—¿Esta aquí?
—Lo
está, señor. Lo he puesto en la habitación contigua.
—Quiero
verlo.
—Taehyung,
no sé si eso es una buena idea —dijo Jimin—. Él ahora mismo está durmiendo y…
—¡Quiero
verlo! —Taehyung gruñó silenciosamente.
—Como desees. —Jimin inclinó la cabeza y salió de la habitación.
Taehyung cerró los ojos. Esa poca bravata había chupado la
energía directamente fuera de él. Sus párpados se sentían como si estuvieran
unidos a pesos de plomo. No podía recordar estar alguna vez así de cansado, ni
siquiera cuando luchó en la Revolución Francesa, y esa había sido una batalla
sangrienta que se prolongó durante mucho tiempo.
Taehyung abrió los ojos y giró la cabeza cuando escuchó la
puerta abrirse. Vio entrar a Jimin, con un hombre acunado cuidadosamente en sus
brazos. La curiosidad de Taehyung despertó cuando obtuvo un buen vistazo del
extraordinario pelo rubio como los rayos del sol que sobresalía de la manta
envuelta alrededor del joven.
—¿Está bien? —preguntó Taehyung cuando
Jimin puso al hombre inconsciente a su lado.
—Sí,
sólo está durmiendo. —Jimin hizo una mueca y cruzó las manos frente a él
mientras se ponía de pie junto al lado de la cama—. Me temo que tuve que darle
un sedante.
Los ojos de Taehyung se dispararon hacia arriba y se
encontraron con los de Jimin un momento y luego volvieron a bajar al hombre que
yacía a su lado. Una preocupación antinatural por el humano lo embargó.
—¿Por qué?
—No creo
que él fuera plenamente informado por parte de su familia de las condiciones
del contrato, señor.
—¿Qué?
—espetó Taehyung—. Él firmó el contrato, ¿no es verdad?
—Lo
hizo, pero creo que creía que estaba firmando un contrato entre él y su padre,
no contigo. Cuando le informé del contrato entre ustedes dos, él se resistió.
Ahí fue cuando tuve que sedarlo.
—¿Él no
quiere ser un donante? —Cuando Jimin permaneció en silencio, Taehyung se volvió
para mirarlo—. Di lo que está en tu mente, Jimin.
—No
estoy seguro de qué exactamente le dijo Min al muchacho, Taehyung, pero no creo
que sea plenamente consciente de la situación.
—¿Qué
fue exactamente lo que cree que estaba firmando?
—Como he
dicho, un contrato entre él y su padre.
—¿Para
qué propósito?
—Una vez
más, no estoy seguro.
—Bueno, ¿qué sabes entonces? —Taehyung
espetó silentemente. Odiaba la comunicación silenciosa que tenía que usar
debido a su frágil salud. Le gustaría mucho más estar pisando fuerte con su pie
y gritando a los cielos en vez de tener que usar la telepatía. Era demasiado
agotador para él y no tenía el mismo efecto.
—Es
perfectamente compatible, Taehyung.
Taehyung suspiró y apoyó la cabeza sobre la almohada al lado
de la de Yoongi.
—Déjame verlo.
Jimin se agachó y tiró de los bordes de la manta hacia atrás
para revelar la perfecta cara en forma de corazón del hombre dormido. Taehyung
inhaló fuertemente ante la belleza que yacía frente a él. No había esperado que
su donante de sangre luciera tan guapo.
—Él es
una belleza.
—Nadie
debe tocarlo —gruñó Taehyung, entrecerrando los ojos. Tuvo el súbito deseo de
atacar a Jimin. Simplemente no tenía la energía—. Voy a desgarrarle la garganta
al primer hombre que toque un pelo de su cabeza.
Jimin arqueó una ceja a Taehyung, un gesto que muy pocos
hombres lograban hacer frente a él. Eran sólo los años de servicio de Jimin y
la amistad que tenían los dos hombres lo que le permitía salirse con la suya
ileso.
—¿No
crees que es mejor que repongas tus fuerzas antes de empezar a hacer amenazas?
