—¿Taehyung? ¿Jungkook? —gritó Yoongi cuando cruzaba la puerta principal entrando en la casa— ¿Jin? ¿Están aquí?
—La puerta de atrás está destrozada, Yoongi —dijo Namjoon
uniéndose a él en la sala de estar—. También hay largas marcas de neumáticos en
un lateral de la casa, se los llevaron, Yoongi.
—¡No! —gritó Yoongi indignado—. En esta ocasión ellos
morirán, y no me importa si eso empieza una guerra entre hombres lobos y
vampiros, se llevaron lo que es mío.
—Voy a llamar a Devlin —dijo Namjoon, pero Yoongi apenas lo
escuchaba, corrió al piso de arriba y revisó las habitaciones sin poder creerse
que sus compañeros se hubieran ido. Temiendo lo peor volvió abajo y se golpeó
contra Namjoon en la cocina—. Devlin dice que vayamos al territorio del
aquelarre, él está informando a Zac de lo que está ocurriendo.
—Pondremos la sirena —gruñó Yoongi mientras iban hacia la
puerta. El resplandor brillante del cielo llamó su atención cuando llegaba a la
puerta de la camioneta—. Pronto habrá luna llena, Namjoon.
—Lo sé, Yoongi, lo sé. Los traeremos de vuelta a casa.
—Puedes apostar que sí —gruñó Yoongi y de golpe se dio
cuenta de que tenía las garras extendidas y sus caninos descendían—. Lo siento Namjoon,
no estoy enfadado contigo, y siempre voy a lamentar que Jin se haya visto
envuelto en esta mierda.
—No es tu culpa, hombre —contestó Namjoon por encima del
ruido de la sirena mientras iban tan rápido como podían de camino hacia el
aquelarre—. Van a pagar por esto. No me importa una mierda lo que diga Zac. Ellos morirán por ponerles
la mano encima a nuestros compañeros.
—Creo que Zac nos dará las gracias —respondió Yoongi, casi
sonriendo—. Le estaríamos haciendo un favor.
—Sería un placer —dijo Namjoon. Yoongi pudo ver un brillo de
malicia en sus ojos. Sonrió cuando Namjoon sonrió ampliamente mostrando sus ya
extendidos colmillos.
La luna llena estaba cerca, y no era inteligente provocar o
dos enormes hombres lobo. Sus cuerpos ya querían cambiar a su tercera forma
para reclamar a sus compañeros. Enfadarlos de esa forma solo conseguiría que el
cambio se iniciara antes. Changbin y Félix no tenían ni idea de lo que habían
desatado.
Yoongi necesitó de todo su autocontrol para no cambiar
mientras conducían. Podía ver que Namjoon estaba teniendo el mismo problema.
Mirando el indicador de velocidad supo que Namjoon llevaba el coche a más de
160 km/h. Yoongi se había estado concentrando tanto en no cambiar todavía, que
apenas había notado el tiempo que les había llevado llegar hasta el aquelarre.
Cuando se detuvieron ya estaba atardeciendo. Podía ser que tuvieran una media
hora antes de que el cambio los dominara. Yoongi se encontró con Namjoon en la
parte delantera del coche patrulla antes de echar a correr hasta las puertas de
la gran mansión.
—Devlin —dijo Namjoon tan pronto se abrieron las puertas, su
voz ya estaba cambiando—, ¿alguna noticia?
—Hemos preguntado a
muchos miembros del aquelarre —respondió Devlin, su voz también
era más de lobo que de hombre—. Parece que Félix es
conocido por sus perversiones. Tiene una especie de cámara de tortura, todos
dicen que es a donde se ha llevado a sus compañeros.
—¿Dónde está? —gruñó Yoongi al oír su camiseta rasgándose—,
¿a qué distancia, Devlin?
—Oh, nada de atacar al vampiro —dijo el Príncipe Zacarius,
uniéndose a su compañero en los escalones de entrada. Tenía los ojos muy
abiertos con el asombro de tener delante a tres hombres lobos que luchaban
contra el cambio—. Te enseñaré el
camino, no está tan lejos, todas nuestras propiedades están cerca unas de
otras.
—Tenemos que darnos prisa, Príncipe —dijo Yoongi mientras lo
seguía—, estamos cerca del cambio y
no sé cuánto tiempo más podré
aguantar.
El Príncipe Zacarius miró a Yoongi de pies a cabeza y luego
hizo un gesto de asentimiento.
