—¿Taehyungi?
Taehyungi, abre tus ojos.
Gruñó suavemente, rehusándose a moverse. Yoongi estaba
supuesto a venir, pero le estaba tomando demasiado tiempo.
Demasiado tiempo.
Se detuvo tratando de moverse, deteniéndose de batallar por ello.
Marina venía a menudo, hablando con él, limpiándolo,
alimentándolo. Taehyung no estaba seguro pero pensó que se le había detenido la
respiración un par de veces. Los hombres grandes se habían detenido de venir
cuando él empezó a estar apestoso. Era una bendición, pensó.
Quizás.
—Abre
tus ojos. Encontré el antídoto, entonces podrás cambiar. Esto te salvará. Tengo
que ponerte esta cosa en tu espalda para que tus piernas tengan una
oportunidad, pero esto va a doler. Dolerá un montón.
Trató de seguir lo que decía. En el principio él le hablaba
a ella, le decía acerca de su Má y Pop, acerca de Helena, lizzie, Gray y Hoseok.
Acerca de Yoongi. Su Yoongi.
Taehyung sonrió, recordando la manera que gruñía su lobo, la
manera que Yoongi mordía, lo tocaba, y lo hacía ronronear. No quería ronronear
por tanto tiempo.
—¡Taehyung!
—Sostuvo sus fosas nasales cerrándoselas hasta que jadeó, parpadeando hacia
ella.
—Perra.
—Aquí
estás. Estabas desvaneciéndote. —Lo miraba preocupada. Taehyung no la culpaba
después de todo. Él estaba preocupado.
—Disculpa,
estaba…
—Aturdido.
Lo sé. ¿Me has oído? —Acarició su pelo alejándolo de su rostro—. No quiero
hacer esto, pero voy a conseguir sacarte de aquí. Tengo que hacerlo. No sé si
tu Yoongi está viniendo, pero no vas a lograrlo si no te muevo pronto.
—Está viniendo.
—Yoongi tenía que venir
—De
acuerdo, entonces cuando lo haga debemos estar preparados. —Tenía lágrimas en
sus ojos y olía como con remordimiento—. Lo lamento tanto Taehyung. Odio esto.
Arregló una sonrisa.
—No es tanto como quisiera, te lo garantizo. —Marina
sollozo, asintiendo.
—Lo sé. Dime, ¿me perdonas?
—No hay
nada que perdonar, cariño. Hazlo. —Cualquier cosa que fuera, podría hacerle
frente.
Llegó detrás de él, inyectando con algo dentro de su columna
y un fuego empezó a construirse, bajando hacia los dedos de los pies entonces
lo cubrió con la apolillada manta. Hizo una mueca estremeciéndose.
—Lo
lamento Taehyung, esto va ir a peor.
Gruñó, profundamente en su pecho.
—Deja de disculparte, chica. Eres de la manada. Actúa como
ello, estaré bien.
Se puso de pie. La barbilla levantada mientras miraba hacia
abajo a él.
—¿Estás seguro?
—Positivo.
—Una fresca ola de dolor lo golpeó y supo que era mentira, pero estaba cerca de
irse, entonces eso no importaría.
Taehyung estaba empezando a creer que nada importaba.
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