―Es realmente bonito, Taehyung.
Taehyung se echó a reír, con los dedos enredados en el suave
pelaje de color amarillo de su nuevo perro, Mickey, un regalo de Yoongi para
celebrar su compromiso. Taehyung aprendió enseguida que el tener un perro de
tres años no era muy diferente a tener un cachorro.
Ambos requerían mucha energía, mucha atención y mucho amor.
A cambio, Mickey le daba a Taehyung todo su amor y toda su adoración. Siempre
estaba emocionado cada vez que Taehyung entraba en la habitación, se sentaba en
silencio junto a él cuando Taehyung no se sentía bien, y le amaba
incondicionalmente, era como una maravillosa extensión de Yoongi.
―Es
maravilloso ―dijo Taehyung―. Yoongi y yo hablamos de la posibilidad de
conseguir un cachorro o un perro adulto. Creo que Mickey fue la mejor elección.
No podría imaginarme con ningún otro perro ahora que lo tenemos a él.
Jin se rio entre dientes.
―Así que, tienes a tu pareja, tienes una casa y ahora tienes
un perro ―dijo Jin―, ¿necesitas alguna otra cosa?
Taehyung negó con la cabeza.
―Hubiera sido feliz sólo con Yoongi.
Hizo un gesto con la mano abarcando su alrededor.
―Todo lo demás sólo es la guinda del pastel.
―Hablando
de pasteles, ¿has decidido qué tipo de pastel de bodas vas a querer?
Taehyung frunció el
ceño.
―¿Tenemos que elegir un pastel de bodas?
―¡Oh
cariño! ―rio Jin―. Hay tantas cosas que tienes que planear para una boda. ―Jin
se sentó más cerca―. No te preocupes, conozco un estupendo organizador de bodas
para ti.
―¿Ah sí?
―respondió Taehyung con curiosidad―. ¿Qué hace exactamente un planificador de
boda?
La sonrisa de Jin parecía pícara.
―Todo.
El sonido de alguien tocando a la puerta de entrada
interrumpió la respuesta de Taehyung. Agarró sus muletas y se dirigió hacia la
puerta. Empezó a girar el pomo de la puerta cuando escuchó a Jin gritar detrás
de él.
―¡No,
Taehyung! ―gritó Jin.
Taehyung se volvió sorprendido. Nunca había escuchado antes
ese tono en la voz de Jin. Parecía asustado. Le provocó un escalofrío de terror
por la columna vertebral.
―No
abras la puerta ―dijo Jin atravesando velozmente el espacio entre ellos. Sujetó
a Taehyung por el brazo y lo apartó de la puerta con el rostro lleno de
preocupación―. Vamos, tenemos que salir de aquí.
―¿Qué…?
―empezó a decir Taehyung sólo para ser detenido por un fuerte golpe en la
puerta de entrada.
Taehyung se dio la vuelta, confundido por lo que estaba
pasando. Mickey empezó a ladrar y gruñir a la puerta. Jin le dio un tirón a su
brazo y empezó a sentir mucho miedo. Sujetó el collar de Mickey e intentó tirar
de él mientras seguía a Jin hacia la parte posterior de la casa. El corazón le
latía en el pecho. La llamada a la puerta volvió a golpear. Iba acompañada de
una voz fuerte, como un trueno rugiendo a través del espeso bosque.
―¡Suga! ―gritó la voz―, sé que estás
ahí. Abre la maldita puerta.
¿Suga?
Taehyung sabía que sólo dos personas llamaban Suga a su compañero. Uno era Namjoon
y le llamaba Yoongi desde que había vuelto con Taehyung. Eso dejaba sólo al
padre de Yoongi. Y le aterraba saber que el padre de su compañero estaba al
otro lado de la puerta.
Taehyung no estaba seguro de qué hacer. No quería ser
irrespetuoso con el padre de Yoongi, pero tampoco quería dejarle entrar. Le
aterrorizaba, especialmente después de las cosas que Yoongi le había contado.
