Yoongi acabó con otra cerveza. Su quinta... no, sexta cerveza de la noche. Si la elección era suya, sólo sería una de muchas. Haría lo que fuera para librarse de los ojos que veía en su cabeza, mirándole, rogándole.
Llevaba casi dos semanas en Wolf Creek desde que había
vuelto. No había conseguido estar más que unos pocos minutos sin pensar en
Taehyung. Se debatía entre ataques de rabia contra Taehyung por mentirle, y el
desearlo tanto que le dolían los dientes.
Era bastante inútil para todo el mundo. Su mente seguía
vagando, reviviendo los momentos robados en los brazos de su Príncipe. No era
capaz de concentrarse ni en una maldita cosa. Cada vez que pensaba que
conseguía olvidarlo, Taehyung volvía a aparecer.
―¿Quieres
decirme lo que pasó?
Yoongi miró a su compañero de juergas, Jimin, y negó con la
cabeza. No quería compartir su tiempo con Taehyung con nadie. Eso podría
hacerlo real. También se sentía posesivo sobre Taehyung. Nadie más tenía que
saber sobre él.
―¿Por
qué no me lo cuentas de todos modos?― le preguntó Jimin―. Voy a averiguarlo
tarde o temprano, así que podrías decírmelo mientras aún estás sobrio.
Yoongi se rió entre dientes.
―No
estoy seguro de que pueda hablar de eso estando sobrio.
―Entonces,
toma otra cerveza, y luego me lo dices.
Yoongi se quedó mirando su cerveza. ¿Podría hablarle a Jimin
sobre Taehyung? Jimin era su mejor amigo, alguien en quien confiaba más que en
cualquiera. En este momento, confiaba más en Jimin de lo que confiaba en su
propia pareja, y eso le molestaba.
―Encontré
a mi pareja.
―Vaya,
genial ―dijo Jimin, dándole una palmada en la espalda―. Felicitaciones, amigo.
Ya era la maldita hora. Háblame de él ―Jimin se detuvo―. Se trata de un él,
¿no?
―Oh sí,
él es todo un hombre.
―Bueno,
eso es un alivio ―Rió Jimin―. Tenía miedo de que me dijeras que te acoplaste a
una chica.
―No
―dijo Yoongi, sacudiendo la cabeza―. Eso habría sido más fácil.
―¿El
acoplarte con una mujer habría sido más fácil? ¿Has perdido la cabeza?
Yoongi miró a Jimin, dejando que toda su frustración, rabia,
y dolor se filtran a través del estricto control que mantenía sobre sí mismo
desde que había dejado a Taehyung.
―Tener a
una mujer como pareja sería jodidamente mucho más fácil que a un Príncipe
vampiro.
―¡Mierda!
Yoongi asintió con la cabeza, comenzando a reírse cuando la
ridiculez de la situación lo llenó. No sólo se acopló a un vampiro, se acopló a
un Príncipe vampiro. ¿Podría su vida ser más jodida? Se rió tan fuerte que las
lágrimas cayeron de sus ojos.
―Deberías
verlo, Jimin ―le dijo Yoongi a través de las lágrimas que corrían por su
rostro―. Es la cosa más hermosa que he visto en mi vida. Piel blanca pálida,
cabello negro largo y sus ojos amatistas que son tan profundos, te juro que
puedo ver mi alma en ellos cada vez que le miro.
―¿Lo has
reclamado?
―Oh, sí.
―Entonces
¿qué demonios estás haciendo aquí? ―exclamó Jimin― ¿Por qué no estás con tu
pareja?
La risa de Yoongi se redujo hasta alejarla al recordar por
qué estaba sentado aquí, en Wolf Creek, en lugar de con su compañero. No había
nada que pareciera ni un poco divertido en todo aquel asunto. Quería estar con
Taehyung. Ni siquiera le importaba que fuera un vampiro.
Simplemente no era capaz de dejar pasar la mentira. Los
compañeros no deberían mentirse el uno al otro, incluso si se trataba de una
mentira por omisión. Se sentía mal, era como una traición hacia todos los
compañeros que representaba. Taehyung lo sabía, incluso antes de que ellos
tuvieran relaciones sexuales, que eran compañeros. No le dijo nada, y eso le
dijo más de lo que cualquier palabra podría.
