jueves, 9 de junio de 2022

CAPITULO 2

—¿Esta aquí?

 

Lo está, señor. Lo he puesto en la habitación contigua.

 

Quiero verlo.

 

Taehyung, no sé si eso es una buena idea —dijo Jimin—. Él ahora mismo está durmiendo y…

 

—¡Quiero verlo! —Taehyung gruñó silenciosamente.

 

Como desees. —Jimin inclinó la cabeza y salió de la habitación.

 

Taehyung cerró los ojos. Esa poca bravata había chupado la energía directamente fuera de él. Sus párpados se sentían como si estuvieran unidos a pesos de plomo. No podía recordar estar alguna vez así de cansado, ni siquiera cuando luchó en la Revolución Francesa, y esa había sido una batalla sangrienta que se prolongó durante mucho tiempo.

 

Taehyung abrió los ojos y giró la cabeza cuando escuchó la puerta abrirse. Vio entrar a Jimin, con un hombre acunado cuidadosamente en sus brazos. La curiosidad de Taehyung despertó cuando obtuvo un buen vistazo del extraordinario pelo rubio como los rayos del sol que sobresalía de la manta envuelta alrededor del joven.

 

 —¿Está bien? —preguntó Taehyung cuando Jimin puso al hombre inconsciente a su lado.

 

Sí, sólo está durmiendo. —Jimin hizo una mueca y cruzó las manos frente a él mientras se ponía de pie junto al lado de la cama—. Me temo que tuve que darle un sedante.

 

Los ojos de Taehyung se dispararon hacia arriba y se encontraron con los de Jimin un momento y luego volvieron a bajar al hombre que yacía a su lado. Una preocupación antinatural por el humano lo embargó.

 

—¿Por qué?

 

No creo que él fuera plenamente informado por parte de su familia de las condiciones del contrato, señor.

 

—¿Qué? —espetó Taehyung—. Él firmó el contrato, ¿no es verdad?

 

Lo hizo, pero creo que creía que estaba firmando un contrato entre él y su padre, no contigo. Cuando le informé del contrato entre ustedes dos, él se resistió. Ahí fue cuando tuve que sedarlo.

 

—¿Él no quiere ser un donante? —Cuando Jimin permaneció en silencio, Taehyung se volvió para mirarlo—. Di lo que está en tu mente, Jimin.

 

No estoy seguro de qué exactamente le dijo Min al muchacho, Taehyung, pero no creo que sea plenamente consciente de la situación.

 

—¿Qué fue exactamente lo que cree que estaba firmando?

 

Como he dicho, un contrato entre él y su padre.

 

—¿Para qué propósito?

 

Una vez más, no estoy seguro.

 

 Bueno, ¿qué sabes entonces? —Taehyung espetó silentemente. Odiaba la comunicación silenciosa que tenía que usar debido a su frágil salud. Le gustaría mucho más estar pisando fuerte con su pie y gritando a los cielos en vez de tener que usar la telepatía. Era demasiado agotador para él y no tenía el mismo efecto.

 

Es perfectamente compatible, Taehyung.

 

Taehyung suspiró y apoyó la cabeza sobre la almohada al lado de la de Yoongi.

 

—Déjame verlo.

 

Jimin se agachó y tiró de los bordes de la manta hacia atrás para revelar la perfecta cara en forma de corazón del hombre dormido. Taehyung inhaló fuertemente ante la belleza que yacía frente a él. No había esperado que su donante de sangre luciera tan guapo.

 

Él es una belleza.

 

Nadie debe tocarlo —gruñó Taehyung, entrecerrando los ojos. Tuvo el súbito deseo de atacar a Jimin. Simplemente no tenía la energía—. Voy a desgarrarle la garganta al primer hombre que toque un pelo de su cabeza.

 

Jimin arqueó una ceja a Taehyung, un gesto que muy pocos hombres lograban hacer frente a él. Eran sólo los años de servicio de Jimin y la amistad que tenían los dos hombres lo que le permitía salirse con la suya ileso.

