CAPITULO 1
Min Yoongi observaba la procesión de hombres vestidos de colores
y el
desfile de mujeres
alrededor del círculo sagrado desde su punto de vista, casi escondido en
el borde de la línea de árboles. Hizo una mueca mientras contemplaba el ir y
venir de la multitud de
hombres y mujeres con la
esperanza de encontrar a su compañero.
Yoongi habría dado encantado su brazo derecho por estar en
otro lugar, pero estaba aquí. No le gustaban las grandes reuniones como esta,
pero su Alfa le había ordenado estar allí. Y él nunca desobedecía una orden de
su Alfa, no importaba lo incómodo que le hiciera sentir. Y no podía recordar
haberse sentido jamás tan incómodo.
El Alfa, Kim Dowoo, había ordenado que todos los no
apareados y en edad suficiente para contraer matrimonio, se reunieran en el
círculo sagrado de su manada para ver a todos los hombres y mujeres en edad de
apareamiento del aquelarre del Príncipe Zacarius. Y, con suerte, algún
apareamiento se llevaría a cabo. Pero no para Yoongi.
Yoongi sabía que no iba a tener un compañero para él. Nadie en su sano juicio —hombre o mujer— querría estar encadenado con un hombre como él, un hombre sin ternura, ninguna suavidad, y, ciertamente, sin nada de bondad.
Ni siquiera
sabía lo que eran esas
emociones ya. Había sido
despojado de ellas, junto
con buena parte de su cordura.
A veces, incluso se preguntaba si tenía algo de humanidad
perdida dentro de él.
Era un monstruo, tanto por su cuerpo, como por su mente. Su
enorme cuerpo estaba hecho de forma
compacta, con músculos abultados, piernas largas, fuertes, que eran tan
grandes como troncos de árboles, y los brazos del tamaño de troncos de árboles
más pequeños. Las cicatrices de las
batallas llenaban su cuerpo,
incluyendo la cara, con
una larga cicatriz que se curvaba desde la esquina de su ojo derecho,
pasando por su mejilla, hacia la parte inferior de su mandíbula.
No ganaría ningún concurso de belleza a corto plazo. La
mayoría de la gente tenía que esforzarse para mirarlo a los ojos sin pestañear.
No tenía nada que ofrecer a un compañero y lo sabía.
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Jungkook estaba allí, con la cabeza inclinada ligeramente, su
largo cabello cayendo hacia adelante, ocultando su rostro de la gran multitud
con la que
estaba. El Príncipe Zacarius le había ordenado
estar allí para
comparecer ante todos los hombres lobo no apareados de la manada de Wolf
Creek para poder encontrar a su compañero. Jungkook sabía que estaba allí con
otro propósito.
Su hermanastro, Changbin, le había dejado muy claro la noche
anterior por qué debía quedarse donde estaba. Esta noche él sería acoplado a Félix,
un amigo y seguidor de Changbin.
Changbin y Félix
habían hecho todo lo que había
estado a su alcance en los últimos meses
para convencerle de que consintiera en ser acoplado a Félix.
Cuando no les funcionó, se sacaron los guantes y
comenzó el verdadero dolor. Félix no era el compañero destinado de Jungkook,
pero Changbin había decretado que ellos debían acoplarse de todos modos.
En circunstancias normales, Jungkook se habría emocionado de
ser acoplado, cualquier cosa para escapar de su hermanastro. La noche anterior,
Félix demostró estar tan demente como su hermanastro cuando lo golpeaba,
mientras se divertía contándole todas
las cosas que pensaba hacerle una
vez que Jungkook le perteneciera.
Jungkook supuso que tenía que agradecer una cosa a su
hermanastro por lo que estaba preocupado. Changbin se aseguró de que Félix
nunca antes hubiese obligado a Jungkook. Parecía que a él le gustaba tener
planeando sobre su cabeza el apareamiento con Félix.
Desde que su hermano mayor, Desmond, perdió la vida tratando
de matar al Príncipe Zacarius, Changbin se había hecho cargo como jefe de su
familia. En un primer momento, Jungkook pensó que no sería tan malo. Pensó que Changbin
tenía que ser mejor que su hermano idiota, Desmond. Ahora ya no estaba tan
seguro.