―Me
mintió.
―¿Te
mintió? ―preguntó Jimin―. ¿Cómo?
―Sabía
que éramos compañeros antes de que nos acostáramos juntos. Nunca dijo nada. No
me dio opción.
Jimin estuvo en silencio el tiempo suficiente para que la
curiosidad picara a Yoongi. Miró a Jimin otra vez, parecía un poco pálido. Se
miraba las manos, mientras las retorcía en su regazo.
―¿Jimin?
―Nunca
le dije nada a Jungkook antes de reclamarlo ―dijo Jimin―. Yo no le di opción
tampoco. ¿No haberlo hecho me hace una mala persona?
Yoongi agitó su mano frente a Jimin y apoyó la cabeza contra
el respaldo de la silla en la que estaba sentado.
―No es
lo mismo. Jungkook sabía que eras un hombre lobo antes de que lo reclamaras.
―Sabías
que tu pareja era un vampiro antes de que lo reclamaras ―razonó Jimin―. ¿Cuál
es la diferencia?
―Simplemente
es diferente ―insistió Yoongi.
―¿Cómo?
Si él sabía que eras un hombre lobo y tú sabías que era un vampiro, ¿qué es lo
diferente?
―¡Me
mintió, Jimin! ―exclamó Yoongi―. Podría haberme dicho que éramos compañeros.
Pudo haberme dado la oportunidad de decidir si quería o no reclamarlo. No lo
hizo. En cambio, consiguió excitarme tanto que cambié y lo reclamé.
―¿Y?
Yoongi gruñó. Jimin no lo estaba entendiendo bien. Taehyung
lo había traicionado. ¿Qué parte de eso no entendía Jimin? Todo esto tenía
perfecto sentido para Yoongi.
―No veo
cuál es el problema aquí, Yoongi ―dijo Jimin―. Es tu pareja. Lo sabía antes que
tú. ¿Y qué? ¿No lo habrías reclamado si hubieses sabido que eran compañeros
antes de hacerlo?
―Ese no
es el punto, Jimin ―explotó Yoongi, golpeando su cerveza contra la mesa―. No
importa si éramos compañeros o no, o si sabíamos de qué especie éramos. Lo que
hizo estuvo mal.
Yoongi metió la mano en su cabello mientras trataba de
encontrar la manera de expresarle su problema a Jimin.
―Si es
capaz de mentirme en algo tan importante como nuestra unión, ¿sobre qué más me
mentiría?
―¿Tener
un Príncipe vampiro no es tu problema entonces?
―No
―dijo Yoongi―. Si, bien, es un poco raro, pero no es algo a lo que no podría
acostumbrarme.
―¿Por lo
tanto, es la mentira?
Yoongi asintió con la cabeza.
―Escondió
algo de mí, Jimin, y no fue algo pequeño. Sé que es un Príncipe y todo, está
acostumbrado a salirse con la suya, pero uno pensaría que en algo tan
importante, al menos entre compañeros, él no iba a mentir.
―Bueno,
creo que puedo ver hacia dónde vas. Como Príncipe, él no podría ver nada malo
en la retención de información acerca de algo como el acoplamiento o cualquier
otra cosa. Desde luego, no empezó las cosas bien, pero ¿eso significa que no
hay ninguna posibilidad para ustedes dos?
Yoongi se encogió de hombros.
―Honestamente,
no lo sé.
―¿Has
intentado hablar con él, explicarle tus inquietudes?
Yoongi sintió que su cara ardía en llamas. No sólo no trató
de explicarle las cosas a Taehyung, sino que quiso que sintiera tanto dolor
como él.
Y se había asegurado de que lo sintiera.
―No.
―Conozco
esa mirada, Yoongi ―dijo Jimin―. ¿Qué hiciste?
―Me fui.
―¿Así
sin más? ¿Le dejaste un número o le dijiste cómo puede ponerse en contacto
contigo?
Yoongi negó con la cabeza.
