sábado, 21 de mayo de 2022

CAPITULO 1

 CAPITULO 1

Min Yoongi observaba la procesión de hombres vestidos de colores y   el   desfile   de   mujeres   alrededor del círculo sagrado desde su punto de vista, casi escondido en el borde de la línea de árboles. Hizo una mueca mientras contemplaba el ir y venir de  la  multitud de  hombres  y mujeres con la esperanza de encontrar a su compañero.

Yoongi habría dado encantado su brazo derecho por estar en otro lugar, pero estaba aquí. No le gustaban las grandes reuniones como esta, pero su Alfa le había ordenado estar allí. Y él nunca desobedecía una orden de su Alfa, no importaba lo incómodo que le hiciera sentir. Y no podía recordar haberse sentido jamás tan incómodo.

El Alfa, Kim Dowoo, había ordenado que todos los no apareados y en edad suficiente para contraer matrimonio, se reunieran en el círculo sagrado de su manada para ver a todos los hombres y mujeres en edad de apareamiento del aquelarre del Príncipe Zacarius. Y, con suerte, algún apareamiento se llevaría a cabo. Pero no para Yoongi.

Yoongi sabía que no iba a tener un compañero para él. Nadie en su sano juicio —hombre o mujer— querría estar encadenado con un hombre como él, un hombre sin ternura, ninguna suavidad, y, ciertamente, sin nada de bondad.

 Ni   siquiera    sabía lo    que    eran esas    emociones ya. Había sido  despojado de  ellas,  junto  con buena  parte de su cordura.

A veces, incluso se preguntaba si tenía algo de humanidad perdida dentro de él.

Era un monstruo, tanto por su cuerpo, como por su mente. Su enorme cuerpo estaba hecho de forma  compacta, con músculos abultados, piernas largas, fuertes, que eran tan grandes como troncos de árboles, y los brazos del tamaño de troncos de árboles más pequeños. Las  cicatrices  de  las batallas llenaban  su  cuerpo,  incluyendo la  cara,  con  una larga cicatriz que se curvaba desde la esquina de su ojo derecho, pasando por su mejilla, hacia la parte inferior de su mandíbula.

No ganaría ningún concurso de belleza a corto plazo. La mayoría de la gente tenía que esforzarse para mirarlo a los ojos sin pestañear.

No tenía nada que ofrecer a un compañero y lo sabía.

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Jungkook estaba allí, con la cabeza inclinada ligeramente, su largo cabello cayendo hacia adelante, ocultando su rostro de la gran  multitud  con  la  que  estaba.  El  Príncipe Zacarius le había  ordenado  estar  allí  para  comparecer ante todos los hombres lobo no apareados de la manada de Wolf Creek para poder encontrar a su compañero. Jungkook sabía que estaba allí con otro propósito.

Su hermanastro, Changbin, le había dejado muy claro la noche anterior por qué debía quedarse donde estaba. Esta noche él sería acoplado a Félix, un amigo y seguidor de Changbin.

 Changbin y Félix habían hecho todo lo que  había estado  a su alcance en los últimos meses para convencerle de que consintiera en ser acoplado a  Félix.  Cuando  no  les funcionó, se sacaron los guantes y comenzó el verdadero dolor. Félix no era el compañero destinado de Jungkook, pero Changbin había decretado que ellos debían acoplarse de todos modos.

En circunstancias normales, Jungkook se habría emocionado de ser acoplado, cualquier  cosa para  escapar de su hermanastro. La noche anterior, Félix demostró estar tan demente como su hermanastro cuando lo golpeaba, mientras se divertía contándole todas  las  cosas que pensaba hacerle una vez que Jungkook le perteneciera.

Jungkook supuso que tenía que agradecer una cosa a su hermanastro por lo que estaba preocupado. Changbin se aseguró de que Félix nunca antes hubiese obligado a Jungkook. Parecía que a él le gustaba tener planeando sobre su cabeza el apareamiento con Félix.

Desde que su hermano mayor, Desmond, perdió la vida tratando de matar al Príncipe Zacarius, Changbin se había hecho cargo como jefe de su familia. En un primer momento, Jungkook pensó que no sería tan malo. Pensó que Changbin tenía que ser mejor que su hermano idiota, Desmond. Ahora ya no estaba tan seguro.

