Namjoon partía un par de días después.
Amanecía.
Sabía que Yoongi debería de estar
en algún lugar muy profundo en el bosque cerca de Albany. Primero buscaría a su
primo y luego se dedicaría a buscar a Jin.
Llegó a un costado de la
carretera, a unos 20 kilómetros de la entrada al pueblo, y ocultó su camioneta
para poder adentrarse en las profundidades del bosque. No sabía cuánto tiempo
tardaría y quería que su vehículo estuviera allí cuando tuviera que regresar.
Luego de varios días de búsqueda
encontró el rastro de un oso. Lo siguió por unas horas hasta que, cuando el sol
moría entre las ramas de los árboles y la oscuridad empezaba a apoderarse del
lugar, encontró una pequeña cabaña.
Namjoon respiró hondo y una
sensación de excitación se apoderó de él. Un olor que jamás olvidaría inundó
sus fosas nasales. «¿Jin?» ¿Podría su lobo estar allí dentro?
Celos, angustia, desesperación, lo
invadieron.
Ciego por la catarata de
sentimientos que se agolpaban en su pecho, corrió hacia la puerta de la cabaña
y golpeó con furia la puerta.
Cuando la puerta se abrió, el
hermoso hombre del que había estado enamorado desde hacía tantos años se
materializó ante sus ojos como si hubiera conjurado un hechizo. Estaba tan
hermoso como siempre, pero más delgado, su cara demacrada y sus ojos verdes
llenos de tristeza y dolor.
—¿Jin? —Namjoon fue el primero en
hablar.
Jin sintió una punzada en su
corazón, su alma parecía volver a su cuerpo. Lágrimas corrían por sus mejillas
y cuando ya no pudo resistir el impulso de abrazar a Namjoon y besarlo con
desesperación, Yoongi murmuró tras él:
—¿Qué haces aquí, Namjoon?
Jin se congeló. La voz de Yoongi
temblaba. Jin podía oler el miedo en el muchacho, así como podía percibir la
gran excitación que salía en olas del cuerpo de Namjoon.
—Vine a buscarte para que vuelvas
con la familia, para que vuelvas conmigo a Bakú —le respondió secamente Namjoon.
Bakú, la ciudad donde Yoongi nació
y de la que fue echado. ¿Podría volver allí y vivir sintiendo los ojos
prejuiciosos de todos sobre él? Lo dudaba. Pero el temor por la salud de su
madre lo estaba agobiando.
—¿Qué? ¿Algo malo le pasó a mi
madre? —Yoongi estaba angustiado pensando en que tal vez su madre agonizaba y Namjoon
había ido en su búsqueda para que ella pudiera verlo antes de morir. ¿Qué otra
cosa podría traer al líder de los osos ante su puerta?
Namjoon se sintió la peor de las
lacras. Yoongi no debería de pensar que sólo sería buscado por alguna
circunstancia tan fatal como la posible muerte de Sangmi.
—No, ella está bien, no le ha
pasado nada malo. —Namjoon hablaba mirando a Yoongi, ignorando por el momento
la presencia de Jin.
—¿Por qué? —Yoongi solo pudo preguntar,
angustia reflejada en su cara. Jin sentía lástima por el chico.
—Porque he cometido un grave error
y espero estar a tiempo para repararlo. —Namjoon no quería darle vueltas al
asunto, quería ser directo y reconocer sus pecados. No era el momento de ser el
orgulloso líder de los osos. Ahora era un hombre que se enfrentaba a otro
hombre, uno al que había lastimado terriblemente y del que buscaba su perdón…
Si es que aun existía un perdón para todo el mal que había hecho.
—¿Ahora vienes y te atreves a
decirme que obligarme a alejarme de los que amaba ha sido un grave error?
¿Después de diez jodidos años? —Yoongi estaba indignado y ofuscado. No podía
creer la desfachatez de su primo.
—Según dicen, nunca es tarde para
el perdón…
—¡Te equivocas! —gritó Yoongi
apretando los puños a los costados de su cuerpo, tratando de evitar arrojarse
sobre Namjoon y golpearlo como tantas veces había soñado hacer—. Además no sé
si quiero volver a Bakú. Ya tengo mi vida hecha y por otro lado… —Yoongi
susurró las últimas palabras, tomando fuerzas para decirle todo a Namjoon.
