—Volverá,
mamá. —Yoongi se había presentado en la casa de los Kim con todos los alimentos
y la ropa de Taehyung, pero no con Taehyung. Yoongi estaba siendo duramente
castigado por ello.
Helena lo espetó sin descanso.
—Te juro Yoongi, que
si encuentro que has destrozado su culo de nuevo, tendré tus bolas, no te
ofendas mamá.
—No he
tocado al pequeño gilipollas. —Hubiera querido. Oh, hubiera querido solo antes
que la pequeña mierda se hubiera ido en su estado salvaje.
Dios, Taehyung había crecido demasiado malditamente bien.
Solo había que mirarlo.
Ahora estaba pagando el precio. Si alguna mujer más sacudía
el dedo de chico malo hacia él, podría salir corriendo gritando a sí mismo.
—Estará
bien. Solo déjenlo estar solo. —Gray caminaba hacia adentro, los anteojos
oscuros escondían los blancos ojos del hombre.
—Helena,
consigue que los gemelos salgan de lo bajo de la tormenta y diles que paren de
sollozar ahora.
—Seguro.
—Helena se dirigió hacia ellos y otra mujer se desvío fuera, salvando a su
madre.
Yoongi rodó su cabeza hacia su nuca.
—No lo he tocado.
Grey gruñó.
—No es un niño, Yoongi. En ese punto, apostaría en su contra
en una pelea y apostaría mi vida en el hecho que tú tienes más que un raspón.
Helena me dijo que tienes uno en la barbilla, si ha sido un empate con él.
Yoongi sonrió un poco.
—No has visto lo bien que ha crecido, Gray. —Taehyung era
bueno, garantizaba eso. Rápido.
—No te
preocupes a cerca de él. Vendrá a casa, y yo y Helena lo tendremos de vuelta.
—Sé eso.
—Yoongi suspiró—. Dile a Hoseok que lleve a nuestra madre a casa, ¿podrías
hacerlo?
—Seguro,
si no puede, alguien lo hará.
—Gracias.
—Se giró en sus talones y se marchó. Yoongi sabía que la verdad era que no le gustaba
la gente. Particularmente no le gustaban a él, tampoco. Era mucho mejor
escavando rocas bonitas.
Se dirigió afuera, gruñendo a los inadaptados que le
agradecían por venir. Jesús, ¿por qué no podrían haber adoptado cachorros
normales? Dieciocho de ellos y en todo el conjunto no había ninguno normal en
el grupo. Incluso Lizzie cambiaba con la luna nueva como también con la llena.
Saltó dentro de su camioneta por enésima vez en el día, con
la necesidad de desaparecer. Solo.
Hasta que vio una negra figura correr desnuda a través de la
maleza, moviéndose tan rápido que sus ojos apenas pudieron realmente verlo.
—Hola, gatito. —Yoongi se sentó y observó, esperando ver si
un humano Taehyung aparecía. Valdría la pena ver al tonto desnudo, de nuevo.
Oyó un bajo aullido, el sonido rasgado a través del aire.
Una llamada de duelo. El impulso de aullar en respuesta aumentó en él. Y Yoongi
agarró el volante. Luchando contra ello. Esta no era su familia.
Aullidos llenaban el aire, pensó. Docenas de ellos.
Sep. Sep, esa era toda la manada perdida, ¿o no lo era?
Yoongi dio un paso fuera de su camioneta. Levantando su
cabeza y uniéndose al sonido. Dejó que el cambio lo llevara.
Repentinamente su manada, todos ellos, lo rodearon.
Lamentándose, aullando, llorando. En el marco de la puerta de la casa de Mona
estaban sus niños humanos, sus cachorros capturados entre los lobos y hombres.
Todos ellos rodeaban a su madre, todos excepto Taehyung.
Yoongi olisqueaba en el aire, algo difícil de hacer rodeado
como estaba. Todavía un gato se destacaba.
Taehyung estaba ahí, oculto con el viento en contra, fuera
de la vista de los otros.
¿Cómo
apestaba que el hombre incluso no se sintiera como en casa con su propia
familia?
Yoongi dejó la camioneta de su mamá, dejando su ropa y pasó
a Taehyung como un tiro. Ladró una invitación en el camino. «Corre. Corre
conmigo».
