domingo, 24 de abril de 2022

CAPITULO 4

 

Volverá, mamá. —Yoongi se había presentado en la casa de los Kim con todos los alimentos y la ropa de Taehyung, pero no con Taehyung. Yoongi estaba siendo duramente castigado por ello.

 

Helena lo espetó sin descanso.

 

 —Te juro Yoongi, que si encuentro que has destrozado su culo de nuevo, tendré tus bolas, no te ofendas mamá.

 

No he tocado al pequeño gilipollas. —Hubiera querido. Oh, hubiera querido solo antes que la pequeña mierda se hubiera ido en su estado salvaje.

 

Dios, Taehyung había crecido demasiado malditamente bien. Solo había que mirarlo.

 

Ahora estaba pagando el precio. Si alguna mujer más sacudía el dedo de chico malo hacia él, podría salir corriendo gritando a sí mismo.

 

Estará bien. Solo déjenlo estar solo. —Gray caminaba hacia adentro, los anteojos oscuros escondían los blancos ojos del hombre.

 

Helena, consigue que los gemelos salgan de lo bajo de la tormenta y diles que paren de sollozar ahora.

 

Seguro. —Helena se dirigió hacia ellos y otra mujer se desvío fuera, salvando a su madre.

 

Yoongi rodó su cabeza hacia su nuca.

 

—No lo he tocado.

 

Grey gruñó.

 

—No es un niño, Yoongi. En ese punto, apostaría en su contra en una pelea y apostaría mi vida en el hecho que tú tienes más que un raspón. Helena me dijo que tienes uno en la barbilla, si ha sido un empate con él.

 

Yoongi sonrió un poco.

 

—No has visto lo bien que ha crecido, Gray. —Taehyung era bueno, garantizaba eso. Rápido.

 

No te preocupes a cerca de él. Vendrá a casa, y yo y Helena lo tendremos de vuelta.

 

Sé eso. —Yoongi suspiró—. Dile a Hoseok que lleve a nuestra madre a casa, ¿podrías hacerlo?

 

Seguro, si no puede, alguien lo hará.

 

Gracias. —Se giró en sus talones y se marchó. Yoongi sabía que la verdad era que no le gustaba la gente. Particularmente no le gustaban a él, tampoco. Era mucho mejor escavando rocas bonitas.

 

Se dirigió afuera, gruñendo a los inadaptados que le agradecían por venir. Jesús, ¿por qué no podrían haber adoptado cachorros normales? Dieciocho de ellos y en todo el conjunto no había ninguno normal en el grupo. Incluso Lizzie cambiaba con la luna nueva como también con la llena.

 

Saltó dentro de su camioneta por enésima vez en el día, con la necesidad de desaparecer. Solo.

 

Hasta que vio una negra figura correr desnuda a través de la maleza, moviéndose tan rápido que sus ojos apenas pudieron realmente verlo.

 

—Hola, gatito. —Yoongi se sentó y observó, esperando ver si un humano Taehyung aparecía. Valdría la pena ver al tonto desnudo, de nuevo.

 

Oyó un bajo aullido, el sonido rasgado a través del aire. Una llamada de duelo. El impulso de aullar en respuesta aumentó en él. Y Yoongi agarró el volante. Luchando contra ello. Esta no era su familia.

 

Aullidos llenaban el aire, pensó. Docenas de ellos.

 

Sep. Sep, esa era toda la manada perdida, ¿o no lo era?

 

Yoongi dio un paso fuera de su camioneta. Levantando su cabeza y uniéndose al sonido. Dejó que el cambio lo llevara.

 

Repentinamente su manada, todos ellos, lo rodearon. Lamentándose, aullando, llorando. En el marco de la puerta de la casa de Mona estaban sus niños humanos, sus cachorros capturados entre los lobos y hombres. Todos ellos rodeaban a su madre, todos excepto Taehyung.

 

Yoongi olisqueaba en el aire, algo difícil de hacer rodeado como estaba. Todavía un gato se destacaba.

 

Taehyung estaba ahí, oculto con el viento en contra, fuera de la vista de los otros.

 

¿Cómo apestaba que el hombre incluso no se sintiera como en casa con su propia familia?

 

Yoongi dejó la camioneta de su mamá, dejando su ropa y pasó a Taehyung como un tiro. Ladró una invitación en el camino. «Corre. Corre conmigo».