Poco a poco, Changbin cortó el contacto de Jungkook con el mundo exterior. A Jungkook no se le permitió ir a  ninguna parte ni ver a nadie, excepto a Félix y Taehyung, el  mejor amigo de Jungkook y hermano menor de Félix.

Taehyung también tuvo la distinción de ser el hombre que Changbin había querido negociar por Jungkook.

Jungkook luchó   contra    el    plan    de    Changbin tanto como pudo. Se negó a reconocer las órdenes de Félix, ganándose más de unas cuantas contusiones por el camino, pero se negó a ceder a sus tácticas de terror.

Con las órdenes de su príncipe, Jungkook sabía que su tiempo  había  llegado  a   su   fin.   Félix   lo   tendría   esta noche. Y no había nada que Jungkook pudiera hacer para detenerlo. Sus hombros se cayeron cuando comenzó a ceder ante la desesperación que llenaba su corazón. Por un breve momento, dejó que  su mirada fija  barriera en la  habitación con la esperanza de que alguien… cualquiera… viniera a salvarlo.

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Un pequeño movimiento de tela  marrón  desgastada  a un  lado  del  círculo  llamó  la  atención de  Yoongi. Miraba  desde el borde de los árboles, sus ojos no dejaron jamás la figura de marrón.  Vio  una  pequeña cara pálida  mirando desde detrás de pelo espeso.

El pelo sucio rubio rojizo no fue lo que más llamó la atención de Yoongi. Tampoco era la longitud, que parecía no terminar nunca, desde la parte superior de la cabeza del joven, hasta justo por debajo de la suave curva de su culo.

Fueron   los   enormes   ojos   celestes que    asomaban por entre las hebras gruesas de pelo. Eran los ojos más expresivos   que   Yoongi    había visto    en    su    vida. Entonces el pequeño hombre le sonrió, y  Yoongi sintió  una extraña opresión en el centro de su pecho.

El            mundo a              su           alrededor simplemente desapareció. Eran sólo el joven y él. Nadie más existía. Pero tan rápidamente como había llegado, la sonrisa desapareció, junto con los hermosos ojos que parecían ver en su alma.

 

Yoongi se enderezó, alzándose sobre sus pies  para tener una mejor vista de él. Desde  sus  dos  metros  con  diez,  era más alto de lo que eran la mayoría de los hombres. De hecho, nunca  había  conocido  a  nadie  que  fuera  más   alto.   No había casi nada que pudiera hacer que Yoongi abandonar la seguridad en el borde de la fiesta. Pero el cuerpo estaba acurrucado detrás de la multitud de asistentes  a  la  fiesta, y Yoongi no podía conseguir echarle una buena ojeada. Sentía la necesidad de encontrar al joven.

Si lo hubiera  pensado  realmente,  habría cuestionado esa obsesiva necesidad de encontrar al hombre que  se escondía en el otro lado del círculo. Y entonces habría corrido en la otra dirección. Pero todo lo  que podía  sentir  era un deseo  poco   natural   para   cazar   la   tela de   color   marrón y conocer al hombre que le había sonreído.

Yoongi salió de su seguridad en el borde de los árboles y comenzó a caminar a través de la multitud,  sus  ojos  no dejaron al joven. Sabía que el hombre podía verle caminando hacia él por el giro leve de su cuerpo hacia él. Parecía estar esperando    a    Yoongi.    Por    la pequeña    sonrisa     en sus labios, Yoongi asumió que estaba feliz de verlo.

Mientras se acercaba a él, Yoongi pudo ver más de su estatura. Era pequeño. Podría  llegar  al  esternón  de  Yoongi... si se pusiera de pie en un taburete.

Por el contrario, él  apenas  alcanzaba  el  pecho de Yoongi. El hombre no podría medir más de un metro con cincuenta y cinco. Su desgastado traje de hilo definitivamente no había sido hecho para que le sentase bien. No parecía haber ninguna curva ni lugares blandos en él. En su conjunto, la ropa parecía colgar sobre él más como un saco que como una camisa. No  había sido hecho para seducir a nadie, lo que era extraño, teniendo en cuenta  que la razón del encuentro de esta noche era ese precisamente.

