Taehyung hizo de su mano izquierda
un puño y se la metió en la boca con tal de no gritar como una gata en celo,
por muy irónico que fuera el caso, él se consideraba a sí mismo como todo un
hombre. La idea de suplicarle a Yoongi que dejara de lamerle el maldito pezón y
por fin se decidiera a succionar y morder, era demasiado trajín para su ya
bastante mancillado orgullo.
— ¿Te gusta? — La pregunta hecha
en un tono de mofa, le dejo claro a Taehyung que el desgraciado lobo lo hacía a
propósito.
— ¡Vete a la mierda!— fue la mejor
respuesta que se le ocurrió a la insidia de ese chucho — deja de jugar y
compórtate como todo un hombre, uno que va a joderme.
La risa profunda de Yoongi hizo
que la piel de Taehyung se pusiera como de gallina, dejando el puño de su mano
de lado, comenzó a quejarse bajito cuando por fin el chico sobre él comenzó a
mordisquear y succionar el pezón que ya dolía de necesidad. Sosteniéndose de
los hombros anchos de Yoongi lucho por mantenerse cuerdo cuando su mundo entero
comenzaba a girar, la mano grande del chico se había envuelto en su hombría y
se la estaba pajiando con movimientos desesperadamente lentos.
— Ya no puedo más— casi suplico Taehyung,
él quería venirse cuando ese hombre estuviera enterrado hasta las bolas dentro
suyo, no por una paja, por muy buena que esta fuera.
— Tranquilo, amor— susurro contra
la oreja de Taehyung, el lobo—, voy a hacerte venir tantas veces que te vas a
quedar si voz de tanto gritar mi nombre.
— Lobo… ¡hay!...presumido…. —
trato de burlarse de Yoongi. Una pena que ese fuera el preciso momento que el
chucho escogió para meter la lengua en su ombligo. Él muy cretino era tan
virgen como él, en esas circunstancias no tenía derecho a verse tan seguro de
sí mismo, mientras él temblaba como una hoja con cada nuevo toque.
— ¿Estás bien? — Pregunto Yoongi
al sentir como el cuerpo de su amante se tensaba— ¿Estoy haciendo algo mal?
Taehyung levanto la cabeza del
suelo solo para ver la mirada inocente de Yoongi, el chico era un lobo grande y
malo, pero al fin de cuentas ambos eran nuevos en esto de los juegos de manos.
— Es solo…— halo a Yoongi hasta
que sus caras quedaron a la misma altura— tengo miedo— le costó mucho admitirlo,
pero era la verdad.
Los ojos dorados del lobo se
abrieron y cerraron al entender.
— Creí que a un gatito tan
decidido como tú no tendría miedo de nada.
— No te burles— hizo un pucherito
que a Yoongi le pareció adorable.
— No me burló— le dio un beso
travieso que hizo reír al joven felino— lo que pasa es que tengo tantas ganas
de estar dentro de ti… que me preocupa lastimarte de alguna manera.
Taehyung tomo una de las manos de Yoongi
y la beso con reverencia.
—Algún día sería mi primera vez—
confeso besando la palma de la mano de su amante— yo quiero que sea hoy… y que
sea contigo.
Eso fue todo lo que se necesitó
para que Yoongi se entregara a sus deberes como domador de gatos salvajes.
Besando la boquita que lo esperaba abierta, chupo y lamio los labios
apetitosos, entrando despacio con la lengua, causando gruñidos de parte de
ambos.
Una brisa fresca levanto las hojas
secas e hizo bailar las ramas de los árboles. La luz de luna se colaba entre la
floresta bañando con sus rayos a la noche que se revolcaba hambrienta en su
propia misteriosa sensualidad.
Las manos de Yoongi recorrían el
dorso desnudo de Taehyung, con una mano lo levantaba por la espalda y con la
otra le sostenía la cabeza, para que no separara ni un milímetro. El felino
acabo acomodado en el regazo, sentado con las piernas abiertas, de manera que
los sexos se friccionaban uno contra el otro.
Las aves nocturnas asomaban la
cabeza entre el follaje de los árboles, observando interesadas como los
cambia-formas trataban de devorarse uno al otro.
El rubio estaba muy bien sentado
sobre los muslos fuertes del pelinegro. Yoongi apretaba tan fuerte los globos
del trasero del felino que este estaba seguro tendría las marcas de los dedos
durante días, nada más delicioso que sentirse dominado por un macho fuerte. Una
vocecita le susurraba a su corazón, que después de sentir el sexo de Yoongi
venirse dentro suyo, cualquier otro le sería indiferente.