—Sí, puedo verlo. Muy bien, señores, intenten seguirme el
ritmo.
Yoongi parpadeó cuando el Príncipe Zacarius salió corriendo
como un tiro. En un segundo estaba de pie frente a Yoongi y al siguiente estaba
a medio camino de los bosques.
«Maldición, es rápido». Yoongi sonrió, apretó los puños y
giró la cabeza hacia los lados haciendo chasquear el cuello. Podía sentir la
atracción de la luna como insectos que se arrastraban bajo su piel.
Se aferró a su autocontrol, pendiente de un hilo para
resistirse al cambio. La ira llenaba su
cuerpo. Se igualaba a la necesidad de encontrar y reclamar a sus compañeros. Yoongi
se volvió hacia Namjoon y Devlin mientras la necesidad de cazar lo llenaba. Changbin
y Félix acababan de convertirse en la presa de tres hombres lobos. Eran hombres
muertos y ni siquiera lo sabían. Pero se enterarían. Dejando escapar un
estridente aullido, Yoongi echó a correr velozmente tras el Príncipe Zacarius.
El olor de la noche se combinaba con la fragancia de los bosques y la hierba
bajo sus pies y todo llenaba sus sentidos. Era intoxicante, estimulante. Cuanto
más rápido corría, más olores encontraba.
Pudo sentir cómo sus garras se extendían cada vez más. El
pelo empezó a brotar de su piel y le dolió la cabeza cuando empezaron a surgir
sus orejas puntiagudas en la parte superior. Estaba cambiando y no podía parar,
esta vez no. La atracción de la luna era demasiado fuerte como para resistirse.
Se detuvo al llegar a
un claro en
el bosque. Pudo ver las luces a lo lejos, más allá del
claro, y sabía que ese era su destino. Lo que buscaba estaba dentro
de aquella construcción de
ladrillo. Alzó la nariz al aire y olió.
Una vez más la fragancia del
bosque flotó hacia él. Aspiró una y otra
vez, buscando algo. Justo cuando estaba a punto de darse por vencido, captó un
olor tan glorioso que
sus rodillas temblaron.
Yoongi gruñó bajo y respiró hondo. La dulce y seductora
fragancia de sus compañeros lo rodeaba, llenándolo, haciéndole sentir dolor de
la necesidad de tocarlos y reclamarlos. La ira, porque no estaban frente a él,
lo consumía por completo.
Miró a los dos hombres lobo que tenía a su lado. Namjoon
miraba a la casa iluminada con obstinada determinación. Había cambiado a su
tercera forma igual que él y flexionaba sus manos con garras mientras miraba
hacia la casa. Devlin también había cambiado, pero parecía tener ojos sólo para
el Príncipe Zacarius. Por su parte, el Príncipe le devolvía la mirada con una
sensual sonrisa en los labios. Yoongi podía oler el calor del acoplamiento
entre los dos, y eso hizo que el dolor aumentara por la necesidad de sus
compañeros.
—Vamos —dijo Yoongi con voz grave y profunda.
Empezó a caminar lentamente hacia la casa, su ira aumentado
a cada paso. Sus compañeros debían estar con él cuando llegaba el acoplamiento
de luna llena. ¿Cómo se atrevían Changbin y Félix a interferir en eso? Namjoon
se adelantó hasta quedar al lado de Yoongi a medida que ambos se arrastraban
hacia la casa. Podía oír al Príncipe Zacarius y a Devlin hablando detrás de él,
pero no podría importarle menos el tema sobre el que estuvieran discutiendo.
Llegar hasta sus compañeros y matar a los hombres que se los habían llevado era
su primera prioridad. Yoongi se detuvo cerca de la casa e inclinó la cabeza
hacia un lado, escuchando. Podía oír los grillos a lo lejos, el sonido de una
tubería que goteaba, pero nada más. Era como si el lugar estuviera desierto. No
se oía ni un solo sonido desde el interior del edificio.
—Ve con cuidado, Yoongi —dijo el Príncipe Zacarius—. Changbin
y Félix podrán olerte y saber que estás aquí. Los vampiros tenemos un sentido
del olfato muy potente.
—Yo también —gruñó Yoongi. Se deslizó por el lateral de la
casa hasta que llegó a una puerta. Giró el picaporte, no se sorprendió al
encontrarse la puerta cerrada. Lo sujetó con más fuerza y lo giró hasta que
escuchó el estallido del cerrojo y la puerta se abrió.