—Por otro lado, ¿qué? —se apresuró
a preguntar Namjoon, angustiado de que Yoongi hubiera tomado su lugar en el
corazón de Jin.
—He encontrado a mi compañero
destinado y no me iré sin él. —Yoongi fue firme, los nudillos estaban blancos
de tanto que apretaba sus manos en puños.
—¿Es él? —preguntó señalando con
la cabeza a Jin. Sabía que no podía ser cierto, Jin era suyo, no de Yoongi.
Pero los celos lo estaban consumiendo y quería escuchar las palabras. Quería
escuchar que Yoongi le dijera: “No es él”.
—No —simplemente dijo Yoongi y Namjoon
pudo tragar el nudo que se había formado en su garganta—. Pero es un hombre, su
nombre es Taehyung y es de otra especie y me importa una mierda lo que digas o
pienses. ¡No voy a dejarlo! Ahora que Jin me ha convencido de que no hay nada
malo en enlazarme con un lobo, lo buscaré y permaneceremos juntos.
—¿Jin te convenció? ¿Buscarás a un
tal Taehyung? No entiendo. —Namjoon evidentemente estaba cada vez más
confundido y ansioso por saber qué estaba haciendo Jin allí y qué papel jugaba
en todo este asunto.
Yoongi puso los ojos en blanco y
se preparó para relatar lo más escueto posible todo el asunto. Quería ir a
buscar a Taehyung aunque no supiera qué rumbo tomar. En su mente sólo estaba
ese pensamiento y Namjoon estaba interponiéndose en su camino.
—Hace una semana aproximadamente
me encontré con mi compañero pero me asusté y hui. Al día siguiente Jin tocó a
mi puerta estando enfermo y débil. —Esa declaración por parte de Yoongi fue
como una bofetada en la cara de Namjoon. Su lobo estaba sufriendo y él no había
estado a su lado para cuidarlo. Se odió por ello, por esa vida de mierda que
había tenido que llevar, lejos del hombre que amaba y con el que debería de
estar compartiendo su vida en estos momentos—. Solo fue debido a que desde el
día de la masacre de la manada Kim, Jin vivió en su piel de lobo y esta era la
primera vez que cambiaba a su forma humana. Después que descansó y recuperó
energías estaba como nuevo.
Namjoon giró su cabeza hacia Jin,
mirándolo a los ojos, esos hermosos ojos verdes de los que se había enamorado
hacía tantos años atrás.
—¿Has estado en tu piel de lobo
todos estos años?
Jin asintió sin decir una palabra.
Más culpa atravesó el pecho de Namjoon.
¿Cómo había podido ser tan egoísta? No solo había condenado al hombre que amaba
sino que había aniquilado a toda su manada.
—Lo lamento… —Fue todo lo que Namjoon
pudo decir sin desmoronarse, queriendo acariciar a Jin en la cara, besarlo,
abrazarlo…
—¿Es lo único que puedes decir? Si
era solo eso puedes dar la vuelta e irte por donde viniste. Seguramente tu
esposa e hijos deben estar extrañándote. —Yoongi era hiriente. Pero sus
palabras lastimaron a Namjoon de la misma manera que a Jin.
—No, no me iré tan pronto. No me
iré sin ti —le dijo firmemente Namjoon a Yoongi.
—No estoy solo. Si regreso, debes
aceptar a Taehyung, mi compañero, y a Jin. —Yoongi era tenaz, un oso tozudo y
terco. Era del tipo que cuando algo se le mete en la cabeza, hasta no lograrlo
no se detiene.
Jin se sobresaltó, no podía
aceptar estar cerca de Namjoon y no poder ejercer su derecho como compañero. No
viviría una mentira, nunca más.
—No puede ser —determinó Namjoon.
—Entonces te irás solo —sentenció Yoongi.
—¡NO! ¿Qué parte de que te irás
conmigo no has entendido? —Namjoon dijo algo enojado.
—¿Qué parte de vete a la mierda no
has entendido? — replicó Yoongi.
¿Adónde se había ido el dulce
muchacho que era su primo? Namjoon no lo sabía pero estaba determinado a
encontrarlo detrás de la máscara de ironía que se había puesto para hablarle.