La sonrisa desapareció de los labios del joven cuando Yoongi se acercó a él, el miedo empezó a formarse en sus profundos ojos azules. Yoongi ralentizó su rápido paso. Sintió el dolor en el corazón cuando se dio cuenta de que el pequeño hombre tenía miedo de él. Yoongi se detuvo a la distancia de un mero metro. Quería dar al joven la oportunidad de huir de su lado antes de decir nada.

Mientras trataba de formar las palabras que pudieran conseguir  que  el  impresionante  joven  permaneciera donde pudiera mirarlo, Yoongi notó que la mirada del chico no estaba dirigida a él sino hacia una persona invisible detrás de él. Se volvió lentamente mientras sentía un escalofrío deslizarse por su espalda.

Un hombre caminaba lentamente hacia ellos, una mirada de triunfo pegada en sus delgados labios. Era un vampiro. Yoongi podía decirlo incluso desde allí. Volvió a mirar al joven. Su temor era casi tangible.

Ante sus ojos, el hombre comenzó a temblar.

De golpe, Yoongi entendió que el chico no tenía miedo de él. Tenía miedo del vampiro  que  estaba  caminando  hacia ellos. Ni siquiera estaba mirando a Yoongi. Todo su ser se había centrado en el hombre que venía hacia ellos, y su cuerpo se estaba preparando para huir.

—Félix —susurró el chico con un hilo  de  terror  en su de voz.

Yoongi se preguntó si una eternidad le bastaría para entender por qué hizo lo que hizo, pero por ahora, era un completo misterio para él. Sólo sabía que tenía que llevar al joven a un lugar seguro, para protegerlo.

Tendiéndole la mano, lo agarró del brazo y empezó a arrastrarlo por la multitud. El hombre se quedó sin aliento cuando fue arrastrado. Yoongi se detuvo de repente, cuando el hombre de aspecto zalamero se puso delante de él. Sintió al hombre más pequeño estrellándose contra su espalda y se dio la vuelta para colocar una mano firmemente sobre él.

—¿Estás reclamando a Jungkook? —preguntó Félix.

Yoongi se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Su única intención  era salvar  a  Jungkook, no   reclamarlo. Su   estómago dio un vuelco con sólo pensar en ello. No podía tener un compañero.

—¿Por qué me lo preguntas? —gruñó Yoongi.

—Porque si no lo estás reclamando, yo lo haré —dijo Félix dando la vuelta alrededor de Yoongi y agarrando a Jungkook—. Jungkook, ven —declaró triunfante.

Yoongi podía sentir el terror que llenaba a Jungkook por el temblor en su cuerpo.

—¡No lo    hará!    —gruñó    cuando    se     interpuso entre ellos. No sabía por qué, pero sabía que no  podía  dejar que ese hombre alejara a Jungkook de él—. No es tu pareja.

—Si no lo estás reclamando, entonces los demás tenemos vía libre con él —dijo agarrando de nuevo a Jungkook por su muñeca. Jungkook pareció querer hacerse lo más pequeño posible mientras se apretaba contra Yoongi.

—¡Tócalo y morirás! —gruñó Yoongi mientras apartaba a Jungkook de las garras del otro hombre, envolviendo un brazo alrededor de la cintura de Jungkook y tirando de él hacia atrás contra su cuerpo más grande aquí?

 —Yoongi —dijo una fuerte voz detrás de él—. ¿Qué pasa Yoongi? - se volvió hacia la voz, sabiendo que era su Alfa.

— No pasa nada, Dowoo.

El hombre junto a él susurró entre dientes:

—Eso no es cierto, Alfa Kim.  Este  hombre niega   mi   reclamo sobre Jungkook.

El Alfa Dowoo Kim miró el brazo que  Yoongi  había envuelto alrededor de la  cintura  del  hombre  encogido.

— Yoongi, si no tienes la intención de reclamar a ese hombre, entonces debes dárselo a él para que lo haga.

El cuerpo de Yoongi se puso  rígido con las  palabras  de su Alfa. No  quería  reclamar  a  Jungkook.  Siempre   había creído que iba a pasar su vida solo. Entonces escuchó un suave gemido del asustado hombre apretado contra él. Sabía que sus opciones habían desaparecido.

—Entonces lo reclamaré.

Dowoo miró hacia abajo inclinando la cabeza hacia el tembloroso chico.

