jueves, 26 de mayo de 2022

CAPITULO 9

—¿Taehyung? ¿Jungkook? —gritó Yoongi cuando cruzaba la puerta principal entrando en la casa— ¿Jin? ¿Están aquí?

—La puerta de atrás está destrozada, Yoongi —dijo Namjoon uniéndose a él en la sala de estar—. También hay largas marcas de neumáticos en un lateral de la casa, se los llevaron, Yoongi.

—¡No! —gritó Yoongi indignado—. En esta ocasión ellos morirán, y no me importa si eso empieza una guerra entre hombres lobos y vampiros, se llevaron lo que es mío.

—Voy a llamar a Devlin —dijo Namjoon, pero Yoongi apenas lo escuchaba, corrió al piso de arriba y revisó las habitaciones sin poder creerse que sus compañeros se hubieran ido. Temiendo lo peor volvió abajo y se golpeó contra Namjoon en la cocina—. Devlin dice que vayamos al territorio del aquelarre, él está informando a Zac de lo que está ocurriendo.

—Pondremos la sirena —gruñó Yoongi mientras iban hacia la puerta. El resplandor brillante del cielo llamó su atención cuando llegaba a la puerta de la camioneta—. Pronto habrá luna llena, Namjoon.

—Lo sé, Yoongi, lo sé. Los traeremos de vuelta a casa.

—Puedes apostar que sí —gruñó Yoongi y de golpe se dio cuenta de que tenía las garras extendidas y sus caninos descendían—. Lo siento Namjoon, no estoy enfadado contigo, y siempre voy a lamentar que Jin se haya visto envuelto en esta mierda.

—No es tu culpa, hombre —contestó Namjoon por encima del ruido de la sirena mientras iban tan rápido como podían de camino hacia el aquelarre—. Van a pagar por esto. No me importa una mierda  lo que diga Zac. Ellos morirán por ponerles la mano encima a nuestros compañeros.

—Creo que Zac nos dará las gracias —respondió Yoongi, casi sonriendo—. Le estaríamos haciendo un favor.

—Sería un placer —dijo Namjoon. Yoongi pudo ver un brillo de malicia en sus ojos. Sonrió cuando Namjoon sonrió ampliamente mostrando sus ya extendidos colmillos.

La luna llena estaba cerca, y no era inteligente provocar o dos enormes hombres lobo. Sus cuerpos ya querían cambiar a su tercera forma para reclamar a sus compañeros. Enfadarlos de esa forma solo conseguiría que el cambio se iniciara antes. Changbin y Félix no tenían ni idea de lo que habían desatado.

Yoongi necesitó de todo su autocontrol para no cambiar mientras conducían. Podía ver que Namjoon estaba teniendo el mismo problema. Mirando el indicador de velocidad supo que Namjoon llevaba el coche a más de 160 km/h. Yoongi se había estado concentrando tanto en no cambiar todavía, que apenas había notado el tiempo que les había llevado llegar hasta el aquelarre. Cuando se detuvieron ya estaba atardeciendo. Podía ser que tuvieran una media hora antes de que el cambio los dominara. Yoongi se encontró con Namjoon en la parte delantera del coche patrulla antes de echar a correr hasta las puertas de la gran mansión.

—Devlin —dijo Namjoon tan pronto se abrieron las puertas, su voz ya estaba cambiando—, ¿alguna noticia?

—Hemos preguntado a  muchos  miembros  del aquelarre —respondió Devlin, su voz  también  era  más  de lobo que de hombre—. Parece que Félix es conocido por sus perversiones. Tiene una especie de cámara de tortura, todos dicen que es a donde se ha llevado a sus compañeros.

—¿Dónde está? —gruñó Yoongi al oír su camiseta rasgándose—, ¿a qué distancia, Devlin?

—Oh, nada de atacar al vampiro —dijo el Príncipe Zacarius, uniéndose a su compañero en los escalones de entrada. Tenía los ojos muy abiertos con el asombro de tener delante a tres hombres lobos que  luchaban  contra  el cambio—. Te enseñaré el camino, no está tan lejos, todas nuestras propiedades están cerca unas de otras.

—Tenemos que darnos prisa, Príncipe —dijo Yoongi mientras lo seguía—, estamos cerca del  cambio  y  no  sé cuánto tiempo más podré aguantar.

El Príncipe Zacarius miró a Yoongi de pies a cabeza y luego hizo un gesto de asentimiento.

