Yoongi tarareaba en voz baja a sí mismo mientras recogía el borde de su camisa. Trató de mantener sus ojos en el suave tejido, pero de vez en cuando levantaba la vista y el horror del abismo que lo rodeaba lo llenó todo de nuevo.
El mundo que le rodeaba era en tonos negro y gris, montones
de escombros, grandes rocas de granito y tierra oscura. Incluso el cielo sobre
él era gris. El único color parecía venir de la erupción ocasional de fuego y
lava.
Se sentó en una cornisa con vistas a un río de lava roja. A
la distancia su fuente parecía provenir de una cascada de lava cayendo por la
ladera de un acantilado de piedra gris. Yoongi no sabía lo que había más allá
de la ardiente cascada. No estaba seguro de que lo quisiera saber.
Yoongi imaginó que así era como luciría el infierno.
Se sentó acurrucado contra una roca particularmente grande,
con las rodillas presionadas contra su pecho. Aún tenía que intentar explorar
las profundidades de la caverna. Estaba oscuro y era espeluznante, con sonidos
extraños procedentes desde las profundidades del interior.
Yoongi no sabía cuánto tiempo había estado allí. Parecía una
eternidad. Tampoco sabía cómo había llegado a estar en un lugar como este. No
recordaba haber hecho nunca nada tan malo para que esta pesadilla fuera su
castigo.
Sólo había querido que todo su dolor terminara. No se dio
cuenta de que significaba que pasaría el resto de su vida en un infierno como
éste. Yoongi apretó los puños hasta que las uñas se clavaron en las palmas de
su mano. ¿Era este infierno mejor o peor de donde había estado antes? Yoongi no
lo sabía.
Un repentino ruido en la parte trasera de la oscura caverna
hizo latir el corazón de Yoongi rápidamente en su pecho. Se volvió para mirar a
la negra nada.
Tae tragó con dificultad y encontró su voz.
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Yoongi retrocedió gateando hasta que llegó al borde del
acantilado cuando una figura comenzó a tomar forma en la oscuridad. Apretó una
mano contra su pecho, temeroso de que su corazón pudiera simplemente saltar
fuera de su pecho.
—Por
favor, ¿quién eres? —Yoongi apenas podía levantar su voz en un susurro cuando
el miedo lo embargaba—. ¿Qué quieres?
—¿Yoongi?
La voz era como el eco de una tumba vacía, áspero y duro.
Asustó a Yoongi como nada más podía. Miró por encima del hombro al río de lava
ardiente debajo de él y se preguntó ¿cuánto
dolería si se dejaba caer sobre el borde?, ¿cuánto tiempo le tomaría morir en
la lava?, ¿quemarse vivo?
—Yoongi.
Yoongi se apretó nuevamente contra la pared de la caverna
cuando se volvió para mirar a la forma salir caminando de la oscuridad. La
incredulidad lo embargaba cuando la silueta poco a poco tomó forma y lentamente
se convirtió en la única persona que Yoongi no quería ver más.
Esto era el infierno.
—Hola,
lindo bebé, te he estado buscando.
—Vete
—le susurró Yoongi. Cerró los ojos tan fuerte como pudo y comenzó a desear con
todo su ser que se fuera. Si desearlo había conseguido traerlo aquí en primer
lugar, tal vez deseándolo podría llevarlo lejos de nuevo.
La suave caricia de una mano contra su mejilla le arrebató a
Yoongi su deseo de gritar. Se apartó, el toque de la mano de Tae era demasiado
para manejar. Era algo que quería demasiado y algo que no podía tener.
—Por
favor —rogó Yoongi mientras abría los ojos para mirar a Tae, abarcando por
completo su alta figura con ojos hambrientos.
—Sshhhh,
hermoso bebé, está bien —dijo Tae—. Estoy aquí para llevarte a casa.
Yoongi negó con la cabeza. No quería ir a casa, incluso si
eso significaba estar aquí. Casa significaba dolor y angustia, y gente que no
lo quería. Significaba un compañero que tenía miedo de él y traicionaba todo lo
que prometió.
No, era mejor estar aquí, incluso si este lugar era
deprimente, Yoongi pensó para sí mismo. Demasiadas personas en su vida sólo le
ofrecían su amor y afecto si él se convertía en quién o lo que ellos querían.
