sábado, 13 de agosto de 2022

CAPITULO 2

Yoongi se encontraba acostado en su cama, pensando y sintiendo aún en su cuerpo el cosquilleo de la cercanía de Taehyung, sus suaves labios rozando los suyos, su lengua invadiendo su boca, arrasando con su raciocinio y consumiéndolo como si fuego lo consumiera. Estiró su mano y apretó su polla dura ante el recuerdo.

 

Miró en derredor a su hogar. Recordó con dolor el día en que fue desterrado de su grupo, vagando por el bosque, adentrándose cada vez más en sus profundidades, allí donde la luz apenas entra, sin saber bien hacia dónde ir y qué hacer. Encontró una cabaña abandonada. En ese momento pensó: «un refugio». La acondicionó, transformándola en su hogar. Era pequeña pero tenía todas las comodidades que un hombre solitario como Yoongi podría necesitar. Se sentía a salvo, protegido del mundo exterior. Hasta había comprado un generador para tener electricidad y poder así vivir con las comodidades que la civilización ofrecía.

 

Yoongi tallaba piezas de madera, era muy bueno en ello y todas las semanas bajaba por la ladera del bosque hasta el pueblo más cercano para vender sus artesanías en la feria de artesanos.

 

Muchas personas las amaban y le encargaban diferentes piezas. En estos momentos estaba haciendo una colección de animales salvajes para una señora que siempre le compraba sus creaciones.

 

Yoongi se sentía afortunado porque si bien vivía solo, al menos podía tener la compañía de las personas en sus visitas al pueblo y además podía vivir de su arte y comprar lo necesario para su subsistencia. No le faltaba nada, tenía buenas provisiones de comida y ropa cómoda y abrigada. Y hasta se podía dar el lujo de ahorrar parte del dinero ganado.

 

Ahora se sentía completamente agotado, las sucesivas transmutaciones se habían llevado casi todas sus fuerzas. Apenas si había podido huir de Taehyung y eso seguramente se debió a su vasto conocimiento del bosque.

 

Ya había pasado un día desde su encuentro con el lobo. Otra noche solitaria, sin nadie que compartiera su cama. La luna llena estaba tan brillante esa noche que su mente empezó a pensar nuevamente en cómo los ojos azules de Taehyung lo miraban de una manera que hacía que sus huesos parecieran de gelatina. Ese lobo era el que el destino había querido fuera su compañero y él, como un cobarde, había huido alejándose del hombre que aullaba en su forma de lobo angustiosamente para que se detuviera en su infructuosa cacería por recuperar a su compañero.

 

«Taehyung».

 

¿El lobo lo estaría buscando? ¿Pensaría en Yoongi ahora que sabía que su compañero destinado era un cobarde?

 

Yoongi trató de sacar su frustración con un gruñido que salió de sus entrañas y atravesó con tanta fuerza su garganta que casi se la lastima.

 

Un ruido de pasos fuera de su cabaña llamó su atención. Alerta, se incorporó rápidamente. Aún se sentía débil pero no podía bajar la guardia. ¿Quién podría haberlo descubierto? En diez años jamás había tenido una visita. ¿Acaso Taehyung lo había encontrado?

 

Se vistió con un pantalón holgado de algodón y se asomó por la ventana junto a la puerta.

 

Un hombre completamente desnudo jadeaba a unos metros de la puerta de su cabaña. Yoongi creyó reconocerlo pero aún no podía ver bien su rostro. Sorprendentemente se sintió decepcionado al darse cuenta que no era Taehyung. Sacudió la cabeza alejando ese pensamiento.

 

Cuando el hombre levantó la cabeza y clavó sus ojos en Yoongi, éste se congeló. Frente a su puerta estaba Kim Seok Jin, el hombre al que Namjoon odiaba, el hombre que había desatado la desgracia en su vida.

 

Abrumado por los sentimientos de odio, ira, miedo y dolor, abrió la puerta y se acercó con un par de largas zancadas al hombre, que evidentemente estaba al borde de sus fuerzas y luchaba para no desplomarse y perder el conocimiento.

 

Jin miró a Yoongi, sonrió y le dijo:

 

—Oso, al fin te encuentro —y con estas palabras cayó a los pies de Yoongi.

 

Yoongi se abalanzó hacia el hombre, estaba completamente sucio y ¿dormido?