Poco a poco, Changbin cortó el contacto de Jungkook con el
mundo exterior. A Jungkook no se le permitió ir a ninguna parte ni ver a nadie, excepto a Félix
y Taehyung, el mejor amigo de Jungkook y
hermano menor de Félix.
Taehyung también tuvo la distinción de ser el hombre que Changbin
había querido negociar por Jungkook.
Jungkook luchó
contra el plan
de Changbin tanto como pudo. Se
negó a reconocer las órdenes de Félix, ganándose más de unas cuantas
contusiones por el camino, pero se negó a ceder a sus tácticas de terror.
Con las órdenes de su príncipe, Jungkook sabía que su
tiempo había llegado
a su fin.
Félix lo tendría
esta noche. Y no había nada que Jungkook pudiera hacer para detenerlo.
Sus hombros se cayeron cuando comenzó a ceder ante la desesperación que llenaba
su corazón. Por un breve momento, dejó que
su mirada fija barriera en
la habitación con la esperanza de que
alguien… cualquiera… viniera a salvarlo.
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Un pequeño movimiento de tela marrón
desgastada a un lado
del círculo llamó
la atención de Yoongi. Miraba desde el borde de los árboles, sus ojos no
dejaron jamás la figura de marrón.
Vio una pequeña cara pálida mirando desde detrás de pelo espeso.
El pelo sucio rubio rojizo no fue lo que más llamó la
atención de Yoongi. Tampoco era la longitud, que parecía no terminar nunca,
desde la parte superior de la cabeza del joven, hasta justo por debajo de la
suave curva de su culo.
Fueron los enormes
ojos celestes que asomaban por entre las hebras gruesas de
pelo. Eran los ojos más expresivos
que Yoongi había visto en
su vida. Entonces el pequeño
hombre le sonrió, y Yoongi sintió una extraña opresión en el centro de su
pecho.
El mundo a su alrededor
simplemente desapareció. Eran sólo el joven y él. Nadie más existía. Pero tan
rápidamente como había llegado, la sonrisa desapareció, junto con los hermosos
ojos que parecían ver en su alma.
Yoongi se enderezó, alzándose sobre sus pies para tener una mejor vista de él. Desde sus
dos metros con
diez, era más alto de lo que eran
la mayoría de los hombres. De hecho, nunca
había conocido a
nadie que fuera
más alto. No había casi nada que pudiera hacer que Yoongi
abandonar la seguridad en el borde de la fiesta. Pero el cuerpo estaba
acurrucado detrás de la multitud de asistentes
a la fiesta, y Yoongi no podía conseguir echarle
una buena ojeada. Sentía la necesidad de encontrar al joven.
Si lo hubiera
pensado realmente, habría cuestionado esa obsesiva necesidad de
encontrar al hombre que se escondía en
el otro lado del círculo. Y entonces habría corrido en la otra dirección. Pero
todo lo que podía sentir
era un deseo poco natural
para cazar la
tela de color marrón y conocer al hombre que le había
sonreído.
Yoongi salió de su seguridad en el borde de los árboles y
comenzó a caminar a través de la multitud,
sus ojos no dejaron al joven. Sabía que el hombre
podía verle caminando hacia él por el giro leve de su cuerpo hacia él. Parecía
estar esperando a Yoongi.
Por la pequeña sonrisa
en sus labios, Yoongi asumió que estaba feliz de verlo.
Mientras se acercaba a él, Yoongi pudo ver más de su
estatura. Era pequeño. Podría
llegar al esternón
de Yoongi... si se pusiera de pie
en un taburete.
Por el contrario, él
apenas alcanzaba el
pecho de Yoongi. El hombre no podría medir más de un metro con cincuenta
y cinco. Su desgastado traje de hilo definitivamente no había sido hecho para
que le sentase bien. No parecía haber ninguna curva ni lugares blandos en él.
En su conjunto, la ropa parecía colgar sobre él más como un saco que como una
camisa. No había sido hecho para seducir
a nadie, lo que era extraño, teniendo en cuenta
que la razón del encuentro de esta noche era ese precisamente.