Nadie lo quería incondicionalmente.
—Déjame
en paz —gritó desesperado Yoongi mientras empujaba las manos que Tae le tendía.
—Oh,
bebé, no puedo hacer eso —respondió Tae, mientras intentaba nuevamente alcanzar
a Yoongi—. Vas a morir si no vuelves.
—¡Entonces
déjame morir!
—¡Yoongi!
Yoongi no podía decir si Tae estaba enojado con él o triste
por sus palabras, pero el hombre definitivamente no parecía feliz. Yoongi no
estaba seguro de que le importara. Él había querido pasar sólo una noche con Tae,
una noche para disfrutar en sus recuerdos.
En cambio, Tae le había prometido el mundo hasta que Yoongi comenzó a creer que era
posible tener a alguien en su vida que realmente lo quisiera. Yoongi había
dejado caer todas sus defensas y permitió a Tae entrar a su corazón, un lugar
que él había protegido de todo el mundo.
La traición de Tae, su traición, había roto el corazón de Yoongi
en tantos pedazos que no estaba seguro de que alguna vez pudiera ser reparado. Yoongi
no podía pasar por eso otra vez. No podía empezar a creer de nuevo sólo para que
se lo arrancara una vez más.
Yoongi observaba atentamente a Tae mientras se apartaba del
hombre y se acercaba más al borde de la cornisa. Podía sentir el calor de la
lava ardiente sobre la piel de su espalda. Negó con la cabeza lentamente.
—No voy
a volver. —Su voz era más endeble de lo que le hubiera gustado, pero estaba
aterrorizado de que Tae le hiciera volver—. No me puedes hacer regresar.
—Yoongi.
—La voz de Tae era áspera, casi con un tono antinatural. Dio un paso más cerca
de Yoongi, extendiéndose hacia él—. Qué…
—¡Aléjate
de mí! —gritó Yoongi—. ¡No me toques!
Vio cómo las cejas de Tae se reunieron en un ceño fruncido
mientras las manos del hombre poco a poco cayeron a los costados. Yoongi no
pudo evitar la punzada de culpa que sentía por la confusión y naciente tristeza
en el rostro de Tae.
—¿No
quieres regresar, Yoongi? —Tae le preguntó con un susurro de voz—. Vas a morir
si no vuelves, lindo bebé.
—No me
importa.
—Yoongi,
¿cómo puedes decir eso?
—No hay
nada allí para mí.
—¿Entonces
es aquí donde eliges estar? —Los brazos de Tae se extendieron ampliamente—. Yoongi,
este no es lugar para ti.
—¿Y
regresar ahí lo es? —Yoongi resopló—. Todo el mundo me odia allí.
—Yoongi,
nadie te odia.
—No te
creo. —Yoongi tragó saliva y enderezó los hombros mientras miraba a Tae—. No
creo nada de lo que digas.
Una expresión de dolor cruzó la cara de Tae.
— Yoongi, no quieres decir eso.
—Hablo
en serio. No has hecho nada más que mentirme desde el momento en que nos
conocimos. —Yoongi tomó una respiración profunda, cuando sus caóticas emociones
amenazaron con abrumarlo—. Tú me hiciste creer, y me mentiste.
—Yoongi…
—Me
mentiste —murmuró Yoongi. Se mordió el labio para reprimir un sollozo cuando
las lágrimas llenaron sus ojos. Su miseria era tan aguda que era dolor físico. Yoongi
envolvió sus brazos alrededor de su cintura y se dejó caer de rodillas en la
tierra.
Tae cayó de rodillas en frente de Yoongi, pero no trató de
tocarlo.
—Yoongi, te lo juro, nunca te mentí.
—Lo
hiciste —insistió Yoongi mientras las lágrimas que había estado reteniendo se
liberaron y comenzaron a marcar un sendero por sus mejillas—. Me prometiste que
siempre estaríamos juntos, que todo estaría bien, y mentiste.
—Pero,
bebé, vamos a estar juntos si regresas conmigo. —Los hombros de Tae se movieron mientras le daba algo
parecido a un encogimiento de hombros y agitó sus manos alrededor de la oscura
caverna—. O podemos quedarnos aquí si eso es lo que quieres. Iré a donde
quieras, me quedaré donde quieras estar.