 

—¿No crees que es mejor que repongas tus fuerzas antes de empezar a hacer amenazas? —Jimin preguntó, arqueándole una ceja oscura a Taehyung—. Dudo que puedas desgarrar la garganta de una mosca en estos momentos.

 

Tenemos que iniciar el proceso de inmediato — respondió Taehyung mientras seguía mirando a Yoongi, haciendo caso omiso de la observación de Jimin sobre su decreciente salud—. Necesitaré mi fuerza para mantener a los observadores lejos de él.

 

La necesitarás. —Jimin asintió con la cabeza, una ligera mueca cruzó su rostro—. Una vez que se enteren de que Yoongi es compatible, no dudarán en alejarlo de ti.

 

Quiero que dupliques los centinelas —gruñó Taehyung. Tenía una necesidad desconocida de mantener a salvo a Yoongi, algo a lo que no estaba acostumbrado—. Te estoy nombrando su Sàssari hasta que sea capaz de protegerlo por mi cuenta.

 

Jimin visiblemente tragó saliva.

 

—¿Sàssari?

 

Taehyung comenzó a reírse ante la sorpresa de Jimin, pero rápidamente se convirtió en una tos, sacudiendo su cuerpo con la fuerza de ella. Para cuando Taehyung había terminado de toser, Jimin estaba de pie junto a él, con un vaso de agua en una mano y un pañuelo en la otra.

 

Te estás poniendo peor, Taehyung —dijo Jimin mientras limpiaba la sangre de la comisura de la boca de Taehyung—. Debemos comenzar con la sangría tan pronto como sea posible, o puede ser demasiado tarde.

 

Taehyung asintió. Sabía que Jimin tenía razón. Se estaba poniendo más débil en cada momento. Él ya no podía caminar ni sentarse por sí mismo. Pronto, no sería capaz de levantar las manos o girar la cabeza. Taehyung estaba más preocupado acerca de ser capaz de usar sus colmillos. Si no tenía la fuerza para beber sangre, moriría.

 

—¿Qué tan pronto podemos empezar? —le preguntó a Jimin—. Estoy cada vez más cansado.

 

Puedo sacar un poco de sangre por el momento o darte su muñeca, es tu elección.

 

 No estoy tan débil que no pueda beber de la fuente — gruñó Taehyung, curvando hacia atrás la esquina de su labio superior, mostrando las puntas de sus colmillos—. Dame su muñeca.

 

—¿Estás seguro, Taehyung? —preguntó Jimin—. Él está bastante reticente.

 

Firmó un contrato legalmente vinculante, ¿no es así?

 

Sí, pero…

 

Entonces él está obligado por el contrato que firmó.

 

Taehyung…

 

—¡Ahora!

 

Jimin suspiró profundamente.

 

—Como desees, señor.

 

Taehyung trató de no parecer demasiado ansioso cuando Jimin llevó la muñeca de Yoongi a su boca, pero habría sido un tonto al pretender que no lo estaba. Y Kim Taehyung Xavier Lucian Ruelle nunca había sido acusado de ser un tonto.

 

Taehyung se sorprendió de lo deliciosa que sabía la piel de Yoongi mientras acariciaba con su lengua todo el largo de la muñeca del hombre. La mayoría de los humanos tenían un sabor ligeramente amargo en su piel. Taehyung lo asociaba con beber vinagre. Yoongi sabía a menta fresca en verano.

 

Ambrosia diferente a todo lo que había probado alguna vez cruzó a través de la lengua de Taehyung cuando hundió sus colmillos en la carne suave de la muñeca de Yoongi. La sangre de Yoongi era caliente y suculenta, dulce como el chocolate negro. Taehyung podía sentir que empezaba a infundir en sus células con cada trago. Sabía que cuanto más tomara, más saludable se volvería hasta que una vez más tuviera su antigua fuerza.

 

Pero también sabía que si tomaba demasiado, su fuente de sangre moriría por dar demasiada sangre. Taehyung de mala gana retiró sus colmillos y lamió la herida de la mordedura. Su saliva curaría cualquier herida punzante que él dejara, dejando la piel de Yoongi rosa sonrosada en una hora.