El hombre era un monstruo.
Yoongi frunció el ceño cuando se detuvo delante de su casa.
No reconocía uno de los coches que estaban aparcados frente a su casa, el otro
pertenecía a Jin, lo que significaba que Taehyung estaba en casa. Yoongi aparcó
el coche y salió lentamente.
Un fuerte golpe en la puerta de la calle le llamó la
atención. Yoongi sintió que el corazón se le caía hasta los pies cuando
reconoció a su padre, nada en lo que participara su padre podría ser bueno.
Yoongi se preparó y luego rodeó su coche para ir a enfrentarse a su padre.
―Hola
padre.
Min Baekhyun se dio
la vuelta, la mano alzada en el aire preparada para golpear la puerta de nuevo.
Miró, con la mano cayendo lentamente a medida que bajaba las escaleras hacia
Yoongi.
―Ya era
la maldita hora de que llegaras aquí.
―No
sabía que tuviéramos una cita. Habría estado aquí antes.
―No
estoy de humor para ninguna de tus estupideces, Suga ―gruñó su padre―. Te he
dado tiempo suficiente para que te sacaras esta mierda de tu sistema, es hora
de que vuelvas a casa a ocupar tu lugar como el heredero en la línea del Alfa.
Yoongi negó con la cabeza.
―Eso no va a ocurrir. No me voy a ir a ningún lado.
El corazón de Yoongi le dio un vuelco en el pecho en cuanto
vio a Taehyung y a Jin saliendo por la puerta trasera de la cocina a espaldas
de su padre. Vio a Taehyung soltando el collar de Mickey y apuntaba hacia él.
El perro amarillo corrió a través del patio, ladrando todo el rato, hasta que
se interpuso entre Yoongi y su padre.
―Por
supuesto que volverás a casa ―gritó el padre de Yoongi―. Es el lugar al que
perteneces.
―No, no
lo es ―respondió Yoongi calmadamente―. Esta es mi casa ahora.
―¡Mentira!
―gritó el hombre―. Esta es tu manera de vengarte de mí por llevar a esa
estúpida mujer a tu casa. Tú lo sabes y yo lo sé.
―Oh,
¿así que admites que eso fue una estupidez? ―Yoongi se rio―. Porque, padre,
estoy sorprendido.
El hombre gruñó.
―Ya he tenido bastante de todo esto, Suga, tienes una
obligación con tu manada. Eres mi heredero, el siguiente en la línea del Alfa.
Es hora de que vuelvas a casa, donde perteneces. Encontraremos otra mujer.
―Lo
siento ―dijo Yoongi―, no se puede hacer nada, padre. Ya tengo un compañero.
―Está
bien, tráela contigo.
Yoongi sonrió, sus
ojos se movieron hacia Taehyung.
―Él, padre, mi compañero es del género masculino.
―Imposible.
―Oh, es
muy posible, padre ―dijo otra voz.
Yoongi se dio la vuelta para encontrarse con su hermano Jimin
de pie a su lado. No le habría preocupado, salvo porque su hermano tenía una
pistola en la mano, apuntándoles directamente.
―¿Qué
estás haciendo aquí, Jimin? ―preguntó el padre de Yoongi mientras se giraba
hacia él―. Pensé que te había dicho que te quedaras en casa, y ¿qué demonios
estás haciendo con una pistola?
―Creo
que tiene la intención de dispararnos a ambos ―dijo Yoongi―. ¿No es así, Jimin?
―Se me
ha pasado por la cabeza ―dijo Jimin con una sonrisa en los labios.
Hizo un gesto con la pistola.
―Dile a tu pequeña putita que venga aquí.
Yoongi se molestó con las palabras de Jimin, pero hizo un
gesto a Taehyung para que se acercara. Mantuvo los ojos en Jimin mientras
Taehyung caminaba los últimos metros cruzando el patio hasta detenerse a su
lado. De inmediato envolvió su brazo alrededor de la cintura de Taehyung y tiró
de él hasta ponerlo ligeramente detrás de su cuerpo más grande. A Yoongi no le
gustaba la risa que salía de la boca de Jimin, le hacía estremecerse incluso
más que la presencia de su padre. Había algo seriamente mal con Jimin, una
especie de locura en sus ojos.