―¿Hablaste
de algo con él?
Yoongi se rió entre dientes.
―No
conversamos mucho, amigo.
―¡Cristo!
Tú sí que sabes cómo joder las cosas, ¿no?
―¡Hey!―
protestó Yoongi, indignado. Jimin era su amigo. Debía estar de su lado.
―Incluso
si él quisiera venir a hablar contigo, para pedirte disculpas, ¿cómo puede, si
ni siquiera sabe dónde vives?
―Sabe
que vivo en Wolf Creek y que Dowoo es mi alfa ―dijo Yoongi―. Podría encontrarme
si realmente lo hubiera querido. Bueno, ya han pasado dos semanas, supongo que
no me está buscando.
―¿Le
diste alguna razón? ―le cuestionó Jimin―, ¿O simplemente lo abandonaste hecho
una furia después de una rabieta?
―Yo
nunca…
―¿Yoongi?―
dijo Jungkook, cuando entró en el cuarto, interrumpiendo la negativa de
Yoongi―. Hay un tipo pequeño y extraño en la puerta buscándote. ¿Alguien
llamado Albert?
Yoongi se levantó de su silla antes de que Jungkook
terminara de hablar. Casi corrió hacia la puerta principal. Efectivamente, Albert
estaba allí. Lo vio agitado, desordenado, a diferencia de su habitual calma y
apariencia de ser dueño de sí mismo.
―¿Albert?
―Oh,
Señor Min, estoy muy contento de haberlo encontrado ―dijo Albert, pronunciando
palabras que nunca pensó oír salir de la boca del hombre. Una expresión de
alivio se filtraba en el rostro de Albert.
―¿Qué
pasa, Albert?― preguntó Yoongi, su corazón comenzó a palpitarle en el pecho.
Recordó que alguien había envenenado a su compañero la última vez que lo vio.
El miedo lo llenó―. ¿Le ha pasado algo a Taehyung?
Albert realmente hizo una mueca, retorciendo sus manos
juntas con nerviosismo.
―Estoy
seguro que me mataría si sabe que vine aquí, señor, pero no tenía otra opción.
No podía pensar en otra cosa qué hacer.
Yoongi agarró a Albert por los brazos y le dio una pequeña
sacudida.
―Albert,
¿qué diablos está pasando? ¿Dónde está Taehyung?
―Está en
el auto ―le dijo Albert mientras miraba por encima de su hombro a la camioneta
de color oscuro aparcada en la calle detrás de él. Volvió a mirar a Yoongi, su
rostro se veía afligido.
―Creo que se está muriendo, señor.
Yoongi casi tiró a Albert a un lado en su prisa por llegar a
Taehyung.
Corrió a través del patio y destrozó la puerta abriéndola
sólo para lanzar un grito al mirar delante de él. Su compañero estaba sentado
en la parte trasera de la camioneta, si es que Yoongi podía llamar a la
criatura enferma dentro de esta su compañero.
Los ojos de Taehyung estaban hundidos en su cabeza, tanto
que parecían enormes en su rostro. Los huesos se le marcaban en su cara y su
piel era blanca. Parecía haber perdido unas veinte o treinta libras. Su piel,
prácticamente colgaba de su cuerpo.
Se veía tan frágil, Yoongi casi tenía miedo de recogerlo.
En su lugar, se arrastró a su lado, sosteniendo la inerte
forma de Taehyung contra sí. Alisó el cabello seco y quebradizo quitándolo de
su rostro, se sentía triste por la pérdida de la lustrosa apariencia de Tae.
―Tae,
cariño ―le susurró Yoongi. No recibió respuesta, ni siquiera un destello de un
parpadeo―. Vamos, bebé, abre los ojos.
Todavía no había respuesta.
Decidió que tenía que llevar a Taehyung dentro de la casa,
Yoongi recogió a su compañero con sus brazos, hizo una mueca de dolor cuando se
dio cuenta de que apenas pesaba. Se deslizó hasta la puerta donde Albert, Jimin,
y Jungkook se agolpaban. Yoongi corrió hacia la casa, dirigiéndose directamente
hacia su habitación. Compartía la casa con Jimin y Jungkook, como lo hacía
antes de mudarse a Wolf Creek. Su habitación estaba situada a un lado de la
casa, la de Jimin y Jungkook, al otro lado.
