martes, 31 de mayo de 2022

CAPITULO 10

Yoongi tarareaba en voz baja a sí mismo mientras recogía el borde de su camisa. Trató de mantener sus ojos en el suave tejido, pero de vez en cuando levantaba la vista y el horror del abismo que lo rodeaba lo llenó todo de nuevo.

 

El mundo que le rodeaba era en tonos negro y gris, montones de escombros, grandes rocas de granito y tierra oscura. Incluso el cielo sobre él era gris. El único color parecía venir de la erupción ocasional de fuego y lava.

 

Se sentó en una cornisa con vistas a un río de lava roja. A la distancia su fuente parecía provenir de una cascada de lava cayendo por la ladera de un acantilado de piedra gris. Yoongi no sabía lo que había más allá de la ardiente cascada. No estaba seguro de que lo quisiera saber.

 

Yoongi imaginó que así era como luciría el infierno.

 

Se sentó acurrucado contra una roca particularmente grande, con las rodillas presionadas contra su pecho. Aún tenía que intentar explorar las profundidades de la caverna. Estaba oscuro y era espeluznante, con sonidos extraños procedentes desde las profundidades del interior.

 

Yoongi no sabía cuánto tiempo había estado allí. Parecía una eternidad. Tampoco sabía cómo había llegado a estar en un lugar como este. No recordaba haber hecho nunca nada tan malo para que esta pesadilla fuera su castigo.

 

Sólo había querido que todo su dolor terminara. No se dio cuenta de que significaba que pasaría el resto de su vida en un infierno como éste. Yoongi apretó los puños hasta que las uñas se clavaron en las palmas de su mano. ¿Era este infierno mejor o peor de donde había estado antes? Yoongi no lo sabía.

 

Un repentino ruido en la parte trasera de la oscura caverna hizo latir el corazón de Yoongi rápidamente en su pecho. Se volvió para mirar a la negra nada.

 

Tae tragó con dificultad y encontró su voz.

 

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

 

Yoongi retrocedió gateando hasta que llegó al borde del acantilado cuando una figura comenzó a tomar forma en la oscuridad. Apretó una mano contra su pecho, temeroso de que su corazón pudiera simplemente saltar fuera de su pecho.

 

Por favor, ¿quién eres? —Yoongi apenas podía levantar su voz en un susurro cuando el miedo lo embargaba—. ¿Qué quieres?

 

—¿Yoongi?

 

La voz era como el eco de una tumba vacía, áspero y duro. Asustó a Yoongi como nada más podía. Miró por encima del hombro al río de lava ardiente debajo de él y se preguntó ¿cuánto dolería si se dejaba caer sobre el borde?, ¿cuánto tiempo le tomaría morir en la lava?, ¿quemarse vivo?

 

Yoongi.

 

Yoongi se apretó nuevamente contra la pared de la caverna cuando se volvió para mirar a la forma salir caminando de la oscuridad. La incredulidad lo embargaba cuando la silueta poco a poco tomó forma y lentamente se convirtió en la única persona que Yoongi no quería ver más.

 

Esto era el infierno.

 

Hola, lindo bebé, te he estado buscando.

 

Vete —le susurró Yoongi. Cerró los ojos tan fuerte como pudo y comenzó a desear con todo su ser que se fuera. Si desearlo había conseguido traerlo aquí en primer lugar, tal vez deseándolo podría llevarlo lejos de nuevo.

 

La suave caricia de una mano contra su mejilla le arrebató a Yoongi su deseo de gritar. Se apartó, el toque de la mano de Tae era demasiado para manejar. Era algo que quería demasiado y algo que no podía tener.

 

Por favor —rogó Yoongi mientras abría los ojos para mirar a Tae, abarcando por completo su alta figura con ojos hambrientos.

 

Sshhhh, hermoso bebé, está bien —dijo Tae—. Estoy aquí para llevarte a casa.

 

Yoongi negó con la cabeza. No quería ir a casa, incluso si eso significaba estar aquí. Casa significaba dolor y angustia, y gente que no lo quería. Significaba un compañero que tenía miedo de él y traicionaba todo lo que prometió.