 

Asegúrate de que obtenga un montón de comida y bebida —susurró Taehyung en voz alta, su voz sonaba temblorosa y ronca después de tanto tiempo sin uso—. Él necesitará la proteína para reponer su sistema. Dale algún tipo de suplementos vitamínicos también.

 

Sí, Taehyung. —Jimin caminó al otro lado de la cama y levantó a Yoongi en sus brazos—. Voy a dejarlo dormir hasta que el efecto del sedante pase y luego veré que él coma.

 

Taehyung asintió y luego apoyó la cabeza contra las almohadas.

 

—Asegúrate que consiga cualquier cosa que necesite, Jimin. Él debe ser tratado como el tesoro que es.

 

Se sentía extrañamente despojado cuando Jimin llevó a Yoongi fuera de la habitación. Quería saborear más de la sangre de Yoongi, en parte porque sabía tan condenadamente bien, pero también en parte porque ya podía sentir algo de su fuerza regresando. Después de estar enfermo durante tanto tiempo, la intensidad de la energía corriendo a través de su sistema ante la infusión de sangre nueva, era abrumadora.

 

Envejecer apestaba.

 

 Yoongi pasó la lengua por los labios y trató de tragar. Su boca se sentía como si estuviera llena de bolitas de algodón o arena del desierto. Trató de tragar, pero incluso eso le hizo sentir como si no hubiera bebido nada en días. Se estaba muriendo de sed.

 

Se echó hacia atrás y gritó cuando sintió que alguien envolvía un brazo alrededor de sus hombros y lo levantaba a una posición medio sentado. Almohadas fueron colocadas detrás de su espalda para ayudarlo a incorporarse, por lo cual Yoongi estaba agradecido. Se sentía agotado.

 

Ssshhh, estás a salvo, Yoon.

 

Y..Y.…Yoongi —susurró mientras trataba de abrir los ojos—. M… mi nombre es Yoongi.

 

Los ojos de Yoongi finalmente revolotearon abriéndose justo a tiempo cuando un vaso de jugo de naranja fue sostenido contra sus labios. Cogió el vaso y lo inclinó hacia arriba, gimiendo cuando el sabor ácido y dulce se deslizó por su garganta. Yoongi decidió que estaba enamorado del jugo de naranja. Era la mejor jodida cosa que había probado nunca.

 

Wow. —Una voz junto a él se echó a reír—. Más despacio. Hay un montón de jugo. Si lo bebes demasiado rápido, te vas a enfermar.

 

Justo cuando bebió lo último del zumo de naranja, Yoongi miró al hombre a su lado. Empezó a ahogarse cuando inhaló demasiado rápido, el miedo se clavó a través de él cuando reconoció al hombre que le había inyectado con algún tipo de líquido azul.

 

Yoongi empujó el vaso alejándolo y empezó a retroceder a toda prisa, tratando de poner espacio entre él y el señor Jimin. Rápidamente miró alrededor de la habitación para encontrar una salida, sólo para darse cuenta de que no tenía idea de dónde estaba.

 

Si podía pensar en alguna palabra para describir la habitación en la que estaba sería opulento. Los pisos eran de madera pero cubiertos con alfombras persas. Una gran chimenea de mármol se hallaba en una pared, con una pequeña sala de estar situada directamente frente a ella.

 

La quijada de Yoongi cayó.

 

—¿Esos son muebles Chippendale reales?

 

Sí.

 

La risita del señor Jimin le recordó a Yoongi que el hombre estaba en la habitación con él. Yoongi se volvió a mirarlo. Empezó a observarlo hasta que consiguió una buena mirada del tapiz en la pared detrás del señor Jimin.

 

— Maldita sea, eso parece un tapiz de la Edad Media —dijo mientras señalaba el intrincado tapiz—. He visto esos en mis libros de historia.

 

Lo es. —El Sr. Jimin miró el tapiz por encima de su hombro—. Una representación de Carlomagno del siglo IX, creo. Mi empleador lo compró hace muchos años.

