domingo, 24 de abril de 2022

CAPITULO 23

 

Yoongi esperó lo que parecía una eternidad por Marina para obtener la posición. Ella hablaría con Taehyung primero; podía ver desde su ventajoso punto solo dentro de la puerta del corredor principal del gran edificio. Los guardias tenían seccionada un conjunto de sillas y sofás cómodos y una TV.

 

Gracias a Dios por el gato que necesitaba comodidades para las criaturas. Ella vestía un pequeño ajustado top, que era totalmente inapropiado para el clima, y un par de vaqueros suficientemente pequeños que podían haber leído su pulso. Todavía, incluso Helena tenía que admitir que Marina era una distracción moviéndose alrededor de los guardias, frotándose contra ellos. Gray no tenía idea. Demasiado mal que el hombre no pudiera ver. Lo había llevado a lo largo, duro, porque se rehusaba a quedarse atrás. Podía ser sus orejas por alguna aproximación de refuerzos. Yoongi tenía excelente oído. Y en la forma de lobo, Gray era enorme y el mayor feroz bastardo que Yoongi incluso hubiera conocido. Tenía sentido. Dios, sabía que el hombre había tenido que pelear por todas las cosas. Su familia entera era un grupo de hijos de puta. Honestamente. Yoongi sonrió un poco, pensando cómo decirle a Taehyung eso.

 

Taehyung. La sonrisa de Yoongi se desvaneció. Podía oler a Taehyung, herido y triste y desesperado.

 

Uno de los guardias tenía a Marina contra la pared, frotándose y los otros dos los observaban.

 

Yoongi mordió atrás su gruñido; la llevaría con él. De seguro. La tomaría para la manada y dejaría que ellos le enseñaran cómo se sentía la libertad.

 

La mano de Marina se deslizó por la espalda de uno de los gatos en dirección a su pistola y Helena gruñó.

 

—Listos chicos, ella hizo su movimiento.

 

Yoongi tensó sus músculos, luego los relajó, dejando salir su respiración como si su primera explosión de movimiento no llenara sus músculos con dióxido de carbono. Entonces se echó atrás, listo para ir.

 

Helena hizo su primer movimiento, saliendo a la luz con su pistola cuidadosamente escondida.

 

—¿Disculpen? Mi auto está en las afueras y yo…

 

Un gato gruñó y se puso de pie, el que estaba alrededor de Marina se giró y Marina le arrebató la pistola, disparando al hombre entre los omoplatos.

 

Joder. Estaban adentro ahora. Esa pequeña chica tenía algo de rabia.

 

Yoongi surgió en la acción, removiendo la distancia entre ellos y los guardias, derribando a uno a la derecha de Marina.

 

El disparo de Helena sonó llevándose al tercer hombre, el hombre cayó abajo como un globo de plomo. Demasiado para no jugar con pistolas. Maldita sea.

 

Yoongi no tenía una pistola, pero tenía un montón de empuje. Y no le tomó mucho derribar al segundo guardia. No mucho esfuerzo después de todo.

 

Consíguele, apresúrate. —Marina estaba revisando uno de los cuerpos de los guardias, pisoteando su teléfono, agarrando su cartera.

 

Confiaba que hiciera su trabajo con los guardias, ladró hacia Helena para que lo siguiera. Necesitaba de su ayuda.

 

El olor a orina y podrido lo golpeó cuando abrieron la puerta, se atragantó, agachándose cuando una enorme masa negra subió a las habitaciones, arrastrando sus patas traseras, siseado y escupiendo.

 

—¡Taehyung! —Llamó, poniendo cada onza de cualquier cosa que fueran Taehyung y él, cualquier cosa que tuvieran juntos, en su voz. Cristo. Solo estaba justo yendo a perderlo todo si Taehyung no lo conocía.

 

Taehyung se detuvo brevemente y giró alrededor. Grandes, asombrados ojos, lo miraban, buscando su rostro. Por un largo momento no pensó que Taehyung estuviera ahí, entonces Taehyung empezó a moverse hacia él. Atrapó a su gatito solo cuando Taehyung caía, alzando ese cuerpo demasiado delgado.

 

Vamos, bebé. Helena está cuidándonos la cola. Marina, ¡agarra algo para cubrirlo!

 

Estoy justo aquí. Tengo todas sus armas. —Marina agarró un abrigo, gracias a Dios, porque lucía como Carrie en su noche de graduación.

 

Buena chica. —Taehyung no lo pensaba ni de cerca lo suficiente. Su gatito siempre había sido engañosamente pesado, pero no ahora. Maldita sea.

 

Taehyung maulló furiosamente, hablando de él, haciendo ese ruido salvaje. Sep, sep, lo tenía. Ellos habían conseguido salir.

 

—¡Gray! ¡Vienen por tu camino!

 

Gray ladró respondiéndole, era enorme, un lobo blanco hasta su pantorrilla mientras giraba la esquina. Maldita sea, esa era una señal. No se preguntó por qué nadie se había atrevido a venir a rescatar a los guardias. Esos disparos habían sido audibles, ¿pero ese gato quería hacer frente y engañar a Gray? Ciego o no, lucía como un vikingo.

 

Helena llegó a la furgoneta primero y repentinamente apreció la idea, incluso tanto que gritó antes acerca de ellos recogiéndolo en esa jodida mierda en Maine para su agujero de escondite en lugar de permanecer cerca. Jesús. Podían conducir fuera de la ciudad, solo irse y continuar. Arrojó a Taehyung hacia Helena, agarrando a Marina, quien estaba lenta, y ladró a Gray. Vamos, vamos.