 

No, era mejor estar aquí, incluso si este lugar era deprimente, Yoongi pensó para sí mismo. Demasiadas personas en su vida sólo le ofrecían su amor y afecto si él se convertía en quién o lo que ellos querían. Nadie lo quería incondicionalmente.

 

Déjame en paz —gritó desesperado Yoongi mientras empujaba las manos que Tae le tendía.

 

Oh, bebé, no puedo hacer eso —respondió Tae, mientras intentaba nuevamente alcanzar a Yoongi—. Vas a morir si no vuelves.

 

—¡Entonces déjame morir!

 

—¡Yoongi!

 

Yoongi no podía decir si Tae estaba enojado con él o triste por sus palabras, pero el hombre definitivamente no parecía feliz. Yoongi no estaba seguro de que le importara. Él había querido pasar sólo una noche con Tae, una noche para disfrutar en sus recuerdos.

 

En cambio, Tae le había prometido el mundo  hasta que Yoongi comenzó a creer que era posible tener a alguien en su vida que realmente lo quisiera. Yoongi había dejado caer todas sus defensas y permitió a Tae entrar a su corazón, un lugar que él había protegido de todo el  mundo.

 

La traición de Tae, su traición, había roto el corazón de Yoongi en tantos pedazos que no estaba seguro de que alguna vez pudiera ser reparado. Yoongi no podía pasar por eso otra vez. No podía empezar a creer de nuevo sólo para que se lo arrancara una vez más.

 

Yoongi observaba atentamente a Tae mientras se apartaba del hombre y se acercaba más al borde de la cornisa. Podía sentir el calor de la lava ardiente sobre la piel de su espalda. Negó con la cabeza lentamente.

 

No voy a volver. —Su voz era más endeble de lo que le hubiera gustado, pero estaba aterrorizado de que Tae le hiciera volver—. No me puedes hacer regresar.

 

Yoongi. —La voz de Tae era áspera, casi con un tono antinatural. Dio un paso más cerca de Yoongi, extendiéndose hacia él—. Qué…

 

—¡Aléjate de mí! —gritó Yoongi—. ¡No me toques!

 

Vio cómo las cejas de Tae se reunieron en un ceño fruncido mientras las manos del hombre poco a poco cayeron a los costados. Yoongi no pudo evitar la punzada de culpa que sentía por la confusión y naciente tristeza en el rostro de Tae.

 

—¿No quieres regresar, Yoongi? —Tae le preguntó con un susurro de voz—. Vas a morir si no vuelves, lindo bebé.

 

No me importa.

 

Yoongi, ¿cómo puedes decir eso?

 

No hay nada allí para mí.

 

—¿Entonces es aquí donde eliges estar? —Los brazos de Tae se extendieron ampliamente—. Yoongi, este no es lugar para ti.

 

—¿Y regresar ahí lo es? —Yoongi resopló—. Todo el mundo me odia allí.

 

Yoongi, nadie te odia.

 

No te creo. —Yoongi tragó saliva y enderezó los hombros mientras miraba a Tae—. No creo nada de lo que digas.

 

Una expresión de dolor cruzó la cara de Tae.

 

— Yoongi, no quieres decir eso.

 

Hablo en serio. No has hecho nada más que mentirme desde el momento en que nos conocimos. —Yoongi tomó una respiración profunda, cuando sus caóticas emociones amenazaron con abrumarlo—. Tú me hiciste creer, y me mentiste.

 

Yoongi…

 

Me mentiste —murmuró Yoongi. Se mordió el labio para reprimir un sollozo cuando las lágrimas llenaron sus ojos. Su miseria era tan aguda que era dolor físico. Yoongi envolvió sus brazos alrededor de su cintura y se dejó caer de rodillas en la tierra.

 

Tae cayó de rodillas en frente de Yoongi, pero no trató de tocarlo.

 

—Yoongi, te lo juro, nunca te mentí.

 

Lo hiciste —insistió Yoongi mientras las lágrimas que había estado reteniendo se liberaron y comenzaron a marcar un sendero por sus mejillas—. Me prometiste que siempre estaríamos juntos, que todo estaría bien, y mentiste.