 

Lo levantó en brazos y lo llevó dentro de la cabaña. A pesar de que era un hombre grande, alto y fuerte, ahora parecía pesar como una pluma en los fuertes brazos del oso.

 

Yoongi tomó una toalla, la mojó y limpió el cuerpo de Jin. Le puso uno de sus pantalones de algodón y lo acostó en su cama. Jin tenía fiebre y Yoongi no podía hacer otra cosa que reconfortarlo con paños de agua fría. No tenía medicamentos.

 

En su delirio, Jin repetía desesperadamente una y otra vez:

 

—Namjoon, Namjoon, Namjoon…

 

Yoongi no entendía cómo es que Kim Seok Jin aún estaba con vida. Namjoon les había dicho que lo había matado con sus propias manos. ¿Qué era lo que estaba pasando verdaderamente? ¿Por qué este hombre llamaba a Namjoon en su delirio, evidentemente dejando escapar las palabras que su atormentada mente tenía grabadas? Yoongi no lo sabía, pero se juró averiguarlo.

 

*******************

 

Taehyung estaba cansado, ofuscado por la impotencia de no poder encontrar a su compañero. Ni siquiera sabía su nombre para poder gritar y llamarlo. La ira se apoderó de él y comenzó a aullarle a la luna, desesperado, angustiado. ¿Por qué todo debía ser tan duro siempre? ¿No había sido suficiente el que hubiera perdido a su manada, a su familia?

 

A él no le importaba que su compañero destinado fuera de otra clase, lo único que le importaba era que estaba en el bosque, en alguna parte, y él lo encontraría.

 

Esa noche no descansaría hasta encontrar a su compañero. Decidido, se adentró en el corazón del bosque, hacia los lugares a los que nunca se había atrevido a ir. Por su compañero se enfrentaría a todo. A sus miedos, a sus fantasmas, a lo que fuera que lo esperase agazapado en la oscuridad. Taehyung aulló una vez más y corrió entre los árboles, protegido por los rayos de la luna.

 

******************

 

La mañana llegó y Jin despertó en una cama extraña. Junto a él estaba un hermoso joven durmiendo incómodo en una silla. «El oso», pensó.

 

Yoongi escuchó un ruido cuando Jin trató de incorporarse en la cama y despertó.

 

La belleza del muchacho deslumbró a Jin. Los hermosos ojos dorados le recordaban a Namjoon, su corazón se oprimió y un gemido de dolor se escapó de su boca.

 

—¿Estás bien? ¿Te duele algo? —preguntó Yoongi, claramente preocupado.

 

Jin miró a los ojos a Yoongi y sonrió.

 

—No, estoy bien. Es que me recuerdas a alguien… —La voz de Jin aún era rasposa, su garganta quemaba al hablar pero era imperioso que lo hiciera si quería convencer a este cabeza dura de no rechazar a Taehyung.

 

—Te recuerdo a Namjoon —dijo Yoongi sin poder contenerse.

 

—Sí. —La palabra fue dicha por Jin con voz baja y llena de dolor.

 

—Namjoon es mi primo, los rasgos familiares permanecen en toda la familia. Lamento que mi apariencia te perturbe, que te duela —trató de disculparse Yoongi. Poco podía saber él que Jin no estaba perturbado por el odio, sino por el intenso amor que sentía por Namjoon, un amor que no menguó con el tiempo ni con la lejanía del otro hombre.

 

—No es lo que piensas… No es el tipo de dolor que supones. Namjoon es mi compañero destinado. —Jin miró fijo a Yoongi antes de seguir hablando, viendo claramente en la cara del muchacho la sorpresa de su revelación—. Nadie lo sabe, pero el rechazo de Namjoon a estar a mi lado hizo que enloqueciera y cuando nació su primer hijo cometí una locura. —Jin quedó un momento en silencio, encontrando las palabras adecuadas para seguir, sin que le causaran tanto dolor, y que el otro hombre pudiera entender que si se negaba a su destino podría sufrir su propia suerte. Además su garganta estaba en llamas por el esfuerzo de hablar tanto después de demasiado tiempo de no hacerlo. Yoongi pareció darse cuenta de la dificulta de Jin para hablar y le ofreció un vaso de agua. Jin se lo bebió casi sin respirar y dejó escapar un suspiro—. Gracias.

 

—No entiendo nada de lo que me estás contando. El hombre que tú describes como Namjoon no es el que yo conozco.