La sonrisa desapareció de los labios del joven cuando Yoongi
se acercó a él, el miedo empezó a formarse en sus profundos ojos azules. Yoongi
ralentizó su rápido paso. Sintió el dolor en el corazón cuando se dio cuenta de
que el pequeño hombre tenía miedo de él. Yoongi se detuvo a la distancia de un
mero metro. Quería dar al joven la oportunidad de huir de su lado antes de
decir nada.
Mientras trataba de formar las palabras que pudieran
conseguir que el
impresionante joven permaneciera donde pudiera mirarlo, Yoongi
notó que la mirada del chico no estaba dirigida a él sino hacia una persona
invisible detrás de él. Se volvió lentamente mientras sentía un escalofrío
deslizarse por su espalda.
Un hombre caminaba lentamente hacia ellos, una mirada de
triunfo pegada en sus delgados labios. Era un vampiro. Yoongi podía decirlo
incluso desde allí. Volvió a mirar al joven. Su temor era casi tangible.
Ante sus ojos, el hombre comenzó a temblar.
De golpe, Yoongi entendió que el chico no tenía miedo de él.
Tenía miedo del vampiro que estaba caminando
hacia ellos. Ni siquiera estaba mirando a Yoongi. Todo su ser se había
centrado en el hombre que venía hacia ellos, y su cuerpo se estaba preparando
para huir.
—Félix —susurró el chico con un hilo de
terror en su de voz.
Yoongi se preguntó si una eternidad le bastaría para
entender por qué hizo lo que hizo, pero por ahora, era un completo misterio
para él. Sólo sabía que tenía que llevar al joven a un lugar seguro, para
protegerlo.
Tendiéndole la mano, lo agarró del brazo y empezó a
arrastrarlo por la multitud. El hombre se quedó sin aliento cuando fue
arrastrado. Yoongi se detuvo de repente, cuando el hombre de aspecto zalamero
se puso delante de él. Sintió al hombre más pequeño estrellándose contra su
espalda y se dio la vuelta para colocar una mano firmemente sobre él.
—¿Estás reclamando a Jungkook? —preguntó Félix.
Yoongi se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Su única
intención era salvar a Jungkook,
no reclamarlo. Su estómago dio un vuelco con sólo pensar en
ello. No podía tener un compañero.
—¿Por qué me lo preguntas? —gruñó Yoongi.
—Porque si no lo estás reclamando, yo lo haré —dijo Félix
dando la vuelta alrededor de Yoongi y agarrando a Jungkook—. Jungkook, ven
—declaró triunfante.
Yoongi podía sentir el terror que llenaba a Jungkook por el
temblor en su cuerpo.
—¡No lo hará! —gruñó
cuando se interpuso entre ellos. No sabía por qué,
pero sabía que no podía dejar que ese hombre alejara a Jungkook de
él—. No es tu pareja.
—Si no lo estás reclamando, entonces los demás tenemos vía
libre con él —dijo agarrando de nuevo a Jungkook por su muñeca. Jungkook
pareció querer hacerse lo más pequeño posible mientras se apretaba contra Yoongi.
—¡Tócalo y morirás! —gruñó Yoongi mientras apartaba a Jungkook
de las garras del otro hombre, envolviendo un brazo alrededor de la cintura de Jungkook
y tirando de él hacia atrás contra su cuerpo más grande aquí?
—Yoongi —dijo una
fuerte voz detrás de él—. ¿Qué pasa Yoongi? - se volvió hacia la voz, sabiendo
que era su Alfa.
— No pasa nada, Dowoo.
El hombre junto a él susurró entre dientes:
—Eso no es cierto, Alfa Kim.
Este hombre niega mi
reclamo sobre Jungkook.
El Alfa Dowoo Kim miró el brazo que Yoongi
había envuelto alrededor de la
cintura del hombre
encogido.
— Yoongi, si no tienes la intención de reclamar a ese
hombre, entonces debes dárselo a él para que lo haga.
El cuerpo de Yoongi se puso
rígido con las palabras de su Alfa. No quería
reclamar a Jungkook.
Siempre había creído que iba a
pasar su vida solo. Entonces escuchó un suave gemido del asustado hombre
apretado contra él. Sabía que sus opciones habían desaparecido.
—Entonces lo reclamaré.
Dowoo miró hacia abajo inclinando la cabeza hacia el
tembloroso chico.
—¿Estás seguro, Yoongi?