 

Mi empleador. Esas palabras le recordaron a Yoongi el contrato que había firmado y el sedante que había sido forzado en él. Los ojos de Yoongi se estrecharon mientras se volvía para mirar al señor Jimin.

 

—¡Llévame a casa!

 

El señor Jimin suspiró mientras servía otro vaso de jugo de naranja.

 

—Me temo que eso es imposible, Yoon.

 

—¡Yoongi! —gruñó. Odiaba ser llamado Yoon. Sólo sus padres lo llamaban Yoon. Su hermano Jungkook nunca lo llamaba Yoon. Nadie lo hacía.

 

Yoongi, entonces. —El señor Jimin sonrió—. Y tú tienes que llamarme Jimin.

 

Quiero ir a casa, Jimin.

 

Una vez más, eso no es posible.

 

Los ojos de Yoongi se estrecharon.

 

—¿Por qué no puedo irme?

 

Has firmado un contrato, Yoongi —comenzó el hombre—. Es un contrato legalmente vinculante que será ratificado por cualquier tribunal en la tierra.

 

Me importa una mierda. Lo firmé con falsos pretextos. Ningún juez lo hará cumplir.

 

Me temo que estás equivocado. Mi empleador es un hombre muy poderoso. Tiene todo un equipo de abogados que garantizan que el contrato se ha realizado de acuerdo a la ley.

 

Yoongi se movió al otro lado de la muy grande cama en la que estaba sentado cuando Jimin se volvió hacia él y le tendió el vaso de jugo de naranja. No iba a dejar que el hombre se le acercara de nuevo, sin importar lo mucho que quería otro vaso de jugo.

 

Esto es un secuestro. Todos ustedes van a ir la cárcel por esto. —Jimin suspiró profundamente otra vez. Yoongi estaba empezando a odiar ese sonido—. Quiero ir a casa.

 

Yoongi, cálmate.

 

Las cejas de Yoongi se alzaron.

 

—¿Calmarme? ¿Calmarme? ¿Estás jodidamente loco? —Yoongi señaló con un dedo acusador al hombre—. Me has secuestrado y me sedaste y luego me dices que me calme. No quiero calmarme,

maldita sea. Quiero ir a casa. Métete esa mierda de que me calme por el culo, Jimin.

 

Por ahora, estás en casa.

 

El infierno que lo estoy. —Yoongi se puso de pie y corrió hacia la primera puerta que pudo alcanzar. Podía oír a Jimin corriendo tras él, y su corazón comenzó a golpear más rápido. Tiró de la puerta abriéndola y corrió a través de ella, derrapando hasta detenerse cuando vio a alguien durmiendo en la gran cama que dominaba la sala.

 

Se quedó mirando, su curiosidad creció, cuando el hombre abrió los ojos y le devolvió la mirada con los ojos azules más atractivos que Yoongi había visto en su vida no azules intenso, sino más bien ojos celestes pálidos que brillaban en la luz. Eran casi sobrenaturales en su intensidad.

 

Min Yoongi  —Jimin dijo mientras se acercó a pararse junto a Yoongi—, me gustaría que conocieras a mi empleador, Kim Taehyung Xavier Lucian Ruelle.

 

Hola —dijo Yoongi automáticamente. Frunció el ceño cuando el hombre simplemente asintió hacia él. Sin apartar los ojos del hombre, Yoongi volvió ligeramente la cabeza hacia Jimin—. ¿Está bien?

 

Taehyung está muy enfermo, Yoongi —respondió Jimin mientras cruzaba las manos frente a él—. Es por eso que se te necesita aquí.

 

—¿Enfermo? —Ahora que Jimin había dicho algo, Yoongi pudo ver los ojos hundidos en el pálido el rostro del hombre. Sus ojos lucían un poco brillantes y no tan claros como deberían haber sido. Y había una fragilidad en el hombre que le daba un aire de enfermedad—. ¿Él es el que necesita mi sangre?

 

Lo es. ¿Recuerdas cuando analicé la sangre?

 

Yoongi asintió.

 

Eres perfectamente compatible con Taehyung. Sin ti, él morirá.

 

—¿No puedes encontrar a alguien más con buena sangre?