—Sí, puedo verlo. Muy bien, señores, intenten seguirme el ritmo.

Yoongi parpadeó cuando el Príncipe Zacarius salió corriendo como un tiro. En un segundo estaba de pie frente a Yoongi y al siguiente estaba a medio camino de los bosques.

«Maldición, es rápido». Yoongi sonrió, apretó los puños y giró la cabeza hacia los lados haciendo chasquear el cuello. Podía sentir la atracción de la luna como insectos que se arrastraban bajo su piel.

Se aferró a su autocontrol, pendiente de un hilo para resistirse al cambio.  La ira llenaba su cuerpo. Se igualaba a la necesidad de encontrar y reclamar a sus compañeros. Yoongi se volvió hacia Namjoon y Devlin mientras la necesidad de cazar lo llenaba. Changbin y Félix acababan de convertirse en la presa de tres hombres lobos. Eran hombres muertos y ni siquiera lo sabían. Pero se enterarían. Dejando escapar un estridente aullido, Yoongi echó a correr velozmente tras el Príncipe Zacarius. El olor de la noche se combinaba con la fragancia de los bosques y la hierba bajo sus pies y todo llenaba sus sentidos. Era intoxicante, estimulante. Cuanto más rápido corría, más olores encontraba.

Pudo sentir cómo sus garras se extendían cada vez más. El pelo empezó a brotar de su piel y le dolió la cabeza cuando empezaron a surgir sus orejas puntiagudas en la parte superior. Estaba cambiando y no podía parar, esta vez no. La atracción de la luna era demasiado fuerte como para resistirse.

Se detuvo al llegar a  un  claro  en  el  bosque.  Pudo ver las luces a lo lejos, más allá del claro, y sabía que ese era su destino. Lo que buscaba estaba  dentro  de  aquella construcción de ladrillo. Alzó la nariz al aire y olió.  Una  vez más la fragancia del bosque flotó hacia él. Aspiró una  y otra vez, buscando algo. Justo cuando estaba a punto de darse por vencido, captó un olor tan  glorioso  que  sus  rodillas temblaron.

Yoongi gruñó bajo y respiró hondo. La dulce y seductora fragancia de sus compañeros lo rodeaba, llenándolo, haciéndole sentir dolor de la necesidad de tocarlos y reclamarlos. La ira, porque no estaban frente a él, lo consumía por completo.

Miró a los dos hombres lobo que tenía a su lado. Namjoon miraba a la casa iluminada con obstinada determinación. Había cambiado a su tercera forma igual que él y flexionaba sus manos con garras mientras miraba hacia la casa. Devlin también había cambiado, pero parecía tener ojos sólo para el Príncipe Zacarius. Por su parte, el Príncipe le devolvía la mirada con una sensual sonrisa en los labios. Yoongi podía oler el calor del acoplamiento entre los dos, y eso hizo que el dolor aumentara por la necesidad de sus compañeros.

—Vamos —dijo Yoongi con voz grave y profunda.

Empezó a caminar lentamente hacia la casa, su ira aumentado a cada paso. Sus compañeros debían estar con él cuando llegaba el acoplamiento de luna llena. ¿Cómo se atrevían Changbin y Félix a interferir en eso? Namjoon se adelantó hasta quedar al lado de Yoongi a medida que ambos se arrastraban hacia la casa. Podía oír al Príncipe Zacarius y a Devlin hablando detrás de él, pero no podría importarle menos el tema sobre el que estuvieran discutiendo. Llegar hasta sus compañeros y matar a los hombres que se los habían llevado era su primera prioridad. Yoongi se detuvo cerca de la casa e inclinó la cabeza hacia un lado, escuchando. Podía oír los grillos a lo lejos, el sonido de una tubería que goteaba, pero nada más. Era como si el lugar estuviera desierto. No se oía ni un solo sonido desde el interior del edificio.

—Ve con cuidado, Yoongi —dijo el Príncipe Zacarius—. Changbin y Félix podrán olerte y saber que estás aquí. Los vampiros tenemos un sentido del olfato muy potente.

—Yo también —gruñó Yoongi. Se deslizó por el lateral de la casa hasta que llegó a una puerta. Giró el picaporte, no se sorprendió al encontrarse la puerta cerrada. Lo sujetó con más fuerza y lo giró hasta que escuchó el estallido del cerrojo y la puerta se abrió.