—¿Estás seguro, Yoongi?

—¡Yo lo reclamo!  —gruñó  Yoongi  mientras  levantaba su muñeca y la mordió.

Una vez que sintió que la sangre empezaba a fluir hacia abajo por su piel, la sostuvo en la boca del hombrecito, obligándolo a beber. Al mismo tiempo, se inclinó y hundió los colmillos en la carne blanda entre el cuello y el hombro de Jungkook.

Escuchó un leve  gemido  proveniente  de  Jungkook  antes de que la euforia de su dulce sangre corriera a través de él, antes de  verse  obligado  a cerrar  los  ojos  para  ocultar el éxtasis y el deseo que llenó inmediatamente su cuerpo.

El lobo en él le exigió que tomara el cuerpo de su compañero, así como su sangre. El hombre en él, trataba desesperadamente de recuperar el control que estaba perdiendo rápidamente. La sangre de Jungkook no se parecía a nada que Yoongi hubiese probado nunca. Era como el sol y la tierra, todo en uno, con una buena proporción de lujuria entremezclada. Yoongi estaba encantado.

Empezó a levantar al jovencito para reclamar lo que ahora era suyo por derecho divino, cuando escuchó un pequeño grito saliendo de los labios de Jungkook.

Entonces probó su miedo. Era la única cosa que sabía que podría haber llegado hasta él en su estado de excitación.

Lamiendo la pequeña herida de la que había estado bebiendo, Yoongi levantó la cabeza y  miró  fijamente  unos amplios ojos celestes. Jungkook se le quedó mirando como  si nunca hubiera visto una reclamación antes. Y tal vez él  no había  visto  una  como  esta.  Había  sido   dura   y   salvaje, tanto como él.

Yoongi se encogió de hombros. Bien, podría seguir como hasta ahora. No pensaba  cambiar  por  este  pequeño hombre más de lo que se viera obligado a hacer. En todo caso, Jungkook sería el complaciente. Era un guerrero hombre lobo, uno de los soldados elegidos del Alfa. Los guerreros no cambiaban por nadie, solo por su Alfa.

Yoongi miró a los  ojos  del  hombrecito  asustado.

— Ciérrala —le exigió, indicándole que su muñeca seguía sangrado. Jungkook echó la cabeza hacia  atrás  y lo  miró fijamente, con los labios todavía pegados a la herida.

 —Ciérrala, Jungkook —susurró de nuevo, esta vez sólo para sus oídos.

Yoongi se estremeció cuando la  lengua  de  Jungkook  se deslizó por la carne rasgada de su muñeca.

Yoongi vio cómo rápidamente los ojos de Jungkook se alzaban a  mirarle,  y  luego  volvía  a  bajar  la  mirada cuando daba con otro golpe rápido sobre su muñeca con la lengua, casi como si Jungkook odiara la idea de alejarse del potente sabor de su carne sangrante.

Yoongi miró hacia abajo, a la cabeza de Jungkook, durante varios minutos antes de enredar su brazo alrededor de su cintura de nuevo y mirar a su Alfa.

—Por lo tanto, Jungkook ha sido reclamado —afirmó simplemente, justo mientras agarraba el brazo de Jungkook y tiraba de él para que lo siguiera, caminando entre la multitud hacia el borde del círculo sagrado.

Aunque la mayor parte de su mente estaba en escapar de las masas que se reunieron, escuchó risitas disimuladas entre las voces que comenzaban a alzarse airadamente entre el Alfa y el hombre que tenía la intención de  reclamar a Jungkook como propio. Una sonrisa maliciosa brevemente adornó sus labios cuando oyó la voz airada de su Alfa poniendo al hombre en su lugar.

—¡Basta!  Ha  sido   legítimamente   reclamado   y ahora pertenece a Yoongi.

Yoongi sintió una euforia, diferente de cualquiera de las que hubiese sentido en el flujo de la batalla, atravesándole con esa declaración. Jungkook ahora le pertenecía.

Jungkook estaba más confuso de lo que había estado alguna vez en su vida. Mientras caminaba al lado del gran hombre que simplemente lo había reclamado, Jungkook intentó juntar sus pensamientos en un cierto orden. Habían pasado tantas cosas en tan sólo unos instantes.

