―Eso era lo último, Taehyung ―dijo Yoongi mientras entraba en la habitación de Taehyung―. ¿Estás listo para irnos?
Taehyung echó un vistazo a su apartamento amueblado por
última vez, por mucho que deseaba mudarse a su nueva casa, la idea de dejar
aquel lugar le entristecía un poco. Allí era donde vivía cuando Yoongi lo había
reclamado la primera vez. Aunque Yoongi no pudiera recordarlo, él sabía que lo
recordaría siempre. El último mes con Yoongi había sido el mejor tiempo y el
más difícil que nunca hubiera experimentado.
Su amor por él crecía con cada momento que pasaban juntos.
Era un hombre amable y gentil y parecía que le tenía mucho cariño. También era
un mandón en todo lo que concernía a su salud y a la fisioterapia. No le dejaba
sentir lástima de sí mismo, ni quedarse en casa en vez de ir a ver al
fisioterapeuta. Mientras que Taehyung se sentía agradecido por los amorosos
cuidados de Yoongi, también había momentos en los que quería patearle el culo.
―¿Qué
pasa dulzura?
Taehyung se encogió de hombros.
―Voy a echar de menos este lugar.
―Sólo
viviste aquí durante unos meses, Taehyung ―dijo Yoongi mientras se acercaba y
se sentaba al lado de Taehyung en la cama―. ¿Cómo puedes estar tan apegado?
Taehyung sintió su rostro enrojecer. Se apuró en agachar la
cabeza. Quería a Yoongi, realmente lo quería, pero a veces se sentía como si
estuviera rodando en una montaña rusa emocional con él. Sus sentimientos
parecían estar totalmente fuera de control a su alrededor.
―Uh uh.
No te escondas de mi ―dijo Yoongi levantando la barbilla de Taehyung―. ¿Qué
pasa?
―Sé que
no lo recuerdas, pero yo sí. ―Taehyung intentó explicarse sin parecer un loco
alterado y sentimental―. Aquí fue donde estuvimos juntos por primera vez, donde
me reclamaste. Conserva recuerdos muy especiales para mí. Es difícil dejarlo e
irme a un lugar nuevo. ―Taehyung gritó cuando Yoongi le puso de pie de golpe y
lo levantó cargándoselo en el hombro. Yoongi se agachó, cogió sus muletas y
cruzó la habitación y todo el apartamento hacia la puerta principal.
―¡Yoongi!
―Taehyung se rio.
Yoongi simplemente cerró la puerta y llevó a Taehyung
escaleras abajo sin decir ni una palabra. Taehyung podía ver a la gente
mirándoles mientras Yoongi se dirigía hacia su camioneta. Se sorprendían y
luego sonreían. Le ardía la cara mientras seguía riéndose. Yoongi le dejó en la
camioneta y caminó alrededor para llegar al otro lado, tiró las muletas en la
parte de atrás, antes de subir y arrancar. Tenía la camioneta en la carretera y
se dirigían a su nuevo hogar para el momento en el que Taehyung consiguió dejar
de reír lo suficiente para hablar.
―¿A
dónde vamos?
―A casa
para hacer nuevos recuerdos para ti.
«¡Oh!»
Taehyung no pudo evitar la sonrisa en su cara. Yoongi
siempre hacía cosas así. Cosas dedicadas a poner una sonrisa en su cara.
Parecía tomarse muy en serio su acoplamiento. Quizá era el momento de dar un
pequeño paso. Taehyung giró el cuerpo hasta que pudo apoyarse hacia atrás
contra su puerta. Podía ver cómo Yoongi intentaba ignorar sus movimientos, pero
sus ojos volvían a Taehyung una y otra vez, y eso le emocionaba.
Lentamente se desabrochó los jeans y metió la mano dentro.
Yoongi tenía razón, ir de comando hacía las cosas mucho más fáciles. Sin ropa
interior o bóxers que se interpusieran en el camino entre él y sus juegos
consigo mismo.
Con la idea de lo que Yoongi le haría en cuanto llegaran a
casa, a su polla no le llevó más de un par de minutos para llenarse. Unas pocas
caricias con la mano y ya estaba dolorido, necesitado.