 

Pero, bebé, vamos a estar juntos si regresas conmigo. Los hombros de Tae se movieron mientras le daba algo parecido a un encogimiento de hombros y agitó sus manos alrededor de la oscura caverna—. O podemos quedarnos aquí si eso es lo que quieres. Iré a donde quieras, me quedaré donde quieras estar.

 

No te creo. —La ira y el resentimiento de Yoongi comenzaron a construirse en él. Tae estaba diciendo las mismas palabras, pero sus acciones decían otra cosa.

 

Yoongi, ¿qué puedo hacer para convencerte?

 

Nada —espetó—. Has demostrado tu lealtad al dejar que me encerraran como un criminal común. Tú les creíste a ellos. Tú… —Yoongi cerró la boca de golpe y negó con la cabeza. Parecía que no había nada más que decir. La dulce plática de Tae no podía sacarlo de esto. Sus acciones le habían probado a Yoongi cómo se sentía realmente el hombre.

 

Yoongi. —Tae se frotó la parte superior de su cabeza. Yoongi notó que la mano de Tae estaba temblando y se preguntó cuál era su juego ahora—. Tú no entiendes, Yoongi. Tuve que dejar que te encerraran. Era la única manera de mantenerte a salvo. Namjoon estaba a punto de estallar después de que Jin se desmayó. Pensé que era mejor para ti estar en un lugar seguro mientras lo tranquilizaba.

 

Eso no explica por qué no me tocaste. —Yoongi se armó de valor contra la necesidad que sentía de rendirse ante las palabras de Tae. Sabía que sólo le traería más dolores de cabeza—. Te necesitaba y te alejaste de mí.

 

Yoongi, nunca me aparté de ti.

 

—¡Lo hiciste! —Yoongi clavó las uñas en las palmas de sus manos para que no tratase de tirar de su cabello. Se sentía frustrado, como si estuviera hablando con una pared de ladrillos—. Te extendí mi mano y tú te alejaste de mí.

 

Debido a que Jin dijo que no te tocáramos, Yoongi.

 

Yoongi respiró hondo mientras punzadas de dolor apuñalaran su pecho.

 

—Y tú le creíste.

 

No podía correr el riesgo de que al tocarte de alguna manera pudiese hacerte daño. —Tae de repente se sentó sobre sus piernas y frotó ambas manos por su rostro antes de apoyarlas sobre sus muslos—. Tú no entiendes, Yoongi. Jin tiene habilidades especiales, habilidades que no tenemos ni siquiera como lobos, y he aprendido a confiar en esas habilidades.

 

Más de lo que confías en mí.

 

—¡No!

 

Entonces, ¿por qué?

 

Te lo dije, bebé, hasta que pude hablar con Jin y averiguar lo que quería decir con que no te tocáramos, no sabía si te haría daño o no, y yo no voy a hacer nada que ponga tu vida en peligro. Significas mucho para mí.

 

Yoongi apoyó su cabeza contra la pared de roca. Se concentró en su respiración, inhalar y exhalar, inhalar y exhalar. Todo lo demás estaba simplemente más allá de él en este momento. Por mucho que Yoongi quería creerle a Tae, aferrarse a lo que había sentido antes y nunca dejarlo ir, eso podría ser más peligroso que cualquier otra cosa.

 

Yoongi, por favor, tienes que creerme. Juro por mi vida que nunca quise hacerte daño. Sólo estaba tratando de protegerte de la única manera en que sabía hacerlo. Nunca tuve la intención de que pensaras que no te quería.

 

Yoongi inclinó la cabeza para poder mirar a Tae. El hombre realmente no lucía muy bien. Los labios de Tae estaban tirantes, su mandíbula apretada. El brillo normal en sus oscuros ojos gris-plata a los que Yoongi ya estaba acostumbrado, se habían convertido en un gris opaco, casi como el color de todo lo que los rodeaba. Pero sobre todo, Tae parecía destrozado.

 

—¿Qué pasa si vuelvo? —murmuró Yoongi—. ¿Cómo cambiaría algo? Aún todos me odian. Ellos siguen pensando que voy a destruir a la manada. No puedo vivir en un lugar donde todo el mundo me odia, o piensan que soy una mala persona, Tae. Simplemente no puedo hacerlo.