—¡Yo lo reclamo! —gruñó Yoongi mientras
levantaba su muñeca y la mordió.
Una vez que sintió que la sangre empezaba a fluir hacia
abajo por su piel, la sostuvo en la boca del hombrecito, obligándolo a beber.
Al mismo tiempo, se inclinó y hundió los colmillos en la carne blanda entre el
cuello y el hombro de Jungkook.
Escuchó un leve
gemido proveniente de Jungkook antes de que la euforia de su dulce sangre
corriera a través de él, antes de
verse obligado a cerrar
los ojos para
ocultar el éxtasis y el deseo que llenó inmediatamente su cuerpo.
El lobo en él le exigió que tomara el cuerpo de su
compañero, así como su sangre. El hombre en él, trataba desesperadamente de
recuperar el control que estaba perdiendo rápidamente. La sangre de Jungkook no
se parecía a nada que Yoongi hubiese probado nunca. Era como el sol y la
tierra, todo en uno, con una buena proporción de lujuria entremezclada. Yoongi
estaba encantado.
Empezó a levantar al jovencito para reclamar lo que ahora
era suyo por derecho divino, cuando escuchó un pequeño grito saliendo de los
labios de Jungkook.
Entonces probó su miedo. Era la única cosa que sabía que
podría haber llegado hasta él en su estado de excitación.
Lamiendo la pequeña herida de la que había estado bebiendo, Yoongi
levantó la cabeza y miró fijamente
unos amplios ojos celestes. Jungkook se le quedó mirando como si nunca hubiera visto una reclamación antes.
Y tal vez él no había visto
una como esta.
Había sido dura
y salvaje, tanto como él.
Yoongi se encogió de hombros. Bien, podría seguir como hasta
ahora. No pensaba cambiar por este
pequeño hombre más de lo que se viera obligado a hacer. En todo caso, Jungkook
sería el complaciente. Era un guerrero hombre lobo, uno de los soldados
elegidos del Alfa. Los guerreros no cambiaban por nadie, solo por su Alfa.
Yoongi miró a los
ojos del hombrecito
asustado.
— Ciérrala —le exigió, indicándole que su muñeca seguía
sangrado. Jungkook echó la cabeza hacia
atrás y lo miró fijamente, con los labios todavía
pegados a la herida.
—Ciérrala, Jungkook
—susurró de nuevo, esta vez sólo para sus oídos.
Yoongi se estremeció cuando la lengua
de Jungkook se deslizó por la carne rasgada de su muñeca.
Yoongi vio cómo rápidamente los ojos de Jungkook se alzaban
a mirarle, y
luego volvía a
bajar la mirada cuando daba con otro golpe rápido
sobre su muñeca con la lengua, casi como si Jungkook odiara la idea de alejarse
del potente sabor de su carne sangrante.
Yoongi miró hacia abajo, a la cabeza de Jungkook, durante
varios minutos antes de enredar su brazo alrededor de su cintura de nuevo y
mirar a su Alfa.
—Por lo tanto, Jungkook ha sido reclamado —afirmó
simplemente, justo mientras agarraba el brazo de Jungkook y tiraba de él para
que lo siguiera, caminando entre la multitud hacia el borde del círculo
sagrado.
Aunque la mayor parte de su mente estaba en escapar de las
masas que se reunieron, escuchó risitas disimuladas entre las voces que
comenzaban a alzarse airadamente entre el Alfa y el hombre que tenía la
intención de reclamar a Jungkook como
propio. Una sonrisa maliciosa brevemente adornó sus labios cuando oyó la voz
airada de su Alfa poniendo al hombre en su lugar.
—¡Basta! Ha sido
legítimamente reclamado y ahora pertenece a Yoongi.
Yoongi sintió una euforia, diferente de cualquiera de las
que hubiese sentido en el flujo de la batalla, atravesándole con esa declaración.
Jungkook ahora le pertenecía.
Jungkook estaba más confuso de lo que había estado alguna
vez en su vida. Mientras caminaba al lado del gran hombre que simplemente lo
había reclamado, Jungkook intentó juntar sus pensamientos en un cierto orden.
Habían pasado tantas cosas en tan sólo unos instantes.