Volvió a inclinar la cabeza para escuchar y luego entró al
no escuchar nada. Se encontraba de pie en una cocina muy bien equipada. Su
único interés en aquel lugar era la puerta que Zacarius le estaba señalando.
—¿Será esa la puerta del sótano? —preguntó
el Príncipe.
Yoongi cruzó la habitación hasta la puerta de gruesa madera.
Una vez más se encontró otra puerta cerrada. Otra vuelta rápida del picaporte y
rompió la cerradura, abrió la puerta. Apenas pudo detener el jadeo asombrado
mientras se apartaba de la puerta.
Había tantos aromas ascendiendo por el aire del hueco de la
escalera que le era muy difícil separarlos. Yoongi podía oler el miedo, la
angustia, el dolor, y todo se veía ensombrecido por el hedor de la sangre y el
sudor. Arrugó la nariz con disgusto. Podía sentir cómo sus garras se clavaban
en la madera del marco de la puerta. Si la sangre que olía era de alguno de sus
compañeros, desgarraría a Changbin y a Félix miembro a miembro.
Yoongi olfateó el aire una vez más y luego, lentamente, bajó
la empinada escalera. Olía el aire a cada
paso. No estaba dispuesto a dejar
que ni Changbin ni Félix lo atacasen furtivamente, el plan era que sucediera lo
contrario.
La parte inferior de la escalera se habría en una
pequeña área desde la que partían tres pasillos diferentes de piedra gris. Yoongi
caminó hacia la entrada de cada pasillo y olfateó el aire hasta que captó el
olor más fuerte de sus compañeros.
Señaló el pasillo por el que tenía la intención de
descender, recibiendo un asentimiento de cabeza
de Namjoon, Devlin y el Príncipe.
Avanzó cuidadosamente por el pasillo la primera puerta estaba desbloqueada, lo
que le sorprendió. Escuchó durante
un momento, luego
abrió la Puerta de madera hacia lo
que parecía una sala de almacenamiento,
con estantes que
cubrían las paredes
y cajas apiladas en cada pedacito de
espacio libre. Olfateó
el aire y luego cerró la puerta cuando no detectó ningún olor de sus
compañeros en el interior. La siguiente puerta estaba a varios metros siguiendo
el pasillo y estaba cerrada con llave por fuera esta vez. Yoongi inhaló. El
olor de Jungkook era
muy fuerte. Apretó la oreja contra la puerta de madera gruesa y escuchó.
Su corazón latió dolorosamente en su pecho cuando oyó los gemidos a través de
la madera. Al instante supo que era Jungkook quien gemía suavemente. No había
ninguna duda de que era el tono
de voz de Jungkook, incluso cuando lloraba.
Yoongi apretó los dientes para no gruñir mientras abría la
puerta. Su compañero estaba dentro de esa habitación. Nada ni nadie podría
mantenerlo fuera. Se esforzó por no dejar salir su rabia y patear la puerta que
era lo que realmente quería hacer. La escena que se encontró ante sus ojos,
mientras entraba y se asomó al interior se llevó todo el aire de sus pulmones.
Se quedó congelado en el sitio y aturdido al ver a su compañero oscilando
desnudo de un gran gancho del techo. Tenía las manos atadas juntas y enrolladas
en el gancho.
—¿Jungkook?
Jungkook empezó a balancearse, sus gritos eran cada vez más
fuertes mientras luchaba contra las ataduras alrededor de sus muñecas. Yoongi
se acercó y envolvió con las manos su cintura. Giró a Jungkook hasta que sus
ojos se encontraron.
—Yoongi —exclamó Jungkook—. ¡Oh, Dios mío! Yoongi. Chacha… Changbin
y F Fe…Félix, tienen a Taehyung.
—Lo sé, cariño —dijo Yoongi—. Namjoon, Devlin y Zacarius
están aquí conmigo. Vamos a salir de aquí.
Yoongi echó un rápido vistazo al gancho que sostenía a su
compañero, intentando averiguar la forma más rápida y menos dolorosa de liberar
a Jungkook. Finalmente sujetó el enganche de las restricciones de muñecas en
los brazos de Jungkook y tiró hasta que se rompió. Jungkook cayó
sobre sus brazos con un pequeño
gruñido. Yoongi lo abrazó por un momento, inhalando su fuerte aroma y luego
lo dejó sobre sus propios pies.
—Busca tu ropa, cariño, y vístete. Tenemos que ir a buscar a
Taehyung y a Jin.
Jungkook resopló y negó con la cabeza.