 

Entonces nos iremos a otra parte, Yoongi. Hay un montón de manadas por ahí que nos acogerían, e incluso si no lo hacen, conozco a un aquelarre de vampiros al que nos podemos unir.

 

Yoongi parpadeó.

 

—¿Los vampiros son reales?

 

Tae se echó a reír.

 

—Sí, los vampiros son reales. Tengo un buen amigo, Hiroto, quien en realidad está acoplado con el príncipe Zacarius Ivinovav, un vampiro.

 

—¿Príncipe?

 

Él es el líder de su aquelarre. Eso lo convierte en un príncipe o algo así. —Tae se encogió de hombros—. Sé que nos dará la bienvenida allí si se lo pedimos.

 

—¿Cómo el estar allí podría ser diferente a estar con tu manada? Mi padre sigue siendo una amenaza, no importa en dónde estemos.

 

Yoongi, no me importa quién es tu padre. No voy a renunciar a ti.

 

Tae…

 

Ven a casa conmigo, Yoongi. —Tae le tendió una mano, pero no intentó forzar el asunto—. Te prometo que voy a demostrarte que nos pertenecemos el uno al otro y que puedes confiar en mí. No te defraudaré, lindo bebé.

 

Yoongi se quedó mirando la mano de Tae durante mucho tiempo, tratando de sopesar sus opciones. Él actualmente estaba en el infierno, pero estaba en el infierno solo. Si regresaba, aún podría estar en el infierno, pero Tae estaría allí, tal vez.

 

¿Eso era suficiente para hacerle regresar? ¿Podía confiar en lo que Tae estaba diciendo después de todo lo que había sucedido? Yoongi había confiado antes y había sido decepcionado cada vez. ¿Esta vez sería diferente? Nada en el pasado de Yoongi le dijo que lo sería. Realmente no tenía ninguna razón para confiar en las palabras de Tae más allá de su deseo de creer en ellas.

 

Por favor, Yoongi —murmuró Tae.

 

Casi en contra su propia voluntad, Yoongi se vio tomando la mano que Tae le tendía. Tuvo un momento para disfrutar de la alegría absoluta que sentía al tocar a Tae otra vez antes de que una agonía como nunca hubiera sentido antes se extendiera por su cuerpo.

 

Los ojos de Yoongi se cerraron y su cabeza cayó hacia atrás entre sus hombros, mientras todo su cuerpo temblaba, olas de dolor llenaron cada célula de su cuerpo. Abrió la boca para gritar, pero no salió ningún sonido. A lo lejos oyó a Tae gritando su nombre, pero fue ahogado rápidamente por una fuerte ráfaga de interferencia.

 

Entonces, de repente, silencio. El dolor había desaparecido y Yoongi no sentía nada. Una vez más, no tenía frío ni calor. No tenía sed ni hambre. Él no era nada. Yoongi sentía que flotaba en una burbuja, sin sonido, ni sentimientos, u otra cosa.

 

Yoongi abrió lentamente los ojos, frunciendo el ceño rápidamente cuando el mundo alrededor de él aún apareció en tonos grises. Ya no estaba en la caverna del infierno. Incluso él podía decir eso. Estaba en el dormitorio de alguien.

 

Hola, lindo bebé, ¿cómo te sientes?

 

Yoongi podía sentir la mano de Tae acariciándolo, pero se sentía extraño, como si no fuera del todo real. Miró hacia abajo y luego gimió. El temor lo llenó cuando lo único que podía ver era pelaje blanco bajo los dedos de Tae. Yoongi intentó retroceder. Se sentía más asustado de lo que se había sentido cuando se encontró en la cueva, pero el pelaje sencillamente lo siguió.

 

Yoongi, bebé, cálmate —dijo Tae—. Está bien.

 

Pero no estaba bien. Yoongi abrió su boca para decirle eso a Tae, pero todo lo que salió fue un ladrido agudo. Yoongi retrocedió de prisa, empujando con su... con su... los ojos de Yoongi se abrieron de par en par cuando se dio cuenta que tenía patas en donde sus pies y manos deberían estar.

 

Yoongi, mírame.