—Entonces no me iré de aquí hasta
que decidas volver conmigo —determinó Namjoon sin dejar más argumentos para
seguir la discusión.
—Espero que entiendas que nunca
lloverán ranas del cielo —dijo sarcásticamente Yoongi.
Namjoon usó su fuerza para abrirse
paso entre los dos hombres, ingresando a la cabaña y sorprendiéndose de lo bien
que se las había arreglado Yoongi para vivir. En cierta forma, estaba orgulloso
de su primo.
—No te conocía esa faceta de
testarudo —dijo Namjoon girando y bloqueando sus ojos con los de Yoongi—. Veo
que sólo tienes una cama. ¿La están compartiendo? —preguntó elevando una ceja
sugestivamente. Yoongi se sonrojó. Jin se veía claramente enojado con ese
comentario.
—¡No! —respondió Yoongi—. Además,
ya nos íbamos.
—¿Se van? ¿A dónde? —Namjoon
estaba ansioso, no iba a permitir que los dos hombres por los que había hecho
el viaje se le escaparan de las manos.
—A buscar a Taehyung —dijo Yoongi,
sus ojos se iluminaron con la simple mención del hombre.
—Iré con ustedes —determinó Namjoon,
no queriendo apartar los ojos de Jin.
—No —gruñó Yoongi algo enojado. No
quería que su primo fuera una espina en su camino. No permitiría que
interfiriera nunca más en su vida y menos permitiría que lo alejara de su
compañero. Ya había vivido demasiado tiempo solo.
—Yoongi, no discutas. Sabes que
haré lo que se me dé la gana —Namjoon le respondió sarcásticamente.
—Sí, ya sé que siempre lo has
hecho y te ha importado una mierda lo que sientan o piensen los demás. Siempre
has sido un jodido egoísta. —Yoongi había afilado la lengua en estos años. Namjoon
estaba admirado de la agudeza del muchacho. En el pasado, había sido tímido y
nunca había elevado su voz. Haber estado en soledad tanto tiempo lo había
ayudado a madurar y defender sus ideales.
—No sabes nada —replicó Namjoon.
—Sé lo suficiente —deslizó Yoongi
y calló inmediatamente.
No quería dejar al descubierto la
confesión de Jin.
Silencio reinó en la cabaña. Namjoon
y Jin se miraron a los ojos por largo rato, diciendo mucho pero sin palabras.
Yoongi quiso darles un momento de
privacidad y buscó una excusa para salir de la cabaña.
—Iré por agua. Cuando regrese,
partiremos. —Sin más, Yoongi tomó unas cantimploras y salió cerrando la puerta
tras él.
La emoción se apoderó de Namjoon,
se acercó a Jin y levantó una mano hacia su rostro. Ya no podía aguantar más
las ganas de tocarlo. Acarició con la yema de sus dedos el costado de la cara
amada. Jin cerró los ojos y se dejó tocar, sintiendo, deseando.
—Te he extrañado tanto —susurró Namjoon,
sin dejar de acariciar el rostro de Jin. Una lágrima mojó sus dedos y sintió
que su corazón se apretaba. Lamió su dedo saboreando el sabor salado
proveniente de los ojos de su compañero. Gimió y, sin poder detenerse, jaló al
lobo a sus brazos y lo apretó fuerte—. Te amo tanto. Que los dioses me
castiguen pero mi vida sin ti es un infierno.
—Namjoon… no me hagas esto —gimió Jin
entre lágrimas—. Volverás con tu familia. No me des falsas esperanzas. No podré
resistirlo nuevamente.
—Jin, te amo. Eso nunca estuvo en
discusión y lo sabes. Ojalá pudiera dejar todo atrás y quedarme contigo. Pero
mis hijos…
—¿Hijos? ¿Cuántos tienes?
—Dos y en un mes nacerá otro.
Las palabras hicieron eco en Jin,
sintió las piernas aflojarse y caer en un precipicio sin fondo.
—Entonces, ¿por qué me dices que
me amas, que te arrepientes de llevar una vida sin mí? Eres cruel. —Jin trató
de apartarse de Namjoon, pero el oso lo sostuvo con más fuerza contra su
cuerpo.
—Soy egoísta, lo sabes. Lo quiero
todo. A ti, a mis hijos, a mi gente.
