Yoongi esperó lo que parecía una eternidad por Marina para
obtener la posición. Ella hablaría con Taehyung primero; podía ver desde su
ventajoso punto solo dentro de la puerta del corredor principal del gran
edificio. Los guardias tenían seccionada un conjunto de sillas y sofás cómodos
y una TV.
Gracias a Dios por el gato que necesitaba comodidades para
las criaturas. Ella vestía un pequeño ajustado top, que era totalmente
inapropiado para el clima, y un par de vaqueros suficientemente pequeños que
podían haber leído su pulso. Todavía, incluso Helena tenía que admitir que
Marina era una distracción moviéndose alrededor de los guardias, frotándose
contra ellos. Gray no tenía idea. Demasiado mal que el hombre no pudiera ver.
Lo había llevado a lo largo, duro, porque se rehusaba a quedarse atrás. Podía
ser sus orejas por alguna aproximación de refuerzos. Yoongi tenía excelente
oído. Y en la forma de lobo, Gray era enorme y el mayor feroz bastardo que Yoongi
incluso hubiera conocido. Tenía sentido. Dios, sabía que el hombre había tenido
que pelear por todas las cosas. Su familia entera era un grupo de hijos de
puta. Honestamente. Yoongi sonrió un poco, pensando cómo decirle a Taehyung
eso.
Taehyung. La sonrisa de Yoongi se desvaneció. Podía oler a Taehyung,
herido y triste y desesperado.
Uno de los guardias tenía a Marina contra la pared,
frotándose y los otros dos los observaban.
Yoongi mordió atrás su gruñido; la llevaría con él. De
seguro. La tomaría para la manada y dejaría que ellos le enseñaran cómo se
sentía la libertad.
La mano de Marina se deslizó por la espalda de uno de los
gatos en dirección a su pistola y Helena gruñó.
—Listos chicos, ella hizo su movimiento.
Yoongi tensó sus músculos, luego los relajó, dejando salir
su respiración como si su primera explosión de movimiento no llenara sus
músculos con dióxido de carbono. Entonces se echó atrás, listo para ir.
Helena hizo su primer movimiento, saliendo a la luz con su
pistola cuidadosamente escondida.
—¿Disculpen? Mi auto está en las afueras y yo…
Un gato gruñó y se puso de pie, el que estaba alrededor de
Marina se giró y Marina le arrebató la pistola, disparando al hombre entre los
omoplatos.
Joder. Estaban adentro ahora. Esa pequeña chica tenía algo
de rabia.
Yoongi surgió en la acción, removiendo la distancia entre
ellos y los guardias, derribando a uno a la derecha de Marina.
El disparo de Helena sonó llevándose al tercer hombre, el
hombre cayó abajo como un globo de plomo. Demasiado para no jugar con pistolas.
Maldita sea.
Yoongi no tenía una pistola, pero tenía un montón de empuje.
Y no le tomó mucho derribar al segundo guardia. No mucho esfuerzo después de
todo.
—Consíguele,
apresúrate. —Marina estaba revisando uno de los cuerpos de los guardias,
pisoteando su teléfono, agarrando su cartera.
Confiaba que hiciera su trabajo con los guardias, ladró
hacia Helena para que lo siguiera. Necesitaba de su ayuda.
El olor a orina y podrido lo golpeó cuando abrieron la
puerta, se atragantó, agachándose cuando una enorme masa negra subió a las
habitaciones, arrastrando sus patas traseras, siseado y escupiendo.
—¡Taehyung!
—Llamó, poniendo cada onza de cualquier cosa que fueran Taehyung y él,
cualquier cosa que tuvieran juntos, en su voz. Cristo. Solo estaba justo yendo
a perderlo todo si Taehyung no lo conocía.
Taehyung se detuvo brevemente y giró alrededor. Grandes, asombrados
ojos, lo miraban, buscando su rostro. Por un largo momento no pensó que Taehyung
estuviera ahí, entonces Taehyung empezó a moverse hacia él. Atrapó a su gatito
solo cuando Taehyung caía, alzando ese cuerpo demasiado delgado.
—Vamos,
bebé. Helena está cuidándonos la cola. Marina, ¡agarra algo para cubrirlo!
—Estoy
justo aquí. Tengo todas sus armas. —Marina agarró un abrigo, gracias a Dios,
porque lucía como Carrie en su noche de graduación.
—Buena
chica. —Taehyung no lo pensaba ni de cerca lo suficiente. Su gatito siempre
había sido engañosamente pesado, pero no ahora. Maldita sea.
Taehyung maulló furiosamente, hablando de él, haciendo ese
ruido salvaje. Sep, sep, lo tenía. Ellos habían conseguido salir.
—¡Gray!
¡Vienen por tu camino!
Gray ladró respondiéndole, era enorme, un lobo blanco hasta
su pantorrilla mientras giraba la esquina. Maldita sea, esa era una señal. No
se preguntó por qué nadie se había atrevido a venir a rescatar a los guardias.
Esos disparos habían sido audibles, ¿pero ese gato quería hacer frente y
engañar a Gray? Ciego o no, lucía como un vikingo.
Helena llegó a la furgoneta primero y repentinamente apreció
la idea, incluso tanto que gritó antes acerca de ellos recogiéndolo en esa
jodida mierda en Maine para su agujero de escondite en lugar de permanecer
cerca. Jesús. Podían conducir fuera de la ciudad, solo irse y continuar. Arrojó
a Taehyung hacia Helena, agarrando a Marina, quien estaba lenta, y ladró a
Gray. Vamos, vamos.