—No te
creo. —La ira y el resentimiento de Yoongi comenzaron a construirse en él. Tae
estaba diciendo las mismas palabras, pero sus acciones decían otra cosa.
—Yoongi,
¿qué puedo hacer para convencerte?
—Nada
—espetó—. Has demostrado tu lealtad al dejar que me encerraran como un criminal
común. Tú les creíste a ellos. Tú… —Yoongi cerró la boca de golpe y negó con la
cabeza. Parecía que no había nada más que decir. La dulce plática de Tae no
podía sacarlo de esto. Sus acciones le habían probado a Yoongi cómo se sentía
realmente el hombre.
—Yoongi.
—Tae se frotó la parte superior de su cabeza. Yoongi notó que la mano de Tae
estaba temblando y se preguntó cuál era su juego ahora—. Tú no entiendes, Yoongi.
Tuve que dejar que te encerraran. Era la única manera de mantenerte a salvo. Namjoon
estaba a punto de estallar después de que Jin se desmayó. Pensé que era mejor
para ti estar en un lugar seguro mientras lo tranquilizaba.
—Eso no
explica por qué no me tocaste. —Yoongi se armó de valor contra la necesidad que
sentía de rendirse ante las palabras de Tae. Sabía que sólo le traería más
dolores de cabeza—. Te necesitaba y te alejaste de mí.
—Yoongi,
nunca me aparté de ti.
—¡Lo
hiciste! —Yoongi clavó las uñas en las palmas de sus manos para que no tratase
de tirar de su cabello. Se sentía frustrado, como si estuviera hablando con una
pared de ladrillos—. Te extendí mi mano y tú te alejaste de mí.
—Debido
a que Jin dijo que no te tocáramos, Yoongi.
Yoongi respiró hondo mientras punzadas de dolor apuñalaran
su pecho.
—Y tú le creíste.
—No
podía correr el riesgo de que al tocarte de alguna manera pudiese hacerte daño.
—Tae de repente se sentó sobre sus piernas y frotó ambas manos por su rostro
antes de apoyarlas sobre sus muslos—. Tú no entiendes, Yoongi. Jin tiene habilidades
especiales, habilidades que no tenemos ni siquiera como lobos, y he aprendido a
confiar en esas habilidades.
—Más de
lo que confías en mí.
—¡No!
—Entonces,
¿por qué?
—Te lo
dije, bebé, hasta que pude hablar con Jin y averiguar lo que quería decir con
que no te tocáramos, no sabía si te haría daño o no, y yo no voy a hacer nada
que ponga tu vida en peligro. Significas mucho para mí.
Yoongi apoyó su cabeza contra la pared de roca. Se concentró
en su respiración, inhalar y exhalar, inhalar y exhalar. Todo lo demás estaba
simplemente más allá de él en este momento. Por mucho que Yoongi quería creerle
a Tae, aferrarse a lo que había sentido antes y nunca dejarlo ir, eso podría
ser más peligroso que cualquier otra cosa.
—Yoongi,
por favor, tienes que creerme. Juro por mi vida que nunca quise hacerte daño.
Sólo estaba tratando de protegerte de la única manera en que sabía hacerlo.
Nunca tuve la intención de que pensaras que no te quería.
Yoongi inclinó la cabeza para poder mirar a Tae. El hombre
realmente no lucía muy bien. Los labios de Tae estaban tirantes, su mandíbula
apretada. El brillo normal en sus oscuros ojos gris-plata a los que Yoongi ya
estaba acostumbrado, se habían convertido en un gris opaco, casi como el color
de todo lo que los rodeaba. Pero sobre todo, Tae parecía destrozado.
—¿Qué
pasa si vuelvo? —murmuró Yoongi—. ¿Cómo cambiaría algo? Aún todos me odian.
Ellos siguen pensando que voy a destruir a la manada. No puedo vivir en un
lugar donde todo el mundo me odia, o piensan que soy una mala persona, Tae.
Simplemente no puedo hacerlo.