—No puedes tenerlo todo, debes
elegir. Pero ya has elegido. Hace años lo has hecho y evidentemente yo no fui
tu elección.
Namjoon besó la frente de Jin y
luego disfrutó de la suavidad de su cabello cuando sus labios recorrieron un
mechón que cayó sobre la frente. Su lobo tenía el cabello largo, sedoso, oscuro
y brillante. Se le antojaba jalarlo mientras lo jodía sin sentido. Esa idea
hizo que su polla se pusiera
dura y gimió sin poder contenerse
de exhalar el deseo que sentía por su compañero.
Namjoon trató de tragar y aclarar
su garganta para seguir hablando.
—Te juro que me he arrepentido
cada minuto de mi vida por no haberte elegido. No sabes lo duro que ha sido
para mí vivir junto a una mujer que no amo, tener que hacerle el amor cuando no
siento nada más que amistad por ella. Lo único que me ata verdaderamente a la
vida que llevo son mis hijos. Ellos son todo para mí.
—Y yo no tengo un lugar junto a
ellos —afirmó Jin.
Namjoon bloqueó sus ojos con los
de Jin, limpió con sus dedos las lágrimas de su rostro y depositó un beso en la
punta de su nariz.
—Jin, por favor, perdóname. He
sido tu peor pesadilla, tu desgracia. No debí insistir en que nos acoplásemos.
Mi egoísmo arruinó tu vida, arruinó la vida de Yoongi y arrasó con la vida de
toda tu manada.
Namjoon estaba tan angustiado, tan
desesperado, esos ojos dorados no mentían. Eso hizo que el corazón de Jin se
estrujara y tirara toda su resistencia fuera de su cuerpo y de su corazón.
¿Podría creer una vez más en el hombre que lo había defraudado tanto en el
pasado? ¿Podría arriesgarse a perder una vez más su corazón y su razón ante él?
—¡Maldición! Que me hunda en el
infierno pero también te amo y te necesito. —Jin ahora fue el que tomó entre
sus manos la preciosa cara de Namjoon y lo besó. Ese beso no fue gentil y dulce
como el que Namjoon le diera en la nariz. Fue un beso hambriento y apasionado.
Puso en ese beso todo el amor y la desesperación de estos diez años de soledad
y abandono, necesitando demostrarle a Namjoon todo lo que lo había añorado.
Las manos de ambos hombres vagaban
por el cuerpo del otro, buscando piel, necesitando sentirse íntimamente. No
tenían tiempo para tomarse uno al otro como querían, como lo deseaban, pero la
necesidad estaba en el aire, en sus cuerpos, en sus corazones.
La excitación y lujuria nubló sus
mentes. Namjoon se sintió perdido, extasiado, vivo por primera vez en años. Se
juró que buscaría la manera de tener a Jin en su vida, junto a sus hijos y su
gente. No sabía cómo, pero de alguna forma lo conseguiría.
Rompieron el beso, jadeando por
aire, gimiendo por la pérdida del contacto con el hombre con el que soñaron
estar por tanto tiempo. Esto era un sueño, un hermoso sueño del que ninguno de
los dos quería despertar.
—Jin, por favor… No sé cómo lo
haremos, pero no quiero volver a perderte —susurró Namjoon al oído de su lobo—.
Eres mío, siempre lo has sido y no quiero que permanezcas lejos otra vez.
—No puedes tenerlo todo, te lo
dije. ¿Qué harás con tu esposa, con tus hijos? Yo no quiero ser tu sucio
secreto, no quiero vivir nuevamente escondiendo nuestro amor. Eso me lastimó
más que estos años sin ti. ¿Sabes lo que me ha roto tu rechazo, que te
avergüences de mí y de lo que sentimos? —Jin estaba al borde de su resistencia.
Si dejaba que Namjoon entrara de nuevo en su vida no podría alejarse
nuevamente. Pero también entendía las obligaciones que el oso tenía.
Jin se estaba quebrando, ahogando.
Namjoon lo estrujó más y le habló al odio, haciendo que su cálido aliento
hiciera maravillas en el cuerpo de Jin, excitándolo aún más. ¿Quién estaba
seduciendo a quién?, Jin no tenía la menor idea.