 

Gray saltó a la furgoneta, trepando, y arrojó a Marina dentro, su cuerpo extrañamente leve. Es ágil, pensó, envolviéndose alrededor de Taehyung.

 

—Vamos, vamos, vamos.

 

Arrancaron, era la última hora y estaba relativamente desierta el área haciendo más fácil para ellos la huida. Helena era definitivamente una chica de desierto, podía volar conduciendo.

 

Gray aulló, lamiendo a Taehyung, y Marina estaba gruñendo, cubierta en sangre, protegiendo a Taehyung, Yoongi iba a morder a alguien.

 

Tomó una profunda respiración.

 

—Gray, consigue controlarte, necesito tu ayuda con la medicina. Tú, respira. —Fulminó con la mirada hacia Marina hasta que lo miró de vuelta, jadeando.

 

Entonces miró a Taehyung.

 

—Hey, gatito.

 

Los ojos de Taehyung se encontraron con los suyos, salvajes y desenfocados y lastimado. Jesús, esto era... Esos hijos de puta.

 

Quería aullar. Quería volver y encontrar a cada gato que había lastimado a Taehyung y matarlos. No podía, Taehyung lo necesitaba para sostenerse juntos. Tocaba a su compañero, sus dedos en la piel mate. Había huesos molidos por debajo de ahí, cicatrices, zonas en carne viva. Rabia se construía y la empujó atrás. Taehyung lo necesitaba, su cuidado no su ira.

 

—Ven aquí gatito, déjame sostenerte ahora.

 

Taehyung maulló suave, se arrastró a su regazo donde estaba sentado en la furgoneta. Marina agarró una de las mantas y se la ofreció tirándosela por encima. Asintiendo un gracias, la envolvió alrededor de ellos, ignorando el hedor que se levantó del pelaje de Taehyung.

 

Taehyung estaba maullando, hablándole duro y como su cerebro no entendía los maullidos y los sonidos, su alma lo consiguió. Él vino, y Taehyung estaba esperándolo. Al igual que su gatito lo había rescatado a él, ahora él había salvado a Taehyung.

 

Gray estaba empujando a Marina abajo, limpiándola, y se retorcía, aullando.

 

—¡Hey!

 

Le dio a Yoongi su primera sonrisa en la noche.

 

—Solo está ayudando, cariño, aseándote.

 

Gray gruñó feliz, su cola balanceándose. Esa pobre chica, no tenía estructura de manada, sin parentesco y había sido brutalizada. Gray, por otra parte, venía de una de las más disfuncionales, sin embargo con familiares de lobos alrededor. Iba a ser un viaje divertido.

 

La inyección que le di va a desaparecer. Necesita calmantes. Marina chilló—. ¡Están en mi vientre!

 

No puede verte si te desnudas. —Acarició la espalda de Taehyung—. ¿Conseguiste el botiquín que pedí, Helena?

 

Por supuesto, nos dirigiremos a Maine, es una zona suficientemente remota, ¿te lo dije?

 

Cinco veces. —Maine. Cristo. No estaba seguro que alguna parte en la Costa Este iba a ser lo suficientemente lejos. Pero no había alces o algo, ¿verdad? Jesús.

 

Gray, ¡deja de lamerla!

 

La gran cabeza de Gray se giró hacia él, entonces el gran lobo se dirigió por Taehyung.

 

No, conseguí a este. Te lo prometo. —No iba a cambiar en frete de Marina pero tenía que atender a Taehyung.

 

Marina solo miraba.

 

—Es un lobo atractivo, quiero decir, mucho.

 

Lo es, creció libre, ¿sabes? —A Yoongi le Gustaba Gray, tanto más de lobo. Realmente.

 

No realmente. No he cambiado sobre los pasados tres años.

 

La miró, e inclusive Taehyung despertó un poco a eso, azotando la cola. Eso era un alivio. Con esas patas traseras adormecidas y no funcionando, había estado preocupado que alguna cosa estuviera mal con la columna de Taehyung. Eso lucía como si estuviera mejor.

 

Hey, Taehyungi, estás aquí. Me Gusta tu mirada.

 

Taehyung maulló quejumbroso y de mal humor y Yoongi se echó a reír de puro alivio. Esos ojos verdes se encontraron con los suyos y otro maullido se oyó en el aire. Pobre bebé. Yoongi rascaba entre las orejas de Taehyung.

 

Tan pronto estemos fuera de la ciudad, nos detendremos, gatito, resiste. —Marina le entregó una jeringuilla.

 

—Calmante, esto ayudará, ¿huh?

 

Gracias. —Tomó la inyección y la empujó dentro de la piel en la parte de atrás del cuello de Taehyung, boom. La dosis había sido pre medida, entonces no tenía por qué preocuparse.

 

Taehyung inclusive no respondió al pinchazo actual, el gato hocicaba contra su mano libre, pidiendo más mimos. Yoongi se los dio de buena gana, acariciando el pobre y abusado cuerpo, feliz de que Taehyung estuviera vivo, si no patearía.

 

Cuando la inyección lo golpeó, por un terrible, terrible segundo, Yoongi pensó que Taehyung había muerto sobre él, el enorme cuerpo sin huesos. Entonces Taehyung tomó una profunda y estremecedora respiración, entonces otra, antes de relajarse en un regular ritmo para dormir.

 

Gracias a Dios. Quién sabía cuánto tiempo le iba a tomar a Taehyung para sanar, pero estaba seguro ahora. Yoongi se aseguraría de ello.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

CAPITULO 8

Amanecía. Jin y Namjoon se despedían de Taehyung Y Yoongi.   El destino los separaba una vez más.   Yoongi y Taehyung se quedaron en...