La boca posesiva de Yoongi comenzó
a recorrer el pecho plano del joven felino. Taehyung gritaba sin dejar de
prensar su sexo contra el pene de Yoongi y sus vientres. Arriba y abajo saltaba
uno y recibía el otro en una danza perfecta. La sensación comenzó a causar una
marejada que llevo a ambos a un orgasmo arrasador. Sudorosos y jadeantes, el
felino sobre los muslos del hombre más alto mientras este lo sostenía entre sus
brazos, como si los mismos dioses se lo fueran a arrebatar.
El gatito no tuvo tiempo ni de
decir “agua va”, cuando el lobo lo tiro con el pecho contra tierra. Subiéndose
encima lo retuvo en el lugar recorriendo la espalda delgada con pequeños
mordiscos que estaban volviendo loco a Taehyung. Acababa de tener claro lo que
ya presentía desde el comienzo de los juegos amorosos con ese lobo, el sexo
duro tenía sus encantos.
Yoongi estaba más allá de ser
razonable, sin darle ninguna advertencia metió la mano entre los globos del
trasero de Taehyung, buscando el tierno botón de rosa que escondía tan
recelosamente. Ya para ese momento el felino estaba duro otra vez, el deseo
estaba tan a flor de piel que dolía.
Después de unos cuantos intentos Yoongi
encontró lo que buscaba. El botoncito de rosa estaba cerrado como correspondía
a la virginidad de su compañero, por puro instinto supo que no debía dejar que
el felino tuviera libertad de movimiento, ya que podría lastimarse él solo.
Envolviendo con un brazo la cintura se aseguró de tenerlo fijo en el lugar, la
otra mano la llevo a la boca del gato para que mojara los dedos.
Taehyung mamo los dígitos goloso,
como el gatito mimado que era. Una vez Yoongi estuvo complacido con la humedad,
llevo los dedos al culo que se ofrecía hambriento. Primero fue un dedo, al ver
como el felino aruñaba la hierba bajo suyo, decidió darle un beso en la boca,
de esos que hacen que el mundo del más juicioso se volteé al revés.
El gato montés maulló, chillo y
jadeo sin ninguna reparo o vergüenza, mientras dedo a dedo su amante violaba lo
único inocente que ya para ese momento le quedaba.
— Vamos, amor—, le hablo al oído
tratando de calmar a su tembloroso gatito—solo un poco más y serás mío.
El gatito se relajó, la lengua que
lamia su cuello, los dedos que entraban y salían dilatando la entrada, todo
confabulándose para confundir los sentidos del rubio. Taehyung por su parte
sudaba a mares, le costaba cada molécula de autocontrol que tenía el no
introducir su pene para aliviarse a sí mismo en la apretada cavidad. Gruñendo
mantuvo su lucha con el lobo, ganando por muy poco la parte humana que exigía
paciencia.
—¡Métela ahora!— Ordeno Taehyung,
comenzando a impacientarse con los excesivos cuidados del lobo. Él lo quería
duro, quería quedar marcado, dolorido, para que cuando todo esto fuera un
recuerdo, el dolor al sentarse le recordara que por un momento fue feliz.
— Soy grande—, gruño Yoongi, su
control tambaleándose a cada momento— necesito asegurarme de no hacerte daño.
— ¡Te deseo ahora! — Grito cuando
uno de los dedos roso su punto dulce— ¡Maldita sea!... ¡Voy a venirme y te
quiero dentro!
El lobo aulló a la luna, en los
ojos dorados de Yoongi era el animal quien se asomaba, entrando de golpe en la
cavidad apretada, todo fue placer salvaje, como si fuera el último día de sus
vidas. Taehyung no dejaba de gritar el nombre de su lobo, en todo el bosque se
escuchaban los jadeos de los amantes que se apareaban bajo la luz de la luna.
Yoongi apretó su agarre en la
cintura de Taehyung, mientras se adentraba con tanta fuerza que pensó que
partirían en dos a su frágil pareja. Para su sorpresa el felino le presento
pelea, encontrándose con cada empuje, respondiendo a cada gruñido con otro, a
cada embiste, con un culo dispuesto.
— Eres delicioso— felicito Yoongi
cuando sus bolas se tensaban contra su cuerpo— y todo mío.
—¡Yoongi! — Grito Taehyung al
sentir el último golpe en su próstata, el que termino por perderlo— ¡No puedo
más!
A los tontos ni los dioses les
tienen lástima, así que viendo el estado tan lamentable de su pareja, le dio
varias buenas envestidas. Él haría que ese gatito malcriado supiera quién era
su alfa, a quién le debía rendir cuentas. Desnudando los colmillos, el lobo
mordió la unión entre el cuello y el hombro, tomando como suyo lo que se le
ofrecía voluntariamente. El grito y la humedad que golpeo el brazo que rodeaba
la delgada cintura le dijo a Yoongi que su pequeño felino se había venido duro.
Sosteniendo en su lugar el cuerpo lapso, lo penetro unas cuantas veces más,
hasta lograr su propia liberación dentro del canal que apretaba su hombría.
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