—Entonces
nos iremos a otra parte, Yoongi. Hay un montón de manadas por ahí que nos
acogerían, e incluso si no lo hacen, conozco a un aquelarre de vampiros al que
nos podemos unir.
Yoongi parpadeó.
—¿Los vampiros son reales?
Tae se echó a reír.
—Sí, los vampiros son reales. Tengo un buen amigo, Hiroto,
quien en realidad está acoplado con el príncipe Zacarius Ivinovav, un vampiro.
—¿Príncipe?
—Él es
el líder de su aquelarre. Eso lo convierte en un príncipe o algo así. —Tae se
encogió de hombros—. Sé que nos dará la bienvenida allí si se lo pedimos.
—¿Cómo
el estar allí podría ser diferente a estar con tu manada? Mi padre sigue siendo
una amenaza, no importa en dónde estemos.
—Yoongi,
no me importa quién es tu padre. No voy a renunciar a ti.
—Tae…
—Ven a
casa conmigo, Yoongi. —Tae le tendió una mano, pero no intentó forzar el
asunto—. Te prometo que voy a demostrarte que nos pertenecemos el uno al otro y
que puedes confiar en mí. No te defraudaré, lindo bebé.
Yoongi se quedó mirando la mano de Tae durante mucho tiempo,
tratando de sopesar sus opciones. Él actualmente estaba en el infierno, pero
estaba en el infierno solo. Si regresaba, aún podría estar en el infierno, pero
Tae estaría allí, tal vez.
¿Eso era
suficiente para hacerle regresar? ¿Podía confiar en lo que Tae estaba diciendo
después de todo lo que había sucedido? Yoongi había confiado antes y había sido
decepcionado cada vez. ¿Esta vez sería diferente? Nada en el pasado de Yoongi
le dijo que lo sería. Realmente no tenía ninguna razón para confiar en las
palabras de Tae más allá de su deseo de creer en ellas.
—Por
favor, Yoongi —murmuró Tae.
Casi en contra su propia voluntad, Yoongi se vio tomando la
mano que Tae le tendía. Tuvo un momento para disfrutar de la alegría absoluta
que sentía al tocar a Tae otra vez antes de que una agonía como nunca hubiera
sentido antes se extendiera por su cuerpo.
Los ojos de Yoongi se cerraron y su cabeza cayó hacia atrás
entre sus hombros, mientras todo su cuerpo temblaba, olas de dolor llenaron
cada célula de su cuerpo. Abrió la boca para gritar, pero no salió ningún
sonido. A lo lejos oyó a Tae gritando su nombre, pero fue ahogado rápidamente
por una fuerte ráfaga de interferencia.
Entonces, de repente, silencio. El dolor había desaparecido
y Yoongi no sentía nada. Una vez más, no tenía frío ni calor. No tenía sed ni
hambre. Él no era nada. Yoongi sentía que flotaba en una burbuja, sin sonido,
ni sentimientos, u otra cosa.
Yoongi abrió lentamente los ojos, frunciendo el ceño
rápidamente cuando el mundo alrededor de él aún apareció en tonos grises. Ya no
estaba en la caverna del infierno. Incluso él podía decir eso. Estaba en el
dormitorio de alguien.
—Hola,
lindo bebé, ¿cómo te sientes?
Yoongi podía sentir la mano de Tae acariciándolo, pero se
sentía extraño, como si no fuera del todo real. Miró hacia abajo y luego gimió.
El temor lo llenó cuando lo único que podía ver era pelaje blanco bajo los
dedos de Tae. Yoongi intentó retroceder. Se sentía más asustado de lo que se
había sentido cuando se encontró en la cueva, pero el pelaje sencillamente lo
siguió.
—Yoongi,
bebé, cálmate —dijo Tae—. Está bien.
Pero no estaba bien. Yoongi abrió su boca para decirle eso a
Tae, pero todo lo que salió fue un ladrido agudo. Yoongi retrocedió de prisa,
empujando con su... con su... los ojos de Yoongi se abrieron de par en par
cuando se dio cuenta que tenía patas en donde sus pies y manos deberían estar.
—Yoongi,
mírame.
Los ojos de Yoongi se clavaron en Tae cuando el hombre tomó
su cara y la mantuvo quieta. Su corazón tronó en su pecho mientras trataba de
entender qué demonios estaba pasando.