Había visto al hombre alto desde más allá del círculo. Había
parecido tan fuera de lugar, tan incómodo, que había sentido la necesidad de
darle una pequeña sonrisa. La madre de Jungkook
siempre decía que una sonrisa era un largo camino para hacer que alguien se
sintiera mejor. Y él había parecido alguien que necesitaba sentirse mejor. Jungkook
no tenía ni idea que abriría una lata de gusanos...
Desde el momento en que había llegado, sabía que Félix lo
reclamaría. Su hermano y Félix le habían dicho tantas veces que se limitara a
esperar a que Félix lo reclamara y no hiciera nada más para llamar la atención
sobre sí mismo. De alguna manera, Jungkook pensó que no había logrado ese
objetivo. Hubo mucha atención centrada en él. Y Félix no lo había reclamado. ¡Félix
no lo había reclamado! Jungkook sintió un temblor con la corriente de alegría
que atravesó su cuerpo cuando se dio cuenta de que Félix no lo había reclamado.
Félix nunca podría reclamarlo ahora. No sólo alguien más lo
había reclamado, sino que había sido reclamado por un miembro de una manada de
lobos. Era libre de Félix y su hermanastro para siempre.
Así como había llegado, de repente el sentimiento de alegría
huyó de
él para ser sustituido
por la confusión. Jungkook
tropezó cuando se dio cuenta de que no podría pertenecer a Félix,
pero que ahora pertenecía a uno de los
guerreros más grandes y más temidos de la manada de Wolf Creek.
Aun permaneciendo escondido en la finca de su padre, tal y como
lo había estado durante los últimos
meses, Jungkook había oído hablar de Min Yoongi, el soldado más feroz de
la manada de Wolf Creek. El hombre era prácticamente una leyenda entre los
hombres lobo y vampiros por igual.
Él no conocía a nadie
en su sano
juicio que no estuviera aterrado
del gran
hombre, pero Jungkook
no lo estaba. Estaba cautivado
por él. Yoongi parecía grande y fuerte,
sin embargo, Jungkook
vio algo en
los ojos dorados del hombre que
le hacía parecer vulnerable al mismo tiempo. Jungkook quería acunar al hombre
grande y quitarle todas sus preocupaciones.
Luego quería quitar toda
su ropa. Jungkook no podía creer lo excitado que
estaba por la
simple forma del hombre, olía a madera y a hombre. Eso le
hacía temblar las piernas, pero no por miedo.
El amigo de Jungkook, Devlin, le dijo que iba a ser así cuando conociera a
su pareja. Jungkook
simplemente no le creyó en aquel
momento. Se había equivocado.
Yoongi se detuvo de repente. Jungkook apenas contuvo su
pequeño grito de sorpresa cuando el hombre lo levantó contra él y lo
acunó en sus enormes
brazos. Su tacto era fuerte, pero suave cuando empezó a
caminar de nuevo.
El cuerpo rígido de Jungkook empezó a relajarse poco a poco
contra Yoongi. Cuando Yoongi lo había sujetado, se aterrorizó pensando que lo
castigaría por no obedecer tontamente sus palabras de que sellara la mordedura
del apareamiento.
Pero Yoongi parecía haber olvidado el pequeño acto de desafío.
En cambio, parecía decidido a alejarse de la multitud hasta un lugar tranquilo.
Jungkook se acomodó
en los brazos
de Yoongi, la cabeza
descansaba en su
ancho pecho. Se
permitió una breve sonrisa tocándose los labios cuando se dio cuenta
de que su nuevo
compañero era mucho más
grande que Félix o que Changbin. Podía golpearlos con
las manos atadas a la espalda.
Tal vez esta cosa del apareamiento no era tan mala.
Al llegar a su
casa, Yoongi abrió
la puerta y entró, cerrando la puerta detrás de él
antes de bajar a Jungkook en sus pies. Dejó que su mano
se deslizara hacia abajo desde el brazo de Jungkook hasta
su mano, agarrando y tirando de él para que lo siguiera mientras caminaba por
la casa.
—Esta es mi casa
—afirmó con severidad—.
No es mucho, pero es mía.
Jungkook miró a su alrededor mientras Yoongi lo llevaba de
una habitación a otra. Yoongi tenía una bonita casa. Era mucho más agradable
que la pequeña habitación en la que vivía antes en casa de su hermano. Mientras
seguía detrás de Yoongi, lo escuchaba hablar de cada habitación, él asentía
lentamente con la cabeza.