Cuando escuchó el leve gemido que provenía del lado de la
camioneta de Yoongi, Taehyung decidió jugar. Se quitó los zapatos de los pies,
después movió las caderas hasta que consiguió empujar los vaqueros piernas
abajo. Desnudo de cintura para abajo, Taehyung separó las piernas y empezó a
acariciarse a sí mismo otra vez. Deslizó su otra mano hacia abajo para
masajearse las bolas suavemente.
Intentaba captar la atención de Yoongi, y se encontró con
que se estaba excitando muchísimo.
Movió la mano más abajo para acariciarse con el dedo en su
entrada.
Yoongi gimió.
La camioneta se desvió.
―¡Oh,
joder, dulzura! ―Yoongi gruñó―, mételo dentro. Quiero ver cómo te lo haces.
Taehyung se estremeció. Las palabras de Yoongi tuvieron un
intenso efecto en él.
Metió la mano en la guantera y sacó su botella oculta de
lubricante, derramando un poco en sus dedos. Dejó caer la botella al suelo, y
tocó su agujero otra vez.
Taehyung no pudo
contener el gemido cuando sus dedos se deslizaron por su carne ansiosa. No era
frecuente que jugara consigo mismo. No lo necesitaba. Tenía a Yoongi. Pero en
el pasado, queriendo guardarse para su compañero, había jugado a menudo.
Todavía era realmente agradable.
Taehyung presionó con un dedo dentro de su culo y empezó a
follarse a sí mismo. Le temblaban las piernas. Los disparos de placer que
recorrieron su cuerpo le abrumaban. Cerró la mano alrededor de su polla y
presionó contra la hendidura con la parte superior con su pulgar.
―Otro
dedo, dulzura ―demandó Yoongi, su voz sonaba baja y ronca―, métete otro dedo.
Taehyung empujó otro dedo mientras miraba a su compañero al
otro lado de la cabina de la camioneta. Los ojos de Yoongi se movían de la
carretera a su culo, y de vuelta una y otra vez. Su pecho se movía arriba y
abajo con rapidez, su nariz se ensanchaba, y sus ojos verdes se oscurecían.
―Joder,
dulzura ―gruñó Yoongi―, será mejor que te estires realmente bien. En el minuto
en que detenga la camioneta voy a meterme tan profundamente dentro de tu culo,
que no volveré a salir jamás.
Taehyung empujó dentro un tercer dedo. Empezó a meterse
realmente en el juego, acariciando su polla y montando sus dedos, cuando la
camioneta se detuvo repentinamente. Lo único que evitó que se golpeara contra
el suelo fue el cinturón de seguridad alrededor de su cintura, el cual desapareció
enseguida.
Taehyung escuchó abrirse la puerta de la camioneta. Sintió
cómo Yoongi tiraba de sus dedos liberándolos de su culo, después se apoderó de
sus piernas y lo arrastró hasta el borde del asiento. Antes de que pudiera
hacer o decir nada, sus piernas fueron levantadas en el aire y la polla de
Yoongi se hundió en él.
Taehyung cerró los
ojos cuando Yoongi empezó a empujarse dentro de la forma como dijo que lo
haría. Se agarró al volante con la mano libre para evitar ser empujado por el
asiento por la fuerza de los movimientos de Yoongi.
Yoongi siempre había sido muy cuidadoso con él. Aunque se
deleitaba en el gentil cuidado de Yoongi, a veces también le frustraba. Algunas
veces necesitaba que simplemente lo tomara, que lo follara, sin preocuparse por
sus lesiones.
Esa era la primera vez, desde que ellos habían vuelto a
estar juntos, que Yoongi parecía olvidarse de que tenía la espalda lesionada.
No estaba siendo suave ni cuidadoso, ni siquiera estaba siendo cariñoso.
¿Estaba siendo jodidamente fantástico o era fantástico jodiendo? No estaba
seguro, pero fuera lo que fuese, lo estaba disfrutando tremendamente. También
le llevaba justo al límite. Gritó mientras el intenso placer enviaba ondas
eléctricas que explotaban en su cuerpo. Se puso rígido y cuerdas de crema
blanca salieron disparadas de su polla y salpicaron su mano y su abdomen.
Abrió los ojos justo a tiempo para ver cómo se tensaban los
músculos del cuello de Yoongi. Vio cómo apretaba los dientes y dejaba caer la
cabeza hacia atrás rugiendo su nombre. Sintió cómo se engrosaba la polla dentro
de su culo, después, calientes chorros de semen le llenaron sólo para ser
sustituidos, al momento siguiente, por el nudo de Yoongi.