—Está
bien, lindo bebé, estás en tu forma de lobo.
Yoongi comenzó a sacudir la cabeza, para decirle a Tae que
estaba loco. Él no tenía una forma de lobo. Él era humano. Y luego, cuando negó
con la cabeza, sus ojos atraparon el hocico de pelaje blanco que iba y venía
cuando negaba con la cabeza.
Yoongi se congeló. Esto no era posible. Él no era un lobo.
—Yoongi,
mírame. —Yoongi levantó los ojos para encontrar los de Tae, gimiendo en voz
baja—. Quiero que pienses en estar en forma humana. Piensa acerca de tener
piernas, brazos y piel lisa en lugar de pelaje. Vamos, lindo bebé, cambia de
nuevo para mí. Te prometo que tan pronto como lo hagas, voy a responder todas
tus preguntas.
Yoongi tenía que creer en Tae. El hombre había nacido lobo.
Seguramente sabía de lo que estaba hablando. Yoongi cerró los ojos y se
concentró en ser humano otra vez. Pensó en lo que sentía al caminar y hablar,
estirar los brazos sobre su cabeza y mover los dedos de los pies.
Sintió los músculos estirarse y contraerse. Los huesos
crujían. Pero aunque parecía extraño, no le dolió. Se sentía realmente incómodo
e increíblemente extraño. Cuando Yoongi abrió sus ojos nuevamente, el color
había regresado, la habitación parecía casi demasiado brillante.
Yoongi levantó la mano y la sostuvo delante de su rostro,
agradecido de ver cada uno de sus largos dedos. Los flexionó, mirando los
nudillos doblarse y enderezarse. A continuación, Yoongi levantó la mano sobre
su rostro, encontrando la misma nariz de siempre, pómulos altos, y suaves
labios.
—Hola,
lindo bebé, es bueno verte de nuevo.
Yoongi se volvió hacia la voz que hablaba, encontrando a Tae
sonriendo hacia él. Había un brillo sospechoso en los ojos de Tae. Yoongi abrió
la boca para hablar, pero sólo salió un graznido de sonido. Inhaló bruscamente,
el pánico comenzaba a extenderse otra vez hasta que las manos de Tae
recorrieron hacia abajo sus brazos acariciándolo.
—Sshhh, Yoongi,
está bien. Tu voz puede estar un poco ronca por un tiempo. A veces ese puede
ser un efecto secundario al cambiar.
Yoongi frunció el ceño y negó con la cabeza. No entendía lo
que estaba pasando. Estaba aún más confundido cuando Tae respiró hondo y se
inclinó para tomarle la mano.
—Escúchame,
Yoongi, esto es muy importante. Eres un cambiaforma igual que yo. No sé cómo
sucedió ni por qué sucedió. Ni siquiera sé por cuánto tiempo has sido capaz de
cambiar, pero eres un lobo. —Tae sonrió de repente—. Y uno de los lobos más
hermosos que he visto.
Yoongi negó con la cabeza. Él no era un lobo. A pesar de lo
que había sucedido hace unos minutos cuando había estado cubierto de pelo, Tae
tenía que estar equivocado.
—Ven aquí, Yoongi —dijo Tae mientras
le hacía un gesto con la mano para que Yoongi se acercara—, quiero que hagas
algo por mí.
Yoongi frunció el ceño e hizo lo que le pidió Tae,
sentándose e inclinándose más cerca del hombre. Sintió un pequeño dolor entre
los omóplatos que le hizo hacer una pequeña mueca de dolor, pero no era
demasiado malo. Sólo algo incómodo como si hubiese dormido mal. Y tal vez esa
era la respuesta a todo esto. ¿Tal vez había estado soñando y nada de esto era
real?
—Acércate
más, lindo bebé, quiero que pongas tu cara en mi cuello y me huelas.
Yoongi rápidamente se inclinó hacia atrás y le arqueó una
ceja a Tae.
El hombre se echó a reír.
—Lo sé, suena raro, pero por favor, sólo confía en mí. Sé de
lo que te estoy hablando...