―Pensé
que te había matado ―dijo Jimin gesticulando con la pistola hacia Taehyung.
Los ojos de Yoongi se agrandaron con las palabras de su
hermano, una profunda ira le llenaba. Empezó a envestir contra su hermano, dispuesto
a desgarrarle la garganta y acabar con la amenaza que se cernía sobre su
compañero, pero Taehyung le agarró, reteniéndole.
―Bueno,
nadie dijo que llegar a la cima fuera fácil ―dijo Jimin remarcando las palabras
con facilidad.
―Detén
esto ahora, Jimin ―dijo el padre de Yoongi―. No tengo tiempo para tus mierdas.
―Nunca
tienes tiempo para mí, padre ―gritó Jimin―. Siempre es Suga. Suga esto y Suga
aquello. Suga, Suga, Suga. Estoy cansado de oír hablar de Suga ¿y yo qué?
―¡Jimin!
Deja a tu hermano fuera de esto. Te dije que te quedaras en casa.
―Oh,
está bien ―dijo Jimin―. No meteremos en esto al chico de oro. No queremos
estropear su buen nombre.
Jimin se giró para apuntar con su arma a Yoongi, haciendo que
su corazón latiera más rápido. Sabía que no saldría ileso de esta. Jimin estaba
demasiado loco y al parecer tenía un orden del día.
―Siempre
dejas que se salga con la suya, le dejas ir contra ti. Nunca lo castigas por
ello ―gritó Jimin a su padre. Hizo un gesto con su pistola y luego señaló en
dirección a Taehyung―. Se acopló con este pequeño estúpido y nunca hiciste nada
al respecto. Sólo le tendiste una trampa para que se acoplara con Irene en su
lugar, como una recompensa. Irene debería haber sido mi esposa, no la suya.
―¿Cómo
sabías que Taehyung era mi compañero, Jimin? ―preguntó Yoongi repentinamente.
Sabía a ciencia cierta que él nunca lo había mencionado cuando había ido a
casa. No quería que su hermano o su padre supieran siquiera de la existencia de
su compañero. Era lo más seguro―. Nunca se lo he dicho a nadie.
―¡Oh, por favor! ―resopló Jimin― Olías
a hombre. No dejabas de gritar su nombre cuando volviste a casa, pensé que
nunca cerrarías la maldita boca.
―¿Sabías
que me había acoplado con Taehyung y nunca dijiste nada? ―preguntó Yoongi.
Sintió a Taehyung sujetar y apretar su mano. Le devolvió un pequeño apretón
antes de soltarle la mano y sujetarlo del brazo. Intentó esconderlo detrás de
él otra vez, pero Taehyung se negó a moverse de su lado. Yoongi estaba
agradecido por su apoyo, pero preocupado por su seguridad.
―Oh, no,
sí dije algo ―dijo Jimin―, se lo dije a papá, pero él dijo que era a causa de
tu envenenamiento con la plata, dijo que estabas delirando.
―Y tú lo
sabes todo sobre eso, ¿verdad, Jimin? ―preguntó Yoongi―. No habría padecido una
intoxicación por plata si tú y tus amigos no hubieran saltado sobre mí y me
hubieran apuñalado con una daga de plata.
―¿Apuñalaste
a tu hermano? ―bramó el padre de Yoongi―. Pensé que había sido atacado por
alguien de otra manada. Eso fue lo que me dijiste.
―Oh,
claro, échame la culpa a mí ―respondió Jimin―. Estás totalmente molesto por una
pequeña discusión, pero no dices nada del hecho de que Suga se acoplara con un
hombre. Lo dejas pasar y seguir hablando de lo mucho que quería a su compañero,
a su dulce y pequeño compañero.