 

Podríamos buscar, pero no estoy seguro de que hubiese suficiente tiempo para encontrar a alguien que fuera compatible con Taehyung. Su estado es muy grave.

 

Yoongi se estremeció cuando los ojos azules del hombre simplemente siguieron mirándolo fijamente. No dijo una palabra, sólo miraba.

 

—¿Por qué no está hablando? — susurró Yoongi.

 

No puede.

 

La cabeza de Yoongi se levantó hacia Jimin.

 

—¿Él no puede hablar?

 

Está muy débil.

 

—¿Qué está exactamente mal con él?

 

Es muy complicado.

 

Yoongi le frunció el ceño a Jimin. Apoyó las manos en las caderas y miró al exasperante hombre. Si él estaba renunciando a su sangre, por lo menos merecía saber lo que estaba mal con el hombre.

 

—Simplifícalo.

 

Jimin frunció el ceño al hombre que yacía en la cama por un momento y luego volvió a mirar a Yoongi.

 

—Taehyung tiene un raro trastorno genético que está envenenando su sangre. Sin una transfusión de sangre pura, va a morir. Cada día se vuelve más débil.

 

Yoongi hizo una mueca y miró nuevamente a Taehyung. El hombre se veía muy enfermo. Yoongi no podía evitar sentirse mal por el tipo, pero aun así...

 

—¿De cuánta sangre estamos hablando aquí? —Sentía lástima por el tipo, pero estaba lejos de ser estúpido.

 

Pequeñas infusiones solamente, Yoongi. Tomaríamos lo suficiente como para no hacerte daño.

 

Yoongi arqueó la ceja y se volvió para mirar a Jimin.

 

— Eso no responde a mi pregunta.

 

Las cejas de Yoongi continuaban juntas en un ceño cuando Taehyung empezó a reírse, pero la diversión del hombre rápidamente se convirtió en una profunda tos, moviendo todo su cuerpo. Cuando Jimin corrió a su lado de la cama para ayudar a Taehyung a sostener una posición sentada, Yoongi lo siguió lentamente. Había algo en el hombre en la cama que atraía a Yoongi.

 

Cielos, realmente está enfermo, ¿no es cierto? — preguntó Yoongi mientras Jimin limpiaba un pequeño rastro de sangre desde la comisura de la boca de Taehyung.

 

Lo está, Yoongi —dijo Jimin—. No estaba mintiendo sobre eso. Sin la infusión de sangre pura, Taehyung va a morir.

 

Yoongi se sentía como una mierda. No quería estar aquí, y no quería a renunciar a su sangre. Por otro lado, el hombre dependía de él con su propia vida. ¿Podría, sinceramente, a conciencia, decir que no?

 

 Mira —dijo Yoongi mientras se metía las manos en los bolsillos de sus jeans y se balanceaba en los talones de sus pies—, supongo que no me lastimará compartir un poco de mi sangre. No quiero que nadie muera por mi causa. Pero deben empezar a buscar un reemplazo. No puedo seguir donando sangre. Tengo responsabilidades en casa.

 

De repente Yoongi se dio cuenta de lo que había dicho. Echó un vistazo a su reloj y luego gimió, golpeándose en la cabeza mientras maldecía en silencio.

 

—¿Tienes un teléfono que pueda usar? Tengo que llamar a mi jefe y decirle que voy a llegar tarde.

 

Dile a tu jefe que renuncias.

 

La boca de Yoongi cayó abierta.

 

—No puedo renunciar. Necesito ese trabajo.

 

Jimin se quedó en silencio por un momento y luego súbitamente asintió con la cabeza antes de mirar por encima del hombro a Yoongi.

 

—Vas a ser bien compensado por tu tiempo.

 

Yo no quiero tu dinero —espetó Yoongi. Arrojó sus manos en el aire mientras caminaba por la habitación, la ira ardía a través de él a una velocidad alarmante—. ¿Qué pasa con tu gente y tu dinero? No puedes comprar cada maldita cosa que quieras.

 

Serías uno de los pocos que piensa eso. —Yoongi rodó los ojos mientras sus labios tiraban hacia atrás en un giro irónico.