—Félix cortó la ropa para quitármela. No tengo nada que
ponerme.
Las palabras de Jungkook sólo aumentaron su ira. Nadie debía
ver a ninguno de sus compañeros desnudos, nunca. Se sacó la camisa por la
cabeza y se la entregó a Jungkook. Tenía algunos agujeros y desgarros, pero
podría cubrirlo en su mayor parte.
Tan pronto Jungkook estuvo lo suficientemente cubierto, Yoongi
le agarró la mano y tiró de él hacia la puerta. Se asomó para asegurarse de que
no venía nadie y luego siguió avanzando por el pasillo en busca de su otro
compañero. Captó el olor de Taehyung más fuerte proveniente de la puerta del
final del pasillo. Se detuvo ante la puerta y escuchó. Frunció el ceño al
escuchar un extraño sonido que no pudo definir. Pero pudo reconocer el sonido
del llanto de Taehyung.
Yoongi empujó a Jungkook contra un lado de la puerta,
aplastándolo contra la pared. Respiró profundamente para calmarse y luego
empujó la puerta para abrirla y entró en la habitación. El espectáculo que vio
ante sus ojos era aún más terrible que encontrarse a Jungkook colgando del
gancho del techo.
Taehyung colgaba del techo igual que lo había hecho Jungkook,
desnudo y llorando. Solo que esa vez, Changbin seguía allí, con un largo látigo
de cuero negro en su mano. Los ojos de Yoongi pasaron del látigo a las
marcas de color rojo
oscuro que estropeaban la pálida piel de Taehyung.
Gruñó y soltó a la bestia dentro de él que peleaba por salir
y proteger a sus compañeros.
Saltando hasta el
otro lado de la habitación, se lanzó contra Changbin. El hombre se quedó
sorprendido por su entrada durante
el tiempo suficiente para que Yoongi
llegara a él, pero en el momento en el que los dientes de Yoongi se aferraron a
su brazo, Changbin empezó a luchar
contra él. Yoongi sintió varias patadas en las piernas y en el estómago. Ignoró
el dolor que le provocó y se quitó a Changbin de encima. No le importaba lo que
dijera el Príncipe Zacarius. No le importaba que ese ataque pudiera poner en
marcha una guerra entre vampiros
y hombres lobos. Sólo le
importaba matar a Changbin, al hombre
que se había llevado a sus
compañeros.
Yoongi tomó la decisión de que Changbin nunca volviera a
tener la oportunidad de atacar a sus compañeros, no importaba lo que pasara con
él. Podía escuchar gritos, pero estaban silenciados, como si vinieran de muy
lejos. No parecían importantes por lo que Yoongi los ignoró y retomó su ataque
contra Changbin, golpeándolo con sus garras.
El dolor explotó en el cuerpo de Yoongi. Lo sorprendió lo
suficiente como para que Changbin
pudiera alejarse. Yoongi
se miró el hombro, sorprendido de ver un reguero de sangre chorreando
por su brazo de una pequeña herida.
Se giró para mirar a Changbin.
—Te llevaste lo que no te pertenecía. Ahora vas a morir
—dijo Yoongi manteniendo
un tono de voz casual y pudo ver el miedo agrandar los ojos de Changbin.
Por lo que a él concernía, Changbin
ya estaba muerto. Solo que su cuerpo no había llegado a
eso todavía.
—¡Taehyung es mío! —espetó Changbin—. Según nuestras leyes,
su hermano me lo entregó a mí.
—¡Taehyung es mi compañero!
—¡Tú eres un perro! —gritó
Changbin—. No nos acoplamos con perros.
—Soy un hombre lobo, un soldado de la
manada de Wolf Creek —espetó Yoongi—,
lo sé todo acerca de lo que es o no es legal con hombres lobos y vampiros.
Según tus leyes y las mías, tan pronto como Taehyung se acopló conmigo, me
pertenecía y lo sabes.
—¡Él es mío! —gritó Changbin—. Lo reclamé por derecho de
legado familiar.
—¡Él estaba acoplado! —le gritó Yoongi en respuesta— ¡Tu
reclamo no es válido!
Yoongi dio un paso hacia Changbin, se detuvo cuando Changbin
movió la mano y reveló la pistola que sostenía. Podía oler la plata en el arma
y supo que Changbin lo había preparado para matarlo desde el principio. No
le importaba morir
para salvar a sus compañeros. Haría cualquier cosa por
ellos, incluso dar su vida. Jungkook y
Taehyung todavía se
tendrían el uno al otro y
estarían a salvo, porque Yoongi tenía toda la intención de llevarse a Changbin
con él.