Receloso, Yoongi se inclinó hacia adelante al mismo tiempo
que Tae lo hizo, presionando su cara contra el cuello del hombre. Hizo una
pausa por un momento y luego inhaló profundamente. El fuerte y embriagador olor
de hombre, tierra y almizcle llenó los sentidos de Yoongi, abrumándolo al instante.
Yoongi gimió y se presionó aún más, inhalando una y otra
vez. No podía obtener suficiente de la fragancia masculina. Necesitaba más.
Necesitaba rodar en el exquisito aroma, frotarlo por todo su cuerpo. Quería
bañarse en él, nunca oler otra cosa. Nada en la tierra podía oler tan bien.
Yoongi no se daba cuenta de que estaba gruñendo y
agarrándose a los brazos de Tae, tratando de acercarlo más, hasta que oyó el
gemido de Tae en la oreja.
—Eso es tan jodidamente caliente, lindo bebé. Puedo oírte gruñir.
—Tae
—gimió Yoongi. Dejó caer la cabeza hacia atrás, desnudando su cuello cuando Tae
empezó a olerlo. Era una de las cosas más eróticas que había experimentado en
su vida. Lo hacía sentirse caliente, dolorido.
Yoongi podía sentir su polla llenándose. Quería frotarse
contra Tae de la peor manera. Sólo estaba demasiado asustado para hacerlo. La
familia de Tae lo había interrumpido tantas veces que Yoongi no quería empezar
algo que ellos no podrían terminar. Él simplemente... lo necesitaba tanto.
—Tae
—gimió de nuevo.
—Ssshh,
te dije que cuidaría de ti, lindo bebé —dijo Tae mientras empujaba a Yoongi
contra las almohadas y se inclinaba sobre él—. Todo el mundo se ha ido, la
puerta está cerrada, y nadie nos molestará. Ha llegado el momento que yo te
haga mío.
—¿Tuyo?
—Sí, Yoongi.
—Yoongi se inclinó en la mano con la que Tae acunaba un lado de su rostro, la
piel del hombre era cálida contra suya—. Tú me pertenece a mí, ¿recuerdas? Y te
prometí que siempre estaríamos juntos.
Yoongi asintió, aun cuando no estaba muy seguro a qué
exactamente estaba aceptando. Su mente se sentía como una masa, incapaz de
agarrarse de cualquier pensamiento, y muchos de ellos flotaban en su cabeza.
Quería saber más acerca de esta cosa de cambiar y por qué le
había sucedido a él, si es que no estaba soñando. Tenía preguntas y quería
respuestas. Él simplemente... las manos de Tae se sentían tan bien frotándose
contra su piel y...
—Tae
—gimió Yoongi.
—Te
tengo, lindo bebé —susurró Tae cerca de su oído—. No dejaré que nada te pase.
Yoongi sabía que debía estar protestando o al menos esperar
hasta saber más de lo que estaba sucediendo, pero lo necesitaba demasiado. Su
cuerpo dolía y lo único que parecía hacerle sentir mejor era la sensación de Tae
tocándolo, besándolo.
Yoongi lanzó un grito de protesta cuando Tae se apartó de
él. Se aferró desesperadamente a los brazos del hombre, negándose a renunciar a
los sentimientos de euforia que recorrían a través de su cuerpo. No quería que
la realidad regresara.
—Sólo me
voy a desvestir, Yoongi —dijo Tae mientras se apartaba y levantaba.
Los ojos de Yoongi devoraban cada pedacito de carne que Tae
revelaba mientras se sacaba la ropa. Si bien ya habían intimado unas cuantas
veces, Yoongi nunca había visto completamente desnudo el cuerpo de Tae, y eso
era una lástima. El hombre era impresionante. Yoongi no podía apartar los ojos.
Su respiración quedó atrapada en su garganta cuando Tae
sonrió, y además una sonrisa muy sensual, a continuación subió a la cama entre
las piernas de Yoongi. Yoongi se sentía como una presa por la naturaleza
depredadora de Tae. No podía entender por qué eso envió un estremecimiento de
emoción a través de su cuerpo. ¿No debería estar asustado?