—Jimin preguntó, arqueándole una ceja oscura a Taehyung—. Dudo que puedas
desgarrar la garganta de una mosca en estos momentos.
—Tenemos
que iniciar el proceso de inmediato — respondió Taehyung mientras seguía
mirando a Yoongi, haciendo caso omiso de la observación de Jimin sobre su decreciente
salud—. Necesitaré mi fuerza para mantener a los observadores lejos de él.
—La
necesitarás. —Jimin asintió con la cabeza, una ligera mueca cruzó su rostro—.
Una vez que se enteren de que Yoongi es compatible, no dudarán en alejarlo de
ti.
—Quiero
que dupliques los centinelas —gruñó Taehyung. Tenía una necesidad desconocida
de mantener a salvo a Yoongi, algo a lo que no estaba acostumbrado—. Te estoy
nombrando su Sàssari hasta que sea capaz de protegerlo por mi cuenta.
Jimin visiblemente tragó saliva.
—¿Sàssari?
Taehyung comenzó a reírse ante la sorpresa de Jimin, pero
rápidamente se convirtió en una tos, sacudiendo su cuerpo con la fuerza de
ella. Para cuando Taehyung había terminado de toser, Jimin estaba de pie junto
a él, con un vaso de agua en una mano y un pañuelo en la otra.
—Te
estás poniendo peor, Taehyung —dijo Jimin mientras limpiaba la sangre de la
comisura de la boca de Taehyung—. Debemos comenzar con la sangría tan pronto
como sea posible, o puede ser demasiado tarde.
Taehyung asintió. Sabía que Jimin tenía razón. Se estaba
poniendo más débil en cada momento. Él ya no podía caminar ni sentarse por sí
mismo. Pronto, no sería capaz de levantar las manos o girar la cabeza. Taehyung
estaba más preocupado acerca de ser capaz de usar sus colmillos. Si no tenía la
fuerza para beber sangre, moriría.
—¿Qué
tan pronto podemos empezar? —le preguntó a Jimin—. Estoy cada vez más cansado.
—Puedo
sacar un poco de sangre por el momento o darte su muñeca, es tu elección.
—No estoy tan débil que no pueda beber
de la fuente — gruñó Taehyung, curvando hacia atrás la esquina de su labio
superior, mostrando las puntas de sus colmillos—. Dame su muñeca.
—¿Estás
seguro, Taehyung? —preguntó Jimin—. Él está bastante reticente.
—Firmó
un contrato legalmente vinculante, ¿no es así?
—Sí,
pero…
—Entonces
él está obligado por el contrato que firmó.
—Taehyung…
—¡Ahora!
Jimin suspiró profundamente.
—Como desees, señor.
Taehyung trató de no parecer demasiado ansioso cuando Jimin
llevó la muñeca de Yoongi a su boca, pero habría sido un tonto al pretender que
no lo estaba. Y Kim Taehyung Xavier Lucian Ruelle nunca había sido acusado de
ser un tonto.
Taehyung se sorprendió de lo deliciosa que sabía la piel de Yoongi
mientras acariciaba con su lengua todo el largo de la muñeca del hombre. La
mayoría de los humanos tenían un sabor ligeramente amargo en su piel. Taehyung
lo asociaba con beber vinagre. Yoongi sabía a menta fresca en verano.
Ambrosia diferente a todo lo que había probado alguna vez
cruzó a través de la lengua de Taehyung cuando hundió sus colmillos en la carne
suave de la muñeca de Yoongi. La sangre de Yoongi era caliente y suculenta,
dulce como el chocolate negro. Taehyung podía sentir que empezaba a infundir en
sus células con cada trago. Sabía que cuanto más tomara, más saludable se
volvería hasta que una vez más tuviera su antigua fuerza.
Pero también sabía que si tomaba demasiado, su fuente de
sangre moriría por dar demasiada sangre. Taehyung de mala gana retiró sus
colmillos y lamió la herida de la mordedura. Su saliva curaría cualquier herida
punzante que él dejara, dejando la piel de Yoongi rosa sonrosada en una hora.