 

Jin le ofreció una sonrisa, sabía que Namjoon se ocultaba bajo una máscara de hombre recio e inmutable.

 

—Tú no conoces al verdadero Namjoon. —Yoongi puso los ojos en blanco y Jin decidió terminar de relatar su historia—. Nosotros nos conocimos cuando éramos demasiado jóvenes para entender nuestras emociones y más aun para poder controlarlas. En ese momento supimos que éramos compañeros destinados. Tuvimos miedo, miedo por ser ambos hombres y por ser de distintas clases de cambiaformas. Pero la atracción y la necesidad pudieron más y nos enlazamos, sin saber que las consecuencias serían terribles. Terribles por el hecho de que Namjoon tuvo que hacerse cargo de su grupo a muy corta edad, cuando su padre falleció, y eso fue un obstáculo para nuestra felicidad.

 

—Pero él me odiaba porque me gustan los hombres. ¿Cómo puede ser eso? —Yoongi se ruborizó y apartó su mirada, tratando de que Jin no pudiera leer la vergüenza que esta admisión le provocaba.

 

—Creo que él no podía soportar verte y saber que tú podrías tener lo que él no se permitía tener. No lo sé, son solo conjeturas. Deberías preguntárselo a él.

 

Dolor podía leerse en la mirada de Yoongi y Jin se estremeció. ¿Qué habría tenido que vivir este joven para verse tan angustiado?

 

—No puedo preguntarle nada —dijo Yoongi dejando escapar una risa histérica. Se pasó la mano por el rebelde cabello y prosiguió—. Fui desterrado cuando dejé escapar a un lobo cuando atacamos tu manada hace diez años.

 

Jin permaneció en silencio por un momento, hilando sus ideas. Entonces entendió cómo es que Taehyung sobrevivió.

 

—Taehyung… —dijo Jin.

 

—Sí, él. ¿Cómo lo sabes?

 

—Adiviné. ¿Ya sabías en ese momento que él era tu compañero destinado?

 

Yoongi lo miró fijo sin saber cómo era que Jin sabía eso.

 

—No, pero me sentí extraño cuando estuve cerca de él. No entendí qué me pasaba, lo atribuí a la excitación de la batalla.

 

—¿Por qué huiste de él? —quiso saber Jin. Yoongi supo que hablaba de hace dos noches, cuando ambos volvieron a encontrarse y Yoongi fue demasiado cobarde y escapó.

 

—¿Nos estuviste espiando?

 

Yoongi se puso a la defensiva. ¿Acaso este hombre lo había estado espiando todos estos años? ¿Qué era lo que lo había traído hasta su refugio? Más y más preguntas se agolpaban en la mente de Yoongi, perturbándolo aun más.

 

—He estado cuidando de Taehyung estos años, vigilándolo, asegurándome de que nada malo le ocurriera. Él no sabe que aún estoy con vida. Nunca te he espiado. Es más, hasta hace dos noches no sabía que vivías en este bosque, en esta cabaña.

 

Yoongi dejó escapar un suspiro de alivio. Entonces Jin no lo había estado espiando. Pero se preocupaba por Taehyung, lo conocía.

 

—Tuve miedo. Tengo miedo. ¿Cómo podrían funcionar entre nosotros las cosas?, ¿vivir en pareja? No sé… no sé nada de lobos —confesó Yoongi lleno de amargura y tristeza.

 

—Y él no sabe nada de osos, pero te aseguro que no le importa de qué clase seas. Yoongi, si hay amor nada importa.

 

Jin apoyó una mano en el hombro de Yoongi y apretó dando confort. Yoongi fijó sus ojos en los de Jin. ¿Acaso el lobo le estaba tomando el pelo?

 

—¿Amor? No hablé de amor, ¡apenas si conozco al hombre! —Yoongi gritó, levantándose de la silla, apartándose del toque de Jin, desesperado por el reconocimiento de que algo semejante a sentir amor por Taehyung pudiera ser verdad.

 

—Oso, sabes que es así.

 

—Soy Yoongi. Puedes llamarme Yoon o Yoongi pero no me llames oso, suena despectivo —escupió Yoongi tratando infructuosamente de poner una barrera entre él y Jin.

 

—Lo lamento, no quise incomodarte, Yoongi.