 

Los ojos de Yoongi se clavaron en Tae cuando el hombre tomó su cara y la mantuvo quieta. Su corazón tronó en su pecho mientras trataba de entender qué demonios estaba pasando.

 

Está bien, lindo bebé, estás en tu forma de lobo.

 

Yoongi comenzó a sacudir la cabeza, para decirle a Tae que estaba loco. Él no tenía una forma de lobo. Él era humano. Y luego, cuando negó con la cabeza, sus ojos atraparon el hocico de pelaje blanco que iba y venía cuando negaba con la cabeza.

 

Yoongi se congeló. Esto no era posible. Él no era un lobo.

 

Yoongi, mírame. —Yoongi levantó los ojos para encontrar los de Tae, gimiendo en voz baja—. Quiero que pienses en estar en forma humana. Piensa acerca de tener piernas, brazos y piel lisa en lugar de pelaje. Vamos, lindo bebé, cambia de nuevo para mí. Te prometo que tan pronto como lo hagas, voy a responder todas tus preguntas.

 

Yoongi tenía que creer en Tae. El hombre había nacido lobo. Seguramente sabía de lo que estaba hablando. Yoongi cerró los ojos y se concentró en ser humano otra vez. Pensó en lo que sentía al caminar y hablar, estirar los brazos sobre su cabeza y mover los dedos de los pies.

 

Sintió los músculos estirarse y contraerse. Los huesos crujían. Pero aunque parecía extraño, no le dolió. Se sentía realmente incómodo e increíblemente extraño. Cuando Yoongi abrió sus ojos nuevamente, el color había regresado, la habitación parecía casi demasiado brillante.

 

Yoongi levantó la mano y la sostuvo delante de su rostro, agradecido de ver cada uno de sus largos dedos. Los flexionó, mirando los nudillos doblarse y enderezarse. A continuación, Yoongi levantó la mano sobre su rostro, encontrando la misma nariz de siempre, pómulos altos, y suaves labios.

 

Hola, lindo bebé, es bueno verte de nuevo.

 

Yoongi se volvió hacia la voz que hablaba, encontrando a Tae sonriendo hacia él. Había un brillo sospechoso en los ojos de Tae. Yoongi abrió la boca para hablar, pero sólo salió un graznido de sonido. Inhaló bruscamente, el pánico comenzaba a extenderse otra vez hasta que las manos de Tae recorrieron hacia abajo sus brazos acariciándolo.

 

Sshhh, Yoongi, está bien. Tu voz puede estar un poco ronca por un tiempo. A veces ese puede ser un efecto secundario al cambiar.

 

Yoongi frunció el ceño y negó con la cabeza. No entendía lo que estaba pasando. Estaba aún más confundido cuando Tae respiró hondo y se inclinó para tomarle la mano.

 

Escúchame, Yoongi, esto es muy importante. Eres un cambiaforma igual que yo. No sé cómo sucedió ni por qué sucedió. Ni siquiera sé por cuánto tiempo has sido capaz de cambiar, pero eres un lobo. —Tae sonrió de repente—. Y uno de los lobos más hermosos que he visto.

 

Yoongi negó con la cabeza. Él no era un lobo. A pesar de lo que había sucedido hace unos minutos cuando había estado cubierto de pelo, Tae tenía que estar equivocado.

 

 Ven aquí, Yoongi —dijo Tae mientras le hacía un gesto con la mano para que Yoongi se acercara—, quiero que hagas algo por mí.

 

Yoongi frunció el ceño e hizo lo que le pidió Tae, sentándose e inclinándose más cerca del hombre. Sintió un pequeño dolor entre los omóplatos que le hizo hacer una pequeña mueca de dolor, pero no era demasiado malo. Sólo algo incómodo como si hubiese dormido mal. Y tal vez esa era la respuesta a todo esto. ¿Tal vez había estado soñando y nada de esto era real?

 

Acércate más, lindo bebé, quiero que pongas tu cara en mi cuello y me huelas.

 

Yoongi rápidamente se inclinó hacia atrás y le arqueó una ceja a Tae.

 

El hombre se echó a reír.

 

—Lo sé, suena raro, pero por favor, sólo confía en mí. Sé de lo que te estoy hablando...