Dio otro paso hacia Changbin, luego otro. Changbin levantó
la pistola y disparó justo cuando se lanzaba sobre él. Un dolor agudo estalló
en su pecho, floreciendo hacia afuera hasta que Yoongi casi se desmayaba por la
intensidad. Pero no podía obviar el odio en los ojos de Changbin, el brillo de
locura. Sabía que si no lo mataba, sus compañeros lo sufrirían. Empujó el dolor
hasta el fondo de su mente y fue tras Changbin otra vez.
La excitación se enroscó dentro de él cuando giró una mano
con las garras extendidas e hirió profundamente el pecho de Changbin. Balanceó
la otra mano, pero no le dio ya que Changbin retrocedió de un salto. Yoongi
gruñó y levantó la mano con las garras extendidas otra vez. Empezó a bajarla
con la intención de alcanzar el cuello de Changbin, cuando él movió la mano en
la que tenía la pistola y apuntó al cuerpo colgado de Taehyung. Yoongi se quedó
helado, su corazón golpeaba frenéticamente.
—Muévete y está muerto —espetó Changbin.
—Él preferiría estar muerto antes que quedarse aquí contigo
—respondió Yoongi, esperando que fuera cierto. Bueno, estaba bastante seguro de
que era la verdad. Taehyung parecía odiar a Changbin y a Félix.
—Que así sea.
Yoongi vio los dedos de Changbin apretando el gatillo como
si se estuviera moviendo a cámara lenta. Sabía que sólo tendría una
oportunidad. O moría él en el proceso o lo hacía Taehyung. Yoongi soltó el aire
y se lanzó hacia Changbin, poniendo su cuerpo entre Taehyung y la bala. Oyó un
grito y
el sonido de un arma de fuego justo antes de sentir un
dolor punzante en el pecho. El impulso de su salto lo llevó a Changbin incluso
cuando la bala entró en su pecho. Golpeó el cuello de Changbin y tuvo la
satisfacción de ver que la sangre brotaba en chorros de su cuerpo.
Changbin dejó caer la pistola y se agarró la garganta, tenía una mirada salvaje en los
ojos, desesperada. Incluso mientras se dejó caer al suelo, Yoongi lo observaba,
sabiendo que había hecho lo que se había propuesto hacer. Changbin estaba
muerto.
El dolor en su pecho aumentaba. Se sentía mareado y sin
aliento. Toda la fuerza de su cuerpo parecía filtrarse lentamente con la sangre
que goteaba de sus numerosas heridas. Yoongi tenía fuerza suficiente para girar
la cabeza y mirar a sus compañeros. Pudo ver a Devlin y a Jungkook ayudando a Taehyung
a bajar al suelo. Jungkook se apuró en
rasgar las ataduras de las muñecas de Taehyung, y entonces los dos fueron a
arrodillarse a su lado.
—No te atrevas a morir sobre mí, Min Yoongi — susurró Jungkook—.
Te comprometiste a cuidar siempre de mí y no puedes hacerlo si te mueres.
Yoongi sonrió débilmente.
—Te amo tanto, a los dos.
—Entonces quédate con nosotros.
Yoongi frunció el ceño ante las lágrimas que veía deslizarse
por el delicado rostro de Taehyung. Extendió la mano y se la enjugó.
—No llores, cariño—dijo Yoongi—, ahora estás a salvo.
—Nunca estaré a salvo sin ti, Yoongi —dijo Taehyung.
—Tienes a Jungkook —argumentó Yoongi—, él cuidará de ti.
—¡No! —gritó Taehyung mientras se
limpiaba las lágrimas. Yoongi se
sorprendió, él no
solía gritar muy a
menudo, o nunca—. Se supone que debes ser nuestro centro de gravedad,
¿recuerdas? ¿Cómo se supone que podamos
seguir adelante si nos dejas?
Yoongi podía sentir cómo se iba debilitando por la pérdida
de sangre. Sabía que sólo tenía algunos minutos más con sus adorados
compañeros. Tomó nota de cada detalle de sus hermosas facciones, esperando
poder recordarlos en la otra vida.
—Los quiero a ambos —murmuró y luego, lentamente, cerró los
ojos. Podía oír a Taehyung y a Jungkook gritando su nombre, ambos gritaban,
pero el sonido parecía cada vez más lejos hasta que Yoongi no pudo oír nada en
absoluto.
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