No oía ninguna cosa que lo siguiera, pero sus instintos
insistían en que empezaba a ser cazado, seguido, perseguido.
Dejando su lengua a la deriva, hizo una explosión de
velocidad. Desviándose y cepillando la maleza y el desierto. Saltando en
unarroyo. Oyó un sonido salvaje detrás de él, el sonido de un eco profundo en
su columna vertebral.
Yoongi sabía cómo se sentía perder a alguien incluso si no
era uno de la manada, realmente lo sabía. Sabía que algunas veces la única
forma para hacer retroceder la rabia era dejándola correr fuera a través de tu
cuerpo. También sabía que Taehyung era el hijo mayor, el primero, y que el
hombre había amado a su padre. Lo adoraba.
Entonces ellos corrieron.
Siguieron corriendo. Yoongi cambió la dirección y se dirigió
hacia la mina. Tenía comida allí. Agua. Mantas. Taehyung lo seguiría, las uñas
se clavaban en la tierra mientras se movían juntos. Se sentía increíble estirar
las piernas. Muchos de la manada no podían seguir su ritmo, sin poder entender
por qué no había desafiado al Alpha. Como si él quisiera esa carga sobre sus
hombros…
Taehyung podía seguir su ritmo, sin embargo, la elegante
forma negra podía moverse como el viento mismo.
Yoongi ladró de felicidad, saltando sobre las rocas y la
pequeña mezquita. El aire seco empezaba a pasar factura. La mina estaba solo a
unas pocas millas más. La esencia felina estaba intrigándolo, empezaba a
mezclarse con la canina, como manada. Esto se olía… correcto.
Puso una explosión final de velocidad, haciendo que Taehyung
se atreviera a ser tan bueno como lo era y tratar de ser mejor que él de una
vez por todas. O una vez más, cuando pensaba en su barbilla. Cuando una sombra
corrió junto a él pasándolo, quería aullar. Mirando hacia una cola…
Taehyung saltó encima de las rocas, gruñendo en el aire,
triunfante.
Yoongi se levantó en sus patas traseras y ladró,
reconociendo la hazaña. Entonces se voltearon y se dirigieron hacia la mina.
Carne, agua.
Taehyung lo seguía, cuidadosamente, manteniéndose alejado de
su hocico. Dirigió el camino hacia un pequeño agujero de entrada hacia la mina.
No quería correr el riesgo de encontrarse con nadie.
Taehyung llegó hacia la entrada, oliéndola y se lo quedó
mirando.
Ladró, esperanzado. Sería buena idea compartir.
Taehyung lo siguió, cauteloso, escabulléndose en la
oscuridad.
Lideró el camino, sabiendo que Taehyung podía ser capaz de
seguirlo fácilmente. Tenía un lugar fijo aislado a un lado de la mina. Uno
pequeño sólo para él. Llevó a Taehyung a su guarida, el lugar olía muy bien, a
casa. Ahí estaban las mantas en el suelo, cojines, un abrigo para cuando estaba
como hombre. Había agua y comida.
Taehyung se estiró, largo, elegante y negro.
Yoongi resistió la urgencia de ir y darle una aspirada. No
podía imaginarse que olería tan bien.
La nariz de Taehyung se torció, los pesados ojos verdes
sobre él. Había bastante ropa. Se preguntaba si quizás debería cambiar a
humano., dejando que Taehyung viera que estaba listo para comer. Taehyung se
acercó más cerca, los bigotes le hacían cosquillas.
Bostezó, el sonido era alto sorprendiéndolo. Bueno, por lo
menos no había estornudado. Taehyung resopló suavemente, luego se dejó caer en
el suelo, la cola sobre su nariz.
Bueno, eso lo contestaba. Yoongi le dio a Taehyung una
lupina sonrisa antes de ir hacia una pila de mantas y acurrucarse. Una siesta
sonaba bien.
Taehyung ronroneaba, llenando el aire mientras se preparaba
para dormir.
Quizás el hombre pudiera conseguir algo de descanso.
Yoongi resopló, envolviendo su cola sobre su nariz, justo
como Taehyung lo había hecho. Si, parecía irónico que él fuera uno que ayudara
al gato, bueno, no había nadie más ahí que lo notara. Eso estaba bien con él. Y
conocía a Taehyung. El hombre podía mantener un secreto.
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