Volvió a inclinar la cabeza para escuchar y luego entró al no escuchar nada. Se encontraba de pie en una cocina muy bien equipada. Su único interés en aquel lugar era la puerta que Zacarius le estaba señalando.

—¿Será esa la puerta del sótano?  —preguntó  el Príncipe.

Yoongi cruzó la habitación hasta la puerta de gruesa madera. Una vez más se encontró otra puerta cerrada. Otra vuelta rápida del picaporte y rompió la cerradura, abrió la puerta. Apenas pudo detener el jadeo asombrado mientras se apartaba de la puerta.

Había tantos aromas ascendiendo por el aire del hueco de la escalera que le era muy difícil separarlos. Yoongi podía oler el miedo, la angustia, el dolor, y todo se veía ensombrecido por el hedor de la sangre y el sudor. Arrugó la nariz con disgusto. Podía sentir cómo sus garras se clavaban en la madera del marco de la puerta.  Si  la sangre que olía era de alguno de sus compañeros, desgarraría a Changbin y a Félix miembro a miembro.

Yoongi olfateó el aire una vez más y luego, lentamente, bajó la empinada escalera. Olía el aire a cada  paso.  No estaba dispuesto a dejar que ni Changbin ni Félix lo atacasen furtivamente, el plan era que sucediera lo contrario.

La parte inferior de la escalera se habría  en  una pequeña área desde la que partían tres pasillos diferentes de piedra gris. Yoongi caminó hacia la entrada de cada pasillo y olfateó el aire hasta que captó el olor más fuerte de sus compañeros.

Señaló el pasillo por el que tenía la intención de descender, recibiendo un asentimiento de cabeza  de  Namjoon, Devlin y el Príncipe. Avanzó cuidadosamente por el pasillo la primera puerta estaba desbloqueada, lo que le sorprendió.  Escuchó  durante  un  momento,  luego  abrió  la Puerta de madera hacia lo que parecía una sala de almacenamiento,  con  estantes  que  cubrían  las  paredes  y cajas apiladas en cada pedacito de  espacio  libre.  Olfateó  el aire y luego cerró la puerta cuando no detectó ningún olor de sus compañeros en el interior. La siguiente puerta estaba a varios metros siguiendo el pasillo y estaba cerrada con llave por fuera esta vez. Yoongi inhaló. El olor de  Jungkook  era  muy fuerte. Apretó la oreja contra la puerta de madera gruesa y escuchó. Su corazón latió dolorosamente en su pecho cuando oyó los gemidos a través de la madera. Al instante supo que era Jungkook quien gemía suavemente. No  había  ninguna  duda de que era el tono de voz de Jungkook, incluso cuando lloraba.

Yoongi apretó los dientes para no gruñir mientras abría la puerta. Su compañero estaba dentro de esa habitación. Nada ni nadie podría mantenerlo fuera. Se esforzó por no dejar salir su rabia y patear la puerta que era lo que realmente quería hacer. La escena que se encontró ante sus ojos, mientras entraba y se asomó al interior se llevó todo el aire de sus pulmones. Se quedó congelado en el sitio y aturdido al ver a su compañero oscilando desnudo de un gran gancho del techo. Tenía las manos atadas juntas y enrolladas en el gancho.

—¿Jungkook?

Jungkook empezó a balancearse, sus gritos eran cada vez más fuertes mientras luchaba contra las ataduras alrededor de sus muñecas. Yoongi se acercó y envolvió con las manos su cintura. Giró a Jungkook hasta que sus ojos se encontraron.

—Yoongi —exclamó Jungkook—. ¡Oh, Dios mío! Yoongi. Chacha… Changbin y F Fe…Félix, tienen a Taehyung.

—Lo sé, cariño —dijo Yoongi—. Namjoon, Devlin y Zacarius están aquí conmigo. Vamos a salir de aquí.

Yoongi echó un rápido vistazo al gancho que sostenía a su compañero, intentando averiguar la forma más rápida y menos dolorosa de liberar a Jungkook. Finalmente sujetó el enganche de las restricciones de muñecas en los brazos de Jungkook y tiró hasta que se rompió. Jungkook  cayó  sobre  sus brazos con un pequeño gruñido. Yoongi lo abrazó por un momento, inhalando su fuerte aroma y  luego  lo  dejó  sobre sus propios pies.

—Busca tu ropa, cariño, y vístete. Tenemos que ir a buscar a Taehyung y a Jin.

Jungkook resopló y negó con la cabeza.

—Félix cortó la ropa para quitármela. No tengo nada que ponerme.