La cabeza de Yoongi cayó sobre su estómago. Taehyung
entrelazó los brazos alrededor del cuello de Yoongi, acunando a su amante
contra él. Podía sentir su rápida respiración. Pequeños estremecimientos
recorrían su cuerpo, mientras el nudo al final de su pene seguía latiendo.
Yoongi levantó la cabeza repentinamente y le miró con una
expresión de horror en su cara. Taehyung supo al instante en lo que su
compañero estaba pensando, extendió la mano y presionó los dedos sobre los
labios de Yoongi.
―Estoy
bien Yoongi, de hecho, nunca he estado mejor.
Yoongi no parecía muy convencido.
―¿Estás seguro? He sido bastante brusco contigo.
―Lo sé.
―Taehyung sonrió―. Ha sido genial, ¿verdad?
Yoongi le miró sorprendido, luego empezó a sonreír
lentamente también. Apartó el pelo de la frente de Taehyung.
―Sí, fue genial ―dijo―. ¿Tal vez podamos volver a hacerlo
alguna vez?
―Me
encantaría ―respondió Taehyung―. Aunque, creo que podríamos encontrar otro
lugar que no sea tu camioneta, ¿eh? No hay suficiente espacio aquí para poder
maniobrar correctamente.
―¿Entonces
estás listo para volver a casa?
―Sí
―Taehyung se rio entre dientes―. Tenemos muchas más superficies planas en casa
para crear en ellas nuevos recuerdos.
Taehyung soltó la cuchara y se inclinó sobre el mostrador de
la cocina cuando sonó el teléfono, descolgó el auricular.
―¿Diga?
―Me
gustaría hablar con Min Yoongi.
Taehyung frunció el ceño, la voz no era agradable. De hecho
sonaba demasiado exigente.
―No está aquí en este momento. ¿Quiere dejar algún mensaje?
―¿Quién
eres tú? ―preguntó la voz.
―¿Y quién eres tú? ―respondió
Taehyung.
―¡Quiero
hablar con mi hijo!
¡Ah! Al
fin Taehyung completó la imagen. La voz al otro extremo de la línea era del
padre de Yoongi, el Alfa Min. La única persona con la que, de verdad, Taehyung
no quería hablar.
―Lo
siento señor, pero Yoongi no está disponible en este momento. Me encantaría
darle su mensaje.
Taehyung se mordió los labios cuando escuchó al otro hombre
murmurando por lo bajo. Quería reírse, pero pensó que sería de mala educación,
así que mantuvo la boca cerrada.
―Dígale
usted a mi hijo que ya ha sido suficiente de perder el tiempo ―gruñó el Alfa
Min―. Dígale que traiga su culo a casa, a donde pertenece, antes de que tenga
que ir a buscarlo.
―Me
aseguraré de darle su mensaje.
«¡No!»
Taehyung se sorprendió cuando el hombre le colgó el teléfono
sin decir adiós. Era absolutamente grosero. Taehyung se echó a reír mientras
colgaba el auricular y volvía a su té. No había manera de que fuera a darle ese
mensaje a Yoongi. Podía decirle a su compañero que su padre le había llamado,
pero no iba a decirle que le había ordenado volver a casa. Yoongi ya estaba en
casa.
―Oye,
Taehyung, hay algo acerca de lo que tengo que hablar contigo ―dijo Yoongi
mientras entraba en la cocina un momento después.
―¿Qué
pasa? ―Taehyung miró por encima del borde de su taza de té. La mirada ansiosa
en la cara de Yoongi le hizo olvidarse de la anterior conversación telefónica.
Su preocupación se dirigió a Yoongi.
En el momento en el
que sus ojos se encontraron con Yoongi, el otro hombre desvió la mirada.
Parecía indeciso y un poco preocupado. Taehyung estaba asombrado, excepto por
la primera vez, cuando habían vuelto a estar juntos, Yoongi siempre le había
parecido seguro de sí mismo.
Él nunca era inseguro respecto a ninguna cosa.
―¿Yoongi?
―preguntó Taehyung, se acercó para enmarcar la mejilla de Yoongi con su mano―.