—Asegúrate
de que obtenga un montón de comida y bebida —susurró Taehyung en voz alta, su
voz sonaba temblorosa y ronca después de tanto tiempo sin uso—. Él necesitará
la proteína para reponer su sistema. Dale algún tipo de suplementos vitamínicos
también.
—Sí, Taehyung.
—Jimin caminó al otro lado de la cama y levantó a Yoongi en sus brazos—. Voy a
dejarlo dormir hasta que el efecto del sedante pase y luego veré que él coma.
Taehyung asintió y luego apoyó la cabeza contra las
almohadas.
—Asegúrate que consiga cualquier cosa que necesite, Jimin.
Él debe ser tratado como el tesoro que es.
Se sentía extrañamente despojado cuando Jimin llevó a Yoongi
fuera de la habitación. Quería saborear más de la sangre de Yoongi, en parte
porque sabía tan condenadamente bien, pero también en parte porque ya podía
sentir algo de su fuerza regresando. Después de estar enfermo durante tanto
tiempo, la intensidad de la energía corriendo a través de su sistema ante la
infusión de sangre nueva, era abrumadora.
Envejecer apestaba.
Yoongi pasó la lengua
por los labios y trató de tragar. Su boca se sentía como si estuviera llena de
bolitas de algodón o arena del desierto. Trató de tragar, pero incluso eso le
hizo sentir como si no hubiera bebido nada en días. Se estaba muriendo de sed.
Se echó hacia atrás y gritó cuando sintió que alguien
envolvía un brazo alrededor de sus hombros y lo levantaba a una posición medio
sentado. Almohadas fueron colocadas detrás de su espalda para ayudarlo a
incorporarse, por lo cual Yoongi estaba agradecido. Se sentía agotado.
—Ssshhh,
estás a salvo, Yoon.
—Y..Y.…Yoongi
—susurró mientras trataba de abrir los ojos—. M… mi nombre es Yoongi.
Los ojos de Yoongi finalmente revolotearon abriéndose justo
a tiempo cuando un vaso de jugo de naranja fue sostenido contra sus labios.
Cogió el vaso y lo inclinó hacia arriba, gimiendo cuando el sabor ácido y dulce
se deslizó por su garganta. Yoongi decidió que estaba enamorado del jugo de
naranja. Era la mejor jodida cosa que había probado nunca.
—Wow.
—Una voz junto a él se echó a reír—. Más despacio. Hay un montón de jugo. Si lo
bebes demasiado rápido, te vas a enfermar.
Justo cuando bebió lo último del zumo de naranja, Yoongi
miró al hombre a su lado. Empezó a ahogarse cuando inhaló demasiado rápido, el
miedo se clavó a través de él cuando reconoció al hombre que le había inyectado
con algún tipo de líquido azul.
Yoongi empujó el vaso alejándolo y empezó a retroceder a
toda prisa, tratando de poner espacio entre él y el señor Jimin. Rápidamente
miró alrededor de la habitación para encontrar una salida, sólo para darse
cuenta de que no tenía idea de dónde estaba.
Si podía pensar en alguna palabra para describir la
habitación en la que estaba sería opulento. Los pisos eran de madera pero
cubiertos con alfombras persas. Una gran chimenea de mármol se hallaba en una
pared, con una pequeña sala de estar situada directamente frente a ella.
La quijada de Yoongi cayó.
—¿Esos son muebles Chippendale reales?
—Sí.
La risita del señor Jimin le recordó a Yoongi que el hombre
estaba en la habitación con él. Yoongi se volvió a mirarlo. Empezó a observarlo
hasta que consiguió una buena mirada del tapiz en la pared detrás del señor Jimin.
— Maldita sea, eso parece un tapiz de la Edad Media —dijo
mientras señalaba el intrincado tapiz—. He visto esos en mis libros de
historia.
—Lo es.
—El Sr. Jimin miró el tapiz por encima de su hombro—. Una representación de
Carlomagno del siglo IX, creo. Mi empleador lo compró hace muchos años.