 

Receloso, Yoongi se inclinó hacia adelante al mismo tiempo que Tae lo hizo, presionando su cara contra el cuello del hombre. Hizo una pausa por un momento y luego inhaló profundamente. El fuerte y embriagador olor de hombre, tierra y almizcle llenó los sentidos de Yoongi, abrumándolo al instante.

 

Yoongi gimió y se presionó aún más, inhalando una y otra vez. No podía obtener suficiente de la fragancia masculina. Necesitaba más. Necesitaba rodar en el exquisito aroma, frotarlo por todo su cuerpo. Quería bañarse en él, nunca oler otra cosa. Nada en la tierra podía oler tan bien.

 

Yoongi no se daba cuenta de que estaba gruñendo y agarrándose a los brazos de Tae, tratando de acercarlo más, hasta que oyó el gemido de Tae en la oreja.

 

—Eso es tan jodidamente caliente, lindo bebé. Puedo oírte gruñir.

 

Tae —gimió Yoongi. Dejó caer la cabeza hacia atrás, desnudando su cuello cuando Tae empezó a olerlo. Era una de las cosas más eróticas que había experimentado en su vida. Lo hacía sentirse caliente, dolorido.

 

Yoongi podía sentir su polla llenándose. Quería frotarse contra Tae de la peor manera. Sólo estaba demasiado asustado para hacerlo. La familia de Tae lo había interrumpido tantas veces que Yoongi no quería empezar algo que ellos no podrían terminar. Él simplemente... lo necesitaba tanto.

 

Tae —gimió de nuevo.

 

Ssshh, te dije que cuidaría de ti, lindo bebé —dijo Tae mientras empujaba a Yoongi contra las almohadas y se inclinaba sobre él—. Todo el mundo se ha ido, la puerta está cerrada, y nadie nos molestará. Ha llegado el momento que yo te haga mío.

 

—¿Tuyo?

 

Sí, Yoongi. —Yoongi se inclinó en la mano con la que Tae acunaba un lado de su rostro, la piel del hombre era cálida contra suya—. Tú me pertenece a mí, ¿recuerdas? Y te prometí que siempre estaríamos juntos.

 

Yoongi asintió, aun cuando no estaba muy seguro a qué exactamente estaba aceptando. Su mente se sentía como una masa, incapaz de agarrarse de cualquier pensamiento, y muchos de ellos flotaban en su cabeza.

 

Quería saber más acerca de esta cosa de cambiar y por qué le había sucedido a él, si es que no estaba soñando. Tenía preguntas y quería respuestas. Él simplemente... las manos de Tae se sentían tan bien frotándose contra su piel y...

 

Tae —gimió Yoongi.

 

Te tengo, lindo bebé —susurró Tae cerca de su oído—. No dejaré que nada te pase.

 

Yoongi sabía que debía estar protestando o al menos esperar hasta saber más de lo que estaba sucediendo, pero lo necesitaba demasiado. Su cuerpo dolía y lo único que parecía hacerle sentir mejor era la sensación de Tae tocándolo, besándolo.

 

Yoongi lanzó un grito de protesta cuando Tae se apartó de él. Se aferró desesperadamente a los brazos del hombre, negándose a renunciar a los sentimientos de euforia que recorrían a través de su cuerpo. No quería que la realidad regresara.

 

Sólo me voy a desvestir, Yoongi —dijo Tae mientras se apartaba y levantaba.

 

Los ojos de Yoongi devoraban cada pedacito de carne que Tae revelaba mientras se sacaba la ropa. Si bien ya habían intimado unas cuantas veces, Yoongi nunca había visto completamente desnudo el cuerpo de Tae, y eso era una lástima. El hombre era impresionante. Yoongi no podía apartar los ojos.

 

Su respiración quedó atrapada en su garganta cuando Tae sonrió, y además una sonrisa muy sensual, a continuación subió a la cama entre las piernas de Yoongi. Yoongi se sentía como una presa por la naturaleza depredadora de Tae. No podía entender por qué eso envió un estremecimiento de emoción a través de su cuerpo. ¿No debería estar asustado?