Gray saltó a la furgoneta, trepando, y arrojó a Marina
dentro, su cuerpo extrañamente leve. Es ágil, pensó, envolviéndose alrededor de
Taehyung.
—Vamos, vamos, vamos.
Arrancaron, era la última hora y estaba relativamente
desierta el área haciendo más fácil para ellos la huida. Helena era
definitivamente una chica de desierto, podía volar conduciendo.
Gray aulló, lamiendo a Taehyung, y Marina estaba gruñendo,
cubierta en sangre, protegiendo a Taehyung, Yoongi iba a morder a alguien.
Tomó una profunda respiración.
—Gray, consigue controlarte, necesito tu ayuda con la
medicina. Tú, respira. —Fulminó con la mirada hacia Marina hasta que lo miró de
vuelta, jadeando.
Entonces miró a Taehyung.
—Hey, gatito.
Los ojos de Taehyung se encontraron con los suyos, salvajes
y desenfocados y lastimado. Jesús, esto era... Esos hijos de puta.
Quería aullar. Quería volver y encontrar a cada gato que
había lastimado a Taehyung y matarlos. No podía, Taehyung lo necesitaba para
sostenerse juntos. Tocaba a su compañero, sus dedos en la piel mate. Había
huesos molidos por debajo de ahí, cicatrices, zonas en carne viva. Rabia se
construía y la empujó atrás. Taehyung lo necesitaba, su cuidado no su ira.
—Ven aquí gatito, déjame sostenerte ahora.
Taehyung maulló suave, se arrastró a su regazo donde estaba
sentado en la furgoneta. Marina agarró una de las mantas y se la ofreció
tirándosela por encima. Asintiendo un gracias, la envolvió alrededor de ellos,
ignorando el hedor que se levantó del pelaje de Taehyung.
Taehyung estaba maullando, hablándole duro y como su cerebro
no entendía los maullidos y los sonidos, su alma lo consiguió. Él vino, y Taehyung
estaba esperándolo. Al igual que su gatito lo había rescatado a él, ahora él
había salvado a Taehyung.
Gray estaba empujando a Marina abajo, limpiándola, y se
retorcía, aullando.
—¡Hey!
Le dio a Yoongi su primera sonrisa en la noche.
—Solo está ayudando, cariño, aseándote.
Gray gruñó feliz, su cola balanceándose. Esa pobre chica, no
tenía estructura de manada, sin parentesco y había sido brutalizada. Gray, por
otra parte, venía de una de las más disfuncionales, sin embargo con familiares
de lobos alrededor. Iba a ser un viaje divertido.
—La
inyección que le di va a desaparecer. Necesita calmantes. —Marina chilló—. ¡Están en mi vientre!
—No
puede verte si te desnudas. —Acarició la espalda de Taehyung—. ¿Conseguiste el
botiquín que pedí, Helena?
—Por
supuesto, nos dirigiremos a Maine, es una zona suficientemente remota, ¿te lo
dije?
—Cinco
veces. —Maine. Cristo. No estaba seguro que alguna parte en la Costa Este iba a
ser lo suficientemente lejos. Pero no había alces o algo, ¿verdad? Jesús.
—Gray,
¡deja de lamerla!
La gran cabeza de Gray se giró hacia él, entonces el gran
lobo se dirigió por Taehyung.
—No,
conseguí a este. Te lo prometo. —No iba a cambiar en frete de Marina pero tenía
que atender a Taehyung.
Marina solo miraba.
—Es un lobo atractivo, quiero decir, mucho.
—Lo es,
creció libre, ¿sabes? —A Yoongi le Gustaba Gray, tanto más de lobo. Realmente.
—No
realmente. No he cambiado sobre los pasados tres años.
La miró, e inclusive Taehyung despertó un poco a eso,
azotando la cola. Eso era un alivio. Con esas patas traseras adormecidas y no
funcionando, había estado preocupado que alguna cosa estuviera mal con la
columna de Taehyung. Eso lucía como si estuviera mejor.
—Hey, Taehyungi,
estás aquí. Me Gusta tu mirada.
Taehyung maulló quejumbroso y de mal humor y Yoongi se echó
a reír de puro alivio. Esos ojos verdes se encontraron con los suyos y otro
maullido se oyó en el aire. Pobre bebé. Yoongi rascaba entre las orejas de Taehyung.
—Tan
pronto estemos fuera de la ciudad, nos detendremos, gatito, resiste. —Marina le
entregó una jeringuilla.
—Calmante, esto ayudará, ¿huh?
—Gracias.
—Tomó la inyección y la empujó dentro de la piel en la parte de atrás del
cuello de Taehyung, boom. La dosis había sido pre medida, entonces no tenía por
qué preocuparse.
Taehyung inclusive no respondió al pinchazo actual, el gato
hocicaba contra su mano libre, pidiendo más mimos. Yoongi se los dio de buena
gana, acariciando el pobre y abusado cuerpo, feliz de que Taehyung estuviera
vivo, si no patearía.
Cuando la inyección lo golpeó, por un terrible, terrible
segundo, Yoongi pensó que Taehyung había muerto sobre él, el enorme cuerpo sin
huesos. Entonces Taehyung tomó una profunda y estremecedora respiración,
entonces otra, antes de relajarse en un regular ritmo para dormir.
Gracias a Dios. Quién sabía cuánto tiempo le iba a tomar a Taehyung
para sanar, pero estaba seguro ahora. Yoongi se aseguraría de ello.
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