La sensación de Tae acariciando su piel desnuda hizo olvidar
a Yoongi todo acerca de lo que debía o no debía estar sintiendo. Todo lo que
podía pensar era en lo maravilloso que se sentían las suaves caricias, y lo que
tenía que hacer para conseguir más.
—Me
encanta cuán suave es tu piel, lindo bebé.
Yoongi levantó la cabeza para mirar hacia abajo de su cuerpo
a Tae. Sus ojos se abrieron por la sorpresa. Tae parecía hipnotizado mientras
acariciaba con los dedos la piel de Yoongi, sus ojos seguían intensamente cada
caricia de sus dedos. Cada pocos centímetros, Tae se inclinaba y besaba la
carne que había tocado.
—Tan
hermosa piel —le susurró Tae—, tan bella como tu pelaje blanco.
Yoongi dejó caer la cabeza hacia atrás sobre la almohada,
incapaz de sostenerse bajo el embate de las caricias de Tae. Se sentía tan
condenadamente bien. Yoongi simplemente se quedó allí y se revolcaba en las
abrumadoras sensaciones, incapaz de hacer más.
Cuando sintió un ligero toque en la cabeza de su pene
hinchado, Yoongi casi salió de la cama. Gritó, arqueándose en el aire en busca
de más, mientras sus manos escarbaban en las mantas.
—¿Tae?
—Te
tengo, lindo bebé —dijo Tae—. Voy a hacerte sentir tan bien.
Yoongi no tenía ninguna duda de que Tae dijo la verdad
cuando el hombre siguió acariciándolo, besándolo. Cada roce era exquisito, pero
Yoongi rápidamente supo que necesitaba más. Simplemente no estaba muy seguro de
qué era ese algo.
Cuando dos dedos lubricados empujaron dentro de él, Yoongi
gritó y se dejó llevar por la sensación tan lejos como pudo. Cuando inclinó sus
caderas, necesitando más, Tae estaba allí para responder a su silenciosa
súplica, empujando dentro otro dedo.
—¡Ta… Tae!
—Compañero
—Tae dijo en voz baja al oído de Yoongi.
Yoongi jadeó con deleite cuando Tae comenzó a un ritmo
constante presionar con los dedos en la apretada entrada de Yoongi y luego
sacándolos, poco a poco extendiendo a Yoongi. Podría haber tenido sexo antes,
pero no recordaba que se sintiera tan bien.
Entre los dedos en su culo, las suaves caricias, y los besos
de Tae colocados en contra de su piel caliente, el mundo de Yoongi se redujo al
hombre que lo amaba. Nada existía fuera de su pequeño mundo. Y Yoongi nunca
quería irse.
—Me toca
a mí, lindo bebé.
Yoongi parpadeó hacia Tae, sin tener idea de lo que el
hombre estaba hablando, pero estuvo a punto de protestar por la pérdida de los
dedos en su culo, cuando algo más grande, más caliente, los remplazó. Yoongi
respiró hondo, no por la leve quemadura que sintió por la entrada de Tae, sino
por el placer que rebosaba a través de su cuerpo.
El sexo nunca había sido así antes, nunca.
—Dios, Yoongi,
nunca pensé que llegaría a este punto — se quejó Tae cuando su polla,
finalmente se enterró todo el camino en el interior de Yoongi. Dejó caer la
frente hacia abajo contra la de Yoongi, con la cara un poco enrojecida y
desesperada—. ¿Y tú?
—No
—admitió Yoongi sin dificultad. Había soñado con esto, fantaseado, pero en
realidad nunca pensó que iba a suceder, no con todas las interrupciones que
habían experimentado.
—Va a
ser así para nosotros cada vez, lindo bebé.
Los ojos de Yoongi casi rodaron hacia atrás de su cabeza
cuando Tae empezó a mover sus caderas. La intensa presión que sentía cada vez
que Tae salía y luego empujaba hacia dentro, iba más allá de lo que había
sentido nunca. Simplemente no había manera de describirlo, por lo que Yoongi ni
siquiera lo intentó. Él simplemente se empapó en el placer.
—Está
bien, aférrate a mí, Yoongi.
Yoongi frunció el ceño, las palabras de Tae interrumpieron
su placer, pero hizo lo que el hombre le pidió y envolvió sus brazos alrededor
del cuello de Tae. La respiración de Yoongi salió rápidamente de sus pulmones
un momento más tarde, cuando Tae lo levantó y se movió hacia un lado de la
cama.