Las palabras de Jungkook sólo aumentaron su ira. Nadie debía ver a ninguno de sus compañeros desnudos, nunca. Se sacó la camisa por la cabeza y se la entregó a Jungkook. Tenía algunos agujeros y desgarros, pero podría cubrirlo en su mayor parte.

Tan pronto Jungkook estuvo lo suficientemente cubierto, Yoongi le agarró la mano y tiró de él hacia la puerta. Se asomó para asegurarse de que no venía nadie y luego siguió avanzando por el pasillo en busca de su otro compañero. Captó el olor de Taehyung más fuerte proveniente de la puerta del final del pasillo. Se detuvo ante la puerta y escuchó. Frunció el ceño al escuchar un extraño sonido que no pudo definir. Pero pudo reconocer el sonido del llanto de Taehyung.

Yoongi empujó a Jungkook contra un lado de la puerta, aplastándolo contra la pared. Respiró profundamente para calmarse y luego empujó la puerta para abrirla y entró en la habitación. El espectáculo que vio ante sus ojos era aún más terrible que encontrarse a Jungkook colgando del gancho del techo.

Taehyung colgaba del techo igual que lo había hecho Jungkook, desnudo y llorando. Solo que esa vez, Changbin seguía allí, con un largo látigo de cuero negro en su mano. Los ojos de Yoongi pasaron del látigo a las marcas  de  color rojo  oscuro que estropeaban la pálida piel de Taehyung.

Gruñó y soltó a la bestia dentro de él que peleaba por salir y proteger a  sus  compañeros.  Saltando  hasta  el  otro lado de la habitación, se lanzó contra Changbin. El hombre se quedó sorprendido por su entrada durante  el  tiempo suficiente para que Yoongi llegara a él, pero en el momento en el que los dientes de Yoongi se aferraron a su brazo,  Changbin empezó a luchar contra él. Yoongi sintió varias patadas en las piernas y en el estómago. Ignoró el dolor que le provocó y se quitó a Changbin de encima. No le importaba lo que dijera el Príncipe Zacarius. No le importaba que ese ataque pudiera poner en marcha una guerra  entre  vampiros  y  hombres lobos. Sólo le importaba matar a Changbin, al hombre  que  se había llevado a sus compañeros.

Yoongi tomó la decisión de que Changbin nunca volviera a tener la oportunidad de atacar a sus compañeros, no importaba lo que pasara con él. Podía escuchar gritos, pero estaban silenciados, como si vinieran de muy lejos. No parecían importantes por lo que Yoongi los ignoró y retomó su ataque contra Changbin, golpeándolo con sus garras.

El dolor explotó en el cuerpo de Yoongi. Lo sorprendió lo suficiente como para  que  Changbin  pudiera  alejarse.  Yoongi  se miró el hombro, sorprendido de ver un reguero de sangre chorreando por su brazo de una pequeña herida.

Se giró para mirar a Changbin.

—Te llevaste lo que no te pertenecía. Ahora vas a morir —dijo  Yoongi  manteniendo  un tono de voz casual y pudo ver el miedo agrandar los ojos de Changbin. Por lo que a él  concernía,  Changbin  ya  estaba  muerto. Solo que su cuerpo no había llegado a eso todavía.

—¡Taehyung es mío! —espetó Changbin—. Según nuestras leyes, su hermano me lo entregó a mí.

—¡Taehyung es mi compañero!

—¡Tú eres un perro! —gritó  Changbin—.  No  nos acoplamos con perros.

—Soy un hombre lobo, un soldado de  la  manada  de Wolf Creek —espetó Yoongi—, lo sé todo acerca de lo que es o no es legal con hombres lobos y vampiros. Según tus leyes y las mías, tan pronto como Taehyung se acopló conmigo, me pertenecía y lo sabes.

—¡Él es mío! —gritó Changbin—. Lo reclamé por derecho de legado familiar.

—¡Él estaba acoplado! —le gritó Yoongi en respuesta— ¡Tu reclamo no es válido!

Yoongi dio un paso hacia Changbin, se detuvo cuando Changbin movió la mano y reveló la pistola que sostenía. Podía oler la plata en el arma y supo que Changbin lo había preparado para matarlo desde el principio.  No  le  importaba  morir  para salvar a sus compañeros. Haría cualquier cosa  por  ellos, incluso dar su vida. Jungkook y  Taehyung  todavía  se  tendrían  el uno al otro y estarían a salvo, porque Yoongi tenía toda la intención de llevarse a Changbin con él.