¿Qué pasa?
―Hay
luna llena esta noche, Taehyung. ―Yoongi seguía sin mirarle a los ojos.
Taehyung frunció el ceño.
―¿Y?
Taehyung no entendía cuál era el problema. La luna llena
saldría cuando el sol se pusiera. Ocurría cada mes. Aquellos que podían cambiar
corrían libres, cazaban y celebraban el hecho de ser lobos.
Aquellos que estuvieran acoplados cambiarían y buscarían a
sus compañeros para pasar una noche de pasión desenfrenada.
«¡Oh!»
La mano de Taehyung cayó y se apartó de Yoongi. Ahora
entendía. Esta sería su primera luna llena juntos. Taehyung no podría volver a
transformarse. Sabía que nunca sería un compañero igual al resto en ese tema,
siempre sería deficiente. No iba a ir con el resto de la manada a cazar una
presa. Siempre se quedaría al margen en esa parte de su vida. Sólo de pensar
que nunca correría libre con Yoongi le hacía sentirse como si le clavaran un
cuchillo en el corazón. Sentía el dolor físico. Su pecho dolía. Las lágrimas
ardían en sus ojos. Volvió a tomar su té para ocultar su dolor de Yoongi. No
había ninguna razón para dejar que su compañero supiera lo mal que se sentía.
Yoongi sólo se sentiría culpable.
―Creo que deberías ir a correr con el
resto de la manada ―dijo Taehyung. Tomó una respiración profunda y colocó una
sonrisa en su rostro, volviéndose a mirar a Yoongi―. Lo disfrutarás. Estaré
aquí cuando vuelvas a casa.
―No
puedo dejarte aquí solo, no en la luna llena ―insistió Yoongi―, somos
compañeros y…
―Bueno,
desde luego yo no voy a ir a correr contigo por el bosque.
―Taehyung.
―¿Qué
esperabas, Yoongi? ―preguntó Taehyung dándose cuenta de que no estaba
consiguiendo ocultar la amargura en su voz―. No puedo cambiar. No puedo correr.
―Gesticuló con las manos a toda la habitación―. Apenas si puedo subir las
escaleras por mí mismo.
Yoongi hinchó las ventanas de la nariz.
―Pero puedes venir y… y…
―¿Y qué,
Yoongi? ¿Mirar? ¿Sentarme en el banquillo mientras tú cazas y juegas con los
demás? ―Taehyung resopló―. No lo creo.
―Taehyung
―replicó Yoongi.
Esto no era lo que Taehyung quería. Intentó ocultar su
tristeza a Yoongi, pero le había salido como si estuviera furioso. No era lo
que debería estar pasando. Yoongi se estaba enfadando. Probablemente también
estaría resentido. ¿Quién querría a un compañero con el que no podía correr?
Taehyung necesitaba terminar esta conversación antes de que cualquiera de ellos
dijera algo que realmente no deberían decir.
―Sólo
ve, Yoongi ―dijo Taehyung finalmente―, estaré bien. Probablemente haré
palomitas de maíz y simplemente descansaré en el sofá, veré una película o
algo.
―No voy a dejarte aquí sólo, Taehyung
―dijo Yoongi otra vez―. Es la noche de luna llena y…
―Ya lo
has dicho y ya te he dicho que estaré bien. Soy perfectamente capaz de cuidar
de mi mismo durante unas horas. No soy un niño.
Yoongi lo miró fijamente, su nariz volvió a inflarse. Sus
labios se apretaron en una línea muy fina.
―Bien ―gruñó―, quédate aquí sólo entonces. Si no quieres
pasar la luna llena conmigo, lo pasaré con gente que sí quiera.
―Oh, no
no… eso es… ¡Mierda! ―Taehyung dejó caer la mano que tendía hacia Yoongi y
frunció el ceño.
Esto sin duda no estaba yendo bien. ¿No? Ahora Yoongi estaba
enfadado con él. Lo veía en la postura rígida de sus hombros mientras salía de
la cocina.
No había nada que quisiera más que pasar la luna llena con
Yoongi, pero conocía la atracción que la gloriosa esfera blanca ejercía en un
cambiaformas. Yoongi no sería capaz de resistirse a la oportunidad de correr
libremente a la luz de la luna. Tendría que cazar, jugar con los otros miembros
de la manada, no iba a ser capaz de quedarse en casa con su compañero
imperfecto.