 

Jin era un hombre hermoso y amable. Yoongi se sentía cómodo a su lado a pesar de sus exabruptos. La confesión de Jin lo había impactado pero no quería preguntar más, no al menos hasta que el lobo se sintiera cómodo y se abriera a él y le contara más sobre Namjoon. Yoongi nunca pensó que su primo tuviera semejante secreto guardado y que sufriera tanto. Y podía imaginar que el haber llegado hasta su puerta y abrir su corazón como lo había hecho, estaba lastimando a Jin. No podía ser tan cruel de presionarlo más.

 

En retrospectiva, Yoongi pensó en Namjoon y en su mirada siempre triste y lejana. Ahora le cerraba todo —su incomodidad de tomar una esposa, sus largos silencios, su preferencia a la soledad.

 

Sintió pena por Namjoon y pensó en Taehyung y en que tal vez debería intentar acercarse al lobo. ¿Qué podría salir mal?

 

***************

 

Namjoon estaba intranquilo, sentía que algo le pasaba a Jin. Necesitaba ver a su lobo, ya no soportaba más la ignorancia de saber cómo estaría o con quién…

 

Tomó una decisión, iría a buscar a su lobo. Y también buscaría a Yoongi para que volviera a su familia. Necesitaba expiar sus pecados y debía empezar cuanto antes.

 

—Carla, necesito que hablemos —le dijo a su esposa cuando entró en su casa.

 

—Namjoon, ¿pasa algo? —Carla ya se había acostumbrado a la falta de interés de Namjoon y su frialdad. Ella lo amaba pero el hombre no le correspondía. Lo supo siempre, pero así y todo aceptó compartir su vida a su lado y darle los hijos que tanto él anhelaba.

 

Carla estaba embarazada de su tercer hijo. En un mes daría a luz. Había tenido problemas en el parto de Chester, su segundo hijo, y el médico le recomendó no tener más hijos. Pero ella quería una niña y no se dio por vencida.

 

Kegan y Chester eran dos hermosos niños, sanos, fuertes y valientes como su padre. Namjoon los amaba con locura y para Carla esa era la mejor recompensa por su amor no correspondido.

 

—Voy a ir a buscar a Yoongi. He pensado mucho en él últimamente y siento que no he sido justo. Después de todo es mi primo y lo amo —dijo Namjoon con una tristeza tan intensa en su voz que a Carla la estremeció. Si bien Namjoon había pensado en su primo, no podía revelarle la verdad a Carla. ¿Cómo podría decirle a la mujer que en verdad iría a buscar al hombre del que había estado enamorado desde hacía años? Se sentía un traidor, pero tenía que hacer este viaje.

 

—Namjoon, no sabes la alegría que me da escucharte decir eso. Sé que Sangmi estará feliz de saberlo.

 

—No. Nadie debe saber el motivo por el que me ausentaré —interrumpió Namjoon mirando a Carla con frialdad y determinación—. ¿Qué si no lo encuentro? Trataré de regresar antes de que nazca nuestro hijo —Namjoon acarició la redondez de Carla con amor. Ya quería tener entre sus brazos a ese hijo que recibiría con amor y alegría.

 

—Hija —dijo Carla—. Estoy segura que esta vez será una niña.

 

Namjoon gruñó.

 

—Como digas, pero las mujeres son un dolor de cabeza.

 

—No seas así. La amarás y lo sabes. Ahora prepárate para el viaje. Cuidaré de los niños, no te preocupes por nosotros, estaremos esperándote. Espero que encuentres a Yoongi y que puedas convencerlo de regresar. Sangmi estará más que feliz de tener a su hijo con ella de regreso. Ella no es la misma desde que Yoongi tuvo que irse lejos.

 

Namjoon se congeló. ¿Podría Yoongi rehusarse a volver a su hogar? Sabía que había sido un maldito al echarlo, haciendo no solamente la vida de su primo miserable sino también la de Sangmi. La mujer estaba sola y la tristeza de haberle sido arrancado su único hijo de su lado seguramente la había consumido en un dolor insoportable —algo que Namjoon nunca querría vivir. La culpa lo carcomía a cada instante más, ya no podía aplazar este viaje. No sabía el tiempo que le demandaría encontrar a los dos hombres, pero lo haría.

 

Sacudiendo su cabeza para alejar los malos pensamientos y tratar de aclarar su mente, empezó con los preparativos de su viaje. Un viaje que le revelaría mucho más de lo que suponía y que marcaría su destino definitivamente.

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