Yoongi podía sentir el estremecimiento de Taehyung tensando
los músculos bajo su mano. No podía culpar a Taehyung, especialmente teniendo
en cuenta lo que estaba escuchando de boca de su familia. No culparía a
Taehyung si se lavaba las manos, él lo habría hecho.
―¿Sabías que me había acoplado con
Taehyung y no hiciste nada? ―preguntó Yoongi con claro tono de incredulidad―.
Estaba enfermo, envenenado con plata, ¿y nunca me lo dijiste?
Jimin se rio como un loco.
―Oh, sí que hizo algo, puedes apostarlo. Él ya había elegido
a Irene para ser tu compañera, y me envió de vuelta para encargarme de tu pequeña
puta.
Yoongi sintió de golpe como si un frío se apoderase de su
cuerpo. Esto no era bueno. Agarró a Taehyung apretándole el brazo. Parecía que
Taehyung estuviera a punto de atacar a su hermano, y Yoongi no podía dejar que
se lastimara.
Jimin se rio mirando a Taehyung de arriba abajo.
―Debería haber muerto, ¿quién se iba a imaginar que el
pequeñajo sería lo suficientemente fuerte como para sobrevivir?
―¿Qué
hiciste? ―gruñó Yoongi.
―Oh, por
favor, no seas tan hipócrita ―espetó Jimin―, te escuché negarle su acoplamiento
con mis propios oídos. Incluso lo empujaste a través de la habitación. Te hice
un favor. ¿Quién se iba a imaginar que te pondrías todo sentimental y volverías
por él?
Taehyung gruñó. Esta vez fue un gruñido que le dijo a Yoongi
que Taehyung estaba preparado para atacar. Cuando Jimin se burló de él otra
vez, en esta ocasión con una oscura y lasciva mirada en sus ojos, Yoongi no
estuvo seguro de qué podría detener a Taehyung.
―Tal vez
debería habérmelo follado antes de darle la paliza ―dijo Jimin, se rio entre
dientes. Parecía frío y amargado, y eso le provocaba escalofríos. Su hermano
estaba realmente loco―. Lo habría hecho si él no se hubiera quedado
inconsciente, me gusta que mis presas se defiendan.
Yoongi supo, incluso antes de que todas aquellas palabras
salieran de la boca de Jimin, que el infierno estaba a punto de desatarse. No
estaba seguro, de cuánta de la porquería que salía de la boca de Jimin podría
creerse, pero Yoongi quería creerle del todo. Eso significaría que él era
inocente de lastimar a su propia pareja. Antes de que Yoongi pudiera compartir
con Taehyung su alegría por la noticia, su compañero gruñó y saltó hacia
adelante.
Yoongi tuvo visiones de sangre por todas partes, huesos
rotos y posiblemente los cuerpos también. Extendió el brazo para detener a
Taehyung sólo para escuchar una fuerte explosión. Sintió un repentino dolor en
el pecho. Hacía frío. Su mente estaba sobrecargada y se derrumbó en el suelo,
con una mancha roja extendiéndose a través de su pecho. Alzó la vista para ver
a Jimin de pie, el humo salía en espiral desde el cañón de la pistola de su
mano.
Taehyung rugió. Sin pensar en lo que podría pasarle cambió a
su forma de lobo mientras saltaba en el aire hacia Jimin. Escuchó los gritos,
mientras el caliente líquido con sabor a cobre llenaba su boca cuando desgarró
a Jimin. Todo cuanto veía en su cabeza era a Yoongi cayendo al suelo.
―Taehyung
―gritó alguien.
Cuando alguien lo sujetó, Taehyung se giró gruñendo.
Necesitó un momento para que la neblina roja que nublaba su mente se limpiara
lo suficientemente para reconocer a Namjoon como la persona que le sujetaba.
―Déjalo,
Taehyung ―dijo Namjoon―. Él ya no va a hacer más daño.
Taehyung miró el cuerpo ensangrentado que tenía bajo él.