 

No oía ninguna cosa que lo siguiera, pero sus instintos insistían en que empezaba a ser cazado, seguido, perseguido.

 

Dejando su lengua a la deriva, hizo una explosión de velocidad. Desviándose y cepillando la maleza y el desierto. Saltando en unarroyo. Oyó un sonido salvaje detrás de él, el sonido de un eco profundo en su columna vertebral.

 

Yoongi sabía cómo se sentía perder a alguien incluso si no era uno de la manada, realmente lo sabía. Sabía que algunas veces la única forma para hacer retroceder la rabia era dejándola correr fuera a través de tu cuerpo. También sabía que Taehyung era el hijo mayor, el primero, y que el hombre había amado a su padre. Lo adoraba.

 

Entonces ellos corrieron.

 

Siguieron corriendo. Yoongi cambió la dirección y se dirigió hacia la mina. Tenía comida allí. Agua. Mantas. Taehyung lo seguiría, las uñas se clavaban en la tierra mientras se movían juntos. Se sentía increíble estirar las piernas. Muchos de la manada no podían seguir su ritmo, sin poder entender por qué no había desafiado al Alpha. Como si él quisiera esa carga sobre sus hombros…

 

Taehyung podía seguir su ritmo, sin embargo, la elegante forma negra podía moverse como el viento mismo.

 

Yoongi ladró de felicidad, saltando sobre las rocas y la pequeña mezquita. El aire seco empezaba a pasar factura. La mina estaba solo a unas pocas millas más. La esencia felina estaba intrigándolo, empezaba a mezclarse con la canina, como manada. Esto se olía correcto.

 

Puso una explosión final de velocidad, haciendo que Taehyung se atreviera a ser tan bueno como lo era y tratar de ser mejor que él de una vez por todas. O una vez más, cuando pensaba en su barbilla. Cuando una sombra corrió junto a él pasándolo, quería aullar. Mirando hacia una cola…

 

Taehyung saltó encima de las rocas, gruñendo en el aire, triunfante.

 

Yoongi se levantó en sus patas traseras y ladró, reconociendo la hazaña. Entonces se voltearon y se dirigieron hacia la mina. Carne, agua.

 

Taehyung lo seguía, cuidadosamente, manteniéndose alejado de su hocico. Dirigió el camino hacia un pequeño agujero de entrada hacia la mina. No quería correr el riesgo de encontrarse con nadie.

 

Taehyung llegó hacia la entrada, oliéndola y se lo quedó mirando.

 

Ladró, esperanzado. Sería buena idea compartir.

 

Taehyung lo siguió, cauteloso, escabulléndose en la oscuridad.

 

Lideró el camino, sabiendo que Taehyung podía ser capaz de seguirlo fácilmente. Tenía un lugar fijo aislado a un lado de la mina. Uno pequeño sólo para él. Llevó a Taehyung a su guarida, el lugar olía muy bien, a casa. Ahí estaban las mantas en el suelo, cojines, un abrigo para cuando estaba como hombre. Había agua y comida.

 

Taehyung se estiró, largo, elegante y negro.

 

Yoongi resistió la urgencia de ir y darle una aspirada. No podía imaginarse que olería tan bien.

 

La nariz de Taehyung se torció, los pesados ojos verdes sobre él. Había bastante ropa. Se preguntaba si quizás debería cambiar a humano., dejando que Taehyung viera que estaba listo para comer. Taehyung se acercó más cerca, los bigotes le hacían cosquillas.

 

Bostezó, el sonido era alto sorprendiéndolo. Bueno, por lo menos no había estornudado. Taehyung resopló suavemente, luego se dejó caer en el suelo, la cola sobre su nariz.

 

Bueno, eso lo contestaba. Yoongi le dio a Taehyung una lupina sonrisa antes de ir hacia una pila de mantas y acurrucarse. Una siesta sonaba bien.

 

Taehyung ronroneaba, llenando el aire mientras se preparaba para dormir.

 

Quizás el hombre pudiera conseguir algo de descanso.

 

Yoongi resopló, envolviendo su cola sobre su nariz, justo como Taehyung lo había hecho. Si, parecía irónico que él fuera uno que ayudara al gato, bueno, no había nadie más ahí que lo notara. Eso estaba bien con él. Y conocía a Taehyung. El hombre podía mantener un secreto.

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