Había visto al hombre alto desde más allá del círculo. Había parecido tan fuera de lugar, tan incómodo, que había sentido la necesidad de darle una pequeña  sonrisa. La madre de Jungkook siempre decía que una sonrisa era un largo camino para hacer que alguien se sintiera mejor. Y él había parecido alguien que necesitaba sentirse mejor. Jungkook no tenía ni idea que abriría una lata de gusanos...

Desde el momento en que había llegado, sabía que Félix lo reclamaría. Su hermano y Félix le habían dicho tantas veces que se limitara a esperar a que Félix lo reclamara y no hiciera nada más para llamar la atención sobre sí mismo. De alguna manera, Jungkook pensó que no había logrado ese objetivo. Hubo mucha atención centrada en él. Y Félix no lo había reclamado. ¡Félix no lo había reclamado! Jungkook sintió un temblor con la corriente de alegría que atravesó su cuerpo cuando se dio cuenta de que Félix no lo había reclamado.

Félix nunca podría reclamarlo ahora. No sólo alguien más lo había reclamado, sino que había sido reclamado por un miembro de una manada de lobos. Era libre de Félix y su hermanastro para siempre.

Así como había llegado, de repente el sentimiento de alegría huyó  de  él  para ser  sustituido  por la  confusión. Jungkook tropezó cuando se dio cuenta de que no podría pertenecer  a Félix,  pero  que  ahora pertenecía  a  uno  de  los guerreros más grandes y más temidos de la manada de Wolf Creek.

Aun permaneciendo escondido en la finca de su padre, tal y como lo había estado  durante  los últimos  meses, Jungkook había oído hablar de Min Yoongi, el soldado más feroz de la manada de Wolf Creek. El hombre era prácticamente una leyenda entre los hombres lobo y vampiros por igual.

Él no conocía a nadie  en  su  sano  juicio  que no estuviera aterrado del  gran  hombre,  pero  Jungkook  no  lo estaba. Estaba cautivado por él. Yoongi parecía grande  y fuerte, sin  embargo,  Jungkook  vio  algo  en   los   ojos dorados del hombre que le hacía parecer vulnerable al mismo tiempo. Jungkook quería acunar al hombre grande y quitarle todas sus preocupaciones.

Luego  quería  quitar toda  su  ropa. Jungkook no  podía creer lo excitado  que  estaba  por  la  simple  forma  del hombre, olía a madera y a hombre. Eso le hacía temblar las piernas, pero no por miedo.

El amigo de Jungkook, Devlin, le dijo que iba a ser  así cuando conociera  a  su  pareja.  Jungkook  simplemente no  le creyó en aquel momento. Se había equivocado.

Yoongi se detuvo de repente. Jungkook apenas contuvo su pequeño grito de sorpresa cuando el hombre lo levantó contra él y  lo  acunó  en sus  enormes  brazos. Su  tacto  era fuerte, pero suave cuando empezó a caminar de nuevo.

El cuerpo rígido de Jungkook empezó a relajarse poco a poco contra Yoongi. Cuando Yoongi lo había sujetado, se aterrorizó pensando que lo castigaría por no obedecer tontamente sus palabras de que sellara la mordedura del apareamiento.

Pero Yoongi parecía haber olvidado el pequeño acto de desafío. En cambio, parecía decidido a alejarse de la multitud hasta un lugar tranquilo.

Jungkook   se   acomodó   en   los   brazos   de   Yoongi,   la cabeza  descansaba  en  su  ancho  pecho.  Se  permitió una breve sonrisa tocándose los labios cuando se dio  cuenta  de que  su  nuevo  compañero  era  mucho más  grande  que  Félix o que Changbin. Podía golpearlos con las manos atadas a la espalda.

Tal vez esta cosa del apareamiento no era tan mala.

Al   llegar   a   su casa,   Yoongi   abrió   la    puerta    y entró, cerrando la puerta detrás de él antes de  bajar  a Jungkook en sus pies. Dejó que su mano se  deslizara  hacia abajo desde el brazo de Jungkook hasta su mano, agarrando y tirando de él para que lo siguiera mientras caminaba por la casa.

—Esta es mi casa  —afirmó  con  severidad—.  No es mucho, pero es mía.