―¿Jungkook,
puedes apartar las sábanas? ―preguntó Yoongi en el momento en que entró en la
habitación.
Jungkook se adelantó y apartó las mantas hacia atrás. Yoongi
se acercó y puso a Taehyung en la cama. Se sentó junto a él, lo exploró con las
manos, recorriendo hasta el último centímetro de su cuerpo en busca de
lesiones.
A excepción de la extrema pérdida de peso y la piel blanca
pastosa, no parecía haber nada malo con Taehyung. Simplemente no se despertaba.
―¿Qué
fue lo que pasó, Albert?― preguntó Yoongi, con las manos siempre rozando el
cuerpo de Taehyung―. ¿Alguien lo envenenó otra vez?
―¿Otra
vez?― gritó Albert―. ¿Alguien lo había envenenado antes? ¿Cuándo?
Yoongi miró a Albert, sonrojándose.
―Sí,
¿recuerdas ese par de días que estuvimos en la habitación de Taehyung? ¿Cuándo
viniste a quejarte de los rumores? Alguien había envenenado el vino de
Taehyung.
―Nunca
me lo dijo.
Yoongi negó con la cabeza.
―No
quería que nadie lo supiera. Dijo que lo haría vulnerable.
―Tenía
razón ―coincidió Albert―. A la primera señal de debilidad, sus enemigos le
atacarían.
―¿Qué
enemigos? ―gruñó Yoongi―, ¿Ha sido envenenado?
―No sé
―dijo Albert―. Ha estado desanimado desde que usted se fue, pero hace una
semana me di cuenta de que empezaba a verse muy pálido. Me ofrecí a llevar un
donante de sangre, pero él no quería saber nada de eso. Se enfadó mucho conmigo
cuando insistí.
Yoongi se congeló cuando las anteriores conversaciones con
Taehyung se filtraron en su cerebro. De golpe se dio cuenta de que fácilmente,
el estado de Taehyung podría ser culpa suya. Le había dicho que una vez
acoplado, un vampiro no podía beber sangre de nadie más, excepto de su
compañero. Yoongi era su compañero, y se había ido.
―Todo el
mundo fuera ―Yoongi gruñó―. Necesito unos minutos a solas con Taehyung.
―¿Estás
seguro, Yoongi?― preguntó Jungkook.
―Sí, Jungkook
―dijo Yoongi―. Pero te agradecería si le hicieras un poco de sopa caliente y
té. ¿Y Jimin? Es posible que desees informar a Dowoo que dos vampiros se
quedarán aquí por ahora. Estoy seguro de que querrá saberlo.
―Querrá
saber más que eso.
Yoongi hizo una mueca. Había atraído un montón de problemas
sobre la cabeza de Dowoo. Esperaba que el Alfa entendiera que su compañero
estaba involucrado y que no tenía otra opción.
―Albert
―dijo Yoongi, con su voz llena de autoridad―. Ve con Jungkook y prepara algo de
comida para tu Príncipe. Estoy seguro de que va a tener hambre cuando se
despierte.
Albert asintió con la cabeza y se apresuró a ir con Jungkook.
Yoongi sabía que el sirviente necesitaba algo que hacer. Parecía tan fuera de
sí de la preocupación. Yoongi lo estaba también. Sólo tenía una sola idea de lo
que podría estar mal con Taehyung. Podría estar equivocado, pero no lo creía.
Tan pronto se cerró la puerta del dormitorio, Yoongi se giró
hacia Taehyung. Seguía estando helado. Yoongi le sacó la ropa con cuidado,
doblándola y colocándola en una silla cercana. Volvió a la cama y arropó con
las mantas a su compañero.
Yoongi acarició la cara de Taehyung.
―Oh, Tae,
¿qué nos estamos haciendo el uno al otro?
Taehyung se movió. A Yoongi se le congeló su aliento en la
garganta.
―¿Tae?
¿Cariño?