 

La sensación de Tae acariciando su piel desnuda hizo olvidar a Yoongi todo acerca de lo que debía o no debía estar sintiendo. Todo lo que podía pensar era en lo maravilloso que se sentían las suaves caricias, y lo que tenía que hacer para conseguir más.

 

Me encanta cuán suave es tu piel, lindo bebé.

 

Yoongi levantó la cabeza para mirar hacia abajo de su cuerpo a Tae. Sus ojos se abrieron por la sorpresa. Tae parecía hipnotizado mientras acariciaba con los dedos la piel de Yoongi, sus ojos seguían intensamente cada caricia de sus dedos. Cada pocos centímetros, Tae se inclinaba y besaba la carne que había tocado.

 

Tan hermosa piel —le susurró Tae—, tan bella como tu pelaje blanco.

 

Yoongi dejó caer la cabeza hacia atrás sobre la almohada, incapaz de sostenerse bajo el embate de las caricias de Tae. Se sentía tan condenadamente bien. Yoongi simplemente se quedó allí y se revolcaba en las abrumadoras sensaciones, incapaz de hacer más.

 

Cuando sintió un ligero toque en la cabeza de su pene hinchado, Yoongi casi salió de la cama. Gritó, arqueándose en el aire en busca de más, mientras sus manos escarbaban en las mantas.

 

—¿Tae?

 

Te tengo, lindo bebé —dijo Tae—. Voy a hacerte sentir tan bien.

 

Yoongi no tenía ninguna duda de que Tae dijo la verdad cuando el hombre siguió acariciándolo, besándolo. Cada roce era exquisito, pero Yoongi rápidamente supo que necesitaba más. Simplemente no estaba muy seguro de qué era ese algo.

 

Cuando dos dedos lubricados empujaron dentro de él, Yoongi gritó y se dejó llevar por la sensación tan lejos como pudo. Cuando inclinó sus caderas, necesitando más, Tae estaba allí para responder a su silenciosa súplica, empujando dentro otro dedo.

 

—¡Ta… Tae!

 

Compañero —Tae dijo en voz baja al oído de Yoongi.

 

Yoongi jadeó con deleite cuando Tae comenzó a un ritmo constante presionar con los dedos en la apretada entrada de Yoongi y luego sacándolos, poco a poco extendiendo a Yoongi. Podría haber tenido sexo antes, pero no recordaba que se sintiera tan bien.

 

Entre los dedos en su culo, las suaves caricias, y los besos de Tae colocados en contra de su piel caliente, el mundo de Yoongi se redujo al hombre que lo amaba. Nada existía fuera de su pequeño mundo. Y Yoongi nunca quería irse.

 

Me toca a mí, lindo bebé.

 

Yoongi parpadeó hacia Tae, sin tener idea de lo que el hombre estaba hablando, pero estuvo a punto de protestar por la pérdida de los dedos en su culo, cuando algo más grande, más caliente, los remplazó. Yoongi respiró hondo, no por la leve quemadura que sintió por la entrada de Tae, sino por el placer que rebosaba a través de su cuerpo.

 

El sexo nunca había sido así antes, nunca.

 

Dios, Yoongi, nunca pensé que llegaría a este punto — se quejó Tae cuando su polla, finalmente se enterró todo el camino en el interior de Yoongi. Dejó caer la frente hacia abajo contra la de Yoongi, con la cara un poco enrojecida y desesperada—. ¿Y tú?

 

No —admitió Yoongi sin dificultad. Había soñado con esto, fantaseado, pero en realidad nunca pensó que iba a suceder, no con todas las interrupciones que habían experimentado.

 

Va a ser así para nosotros cada vez, lindo bebé.

 

Los ojos de Yoongi casi rodaron hacia atrás de su cabeza cuando Tae empezó a mover sus caderas. La intensa presión que sentía cada vez que Tae salía y luego empujaba hacia dentro, iba más allá de lo que había sentido nunca. Simplemente no había manera de describirlo, por lo que Yoongi ni siquiera lo intentó. Él simplemente se empapó en el placer.

 

Está bien, aférrate a mí, Yoongi.