Jungkook miró a su alrededor mientras Yoongi lo llevaba de una habitación a otra. Yoongi tenía una bonita casa. Era mucho más agradable que la pequeña habitación en la que vivía antes en casa de su hermano. Mientras seguía detrás de Yoongi, lo escuchaba hablar de cada habitación, él asentía lentamente con la cabeza.

Entendió lo que Yoongi le dijo. Era la casa de Yoongi. Podría estar aquí por un tiempo, pero siempre sería la casa de Yoongi, nunca sería suya. Era un poco decepcionante,  pero  nada más de lo que esperaba.

Yoongi no tenía ninguna razón para compartir lo que era suyo con él. Y no era como si tuviera algo que compartir con Yoongi. No tenía nada de valor. En los últimos meses, Changbin le había  quitado todo  lo  que  tenía  que  podía  valer  algo y  lo vendió. Básicamente,  tenía un  poco  de  ropa  y  un  par  de artículos de uso personal.

Teniendo en cuenta que Félix no lo había reclamado, ni siquiera estaba seguro de que aun  le  pertenecieran. Changbin y Félix iban a estar molestos de que alguien más lo hubiese reclamado. No creía que fueran a ser lo suficientemente caritativos como para darle sus escasas pertenencias.

—Aquí es donde dormiremos —dijo Yoongi mientras se acercaba a su habitación, cogiendo por sorpresa a Jungkook.

Jungkook miró alrededor de la gran habitación, tenía una cama extra grande, cómoda, y dos mesillas. Era una habitación bonita, de aspecto muy limpio. Le gustaba esa habitación. La cama parecía muy atractiva y, teniendo en cuenta que acababa de acoplarse, Jungkook estaba emocionado por probarla.

—¿Sabes cocinar?

Jungkook miró a Yoongi una vez más, moviendo afirmativamente la cabeza. ¿Yoongi quería que le preparara algo? ¿Ahora?

—Bien. Tengo hambre. La cocina está por ahí —dijo Yoongi, señalando sobre la cabeza de Jungkook.

Jungkook quería preguntar qué debería cocinar, pero lo pensó mejor cuando Yoongi levantó una ceja ante su vacilación. Rápidamente se dirigió a la cocina y comenzó a buscar en los armarios para ver lo que tenía. Se necesitaría mucho para alimentar a un hombre del tamaño de Yoongi.

A medida que comenzó a sacar ingredientes de la nevera, oyó un ruido detrás de él. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras se daba la vuelta para encontrarse a Yoongi sentado a la mesa,  mirándolo  fijamente con  una mirada extraña en sus ojos.

Sus manos temblaban mientras se daba la vuelta y terminaba de recoger los alimentos para ponerlos sobre el mostrador. Pronto rompió varios huevos en un bol y empezó a batirlos.

Trató de apartar los ojos del perfecto cuerpo de Yoongi y ponerlos en la comida que estaba preparando mientras picaba una cebolla, pero cada vez que se daba la vuelta, Yoongi lo estaba mirando. Era exasperante. Jungkook no sabía lo que quería, y no podía menos que esperar que, fuera lo que fuese, se tratara de la gran cama en la otra habitación.

Tan pronto como lo tuvo todo listo, preparó una tortilla grande para Yoongi, deslizándola sobre un plato y poniéndola sobre la mesa delante de él antes de volver a limpiar el desorden que había hecho.

—¿Tú no comes?

Jungkook se giró  para  mirar  a Yoongi, sorprendido  antes de encogerse de hombros. No estaba seguro de cómo responderle. Tenía hambre, mucha hambre, pero Yoongi no había dicho nada acerca de que pudiera comer también. No sabía si podía.

Ya casi se había acostumbrado a tener que pedir permiso para comer durante los últimos meses. Changbin siempre le hacía pedir por sus alimentos, si no, directamente rogarle. Hasta que Yoongi lo había reclamado, no había podido beber sangre desde lo que le pareció una eternidad.

—Me gustaría comer —susurró en voz baja mirando a Yoongi mientras esperaba su reacción. Yoongi sólo mordió un poco de su tortilla antes de hacerle un gesto con el tenedor para que se hiciese algo. Ciertamente no era un hombre de muchas palabras.