Dio otro paso hacia Changbin, luego otro. Changbin levantó la pistola y disparó justo cuando se lanzaba sobre él. Un dolor agudo estalló en su pecho, floreciendo hacia afuera hasta que Yoongi casi se desmayaba por la intensidad. Pero no podía obviar el odio en los ojos de Changbin, el brillo de locura. Sabía que si no lo mataba, sus compañeros lo sufrirían. Empujó el dolor hasta el fondo de su mente y fue tras Changbin otra vez.

La excitación se enroscó dentro de él cuando giró una mano con las garras extendidas e hirió profundamente el pecho de Changbin. Balanceó la otra mano, pero no le dio ya que Changbin retrocedió de un salto. Yoongi gruñó y levantó la mano con las garras extendidas otra vez. Empezó a bajarla con la intención de alcanzar el cuello de Changbin, cuando él movió la mano en la que tenía la pistola y apuntó al cuerpo colgado de Taehyung. Yoongi se quedó helado, su corazón golpeaba frenéticamente.

—Muévete y está muerto —espetó Changbin.

—Él preferiría estar muerto antes que quedarse aquí contigo —respondió Yoongi, esperando que fuera cierto. Bueno, estaba bastante seguro de que era la verdad. Taehyung parecía odiar a Changbin y a Félix.

—Que así sea.

Yoongi vio los dedos de Changbin apretando el gatillo como si se estuviera moviendo a cámara lenta. Sabía que sólo tendría una oportunidad. O moría él en el proceso o lo hacía Taehyung. Yoongi soltó el aire y se lanzó hacia Changbin, poniendo su cuerpo entre Taehyung y la bala.  Oyó  un grito  y  el sonido  de  un arma de fuego justo antes de sentir un dolor punzante en el pecho. El impulso de su salto lo llevó a Changbin incluso cuando la bala entró en su pecho. Golpeó el cuello de Changbin y tuvo la satisfacción de ver que la sangre brotaba en chorros de su cuerpo.

Changbin dejó caer la pistola y se agarró la  garganta, tenía una mirada salvaje en los ojos, desesperada. Incluso mientras se dejó caer al suelo, Yoongi lo observaba, sabiendo que había hecho lo que se había propuesto hacer. Changbin estaba muerto.

El dolor en su pecho aumentaba. Se sentía mareado y sin aliento. Toda la fuerza de su cuerpo parecía filtrarse lentamente con la sangre que goteaba de sus numerosas heridas. Yoongi tenía fuerza suficiente para girar la cabeza y mirar a sus compañeros. Pudo ver a Devlin y a Jungkook ayudando a Taehyung a bajar al suelo. Jungkook se apuró  en rasgar las ataduras de las muñecas de Taehyung, y entonces los dos fueron a arrodillarse a su lado.

—No te atrevas a morir sobre mí, Min Yoongi — susurró Jungkook—. Te comprometiste a cuidar siempre de mí y no puedes hacerlo si te mueres.

Yoongi sonrió débilmente.

—Te amo tanto, a los dos.

—Entonces quédate con nosotros.

Yoongi frunció el ceño ante las lágrimas que veía deslizarse por el delicado rostro de Taehyung. Extendió la mano y se la enjugó.

—No llores, cariño—dijo Yoongi—, ahora estás a salvo.

—Nunca estaré a salvo sin ti, Yoongi —dijo Taehyung.

—Tienes a Jungkook —argumentó Yoongi—, él cuidará de ti.

—¡No! —gritó Taehyung mientras  se  limpiaba  las lágrimas. Yoongi se sorprendió,  él  no  solía  gritar  muy  a menudo, o nunca—. Se supone que debes ser nuestro centro de gravedad, ¿recuerdas? ¿Cómo se supone que  podamos seguir adelante si nos dejas?

Yoongi podía sentir cómo se iba debilitando por la pérdida de sangre. Sabía que sólo tenía algunos minutos más con sus adorados compañeros. Tomó nota de cada detalle de sus hermosas facciones, esperando poder recordarlos en la otra vida.

—Los quiero a ambos —murmuró y luego, lentamente, cerró los ojos. Podía oír a Taehyung y a Jungkook gritando su nombre, ambos gritaban, pero el sonido parecía cada vez más lejos hasta que Yoongi no pudo oír nada en absoluto.

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CAPITULO 8

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