Las piernas de Yoongi instintivamente se envolvieron
alrededor de la cintura de Tae cuando el hombre se levantó y caminó por la habitación.
La presión de la pared contra su espalda envió un escalofrío por el cuerpo de Yoongi.
Había imaginado esto, había rogado por esto, y era maravilloso.
Tae lo presionó fuertemente contra la pared y comenzó a
empujar en él. Cada chasquido de las caderas de Tae enviaba el deseo de Yoongi
más y más alto. Yoongi hundió los dedos en el cuello de Tae mientras la presión
en el interior de él se construía. Sus piernas se apretaban alrededor de la
cintura de Tae.
Yoongi gritó y se arqueó contra Tae cuando las sensaciones
que se acumulaban en su interior estallaron y se vino encima de los dos. Trató
de recuperar el aliento, pero Tae se estaba moviendo otra vez, llevándolo de
regreso a la cama.
—¡Ta… Tae!
—Compañero,
lindo bebé, llámame compañero.
Yoongi intentó formar las palabras para decirle a Tae lo que
quería oír, pero era difícil hacerlo cuando su cerebro salía derretido por sus
orejas. Yoongi sentía como si todo su cuerpo se estuviera derritiendo, con cada
duro empuje.
Tae envolvió sus brazos debajo de las piernas de Yoongi y
tiró de ellas hasta el pecho. Lo que comenzó después de eso fue lo que Yoongi
sólo pudo considerar aplastante. Tae bombeó en él, su gruesa polla llenando el
culo de Yoongi una y otra vez.
Los músculos estaban tensos alrededor de la mandíbula
apretada de Tae. Su cara se veía tensa. Yoongi se habría preocupado si no
hubiese visto la forma en que los ojos oscuros plata de Tae brillaban con la
suave luz del dormitorio.
El agarre de Tae en las piernas de Yoongi se estaba haciendo
más fuerte. Su respiración era más pesada. Y los rápidos empujes de sus caderas
estaban empezando a ser caóticos. Yoongi podía sentir una ligera hinchazón en
la polla que embestía su culo. Sabía que Tae estaba cerca.
—Compañero
—susurró Yoongi. Tuvo tiempo suficiente para ver los ojos de su compañero
agrandarse cuando se inclinó y hundió sus dientes en la suave carne del pecho
de Tae, justo sobre el corazón del hombre. Caliente, dulce sangre llenó la boca
de Yoongi, haciendo que su gemido de éxtasis se uniera al de Tae cuando los
hombres encontraron juntos su liberación.
Yoongi podía sentir el cuerpo de Tae estremeciéndose a
medida que caía contra él. Extrajo los dientes y lamió la pequeña mordida
cerrándola, luego enterró el cuello en el hombro de Tae mientras envolvía sus
brazos alrededor del hombre.
—Ahora
eres mío —susurró Yoongi. De pronto comprendió la conexión que tenían los
compañeros.
Entendió la idea. Y eso llenó a Yoongi con diferentes partes
de alegría y miedo. No sabía si alguna vez podría vivir sin Tae ahora que tenía
al hombre. Podría destruirlo.
—Se
suponía que yo debía hacer eso. —Tae se echó a reír. Tenía un brillo travieso
en sus ojos cuando se inclinó hacia atrás para mirar hacia abajo a Yoongi—. Se
suponía que yo te reclamaría.
—Entonces,
reclámame ahora. —Yoongi inclinó la cabeza hacia un lado, anticipándose a la
mordedura de Tae. Sus ojos se cerraron y un pequeño escalofrío se abrió camino
a través del cuerpo de Yoongi cuando los caninos de Tae rozaron su clavícula.
La polla de Yoongi se sacudió, palpitó y trató de volver a
la vida cuando los afilados dientes de Tae se hundieron en la carne entre su
hombro y el cuello. Sus caderas inconscientemente corcovearon en el aire. Yoongi
gimió en voz alta cuando sintió la polla semidura de Tae moviéndose dentro de
él cuando el hombre empujó un poco hacia adelante.
—Mi
compañero.
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