 

Como no quería dejar pasar la oportunidad, se apresuró a batir otros dos huevos, limpiando el desastre al mismo tiempo. Deslizó los huevos en un plato y, con cautela, se acercó a la mesa.  Sus  ojos  atentos  a  la  respuesta de Yoongi, se sentó frente a él y empezó a comer.

—¿Necesitas más sangre?

Jungkook se encogió de hombros.

—Estoy bien por ahora. —No lo estaba, en realidad no. Necesitaba más sangre, pero no iba a pedirla. Había aprendido de la manera difícil a no pedir lo que quería, a ser agradecido por recibir lo que necesitaba.

—¿Con qué frecuencia tienes que alimentarte? — preguntó Yoongi casualmente, pero Jungkook podía ver que la idea le molestaba por la tensión en sus hombros. Parecía molestar a casi cualquier persona que no fuera un vampiro. Tendría que recordarlo.

—Estaré bien por un par de días.

Jungkook sabía que tenía que alimentarse con más frecuencia de lo que había dicho.

Con el tiempo su fuerza se empezaría a ir, pero pedirle a un guerrero hombre lobo, que se  sometiera  a  la alimentación de un vampiro simplemente no parecía la idea más acertada que podía seguir. No podía alimentarse de la sangre de nadie más, ahora que se había acoplado con  Yoongi, pero tendría que asegurarse de no pedir demasiada, sólo cuando estuviera desesperado.

Cuando terminó su último bocado y puso su tenedor en el plato, Jungkook levantó la vista para encontrar a Yoongi inclinándose hacia delante en su silla, con los codos apoyados sobre la mesa, el mentón sobre las manos entrelazadas. Sus ojos lo observaban con atención otra vez. Parecía tratar de entender algo, pero no tenía ni idea de qué.

Bajando la mirada, Jungkook cogió su plato  y alcanzó el de Yoongi antes de conseguir que sus pies fueran hasta el lavaplatos. Los lavó rápidamente, y la sartén que había usado, los puso en el estante para platos, y luego se volvió hacia Yoongi.

Sus ojos se agrandaron cuando Yoongi se puso de pie y le tendió la mano.

—Ven.

Jungkook sintió un poco de emoción a medida que se apoderó de la mano de Yoongi, después se fueron a la habitación. ¿Yoongi lo iba a reclamar ahora? Estaba tan absorto en sus  pensamientos,  que  casi  saltó  de  su piel  cuando Yoongi llegó al dormitorio detrás de él y cerró la puerta.

—Vamos a la ducha.

«¿Qué?»

Los ojos de Jungkook volaron hacia Yoongi, sorprendido, pero él ya se había  girado,  empezando  a quitarse  su camisa. Se preguntaba por qué Yoongi quería ducharse, pero no era    tan    estúpido    como    para    discutir     con     él, Jungkook rápidamente entró en el cuarto de baño y empezó a desnudarse. Hizo una mueca cuando el burdo material de su camisa se rozó contra la suave piel de su espalda cuando se la sacó tirando de ella por encima de la cabeza. Lanzando la camisa en el suelo, cogió sus pantalones, se apuró a dejarlos caer sobre su camisa.

Las heridas que había recibido de la última visita de Félix a la casa de su hermano todavía desfiguraban su espalda y le dolían con cada movimiento. Como vampiro, sabía que iba a sanar lo suficientemente rápido, pero era una verdadera molestia mientras tanto.

Jungkook inhaló de repente al darse cuenta de que nunca se vería obligado a visitar a Félix de nuevo. Nunca sentiría el duro cuero contra su espalda mientras Félix intentaba enseñarle su lugar. Jungkook se cubrió la boca con la mano para acallar su grito de alegría. Era libre.

Entró en la ducha con un pequeño salto, abrió el grifo, quedándose de pie bajo el chorro durante unos instantes, sintiendo el rocío de agua sobre los hombros y bajando por su cuerpo. Maldita sea, se  sentía bien. Podría disfrutar bajo el agua caliente durante horas.

—¿Jungkook?

«O no». Jungkook se volvió a mirar a través de  la puerta de la ducha, hacia donde Yoongi estaba, con la mirada fija en el suelo.

—¿Sí? —respondió en voz baja.

—Apúrate. Es hora de dormir —dijo Yoongi antes de alejarse.