Mi empleador. Esas palabras le recordaron a Yoongi el
contrato que había firmado y el sedante que había sido forzado en él. Los ojos
de Yoongi se estrecharon mientras se volvía para mirar al señor Jimin.
—¡Llévame a casa!
El señor Jimin suspiró mientras servía otro vaso de jugo de
naranja.
—Me temo que eso es imposible, Yoon.
—¡Yoongi!
—gruñó. Odiaba ser llamado Yoon. Sólo sus padres lo llamaban Yoon. Su hermano Jungkook
nunca lo llamaba Yoon. Nadie lo hacía.
—Yoongi,
entonces. —El señor Jimin sonrió—. Y tú tienes que llamarme Jimin.
—Quiero
ir a casa, Jimin.
—Una vez
más, eso no es posible.
Los ojos de Yoongi se estrecharon.
—¿Por qué no puedo irme?
—Has
firmado un contrato, Yoongi —comenzó el hombre—. Es un contrato legalmente
vinculante que será ratificado por cualquier tribunal en la tierra.
—Me
importa una mierda. Lo firmé con falsos pretextos. Ningún juez lo hará cumplir.
—Me temo
que estás equivocado. Mi empleador es un hombre muy poderoso. Tiene todo un
equipo de abogados que garantizan que el contrato se ha realizado de acuerdo a
la ley.
Yoongi se movió al otro lado de la muy grande cama en la que
estaba sentado cuando Jimin se volvió hacia él y le tendió el vaso de jugo de
naranja. No iba a dejar que el hombre se le acercara de nuevo, sin importar lo
mucho que quería otro vaso de jugo.
—Esto es
un secuestro. Todos ustedes van a ir la cárcel por esto. —Jimin suspiró
profundamente otra vez. Yoongi estaba empezando a odiar ese sonido—. Quiero ir
a casa.
—Yoongi,
cálmate.
Las cejas de Yoongi se alzaron.
—¿Calmarme? ¿Calmarme? ¿Estás jodidamente loco? —Yoongi
señaló con un dedo acusador al hombre—. Me has secuestrado y me sedaste y luego
me dices que me calme. No quiero calmarme,
maldita sea. Quiero ir a casa. Métete esa mierda de que me
calme por el culo, Jimin.
—Por
ahora, estás en casa.
—El
infierno que lo estoy. —Yoongi se puso de pie y corrió hacia la primera puerta
que pudo alcanzar. Podía oír a Jimin corriendo tras él, y su corazón comenzó a
golpear más rápido. Tiró de la puerta abriéndola y corrió a través de ella,
derrapando hasta detenerse cuando vio a alguien durmiendo en la gran cama que
dominaba la sala.
Se quedó mirando, su curiosidad creció, cuando el hombre
abrió los ojos y le devolvió la mirada con los ojos azules más atractivos que Yoongi
había visto en su vida no azules intenso, sino más bien ojos celestes pálidos
que brillaban en la luz. Eran casi sobrenaturales en su intensidad.
—Min Yoongi —Jimin dijo mientras se acercó a pararse
junto a Yoongi—, me gustaría que conocieras a mi empleador, Kim Taehyung Xavier
Lucian Ruelle.
—Hola
—dijo Yoongi automáticamente. Frunció el ceño cuando el hombre simplemente
asintió hacia él. Sin apartar los ojos del hombre, Yoongi volvió ligeramente la
cabeza hacia Jimin—. ¿Está bien?
—Taehyung
está muy enfermo, Yoongi —respondió Jimin mientras cruzaba las manos frente a
él—. Es por eso que se te necesita aquí.
—¿Enfermo?
—Ahora que Jimin había dicho algo, Yoongi pudo ver los ojos hundidos en el
pálido el rostro del hombre. Sus ojos lucían un poco brillantes y no tan claros
como deberían haber sido. Y había una fragilidad en el hombre que le daba un
aire de enfermedad—. ¿Él es el que necesita mi sangre?
—Lo es.
¿Recuerdas cuando analicé la sangre?
Yoongi asintió.
—Eres
perfectamente compatible con Taehyung. Sin ti, él morirá.