Entendió lo que Yoongi le dijo. Era la casa de Yoongi.
Podría estar aquí por un tiempo, pero siempre sería la casa de Yoongi, nunca
sería suya. Era un poco decepcionante,
pero nada más de lo que esperaba.
Yoongi no tenía ninguna razón para compartir lo que era suyo
con él. Y no era como si tuviera algo que compartir con Yoongi. No tenía nada
de valor. En los últimos meses, Changbin le había quitado todo
lo que tenía
que podía valer
algo y lo vendió. Básicamente, tenía un
poco de ropa y un
par de artículos de uso personal.
Teniendo en cuenta que Félix no lo había reclamado, ni
siquiera estaba seguro de que aun
le pertenecieran. Changbin y Félix
iban a estar molestos de que alguien más lo hubiese reclamado. No creía que
fueran a ser lo suficientemente caritativos como para darle sus escasas
pertenencias.
—Aquí es donde dormiremos —dijo Yoongi mientras se acercaba
a su habitación, cogiendo por sorpresa a Jungkook.
Jungkook miró alrededor de la gran habitación, tenía una
cama extra grande, cómoda, y dos mesillas. Era una habitación bonita, de
aspecto muy limpio. Le gustaba esa habitación. La cama parecía muy atractiva y,
teniendo en cuenta que acababa de acoplarse, Jungkook estaba emocionado por
probarla.
—¿Sabes cocinar?
Jungkook miró a Yoongi una vez más, moviendo afirmativamente
la cabeza. ¿Yoongi quería que le preparara algo? ¿Ahora?
—Bien. Tengo hambre. La cocina está por ahí —dijo Yoongi,
señalando sobre la cabeza de Jungkook.
Jungkook quería preguntar qué debería cocinar, pero lo pensó
mejor cuando Yoongi levantó una ceja ante su vacilación. Rápidamente se dirigió
a la cocina y comenzó a buscar en los armarios para ver lo que tenía. Se
necesitaría mucho para alimentar a un hombre del tamaño de Yoongi.
A medida que comenzó a sacar ingredientes de la nevera, oyó
un ruido detrás de él. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras se daba
la vuelta para encontrarse a Yoongi sentado a la mesa, mirándolo
fijamente con una mirada extraña
en sus ojos.
Sus manos temblaban mientras se daba la vuelta y terminaba
de recoger los alimentos para ponerlos sobre el mostrador. Pronto rompió varios
huevos en un bol y empezó a batirlos.
Trató de apartar los ojos del perfecto cuerpo de Yoongi y
ponerlos en la comida que estaba preparando mientras picaba una cebolla, pero
cada vez que se daba la vuelta, Yoongi lo estaba mirando. Era exasperante. Jungkook
no sabía lo que quería, y no podía menos que esperar que, fuera lo que fuese,
se tratara de la gran cama en la otra habitación.
Tan pronto como lo tuvo todo listo, preparó una tortilla
grande para Yoongi, deslizándola sobre un plato y poniéndola sobre la mesa
delante de él antes de volver a limpiar el desorden que había hecho.
—¿Tú no comes?
Jungkook se giró
para mirar a Yoongi, sorprendido antes de encogerse de hombros. No estaba
seguro de cómo responderle. Tenía hambre, mucha hambre, pero Yoongi no había
dicho nada acerca de que pudiera comer también. No sabía si podía.
Ya casi se había acostumbrado a tener que pedir permiso para
comer durante los últimos meses. Changbin siempre le hacía pedir por sus
alimentos, si no, directamente rogarle. Hasta que Yoongi lo había reclamado, no
había podido beber sangre desde lo que le pareció una eternidad.
—Me gustaría comer —susurró en voz baja mirando a Yoongi
mientras esperaba su reacción. Yoongi sólo mordió un poco de su tortilla antes
de hacerle un gesto con el tenedor para que se hiciese algo. Ciertamente no era
un hombre de muchas palabras.
Como no quería dejar pasar la oportunidad, se apresuró a
batir otros dos huevos, limpiando el desastre al mismo tiempo. Deslizó los
huevos en un plato y, con cautela, se acercó a la mesa. Sus
ojos atentos a
la respuesta de Yoongi, se sentó
frente a él y empezó a comer.