 

—El dinero no es el principio y el fin de todo el mundo.

 

Jimin se rio entre dientes mientras le guiñaba un ojo a Yoongi.

 

—Tal vez no, pero seguro que hace la vida un poco más fácil.

 

 Yoongi cruzó los brazos protectoramente en torno a sí mismo, sintiéndose de repente muy vulnerable. Le dio una patada a la alfombra debajo de él con los dedos de su pie descalzo.

 

—Sí, bueno, no sé nada de eso. Yo no tengo nada de dinero.

 

Su cabeza se levantó cuando oyó un resoplido desde el otro lado de la habitación. Los ojos de Yoongi lentamente se estrecharon cuando vio la sonrisa en la cara de Jimin.

 

— ¿Tienes algo que decir?

 

No puedes decirme que no tienes dinero —dijo Jimin—. Hemos hecho negocios con tu padre durante varios años. Incluso hemos estado en la propiedad de tu familia. Tu padre tiene más dinero del que pudiera saber qué hacer con él.

 

Mi padre lo tiene, sí —replicó Yoongi y luego empujó su pulgar en el pecho—. Yo, sin embargo, apenas tengo un centavo a mi nombre. Tengo dos trabajos sólo para mantener un techo sobre mi cabeza. Eso ni siquiera cubre el costo de mi matrícula y los libros. Ser pobre apesta.

 

Jimin parecía totalmente confundido.

 

—Pero él es tu padre.

 

Yoongi arqueó una ceja.

 

—¿Y?

 

—¿Por qué no está pagando tu matrícula? Tiene suficiente dinero.

 

Porque me odia a muerte —dijo Yoongi con todo el desprecio que sentía por su padre envenenando su voz—. Y créeme, el sentimiento es completamente mutuo. ¿Por qué crees que firmé ese maldito contrato?

 

Jimin frunció el ceño, inclinando la cabeza hacia un lado por un momento, mirando como si estuviera considerando lo que Yoongi acababa de preguntar.

 

—¿Por qué firmaste el contrato?

 

Mi padre se comprometió a nunca ponerse en contacto conmigo de nuevo si le daba una muestra de mi sangre. Si mi sangre era compatible, se la iba a donar a Jung… —Los ojos de Yoongi se ensancharon—. ¡Oh, Dios mío, Jungkook!

 

—¿Quién?

 

Mi hermano, Jungkook. —Yoongi llevó sus manos alrededor de su pecho y comenzó golpearlas juntas cuando la preocupación por su hermano gemelo se apoderó de él—. Mi padre dijo que Jungkook estaba enfermo, que estaba en coma. Dijo que Jungkook necesitaba mi sangre.

 

Nunca he conocido a Jungkook.

 

Yoongi parpadeó mientras sus manos cayeron a sus costados, la preocupación por su hermano momentáneamente olvidada por su confusión.

 

 —¿Nunca has conocido a Jungkook?

 

No. —Jimin negó con la cabeza, luciendo aún más perplejo que antes—. Nunca he oído hablar de él.

 

Yoongi se rascó la cabeza mientras trataba de averiguar qué era lo primero.

 

—Pero has dicho que han estado haciendo negocios con mi padre durante años y que han estado en Westhaven Estate.

 

Lo hemos hecho.

 

Entonces, ¿cómo no se han encontrado con Jungkook? preguntó Yoongi—. Él vive allí. Está involucrado en todos los negocios de mi padre. Está siendo entrenado para hacerse cargo cuando mi padre se retire.

 

Jimin nuevamente inclinó la cabeza, sólo que esta vez, la inclinó hacia Taehyung. Después de un momento, asintió y se volvió para mirar otra vez a Yoongi.

 

—Tu padre nunca nos habló de Jungkook ni siquiera cuando nos reunimos esporádicamente con él. Por lo que sabemos, eres su único hijo, y sólo te encontramos el mes pasado.

 

La cabeza de Yoongi giró hacia atrás bruscamente cuando el impacto de las palabras de Jimin le golpeó de frente.