No, era mejor así. Yoongi se uniría con los demás miembros
de su manada y correría como un lobo libre bajo la brillante luz de la luna.
Taehyung esperaría a que el hombre volviera a casa. Entonces podría
compensarle.
Taehyung pasó las siguientes dos horas viendo una comedia en
la tele que en realidad no le interesaba. Parecía estúpido. Además, tampoco
podía dejar de pensar en Yoongi. Había manejado fatal todo aquel asunto entre
ellos. Ahora se daba cuenta. Repasó la conversación entre ellos en su cabeza un
centenar de veces. Taehyung sabía que Yoongi pensaba que le culpaba por no ser
capaz de unirse a la manada.
No era cierto. Simplemente no quería que Yoongi se viera
privado de todo lo que implicaba ser un hombre lobo por su culpa, él había
renunciado a cualquier tipo de resentimiento que sintiera hacia Yoongi por sus
lesiones hacía mucho tiempo. Después de conocerle, se había dado cuenta de que
Yoongi no le haría daño a nadie intencionadamente. Simplemente no era así. Lo
que había ocurrido había sido un accidente.
Cuanto más pensaba en ello, más se convencía de que debía
haberse ido con Yoongi. A su compañero no le gustaba separarse de él durante
largos períodos de tiempo. A Taehyung no le gustaba tampoco. Debería haber
cogido una manta e ido con él, aunque hubiera tenido que verlo todo desde la
barrera.
Tal vez no fuera demasiado tarde, pensaba Taehyung mientras
se ponía de pie. La luna todavía estaba llena en lo alto del cielo nocturno.
Podía ir, reunirse con Yoongi y pasar la noche con su compañero, aunque no
pudiera participar en todos los pequeños juegos de seducción.
Taehyung se acercó a la habitación y fue hasta la cómoda
para buscar algo de ropa desgastada para el aire libre. Sus pantalones del
pijama no alejarían el frío del aire de la noche. Necesitaba algo calentito y
preferiblemente cómodo.
Sacó unos jeans y una camiseta de manga larga y los lanzó en
una silla de la esquina de la habitación, buscó sus zapatos. Pensó en llevar
también una manta y una almohada con él por si acaso se cansaba al esperar a
Yoongi. Sonrió por la que imaginaba que sería la reacción de Yoongi al verlo
llegar, tiró de la camisa del pijama por la cabeza y la dejó caer al suelo.
Empezaba a quitarse los pantalones cuando un fuerte ruido desde la sala lo
congeló en el lugar.
Escuchó por un momento, pero no oyó nada más. Olfateó el
aire. Por lo menos no había perdido esa habilidad. Pudo oler a Yoongi, olía
muchísimo a Yoongi. Era un olor del que nunca se cansaría.
Sin ningún otro ruido sonando y con tan sólo su olor y el de
Yoongi en casa, se sintió seguro y continuó con los planes para la noche. Si
fuera un intruso lo habría olido, sin embargo, se sentiría mucho más feliz
cuando por fin tuvieran un perro.
―Dulzura.
Taehyung volvió a quedarse congelado, su pijama a medio
camino piernas abajo, conocía esa voz, pero no del todo. Sonaba como Yoongi,
pero el tono era más profundo, más intenso, más ronco. Y provocó escalofríos en
su columna vertebral.
―¿Yoongi?
―preguntó Taehyung. Se subió rápidamente los pantalones del pijama y luego miró
hacia la puerta.
Vio pasar una sombra delante de la puerta, pero la forma era
más grande que Yoongi, más alto y más grueso. Yoongi era un hombre grande,
mucho más grande que Taehyung. La sombra que se movía hacia la puerta de la
habitación parecía aún más grande.
El miedo se apoderó de Taehyung. Aspiró el aire, pero no
olía nada excepto a él y a Yoongi y un ligero olor a frío, como si el aire
hubiera cambiado. A medida que la sombra se acercaba a la puerta, él intentaba
retroceder, pero sus muletas no cooperaban, resbalaban en el suelo de madera.
Presa del pánico, Taehyung dejó caer las muletas y se agarró al borde de la
cama.
―Dulzura.
