sudadera, luciendo cansada pero confortable.

 

Ustedes dos y las lamidas.

 

Taehyung trató de azotar su cola, que funcionó algo contra su objetivo, pero era Gray quien se le abalanzó, su gran cuerpo echándola abajo. Oh, Helena iba a gritar.

 

Lo hizo, agarrando las orejas de Gray y tirando de ellas. Gray aulló, Helena gruñó y Yoongi vino a golpear sobre Gray con una espátula. Dios, esto era hilarante. Taehyung observaba, sus garras presionadas dentro y fuera de sus patas delanteras. Oh, quería jugar.

 

No te rías de mi Taehyungi. —Helena gruñó mientras se salía y eso solo lo hizo a él más cosquilloso.

 

Taehyung bostezó, sus dientes dolían un poquito. Hambre. Maulló, golpeando el aire.

 

Yoongi salió con su cuenco de comida.

 

—Todo el mundo pierda el pelaje. Hora de comer.

 

De acuerdo. Perder el pelaje.

 

Se concentró.

 

Nada.

 

—¿Taehyung? —Helena se acercó y acarició sus orejas—. ¿Puedes tratar?

 

Miró hacia ella, hacia Yoongi maullando. Estaba, estaba tratando.

 

Piel, piernas. Humano, humano. Bailar. Le Gustaba bailar, como le Gustaba la comida. Le Gustaba estar de humano con Yoongi. Hmm.

 

—¿Taehyungi? —Gray lo acariciaba en la nariz mientras Helena se inquietaba y aullaba.

 

Déjenlo solo, ¿huh? —Yoongi se acercó y acarició sus orejas.

 

Está confuso. Nunca estuvo confuso cundo la luna no estaba llena.

Está sanando. —Yoongi sonrió, tirando de la punta de su oreja, haciendo retorcerse—. Nunca se confundió antes cuando la luna no estaba llena, como dijiste. Apostaría a que su cuerpo no está usando el cambio a su voluntad. Aprenderá.

 

La facilidad de la voz de Yoongi lo relajó, si su compañero no estaba preocupado, no necesitaría estarlo él tampoco. Se frotó perezosamente en la pierna de Yoongi, dejando salir su ronroneo.

 

—¿Ves? ¿Cómodo gatito? —Yoongi lo rascó unos momentos más antes Salir a la cocina por algo más.

 

Se acurrucó atrás en el sofá, Gray sentado con él, Helena finalmente paró de quejarse y se unió a ellos. Era bueno, estar con la familia de nuevo, ser confortado y feliz.

 

Estar seguro. Maulló suavemente, curioso acerca de Marina.

 

Está durmiendo —Yoongi contestó ausente—. No te preocupes.

 

Silencio llenó la habitación hasta que Yoongi levantó la vista de la sartén.

 

—¿Qué?

 

Helena lo miró.

 

—¿Puedes entenderlo?

 

Taehyung resopló, desnudando sus dientes. Por supuesto que Yoongipodía.

 

Yoongi parpadeó.

 

—¿Por qué no debería? Es mi compañero.

 

Es un felino.

 

Uh- huh. —Yoongi estaba frunciendo el ceño ahora, sacando la comida fuera del fuego—. Todavía somos compañeros.

 

Taehyung maulló suavemente. Eso olía tan bien. Demasiado bien.

 

—¿Hambre, bebé? —Yoongi sonrió sobre él, deslizando las cosas en un plato para llevárselas. Yammy.

 

Salchichas. Se apoyó arriba en sus patas delanteras, comiendo ansiosamente. Comida. Comida real. Buena comida. Yoongi era un buen compañero, proveyendo por él. Gray trató de robarle un poco y le mordió la nariz.

 

Todo el mundo consiguió comida, incluso Marina que entró vagando, envuelta en mantas. Lucía cansada, pero las duras líneas de estrés se estaban desvaneciendo alrededor de su boca.

 

 

Antes de comer, se sentó cerca de él, acariciando su pelaje. Ella era dulce. Tan solitaria también. Iba estar tan sorprendida de conocer a la manada.

 

Trató de ronronear, pero estaba muy ocupado comiendo, muy ocupado lamiendo el cuenco de leche que Yoongi le llevó. La leche era casi tan buena como el atún. No exactamente, pero se imaginaba que el atún podría ser difícil de conseguir en una cabaña en Maine.

 

Estuvo lleno demasiado pronto y quería a su compañero, quería tocarlo, acurrucarse.

 

Su cabeza estaba flotando un poco cuando finalmente Yoongi vino donde él, sonriéndole.

 

—De acuerdo. Los alimenté, ahora consigan salir para que mi compañero y yo podamos entrelazarnos algo.

 

Helena se volteó para retirase, y Gray carraspeó pero Marina los llevó fuera.

 

—Por favor, vamos a dormir una siesta.

 

Tengo que irme, Yoongi. Taehyungi. —Helena entró y rascó sus orejas—. Te amo, hermano. No me asustes así de nuevo.

 

Maulló; la amaba. Cariñosamente. Solo quería a Yoongi.

 

Yoongi palmeó vigorosamente a Helena en su espalda.

 

—Nos veremos cuando volvamos a casa cuando dejemos a Marina.

 

No lo haremos, estaré en Chicago, solo ven a verme.

 

Bien. —Ahora Yoongi la pellizcó en el trasero—. Gruñona.

 

Hijo de puta —Helena le contestó cuando se iba, preocupación escrita en las líneas de sus hombros.

 

Gray ladró y se abalanzó poniendo sus patas en sus hombros. Eran muchas lamidas. Cachorros.

 

Taehyung enganchó con una pata el trasero de Yoongi, arrastrándolo abajo. Suyo.

 

Yoongi aulló, cayendo al lado de él en el sofá, un brazo envolviéndolo.

 

—Hey, gatito.

 

Acarició con su nariz la mandíbula de Yoongi, ronroneando, «cachorro».

 

Eso tenía a Yoongi riéndose otra vez, solo frotó sus orejas y resopló.

 

—No lo soy.

 

Se movió arriba hasta que pudo poner sus patas en cada lado del rostro de Yoongi y empezó a asearlo. Su cachorro. Su compañero.

 

«Sabía que vendrías por mí. Lo sabía».

 

Yoongi lo acarició, haciendo esos bajos sonidos. Eso era lo que necesitaba para ayudarlo a sanar.

 

Pasó largos minutos lamiendo a su Yoongi antes de colocarse abajo. Era duro asear a un humano, pero se las arregló. Su vientre estaba lleno, su cerebro en modo lento, el modo del pánico finalmente se desvanecía.

 

Marcaba su esencia en la mandíbula de Yoongi, vagamente aguantándolo, no incluso tranquilamente despierto. Yoongi le devolvió el favor del aseo, sus manos deslizándose a través de su pelaje, frotando sus heridas musculares. Incluso las costras fueron acariciadas, desvaneciendo el dolor rápido. Quizás era verdad, la cosa entera de la sanación rápida cuando estaba en forma peluda.

 

Había mucho acerca de un cambiaforma que solo no sabía de seguro. Siempre había sido tan reglamentado.

 

Eso no importaba.

 

Como nada más. Sabía eso. Justo ahora. No importaba.

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