Podía ver que el hombre aún respiraba, pero escasamente. Taehyung gruñó
mordiendo con más fuerza el brazo que aún tenía en la boca. No quería que el
hombre siguiera respirando. Había causado mucho dolor para seguir viviendo.
―Taehyung,
dulzura, es necesario que le sueltes.
Taehyung conocía esa voz. Se dio la vuelta para ver a Yoongi
agachado en cuclillas a su lado. Apretaba un trozo de tela gruesa contra la
herida de su hombro. Tendía el otro brazo hacia él. Taehyung soltó el brazo que
tenía en la boca y se acercó a frotar el hocico contra la mano de Yoongi.
Yoongi le acarició el pelo en busca de lesiones, dejó caer
la tela que sujetaba y sujetó cada lado de la cara de Taehyung entre sus manos.
Estaba muy serio.
―Escúchame
dulzura ―dijo Yoongi―, no cambies. Quédate en tu forma de lobo hasta que
podamos conseguir a alguien que te eche un vistazo. ¿Me entiendes?
Taehyung asintió con la cabeza. Por supuesto que le
entendía. No era estúpido. Simplemente… ¡Oh mierda! Había cambiado. No podía
cambiar. El médico le había dicho que el cambio podría matarle. Taehyung se
quejó. ¿Tendría que quedarse en su forma de lobo durante el resto de su vida?
¿Si volviera a cambiar eso podría matarle? ¿Cómo podría casarse con Yoongi si
permanecía en su forma de lobo? ¿Incluso querría Yoongi casarse con él después
de esto? Había atacado a su hermano, podría estar enfadado con él.
Taehyung gimió, empujando su nariz contra la cara de Yoongi.
Yoongi le acarició el pelaje.
―Todo va a estar bien, dulzura. Lo resolveremos.
―¿Suga?
Taehyung gruñó y volvió a enseñarle los dientes al padre de
Yoongi.
―No te atrevas a gruñirme, pequeño
arrogante ―gritó―, si no fuera por ti, mi hijo estaría de vuelta en casa a
donde pertenece.
Taehyung se acercó un paso. Sintió que Yoongi lo envolvía
con sus brazos y lo apretaba, impidiéndole atacarle, que era justo lo que
Taehyung quería. Quería destruir al hombre que había causado tanto dolor a su
compañero.
―¡Cállate
de una puta vez, padre! ―gritó Yoongi―. Taehyung no tiene nada que ver con eso.
Me fui porque no quería ser Alfa. Quería mi propia vida, no la que dictabas por
mí. Y quiero vivir con la persona que elija, no con la que elija mi padre.
―No seas
ridículo. No puedes ser Alfa de una manada con un hombre por compañero ―dijo el
padre de Yoongi―. Vas a casarte con Irene y proveerás a la manada de nuevos
cachorros, como debías haber hecho, antes de que te diera una rabieta y te
mudaras a esta choza olvidada de la mano de Dios.
―Esta
pequeña choza es mi hogar, padre ―respondió Yoongi―. Y además, Taehyung es mi
compañero, el único que voy a tener.
El padre de Yoongi resopló.
―Está bien, quédate con el renacuajo, pero ven a casa y
cásate con Irene. ―Hizo una mueca mirando hacia Jimin―. Ahora que tu hermano ya
no me es útil, no me queda más remedio que elegirte como mi heredero.
―No
estoy interesado.
―No
tienes elección, Suga. Tenemos una manada que necesita un Alfa al que puedan
respetar, en el que puedan confiar. Nuestra manada confía en ti. Ellos te
necesitan. Tienes una obligación con ellos.
Yoongi se puso de pie y miró a su padre.
―Tengo una obligación con mi pareja y con nadie más.
El padre de Yoongi
hizo un gesto con la mano.
―Ya te he dicho que podías quedártelo. ¿Qué más quieres?
―¿Realmente
crees que alguna vez podría olvidarme
de tu implicación en todo esto? ―gritó Yoongi―. Enviaste
a Jimin para matar a mi compañero. ¡Mi compañero padre! , ¡Mío! Nunca te perdonaré por eso.