Jungkook rápidamente se lavó el pelo con champú, luego frotó el jabón hacia abajo por su cuerpo, lavando tanto como podía sin hacerse daño. Con  pesar  cerró el  agua,  abrió la puerta de la ducha y agarró una toalla, secándose.

Cuando buscó su  ropa,  de  repente  se dio  cuenta  de que ya no estaba. Sus ojos fueron hacia la  puerta.  ¿Yoongi  se había llevado su ropa? ¿Que se suponía que iba a usar? ¿Una sonrisa?

—¿Eh, Yoongi?... Mi ropa…

—Sobre el lavabo —dijo Yoongi.

 Jungkook se volvió para ver una  gran  camisa blanca doblada sobre el mostrador del lavabo.

La cogió, la desdobló y la colocó sobre su cuerpo. Empezó a reír, se cubrió la boca con la mano rápidamente mientras sus ojos corrían hacia la puerta del baño.

La  camiseta  le  llegaba  hasta  más  allá  de  las rodillas. Tenía que ser de Yoongi. Se la puso sobre la cabeza, se preguntó por qué Yoongi le había dado una camisa para que se vistiera. Si iba a ser reclamado, ¿no sería mejor hacerlo desnudo?

Jungkook entró en  el  dormitorio. Yoongi  estaba  en  la cama, las mantas lo cubrían hasta la cintura. Tenía  los brazos cruzados detrás de su cabeza. Jungkook se preguntó si Yoongi  estaba  realmente  a  punto  de  finalizar   la reclamación. Esperaba que así fuera.

Caminando hacia el borde de la cama, Jungkook casi se agachó cuando Yoongi apartó las mantas hacia atrás y le indicó que entrara. Sosteniendo el aliento fuertemente en su pecho, Jungkook se metió en la cama y se acostó.

Sus ojos se cerraron brevemente ante el placer de las almohadas blandas. Eran tan suaves que su cabeza parecía derretirse directamente en ellas. En su casa, ni  siquiera tenía una almohada. Esto era el cielo.

—Ven, Jungkook —dijo Yoongi.

Jungkook abrió los ojos para ver a Yoongi hacerle un gesto para que se acercara. Se tragó el nudo en la  garganta al mirar que los brazos de Yoongi se mantenían abiertos para él. Tan despacio como pudo, se movió hasta descansar al lado de Yoongi, su corazón latía violentamente, cuando los brazos de Yoongi se envolvieron a su alrededor.

Cuando Yoongi empujó su cabeza hacia abajo sobre su amplio pecho, Jungkook podía sentir su pecho retumbando mientras hablaba.

—Duerme, Jungkook.

¿Dormir? ¿Quería eso decir que Yoongi no iba a terminar de reclamarlo? ¿Por qué no? Se acoplaron. Tenían todo el derecho a la intimidad. ¿No era así? Y cuanto más rápido se completara el reclamo, más seguro estaría Jungkook.

—¿Yoongi? —murmuró en voz baja, inclinando la cabeza para mirar hacia él.

—Duerme, Jungkook —repitió Yoongi.

¡Mierda! Tanto esperar para ser reclamado. Jungkook cerró sus ojos y se acurrucó contra Yoongi. Podía sentir todos sus contornos rígidos, los gruesos músculos de los brazos que lo sujetaban, el pecho duro debajo de su cabeza. Todo parecía tan maravilloso.

Jungkook  movió  su  mano  con  cautela  hasta   que descansó sobre el pecho de Yoongi, no estaba seguro de cómo iba a reaccionar. Oyó a Yoongi inhalar cuando él comenzó a hacer pequeños círculos en el vello de su pecho con los dedos. Yoongi pronto movió su mano para ponerla sobre la de Jungkook, deteniendo sus movimientos.

Jungkook tuvo que sonreír. Yoongi no había quitado la mano de su pecho, sólo había parado sus movimientos. Jungkook dio vuelta a la mano, agarrando la de Yoongi. Él le dio un pequeño apretón, conteniendo la respiración mientras esperaba la respuesta de Yoongi, si la hubiera.

Un momento después, Yoongi le apretó la  mano de vuelta.

—Duérmete, Jungkook.

Jungkook cerró los ojos, la sonrisa seguía adornando su rostro cuando se relajó entrando en el sueño. Siempre habría un mañana.

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