—¿No
puedes encontrar a alguien más con buena sangre?
—Podríamos
buscar, pero no estoy seguro de que hubiese suficiente tiempo para encontrar a
alguien que fuera compatible con Taehyung. Su estado es muy grave.
Yoongi se estremeció cuando los ojos azules del hombre
simplemente siguieron mirándolo fijamente. No dijo una palabra, sólo miraba.
—¿Por qué no está hablando? — susurró Yoongi.
—No
puede.
La cabeza de Yoongi se levantó hacia Jimin.
—¿Él no puede hablar?
—Está
muy débil.
—¿Qué
está exactamente mal con él?
—Es muy complicado.
Yoongi le frunció el ceño a Jimin. Apoyó las manos en las
caderas y miró al exasperante hombre. Si él estaba renunciando a su sangre, por
lo menos merecía saber lo que estaba mal con el hombre.
—Simplifícalo.
Jimin frunció el ceño al hombre que yacía en la cama por un
momento y luego volvió a mirar a Yoongi.
—Taehyung tiene un raro trastorno genético que está
envenenando su sangre. Sin una transfusión de sangre pura, va a morir. Cada día
se vuelve más débil.
Yoongi hizo una mueca y miró nuevamente a Taehyung. El
hombre se veía muy enfermo. Yoongi no podía evitar sentirse mal por el tipo,
pero aun así...
—¿De cuánta sangre estamos hablando aquí? —Sentía lástima
por el tipo, pero estaba lejos de ser estúpido.
—Pequeñas
infusiones solamente, Yoongi. Tomaríamos lo suficiente como para no hacerte
daño.
Yoongi arqueó la ceja y se volvió para mirar a Jimin.
— Eso no responde a mi pregunta.
Las cejas de Yoongi continuaban juntas en un ceño cuando Taehyung
empezó a reírse, pero la diversión del hombre rápidamente se convirtió en una
profunda tos, moviendo todo su cuerpo. Cuando Jimin corrió a su lado de la cama
para ayudar a Taehyung a sostener una posición sentada, Yoongi lo siguió
lentamente. Había algo en el hombre en la cama que atraía a Yoongi.
—Cielos,
realmente está enfermo, ¿no es cierto? — preguntó Yoongi mientras Jimin
limpiaba un pequeño rastro de sangre desde la comisura de la boca de Taehyung.
—Lo
está, Yoongi —dijo Jimin—. No estaba mintiendo sobre eso. Sin la infusión de
sangre pura, Taehyung va a morir.
Yoongi se sentía como una mierda. No quería estar aquí, y no
quería a renunciar a su sangre. Por otro lado, el hombre dependía de él con su
propia vida. ¿Podría, sinceramente, a conciencia, decir que no?
—Mira —dijo Yoongi mientras se metía
las manos en los bolsillos de sus jeans y se balanceaba en los talones de sus
pies—, supongo que no me lastimará compartir un poco de mi sangre. No quiero
que nadie muera por mi causa. Pero deben empezar a buscar un reemplazo. No
puedo seguir donando sangre. Tengo responsabilidades en casa.
De repente Yoongi se dio cuenta de lo que había dicho. Echó
un vistazo a su reloj y luego gimió, golpeándose en la cabeza mientras maldecía
en silencio.
—¿Tienes un teléfono que pueda usar? Tengo que llamar a mi
jefe y decirle que voy a llegar tarde.
—Dile a
tu jefe que renuncias.
La boca de Yoongi cayó abierta.
—No puedo renunciar. Necesito ese trabajo.
Jimin se quedó en silencio por un momento y luego
súbitamente asintió con la cabeza antes de mirar por encima del hombro a Yoongi.
—Vas a ser bien compensado por tu tiempo.
—Yo no
quiero tu dinero —espetó Yoongi. Arrojó sus manos en el aire mientras caminaba
por la habitación, la ira ardía a través de él a una velocidad alarmante—. ¿Qué
pasa con tu gente y tu dinero? No puedes comprar cada maldita cosa que quieras.