—No quiero vivir más así. Si el
destino quiso que estuviéramos enlazados, no me negaré más a eso. Le explicaré
a Carla las cosas. No le faltará nada, ni a ella ni a mis hijos, pero no voy a
renunciar nuevamente a ti. —La voz de Namjoon temblaba, las emociones lo
sobrepasaban. Nunca soñó volver a tener entre sus brazos a Jin y, ahora que lo
tenía, no quería soltarlo.
—No me rompas nuevamente el
corazón, por favor — Jin rogó, las lágrimas volvieron y se convirtieron en un
llanto desgarrador, liberando el dolor acumulado por tanto tiempo.
Namjoon lo abrazó más aún, podía
sentir que Jin se aflojaba, él lo apretó más y besó la cabeza de su lobo.
«Nunca más te dejaré, jamás», prometió en silencio.
*******************
Yoongi estaba junto al río,
cargando agua en las cantimploras. Su mente estaba confusa, su corazón
desbocado, pensando en que pronto volvería a ver a Taehyung. Porque sabía que
lo encontraría. No descansaría hasta que tuviera al otro hombre cara a cara.
Esperaba que su compañero aun lo
quisiera. Estaba angustiado pensando en qué pensaría de él el lobo. ¿Habría
pensado mejor las cosas y se asquearía que el destino le eligiera un cambiaforma
oso como compañero? No, eso no podía ser. Jin le había dicho que Taehyung no
era prejuicioso. Y dudaba que en diez años viviendo solo haya desarrollado
algún prejuicio.
Cuando terminó su tarea, Yoongi
comenzó su regreso hacia la cabaña. Estos últimos días habían estado llenos de
revelaciones. Jamás hubiera creído que su primo tuviera de compañero destinado
a un hombre y encima que fuera un cambiaforma lobo. Siempre había pensado que Namjoon
era un hombre inmutable, frío, y con su mente clara. Y la verdad era que
siempre había tenido un torbellino de sentimientos contradictorios luchando en
su interior. Yoongi no sabía si él hubiera podido tomar las duras decisiones
que había tenido que afrontar Namjoon y seguir de una sola pieza en este
momento. No envidiaba la posición de su primo, en lo absoluto. Pero tampoco
podía perdonarlo tan fácilmente. Namjoon había provocado no solo su propio
sufrimiento sino también el de muchos que lo rodeaban.
¿Podría Taehyung vivir junto a él
conviviendo en la comunidad que mató a los suyos? No conocía a su compañero
para poder saber cómo pensaba y cómo reaccionaría ante la idea. Tomó una
profunda respiración y trató de alejar esos pensamientos de su mente. El primer
paso era encontrar a Taehyung y convencerlo de que él lo quería y ver a dónde
llegaban con sus sentimientos.
«Taehyung, te encontraré, pronto»,
se prometió Yoongi apretando los labios y encaminándose de regreso hacia la
cabaña con paso firme y su decisión de partir de inmediato rumbo al hombre que
sabía cambiaría definitivamente su vida para siempre.
****************
Taehyung estaba en su cueva, sobre
su cama hecha con hierbas y unas mantas que había traído con él cuando escapó
la fatídica noche de la matanza. Las mantas estaban en malas condiciones, llenas
de agujeros y polvo, pero era el único abrigo que tenía.
Su precaria vivienda estaba limpia
pero tenía pocas comodidades. Había podido traer consigo pocas cosas y nunca
abandonó la soledad de su refugio y sus alrededores. Lo máximo que se había
alejado fue hacia el bosque para poder correr en su piel de lobo, sintiendo el
efecto de la luna en su cuerpo. Pero aun así no se había adentrado demasiado en
las profundidades. Hasta la noche en la que conoció a Yoongi.
El primer hombre que había visto
en todos sus años de soledad fue su oso. «Mío», repitió en su mente, una y otra
vez.
Estaba cansado. Desde que su
compañero había huido de él, no había descansado mucho, buscándolo
incansablemente, adentrándose cada vez más en la espesura del bosque,
reprimiendo sus miedos.
Ahora estaba pagando las
consecuencias, estaba agotado, exhausto. Tenía que descansar si quería retomar
la búsqueda nuevamente.
Su corazón estaba oprimido,
dolorido por la necesidad imperiosa de encontrar su otra mitad, su complemento.