―La voz sonaba como la de Yoongi, pero no exactamente―. Puedo olerte, dulzura.
Sé que estás aquí.
―¿Yo…
Yoongi?
―No
puedo permanecer lejos de ti, Taehyung ―dijo la voz, cada vez más cerca―. No
esta noche. Es luna llena, dulzura, es tiempo de que estemos juntos y renovemos
nuestro vínculo, para que te reclame otra vez.
El corazón de
Taehyung latía con fuerza. Se subió a la cama y se deslizó hacia la cabecera,
tratando de hacerse tan pequeño como fuera posible. Cogió una almohada y la
sostuvo delante de su cuerpo, como si fuera un escudo para la enorme forma que
de repente llenaba la puerta.
―Hoy es
el acoplamiento de luna llena, dulzura y he venido a reclamar a mi compañero.
―¿Yoongi?
―gimió Taehyung pegando más la almohada contra su cuerpo.
No había manera de que la criatura que estaba en la puerta
pudiera ser su compañero. Su Yoongi no era tan grande. Tampoco tenía pelo
castaño oscuro en la mayor parte de su cuerpo, ni orejas puntiagudas, ni una
nariz ligeramente alargada, ni largos colmillos.
Taehyung se quedó boquiabierto mientras sus ojos vagaban por
el… el… lo que fuera que estaba en la puerta. Estaba absolutamente seguro de
que su Yoongi tampoco tenía un pene tan grande. Esa criatura ostentaba una
monstruosidad entre las piernas.
―Hola
dulzura ―dijo mirando directamente a Taehyung.
Taehyung inhaló de golpe cuando el asombro lo golpeó. Los
ojos del color profundo de la hierba eran de Yoongi. La criatura que estaba de
pie ante él, que caminaba hacia él lentamente no era otro que su compañero.
―Intenté
mantenerme alejado, Taehyung ―dijo Yoongi mientras subía al borde de la cama y
se arrastraba hacia él―. Juro que lo intenté. Intenté hacer lo que me pediste.
Me uní a la manada. Corrí y casé. Nada de eso era lo mismo sin ti. Tenía que
estar contigo esta noche.
A Taehyung le temblaba la mano mientras dejaba caer la
almohada y se acercó para tocar la cara peluda de Yoongi. Su suave pelo le hizo
cosquillas en la piel. Sintió un fuerte aroma en el aire, almizclado.
Apagaba todos los
otros olores del cuarto yendo inmediatamente hacia su pene.
Eso le hizo querer, le hizo desear. Necesitaba a su
compañero más de lo que lo había necesitado nunca.
―¿Yoongi?
―preguntó Taehyung otra vez.
Yoongi giró la cabeza y lamió la mano de Taehyung, su enorme
lengua envolvió la palma de su mano.
Yoongi gimió.
―Ah, sabes tan bien, dulzura. Podría lamerte entero…
Taehyung gritó cuando Yoongi le agarró las piernas y tiró de
él hacia abajo tumbándole en la cama. Agarró el pantalón del pijama y se lo
arrancó desgarrándolo por el medio tirando el material destrozado al suelo.
―Creo
que lo haré ―dijo Yoongi.
Taehyung levantó la mano para detener a Yoongi sólo para
dejarla caer sobre la cama cuando la larga lengua de Yoongi se deslizó desde el
abdomen hasta la clavícula.
―Oh,
Dios, Yoongi ―jadeó Taehyung.
―Mmm,
Dulzura se ajusta a ti, Taehyung ―dijo Yoongi cuando pasó la lengua por el
cuerpo de Taehyung hacia abajo―. Sabes a chocolate con leche con un toque de
canela.
Taehyung enterró las manos en el pelo de Yoongi cuando su
mundo se redujo al movimiento de la lengua hacia su ingle. Su polla se puso en
pie y saludó. Para consternación de Taehyung, Yoongi pasó por alto su pene y
siguió bajando hasta lamer su fruncido agujero.
―Ese
sabor a canela ―dijo Yoongi―, es muy fuerte aquí.
Taehyung estuvo a punto de perder la cabeza cuando Yoongi
acarició sus testículos. Los pequeños pelos de la cara de Yoongi se frotaron
una vez más contra él.
―Quiero
más dulzura.
Muy bien.