Taehyung se giró hacia él. Sus ojos se agitaron y finalmente
se abrieron. Parecía aturdido, muy perdido. Mientras poco a poco se despejaba,
una sonrisa se abría camino en su rostro.
―Yoongi,
mi Yoongi ―susurró Taehyung, alcanzando con una mano temblorosa a Yoongi.
Yoongi se quedó inmóvil, no sabiendo si debía tomarla o no. Cuando no hizo
ningún movimiento para tomar la mano esta cayó sin fuerzas a la cama. Una sola
lágrima de color rojo sangre rodó por la mejilla de Taehyung cuando él apartó
la cabeza.
Yoongi, de repente se sintió como un tonto por resistirse a
su compañero, se acercó a Taehyung.
―Tae,
cariño ―le dijo en voz baja―, mírame.
Taehyung no dio ninguna señal de que oía a Yoongi.
―Taehyung,
esto es ridículo. Obviamente, necesitas alimentarte. Yo estoy aquí.
Taehyung negó con la cabeza. Seguía sin mirarle. Yoongi le
acercó el brazo y lo sostuvo bajo su nariz. La única señal que Taehyung dio en
respuesta fue apretar los labios y levantar la nariz.
―Maldita
sea, Taehyung ―espetó Yoongi―. Deja de jugar al mártir.
Cuando Taehyung no lo mordió, Yoongi cogió un cuchillo y se
hizo un corte en la muñeca. Llevó la muñeca sobre la boca de Taehyung, viendo
como su sangre caía sobre los labios del hombre. Taehyung no reaccionó en un
primer momento, la sangre le goteaba por la barbilla. Entonces, de repente, se
volvió y mordió la muñeca de Yoongi.
Yoongi gritó por la ferocidad de la mordida. Una mirada
salvaje apareció en los ojos de Taehyung cuando empezó a chupar la esencia de
su vida.
Cuando Yoongi comenzó a sentirse mareado, trató de tirar de
su brazo, pero Taehyung no lo dejaba ir. Le gruñó, sujetándolo con más fuerza,
succionando con más ansia. Yoongi podía sentir que empezaba a debilitarse. Tiró
de nuevo.
―Tae…Taehyung
―exclamó Yoongi en su desesperación―. Cariño, tienes que soltarme.
Yoongi finalmente apretó la mano contra la cabeza de
Taehyung y empujó para conseguir que el Príncipe lo dejara en libertad. Se
levantó y envolvió con la otra mano su muñeca que seguía sangrando, mientras se
maldecía a sí mismo en silencio. Se dirigió al baño para limpiar y tratar la
herida.
Metió la mano bajo el chorro de agua fría y luego limpió el
hilo de la última gota de sangre. A medida que envolvía una gasa alrededor de
la muñeca, se dio cuenta de que le gustaba la idea de proveer a su compañero en
un nivel tan básico. Le hacía sentirse necesario de una forma que nunca antes
había sentido.
Yoongi apoyó las manos en el costado del lavamanos de
mármol, mientras se contemplaba a sí mismo en el espejo. ¿Podría ser lo
suficientemente honesto consigo mismo para darse cuenta que la mentira
palidecía en comparación al hecho de no tener a su compañero? ¿Podría tener
otra oportunidad?
No estaba seguro, pero tenía que intentarlo. No podía dejar
que las cosas se quedaran como estaban. Alguien andaba aún tras Taehyung y no
podía dejar que le pasase nada a su compañero, ni siquiera por su propia mano.
Cuando entró de nuevo en el dormitorio, Taehyung estaba
apoyado en las almohadas. Su color era pálido, pero no mortalmente blanco.
Los duros ángulos en su rostro se suavizaron un poco y le
pareció que tenía un poco más de brillo saludable.
Yoongi se sentó en el borde de la cama y esperó. Estaba
decidido a descubrir por qué Taehyung estaba en tan malas condiciones, ¿Por qué
no había venido antes? Yoongi podía estar enfadado con él, pero aún así eran
pareja.
―Debiste
haberme dejado que muriera ―murmuró Taehyung sin mirar en dirección a Yoongi.
Podía sentir a su compañero mirándole.