Tocó sus labios, recordando el
sabor de su compañero, la calidez de su boca, el cosquilleo de la excitación
que lo envolvió y la lujuria que casi ciega su mente. El contacto con el otro
hombre sólo duró unos momentos, pero esas sensaciones estaban grabadas a fuego
en él, quemándolo, consumiéndolo, necesitando revivirlas y acoplarse con el
hombre que el destino le había escogido. A Taehyung no le importara que su
compañero no fuera un cambiaforma lobo, y se lo había dejado muy claro a Yoongi
en su único encuentro. Ya no quería estar solo, necesitaba tan imperiosamente
tener a su compañero entre sus brazos, sentirse completo por primera vez en su
vida, que nada más le importaba.
«Mi oso, por favor, no te escondas
de mí», rezó para sus adentros, con anhelo, con deseo, con esperanza de que Yoongi
se materializara ante sus ojos.
Impotente, dejó escapar un grito
ahogado, tratando de sacar de su cuerpo algo de la frustración que lo estaba
atormentando.
«Ven a mí, amor».
¿Amor? Apenas si había visto al
hombre una vez, pero un profundo sentimiento de pertenencia estaba apoderándose
de él. ¿Estaría ya enamorado? ¿Podría ser eso cierto? Seguramente era su
anhelante necesidad de amar y ser amado. Pero estaba seguro que no tardaría
mucho tiempo en enamorarse del hermoso hombre que había sido creado sólo para
él.
Con ese pensamiento, se dejó
envolver por el cansancio y se durmió.
*************
Yoongi, Jin y Namjoon se
encontraban subiendo las colinas hacia las cuevas donde Jin les dijo que Taehyung
tenía su refugio. Namjoon supo en ese momento que esas cuevas eran las mismas
en las que él y Jin habían tenido sus encuentros en el pasado. ¿Lo recordaría Jin
tan detalladamente como él?
Un grito ahogado retumbó en el
lugar, haciendo eco en las paredes de las elevaciones de las colinas,
atravesando el corazón de Yoongi. «Taehyung».
Yoongi se detuvo un momento,
congelado ante la sensación de que su compañero estuviera sufriendo.
—¿Cuánto falta, Jin? —preguntó
angustiado Yoongi.
—Una media hora más. Estamos
cerca. —Jin trató de tranquilizarlo.
Namjoon se propuso erradicar sus
recuerdos lujuriosos y apretar la marcha. Tenía que anteponer ahora las
necesidades de Yoongi, ayudarlo en su búsqueda.
Siguieron avanzando en silencio,
apresurando el paso.
Luego de veinte minutos se
encontraron a unos cien metros de una cueva.
—Es allí —dijo Jin señalando una
cueva—. Namjoon y yo llegamos hasta aquí. Esto lo debes hacer solo, Yoongi.
Volveremos a tu cabaña y te esperaremos allí. Mucha suerte.
—Gracias por todo, Jin. Espero que
Taehyung me acepte — dijo Yoongi con su voz temblorosa por el temor ante el
desconocimiento de lo que le deparaba el futuro.
—No dudes que serás aceptado.
Conozco al muchacho y debe estar sufriendo por no encontrarte. Anda, ve —Jin lo
alentó.
Sin decir más, Yoongi se apresuró
a subir el último trecho y se adentró en la cueva.
Namjoon tomó de la mano a Jin y lo
jaló para un abrazo.
—Eres un buen hombre. Me alegra
que seas mío —le dijo Namjoon a Jin dejando un suave beso en sus labios. Quería
preguntarle a Jin si recordaba sus pasados recuerdos en esas cuevas pero se
mordió la lengua. Entonces se propuso hacer nuevos recuerdos.
—Será mejor que volvamos, necesito
que estemos a solas y recobrar algo del tiempo perdido —confesó Jin con un
brillo de picardía en sus ojos.
Namjoon gimió, era evidente que Jin
y él estaban en sintonía y querían las mismas cosas. ¿Quién era él para negarse
a hacer el amor con el hombre que estaba aferrado a su mano, el hombre por el
que Namjoon había estado suspirando durante años, el hombre por el que lo daría
todo?
Las dos parejas se enfrentaban a
su destino.
Jin y Namjoon debían reconstruir
su relación, curar sus heridas y permitirse el perdón.
Yoongi y Taehyung empezarían a
conocerse y decidirían si su vida juntos era posible.
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