—¿Necesitas más sangre?
Jungkook se encogió de hombros.
—Estoy bien por ahora. —No lo estaba, en realidad no.
Necesitaba más sangre, pero no iba a pedirla. Había aprendido de la manera
difícil a no pedir lo que quería, a ser agradecido por recibir lo que
necesitaba.
—¿Con qué frecuencia tienes que alimentarte? — preguntó Yoongi
casualmente, pero Jungkook podía ver que la idea le molestaba por la tensión en
sus hombros. Parecía molestar a casi cualquier persona que no fuera un vampiro.
Tendría que recordarlo.
—Estaré bien por un par de días.
Jungkook sabía que tenía que alimentarse con más frecuencia
de lo que había dicho.
Con el tiempo su fuerza se empezaría a ir, pero pedirle a un
guerrero hombre lobo, que se
sometiera a la alimentación de un vampiro simplemente no
parecía la idea más acertada que podía seguir. No podía alimentarse de la
sangre de nadie más, ahora que se había acoplado con Yoongi, pero tendría que asegurarse de no
pedir demasiada, sólo cuando estuviera desesperado.
Cuando terminó su último bocado y puso su tenedor en el
plato, Jungkook levantó la vista para encontrar a Yoongi inclinándose hacia
delante en su silla, con los codos apoyados sobre la mesa, el mentón sobre las
manos entrelazadas. Sus ojos lo observaban con atención otra vez. Parecía
tratar de entender algo, pero no tenía ni idea de qué.
Bajando la mirada, Jungkook cogió su plato y alcanzó el de Yoongi antes de conseguir que
sus pies fueran hasta el lavaplatos. Los lavó rápidamente, y la sartén que
había usado, los puso en el estante para platos, y luego se volvió hacia Yoongi.
Sus ojos se agrandaron cuando Yoongi se puso de pie y le
tendió la mano.
—Ven.
Jungkook sintió un poco de emoción a medida que se apoderó
de la mano de Yoongi, después se fueron a la habitación. ¿Yoongi lo iba a
reclamar ahora? Estaba tan absorto en sus
pensamientos, que casi
saltó de su piel
cuando Yoongi llegó al dormitorio detrás de él y cerró la puerta.
—Vamos a la ducha.
«¿Qué?»
Los ojos de Jungkook volaron hacia Yoongi, sorprendido, pero
él ya se había girado, empezando
a quitarse su camisa. Se
preguntaba por qué Yoongi quería ducharse, pero no era tan
estúpido como para
discutir con él, Jungkook rápidamente entró en el
cuarto de baño y empezó a desnudarse. Hizo una mueca cuando el burdo material de
su camisa se rozó contra la suave piel de su espalda cuando se la sacó tirando
de ella por encima de la cabeza. Lanzando la camisa en el suelo, cogió sus
pantalones, se apuró a dejarlos caer sobre su camisa.
Las heridas que había recibido de la última visita de Félix
a la casa de su hermano todavía desfiguraban su espalda y le dolían con cada
movimiento. Como vampiro, sabía que iba a sanar lo suficientemente rápido, pero
era una verdadera molestia mientras tanto.
Jungkook inhaló de repente al darse cuenta de que nunca se
vería obligado a visitar a Félix de nuevo. Nunca sentiría el duro cuero contra
su espalda mientras Félix intentaba enseñarle su lugar. Jungkook se cubrió la
boca con la mano para acallar su grito de alegría. Era libre.
Entró en la ducha con un pequeño salto, abrió el grifo,
quedándose de pie bajo el chorro durante unos instantes, sintiendo el rocío de
agua sobre los hombros y bajando por su cuerpo. Maldita sea, se sentía bien. Podría disfrutar bajo el agua
caliente durante horas.
—¿Jungkook?
«O no». Jungkook se volvió a mirar a través de la puerta de la ducha, hacia donde Yoongi
estaba, con la mirada fija en el suelo.
—¿Sí? —respondió en voz baja.
—Apúrate. Es hora de dormir —dijo Yoongi antes de alejarse.