—Serías
uno de los pocos que piensa eso. —Yoongi rodó los ojos mientras sus labios
tiraban hacia atrás en un giro irónico.
—El dinero no es el principio y el fin de todo el mundo.
Jimin se rio entre dientes mientras le guiñaba un ojo a Yoongi.
—Tal vez no, pero seguro que hace la vida un poco más fácil.
Yoongi cruzó los
brazos protectoramente en torno a sí mismo, sintiéndose de repente muy
vulnerable. Le dio una patada a la alfombra debajo de él con los dedos de su
pie descalzo.
—Sí, bueno, no sé nada de eso. Yo no tengo nada de dinero.
Su cabeza se levantó cuando oyó un resoplido desde el otro
lado de la habitación. Los ojos de Yoongi lentamente se estrecharon cuando vio
la sonrisa en la cara de Jimin.
— ¿Tienes algo que decir?
—No
puedes decirme que no tienes dinero —dijo Jimin—. Hemos hecho negocios con tu
padre durante varios años. Incluso hemos estado en la propiedad de tu familia.
Tu padre tiene más dinero del que pudiera saber qué hacer con él.
—Mi
padre lo tiene, sí —replicó Yoongi y luego empujó su pulgar en el pecho—. Yo,
sin embargo, apenas tengo un centavo a mi nombre. Tengo dos trabajos sólo para
mantener un techo sobre mi cabeza. Eso ni siquiera cubre el costo de mi
matrícula y los libros. Ser pobre apesta.
Jimin parecía totalmente confundido.
—Pero él es tu padre.
Yoongi arqueó una ceja.
—¿Y?
—¿Por
qué no está pagando tu matrícula? Tiene suficiente dinero.
—Porque
me odia a muerte —dijo Yoongi con todo el desprecio que sentía por su padre
envenenando su voz—. Y créeme, el sentimiento es completamente mutuo. ¿Por qué
crees que firmé ese maldito contrato?
Jimin frunció el ceño, inclinando la cabeza hacia un lado
por un momento, mirando como si estuviera considerando lo que Yoongi acababa de
preguntar.
—¿Por qué firmaste el contrato?
—Mi
padre se comprometió a nunca ponerse en contacto conmigo de nuevo si le daba
una muestra de mi sangre. Si mi sangre era compatible, se la iba a donar a Jung…
—Los ojos de Yoongi se ensancharon—. ¡Oh, Dios mío, Jungkook!
—¿Quién?
—Mi
hermano, Jungkook. —Yoongi llevó sus manos alrededor de su pecho y comenzó
golpearlas juntas cuando la preocupación por su hermano gemelo se apoderó de
él—. Mi padre dijo que Jungkook estaba enfermo, que estaba en coma. Dijo que Jungkook
necesitaba mi sangre.
—Nunca
he conocido a Jungkook.
Yoongi parpadeó mientras sus manos cayeron a sus costados,
la preocupación por su hermano momentáneamente olvidada por su confusión.
—¿Nunca has conocido
a Jungkook?
—No. —Jimin
negó con la cabeza, luciendo aún más perplejo que antes—. Nunca he oído hablar
de él.
Yoongi se rascó la cabeza mientras trataba de averiguar qué
era lo primero.
—Pero has dicho que han estado haciendo negocios con mi
padre durante años y que han estado en Westhaven Estate.
—Lo
hemos hecho.
—Entonces,
¿cómo no se han encontrado con Jungkook? —preguntó
Yoongi—. Él vive allí. Está involucrado en todos los negocios de mi padre. Está
siendo entrenado para hacerse cargo cuando mi padre se retire.
Jimin nuevamente inclinó la cabeza, sólo que esta vez, la
inclinó hacia Taehyung. Después de un momento, asintió y se volvió para mirar
otra vez a Yoongi.
—Tu padre nunca nos habló de Jungkook ni siquiera cuando nos
reunimos esporádicamente con él. Por lo que sabemos, eres su único hijo, y sólo
te encontramos el mes pasado.
La cabeza de Yoongi giró hacia atrás bruscamente cuando el
impacto de las palabras de Jimin le golpeó de frente.