 

—Eso no está bien. Tengo que averiguar qué pasó con Jungkook. Puede que no siempre nos hemos llevado bien, pero él sigue siendo mi hermano.

 

Jimin le dio a Yoongi una rápida inclinación de cabeza mientras su mandíbula se apretada.

 

—Descubriremos qué pasó con él, Yoongi. Lo prometo.

 

Gracias —dijo Yoongi mientras se pasaba la mano por el pelo, tirando de los extremos. Necesitaba un corte de pelo, pensó distraídamente. Su cabello prácticamente llegaba a los hombros como estaba ahora. Su madre tenía un ataque si no estaba recortado y con estilo.

 

«¡Madre!»

 

—¿Puedo usar tu teléfono? —Yoongi preguntó rápidamente, su cabeza se movía bruscamente de un lado a otro frenéticamente—. Necesito un teléfono para poder llamar y preguntarle a mi madre que le pasó a Jungkook. Siempre y cuando mi padre no se entere de que estoy llamando, ella me lo dirá.

 

—¿Por qué tu padre se enojará si llamas a tu madre?

 

 No estoy autorizado a llamar a casa. —Yoongi se encogió de hombros, sin importarle quién supiera lo bastardo que su padre era en realidad—. Todavía lo hago, sin embargo. Sólo tengo que asegurarme de llamar cuando mi padre no está cerca o la tomará con mi madre.

 

—¿Él la golpea? —espetó furioso Jimin cuando se puso de pie, con indignación evidente en su rostro.

 

Dios, no, nunca la había golpeado. —Yoongi soltó un bufido—. Eso dejaría marcas, y no puede tener a los vecinos pensando mal de él. Podría dañar la reputación que ha pasado tantos años, y más dinero que Dios, en construir.

 

Jimin de repente se rio entre dientes mientras sus facciones se relajaron.

 

—Sí, obtuve esa impresión de él.

 

Yoongi se encogió de hombros otra vez.

 

—Sí, bueno, trata de vivirlo. Es sólo otra razón por la que no quiero tener nada que ver con mi padre.

 

Jimin se pasó la mano por la barbilla mientras estudiaba a Yoongi.

 

—¿Realmente firmaste el contrato para que tu padre no tuviera nada que ver contigo?

 

Lo leíste, ¿verdad?

 

Jimin asintió.

 

Antes de la firma del contrato, mi padre se ofreció a pagar por todos mis estudios si yo lo firmaba. Lo rechacé. No quiero su dinero. Nunca me ha traído nada más que dolor. Le dije que si aceptaba no volver a ponerse en contacto conmigo de nuevo, yo firmaría.

 

Jimin silbido bajo.

 

—¿Tanto lo odias?

 

—¿Qué crees? Conociste al hombre.

 

 Jimin se puso serio mientras se frotaba la nuca, luciendo contrito.

 

—Yoongi, entiendes que el contrato no era entre tú y tu padre, ¿verdad?

 

Yoongi le hizo un gesto a Jimin con la mano mientras sus ojos pasaban sobre el hombre enfermo acostado en la cama. ¿Qué había sobre él que hacía que Yoongi quisiera darle todo lo que necesitaba?

 

—Sí, sí, entendí esa parte.

 

—¿Comprendes que Taehyung le está pagando a tu padre cinco millones de dólares para que tú firmaras ese contrato?

 

La cabeza de Yoongi daba vueltas mientras su boca cayó abierta.

 

—No hablas en serio —susurró.

 

Soy completamente serio —dijo Jimin—. Le pedimos a tu padre ayuda para encontrar un donante de sangre para Taehyung. Le ofrecimos cinco millones de dólares por la firma.

 

Es por eso que dijo que esperaba oír de ustedes al final de la semana. —Yoongi dio un paso atrás para sentarse en la silla junto a la chimenea de mármol. Erró a la silla y cayó al suelo con un suave ruido. Parpadeó un par de veces, mirando a Jimin y luego al hombre enfermo en la cama, y luego finalmente hacia sus propias manos cuando la realidad de su situación se arraigó—. Mi padre me vendió.

 

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CAPITULO 8

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