Jungkook rápidamente se lavó el pelo con champú, luego frotó
el jabón hacia abajo por su cuerpo, lavando tanto como podía sin hacerse daño.
Con pesar cerró el
agua, abrió la puerta de la ducha
y agarró una toalla, secándose.
Cuando buscó su
ropa, de repente
se dio cuenta de que ya no estaba. Sus ojos fueron hacia
la puerta. ¿Yoongi
se había llevado su ropa? ¿Que se suponía que iba a usar? ¿Una sonrisa?
—¿Eh, Yoongi?... Mi ropa…
—Sobre el lavabo —dijo Yoongi.
Jungkook se volvió
para ver una gran camisa blanca doblada sobre el mostrador del
lavabo.
La cogió, la desdobló y la colocó sobre su cuerpo. Empezó a
reír, se cubrió la boca con la mano rápidamente mientras sus ojos corrían hacia
la puerta del baño.
La camiseta le
llegaba hasta más
allá de las rodillas. Tenía que ser de Yoongi. Se la
puso sobre la cabeza, se preguntó por qué Yoongi le había dado una camisa para
que se vistiera. Si iba a ser reclamado, ¿no sería mejor hacerlo desnudo?
Jungkook entró en
el dormitorio. Yoongi estaba
en la cama, las mantas lo cubrían
hasta la cintura. Tenía los brazos
cruzados detrás de su cabeza. Jungkook se preguntó si Yoongi estaba
realmente a punto
de finalizar la reclamación. Esperaba que así fuera.
Caminando hacia el borde de la cama, Jungkook casi se agachó
cuando Yoongi apartó las mantas hacia atrás y le indicó que entrara.
Sosteniendo el aliento fuertemente en su pecho, Jungkook se metió en la cama y
se acostó.
Sus ojos se cerraron brevemente ante el placer de las
almohadas blandas. Eran tan suaves que su cabeza parecía derretirse
directamente en ellas. En su casa, ni
siquiera tenía una almohada. Esto era el cielo.
—Ven, Jungkook —dijo Yoongi.
Jungkook abrió los ojos para ver a Yoongi hacerle un gesto
para que se acercara. Se tragó el nudo en la
garganta al mirar que los brazos de Yoongi se mantenían abiertos para
él. Tan despacio como pudo, se movió hasta descansar al lado de Yoongi, su
corazón latía violentamente, cuando los brazos de Yoongi se envolvieron a su
alrededor.
Cuando Yoongi empujó su cabeza hacia abajo sobre su amplio
pecho, Jungkook podía sentir su pecho retumbando mientras hablaba.
—Duerme, Jungkook.
¿Dormir? ¿Quería eso decir que Yoongi no iba a terminar de
reclamarlo? ¿Por qué no? Se acoplaron. Tenían todo el derecho a la intimidad.
¿No era así? Y cuanto más rápido se completara el reclamo, más seguro estaría Jungkook.
—¿Yoongi? —murmuró en voz baja, inclinando la cabeza para
mirar hacia él.
—Duerme, Jungkook —repitió Yoongi.
¡Mierda! Tanto esperar para ser reclamado. Jungkook cerró
sus ojos y se acurrucó contra Yoongi. Podía sentir todos sus contornos rígidos,
los gruesos músculos de los brazos que lo sujetaban, el pecho duro debajo de su
cabeza. Todo parecía tan maravilloso.
Jungkook movió su
mano con cautela
hasta que descansó sobre el pecho
de Yoongi, no estaba seguro de cómo iba a reaccionar. Oyó a Yoongi inhalar
cuando él comenzó a hacer pequeños círculos en el vello de su pecho con los
dedos. Yoongi pronto movió su mano para ponerla sobre la de Jungkook,
deteniendo sus movimientos.
Jungkook tuvo que sonreír. Yoongi no había quitado la mano
de su pecho, sólo había parado sus movimientos. Jungkook dio vuelta a la mano,
agarrando la de Yoongi. Él le dio un pequeño apretón, conteniendo la
respiración mientras esperaba la respuesta de Yoongi, si la hubiera.
Un momento después, Yoongi le apretó la mano de vuelta.
—Duérmete, Jungkook.
Jungkook cerró los ojos, la sonrisa seguía adornando su
rostro cuando se relajó entrando en el sueño. Siempre habría un mañana.
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