—Eso no está bien. Tengo que averiguar qué pasó con Jungkook.
Puede que no siempre nos hemos llevado bien, pero él sigue siendo mi hermano.
Jimin le dio a Yoongi una rápida inclinación de cabeza
mientras su mandíbula se apretada.
—Descubriremos qué pasó con él, Yoongi. Lo prometo.
—Gracias
—dijo Yoongi mientras se pasaba la mano por el pelo, tirando de los extremos.
Necesitaba un corte de pelo, pensó distraídamente. Su cabello prácticamente
llegaba a los hombros como estaba ahora. Su madre tenía un ataque si no estaba
recortado y con estilo.
«¡Madre!»
—¿Puedo
usar tu teléfono? —Yoongi preguntó rápidamente, su cabeza se movía bruscamente
de un lado a otro frenéticamente—. Necesito un teléfono para poder llamar y
preguntarle a mi madre que le pasó a Jungkook. Siempre y cuando mi padre no se
entere de que estoy llamando, ella me lo dirá.
—¿Por
qué tu padre se enojará si llamas a tu madre?
—No estoy autorizado a llamar a casa.
—Yoongi se encogió de hombros, sin importarle quién supiera lo bastardo que su
padre era en realidad—. Todavía lo hago, sin embargo. Sólo tengo que asegurarme
de llamar cuando mi padre no está cerca o la tomará con mi madre.
—¿Él la
golpea? —espetó furioso Jimin cuando se puso de pie, con indignación evidente
en su rostro.
—Dios,
no, nunca la había golpeado. —Yoongi soltó un bufido—. Eso dejaría marcas, y no
puede tener a los vecinos pensando mal de él. Podría dañar la reputación que ha
pasado tantos años, y más dinero que Dios, en construir.
Jimin de repente se rio entre dientes mientras sus facciones
se relajaron.
—Sí, obtuve esa impresión de él.
Yoongi se encogió de hombros otra vez.
—Sí, bueno, trata de vivirlo. Es sólo otra razón por la que
no quiero tener nada que ver con mi padre.
Jimin se pasó la mano por la barbilla mientras estudiaba a Yoongi.
—¿Realmente firmaste el contrato para que tu padre no
tuviera nada que ver contigo?
—Lo
leíste, ¿verdad?
Jimin asintió.
—Antes
de la firma del contrato, mi padre se ofreció a pagar por todos mis estudios si
yo lo firmaba. Lo rechacé. No quiero su dinero. Nunca me ha traído nada más que
dolor. Le dije que si aceptaba no volver a ponerse en contacto conmigo de
nuevo, yo firmaría.
Jimin silbido bajo.
—¿Tanto lo odias?
—¿Qué
crees? Conociste al hombre.
Jimin se puso serio
mientras se frotaba la nuca, luciendo contrito.
—Yoongi, entiendes que el contrato no era entre tú y tu
padre, ¿verdad?
Yoongi le hizo un gesto a Jimin con la mano mientras sus
ojos pasaban sobre el hombre enfermo acostado en la cama. ¿Qué había sobre él
que hacía que Yoongi quisiera darle todo lo que necesitaba?
—Sí, sí, entendí esa parte.
—¿Comprendes
que Taehyung le está pagando a tu padre cinco millones de dólares para que tú
firmaras ese contrato?
La cabeza de Yoongi daba vueltas mientras su boca cayó
abierta.
—No hablas en serio —susurró.
—Soy
completamente serio —dijo Jimin—. Le pedimos a tu padre ayuda para encontrar un
donante de sangre para Taehyung. Le ofrecimos cinco millones de dólares por la
firma.
—Es por
eso que dijo que esperaba oír de ustedes al final de la semana. —Yoongi dio un
paso atrás para sentarse en la silla junto a la chimenea de mármol. Erró a la
silla y cayó al suelo con un suave ruido. Parpadeó un par de veces, mirando a Jimin
y luego al hombre enfermo en la cama, y luego finalmente hacia sus propias
manos cuando la realidad de su situación se arraigó—. Mi padre me vendió.
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