 

Yoongi frunció el ceño, las palabras de Tae interrumpieron su placer, pero hizo lo que el hombre le pidió y envolvió sus brazos alrededor del cuello de Tae. La respiración de Yoongi salió rápidamente de sus pulmones un momento más tarde, cuando Tae lo levantó y se movió hacia un lado de la cama.

 

Las piernas de Yoongi instintivamente se envolvieron alrededor de la cintura de Tae cuando el hombre se levantó y caminó por la habitación. La presión de la pared contra su espalda envió un escalofrío por el cuerpo de Yoongi. Había imaginado esto, había rogado por esto, y era maravilloso.

 

Tae lo presionó fuertemente contra la pared y comenzó a empujar en él. Cada chasquido de las caderas de Tae enviaba el deseo de Yoongi más y más alto. Yoongi hundió los dedos en el cuello de Tae mientras la presión en el interior de él se construía. Sus piernas se apretaban alrededor de la cintura de Tae.

 

Yoongi gritó y se arqueó contra Tae cuando las sensaciones que se acumulaban en su interior estallaron y se vino encima de los dos. Trató de recuperar el aliento, pero Tae se estaba moviendo otra vez, llevándolo de regreso a la cama.

 

—¡Ta… Tae!

 

Compañero, lindo bebé, llámame compañero.

 

Yoongi intentó formar las palabras para decirle a Tae lo que quería oír, pero era difícil hacerlo cuando su cerebro salía derretido por sus orejas. Yoongi sentía como si todo su cuerpo se estuviera derritiendo, con cada duro empuje.

 

Tae envolvió sus brazos debajo de las piernas de Yoongi y tiró de ellas hasta el pecho. Lo que comenzó después de eso fue lo que Yoongi sólo pudo considerar aplastante. Tae bombeó en él, su gruesa polla llenando el culo de Yoongi una y otra vez.

 

Los músculos estaban tensos alrededor de la mandíbula apretada de Tae. Su cara se veía tensa. Yoongi se habría preocupado si no hubiese visto la forma en que los ojos oscuros plata de Tae brillaban con la suave luz del dormitorio.

 

El agarre de Tae en las piernas de Yoongi se estaba haciendo más fuerte. Su respiración era más pesada. Y los rápidos empujes de sus caderas estaban empezando a ser caóticos. Yoongi podía sentir una ligera hinchazón en la polla que embestía su culo. Sabía que Tae estaba cerca.

 

Compañero —susurró Yoongi. Tuvo tiempo suficiente para ver los ojos de su compañero agrandarse cuando se inclinó y hundió sus dientes en la suave carne del pecho de Tae, justo sobre el corazón del hombre. Caliente, dulce sangre llenó la boca de Yoongi, haciendo que su gemido de éxtasis se uniera al de Tae cuando los hombres encontraron juntos su liberación.

 

Yoongi podía sentir el cuerpo de Tae estremeciéndose a medida que caía contra él. Extrajo los dientes y lamió la pequeña mordida cerrándola, luego enterró el cuello en el hombro de Tae mientras envolvía sus brazos alrededor del hombre.

 

Ahora eres mío —susurró Yoongi. De pronto comprendió la conexión que tenían los compañeros.

 

Entendió la idea. Y eso llenó a Yoongi con diferentes partes de alegría y miedo. No sabía si alguna vez podría vivir sin Tae ahora que tenía al hombre. Podría destruirlo.

 

Se suponía que yo debía hacer eso. —Tae se echó a reír. Tenía un brillo travieso en sus ojos cuando se inclinó hacia atrás para mirar hacia abajo a Yoongi—. Se suponía que yo te reclamaría.

 

Entonces, reclámame ahora. —Yoongi inclinó la cabeza hacia un lado, anticipándose a la mordedura de Tae. Sus ojos se cerraron y un pequeño escalofrío se abrió camino a través del cuerpo de Yoongi cuando los caninos de Tae rozaron su clavícula.

 

La polla de Yoongi se sacudió, palpitó y trató de volver a la vida cuando los afilados dientes de Tae se hundieron en la carne entre su hombro y el cuello. Sus caderas inconscientemente corcovearon en el aire. Yoongi gimió en voz alta cuando sintió la polla semidura de Tae moviéndose dentro de él cuando el hombre empujó un poco hacia adelante.

 

Mi compañero.

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