―No seas
ridículo ―dijo Yoongi―. No voy a dejar que te mueras.
―¿Por
qué no? ―resopló Taehyung―. Hubiera sido más amable.
―Tae…
Taehyung se volvió para mirar a Yoongi, enfadado.
―¿Crees
que quiero venir a ti cada día y rogar por el resto de mi vida? Prefiero estar
muerto.
―¿Realmente
no puedes beber de otra persona ahora que estamos acoplados?
Yoongi parecía sorprendido. Probablemente pensaba que
Taehyung le había mentido sobre eso también.
―¡No!―
gritó Taehyung, furioso. Yoongi no era el único que se sentía traicionado. Se
suponía que iban a ser compañeros, que cuidarían el uno del otro por encima de
todo. A Yoongi no parecía importarle.
―Estás
realmente en un aprieto, ¿no?
―Que te
jodan, Yoongi. ―Taehyung no podía creer que Yoongi se tomara su vida tan a la
ligera, pero supuso que su compañero le había dejado en claro cómo se sentía
con respecto a él. A Yoongi él no le importaba. Ahora Taehyung sabía que nunca
tendría la pareja que quería, la pareja con la que había soñado desde hacía
quinientos años.
―Sólo
estoy diciendo, Tae, que será mejor que te tragues tu orgullo o marchitarte y
morir.
―Voy a
marchitarme y morir, muchas gracias. ―Nunca le pediría algo a su compañero si
no le era dado libremente. Prefería morir.
―¿Me
odias tanto?― susurró Yoongi.
―No, yo
no te odio ―respondió Taehyung suavemente, de repente se sentía muy triste y
resignado ante la pérdida de su compañero―, sino todo lo contrario. Eso no
cambia el hecho de que no elegiste que yo fuera tu pareja.
―Por
supuesto que no. El destino es quien elige a nuestros compañeros.
Taehyung gesticuló con la mano hacia Yoongi.
―Sabes
lo que quiero decir, Yoongi. No me elegiste para ser tu compañero. No quieres
que yo sea tu pareja ―resopló Taehyung―. Lo has dejado más que claro.
―No es
que yo no quiera que seas mi compañero. Es que…me has mentido, Taehyung.
Taehyung se quedó mirando el techo. Pensó en eso una y otra
vez. Le mintió a Yoongi mirara cómo lo mirara. Ni siquiera había algún margen
de maniobra para tratar de fingir que no lo había hecho.
―Lo sé
―murmuró.
No había nada más que decir. Le había mentido a su compañero
y ahora éste no iba a perdonarlo. Podría pasarse el resto de su vida
manteniendo la esperanza de que Yoongi pudiera perdonarlo algún día, rogando
por un poco de atención y por su propia vida al pedirle su sangre. O podría
elegir no hacerlo.
La elección le parecía bastante sencilla. Sabía que no
podría vivir sin Yoongi, y no sólo porque necesitaba la sangre de su compañero.
También necesitaba de su amor y afecto, y ambas cosas parecía haberlas perdido
para siempre.
―Realmente
estoy muy cansado ―le susurró Taehyung, la discusión lo había agotado―, Me
gustaría dormir.
―¿Necesitas
algo?― preguntó Yoongi.
Taehyung quería fingir que oía preocupación en la voz de
Yoongi, pero sabía que se estaba mintiendo a sí mismo. Y la mentira lo había
metido en esta situación en primer lugar. Así que era mejor aceptar que Yoongi
sólo estaba siendo amable, como lo sería con cualquier otra persona.
―No,
estaré bien.
Taehyung esperó hasta que Yoongi saliera de la habitación y
cerrara la puerta tras él, antes de alcanzar su ropa. Tan débil como aún se
sentía, le llevó más de unos minutos vestirse. Apiló unas almohadas debajo de
las mantas y luego se dirigió a las puertas dobles que llevaban afuera.
Echó una última mirada a la habitación que compartió con
Yoongi por tan corto de tiempo, se volvió y salió. No sabía a dónde podría ir,
con tal de estar lejos de aquí y de la única persona que quería por encima de
todo y nunca podría tener.
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