Taehyung abrió las piernas y se ofreció a su compañero. Si
Yoongi lo quería, podía tenerle. A Taehyung no le importaba si se trataba de
alguna parte del ritual del acoplamiento de la luna llena. Sólo le importaba
que el placer no acabara.
Y no se acabó. Yoongi bañó el cuerpo de Taehyung con la
lengua. Circuló sus pezones y viajó hacia abajo sobre su pecho y su abdomen,
luego alrededor de su pene y por encima de sus bolas, presionando contra su
ansiosa entrada hasta que la empujó dentro. Yoongi no se perdió ni un solo
centímetro. El cuerpo de Taehyung se estremecía con cada golpe de su lengua. Su
cuerpo estaba más sensible, cada terminación nerviosa gritaba por más de las
caricias de Yoongi. Taehyung estaba lloriqueando, gimiendo, balbuceando y
suplicando por Yoongi. Y eso sólo parecía estimular al hombre.
Taehyung gritó una objeción cuando Yoongi se apartó de
pronto. Dio otro pequeño grito cuando de repente le dio la vuelta y le puso
varias almohadas debajo de sus caderas para elevarle. Miró por encima del
hombro interrogando a Yoongi, pero cualquier protesta murió en sus labios
cuando Yoongi le agarró las nalgas y las apartó lamiendo el pliegue.
El placer que sentía era demasiado intenso. Taehyung no
podía aguantar más. El calor latía en su cuerpo y estaba a punto de quemarle.
Empezó a mover las caderas, presionando la espalda contra el hombre que lo
atormentaba.
―Yoongi,
Yoongi, Yoongi... ―suplicaba Taehyung―. Te necesito, por favor.
―Entonces
me tendrás, dulzura.
Taehyung gritó cuando
Yoongi se apartó de él. Sabía que se habían peleado, que Yoongi estaba enfadado
con él cuando había salido de casa, pero no pensaba que fuera a sobrevivir si
Yoongi lo dejaba ahora.
La sensación de la polla de Yoongi presionando contra su
agujero debió advertir a Taehyung de lo que estaba a punto de suceder. Había
visto al hombre cuando entraba en la habitación. Con aquella enorme polla,
Yoongi lo empaló poco a poco. Taehyung no podía hacer nada más que temblar y
gemir.
Cuanto más se empujaba en él, más convencido estaba que su
compañero quería matarlo. No creía que Yoongi pudiera encajar todo aquello. No
dolía exactamente, pero sentía muchísima presión interna y plenitud.
Finalmente, le sintió parar, dándole unos minutos para
respirar y adaptarse a la sensación de su enorme polla dentro del culo. Cuando
Yoongi empezó a moverse otra vez, cada pensamiento sobre que Yoongi quería
torturarlo desapareció de su cabeza sustituyéndolos por una roja niebla de un
deseo tan intenso, que Taehyung vio chispas de colores explotando delante de
sus ojos.
Cada movimiento que Yoongi hacía, empujando o retirándose,
acariciaba su punto dulce. No hubo un solo segundo en el que no hubiera
contacto directo entre su pene y su próstata. Taehyung nunca había sentido nada
parecido y no estaba seguro de poder manejarlo si volvía a sentirlo otra vez.
Todo parecía demasiado intenso, la sensación de las manos
con garras de Yoongi clavándose en sus caderas, la caricia suave de su cuerpo
peludo contra el suyo, la manera en la que Yoongi lo llenaba hasta el tope,
incluso hasta el fuerte perfume de su compañero. Los sobrecargados sentidos de
Taehyung explotaron. Su cuerpo también.
Los dedos de Taehyung se clavaron en las mantas debajo de él
mientras gritaba su liberación, cordones de semilla perlados cubrieron la cama.
Escuchó el suave gruñido detrás de él convertirse
en un fuerte rugido, antes de que los largos caninos se
hundieran en la suave carne de su cuello cuando Yoongi lo reclamó de nuevo.
Los sollozos de Taehyung se convirtieron en gritos de placer
cuando su compañero lo llenó con su semilla. El nudo que se extendió dentro de
su cuerpo fue lo último que pudo aguantar. Su cuerpo se fundió contra el
colchón. Vio luces danzando delante de sus ojos hasta que su visión se volvió
negra. Sonrió sintiéndose feliz y satisfecho, luego se deslizó hasta la inconsciencia.
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