Yoongi dio unos pasos más acercándose a su padre hasta
quedar nariz con nariz.
―Quiero que te vayas de mi vida ―dijo―, no has hecho nada
salvo intentar controlar mi vida. Bien, se acabó, padre. Quiero que te vayas y
no quiero volver a verte.
―Estás
desperdiciando una gran oportunidad de ser el Alfa de tu propia manada, Suga.
―¿Qué
parte de esto no estás entendiendo? No quiero ser Alfa. Ni de tu manada, ni de
ninguna otra manada. Sólo quiero vivir en el campo con mi compañero y criar
caballos. Eso es todo lo que siempre he querido.
El padre de Yoongi lo miró fijamente durante unos instantes
antes de darse la vuelta y alejarse. Se detuvo ante la puerta de su coche para
mirar atrás hacia Yoongi. Su rostro estaba lleno de tanta rabia y tanta ira que
parecía del color de una remolacha.
―Te
arrepentirás de este día, Suga. Recuerda mis palabras ―dijo agitando el dedo
hacia Yoongi―. Uno de estos días, esto se volverá hacia ti para morderte el
culo, y cuando pase, no vengas a mí arrastrándote.
―No va a
ocurrir ―dijo Yoongi. Se acercó y le dio una patada a su hermano―. No te
olvides de llevarte a tu heredero contigo.
El padre de Yoongi gruñó, pero volvió a levantar a Jimin
sobre su hombro y llevárselo hasta el coche. Le arrojó en el asiento trasero,
como si fuera un fardo inútil de equipaje, entonces se subió en el asiento del
conductor. Sus neumáticos chirriaron cuando dio la vuelta y aceleró por el
camino de entrada.
Taehyung se inclinó hacia su compañero, cuando Yoongi se
dejó caer en el suelo y enredó las manos en su pelaje. Le lamió la mejilla.
Yoongi se rio entre dientes y le acarició el pelo.
―Vamos a estar bien, ¿no es así, dulzura? ―Yoongi gimió
cuando se cayó hacia atrás. Taehyung se quejó. Se olvidó de que Yoongi estaba
herido. Rápidamente escaneó la zona, notando a Namjoon y a Jin de pie a su
lado.
Les ladró. Namjoon se acercó con cautela y se arrodilló
junto a Yoongi. Cuando le dio una mirada de preocupación a Taehyung, éste se
deslizó de nuevo y se sentó en el suelo con la cabeza apoyada en el abdomen de
Yoongi.
―Está
bien, Taehyung, sólo voy a ejercer cierta presión en su herida ―explicó Namjoon―,
probablemente le dolerá, pero tenemos que detener la hemorragia. ¿Lo entiendes?
A Taehyung le hubiera gustado estar en su forma humana para
poder rodar los ojos. Por supuesto que entendía. ¿Por qué todo el mundo le
preguntaba eso? En lugar de eso, dejó escapar un pequeño ladrido, luego se
inclinó para lamer la muñeca de Namjoon.
―De
acuerdo ―dijo Namjoon―, está bien, Yoongi, aquí vamos.
Taehyung gimió cuando Yoongi gritó. Se acercó hacia
adelante. No podía dejar de pensar en que si hubiera actuado más rápido, Yoongi
nunca habría recibido un disparo.
―Va a
estar bien Taehyung, no te preocupes.
Bueno, pues Taehyung estaba preocupado. No podía evitarlo.
Le habían disparado. Taehyung había cambiado a su forma de lobo después de que
el médico le dijera que no lo hiciera, y ahora algún padre maníaco sabía dónde
vivían y arrastraba un gran rencor hacia ellos. La vida era de color de rosa.
―Todo va a estar bien, dulzura ―le
susurró Yoongi―. No voy a morirme ahora, no cuando acabo de encontrarte.
¿Recuerdas? Amor, siempre promesa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario