domingo, 1 de mayo de 2022

CAPITULO 5

 Yoongi acabó con otra cerveza. Su quinta... no, sexta cerveza de la noche. Si la elección era suya, sólo sería una de muchas. Haría lo que fuera para librarse de los ojos que veía en su cabeza, mirándole, rogándole.

 

Llevaba casi dos semanas en Wolf Creek desde que había vuelto. No había conseguido estar más que unos pocos minutos sin pensar en Taehyung. Se debatía entre ataques de rabia contra Taehyung por mentirle, y el desearlo tanto que le dolían los dientes.

 

Era bastante inútil para todo el mundo. Su mente seguía vagando, reviviendo los momentos robados en los brazos de su Príncipe. No era capaz de concentrarse ni en una maldita cosa. Cada vez que pensaba que conseguía olvidarlo, Taehyung volvía a aparecer.

 

―¿Quieres decirme lo que pasó?

 

Yoongi miró a su compañero de juergas, Jimin, y negó con la cabeza. No quería compartir su tiempo con Taehyung con nadie. Eso podría hacerlo real. También se sentía posesivo sobre Taehyung. Nadie más tenía que saber sobre él.

 

―¿Por qué no me lo cuentas de todos modos?― le preguntó Jimin―. Voy a averiguarlo tarde o temprano, así que podrías decírmelo mientras aún estás sobrio.

 

Yoongi se rió entre dientes.

 

No estoy seguro de que pueda hablar de eso estando sobrio.

 

Entonces, toma otra cerveza, y luego me lo dices.

 

Yoongi se quedó mirando su cerveza. ¿Podría hablarle a Jimin sobre Taehyung? Jimin era su mejor amigo, alguien en quien confiaba más que en cualquiera. En este momento, confiaba más en Jimin de lo que confiaba en su propia pareja, y eso le molestaba.

 

Encontré a mi pareja.

 

Vaya, genial ―dijo Jimin, dándole una palmada en la espalda―. Felicitaciones, amigo. Ya era la maldita hora. Háblame de él ―Jimin se detuvo―. Se trata de un él, ¿no?

 

Oh sí, él es todo un hombre.

 

Bueno, eso es un alivio ―Rió Jimin―. Tenía miedo de que me dijeras que te acoplaste a una chica.

 

No ―dijo Yoongi, sacudiendo la cabeza―. Eso habría sido más fácil.

 

―¿El acoplarte con una mujer habría sido más fácil? ¿Has perdido la cabeza?

 

Yoongi miró a Jimin, dejando que toda su frustración, rabia, y dolor se filtran a través del estricto control que mantenía sobre sí mismo desde que había dejado a Taehyung.

 

Tener a una mujer como pareja sería jodidamente mucho más fácil que a un Príncipe vampiro.

 

―¡Mierda!

 

Yoongi asintió con la cabeza, comenzando a reírse cuando la ridiculez de la situación lo llenó. No sólo se acopló a un vampiro, se acopló a un Príncipe vampiro. ¿Podría su vida ser más jodida? Se rió tan fuerte que las lágrimas cayeron de sus ojos.

 

Deberías verlo, Jimin ―le dijo Yoongi a través de las lágrimas que corrían por su rostro―. Es la cosa más hermosa que he visto en mi vida. Piel blanca pálida, cabello negro largo y sus ojos amatistas que son tan profundos, te juro que puedo ver mi alma en ellos cada vez que le miro.

 

―¿Lo has reclamado?

 

Oh, sí.

 

Entonces ¿qué demonios estás haciendo aquí? ―exclamó Jimin― ¿Por qué no estás con tu pareja?

 

La risa de Yoongi se redujo hasta alejarla al recordar por qué estaba sentado aquí, en Wolf Creek, en lugar de con su compañero. No había nada que pareciera ni un poco divertido en todo aquel asunto. Quería estar con Taehyung. Ni siquiera le importaba que fuera un vampiro.

 

Simplemente no era capaz de dejar pasar la mentira. Los compañeros no deberían mentirse el uno al otro, incluso si se trataba de una mentira por omisión. Se sentía mal, era como una traición hacia todos los compañeros que representaba. Taehyung lo sabía, incluso antes de que ellos tuvieran relaciones sexuales, que eran compañeros. No le dijo nada, y eso le dijo más de lo que cualquier palabra podría.

 

Me mintió.

 

―¿Te mintió? ―preguntó Jimin―. ¿Cómo?

 

Sabía que éramos compañeros antes de que nos acostáramos juntos. Nunca dijo nada. No me dio opción.

 

Jimin estuvo en silencio el tiempo suficiente para que la curiosidad picara a Yoongi. Miró a Jimin otra vez, parecía un poco pálido. Se miraba las manos, mientras las retorcía en su regazo.

 

―¿Jimin?

 

Nunca le dije nada a Jungkook antes de reclamarlo ―dijo Jimin―. Yo no le di opción tampoco. ¿No haberlo hecho me hace una mala persona?

 

Yoongi agitó su mano frente a Jimin y apoyó la cabeza contra el respaldo de la silla en la que estaba sentado.

 

No es lo mismo. Jungkook sabía que eras un hombre lobo antes de que lo reclamaras.

 

Sabías que tu pareja era un vampiro antes de que lo reclamaras ―razonó Jimin―. ¿Cuál es la diferencia?

 

Simplemente es diferente ―insistió Yoongi.

 

―¿Cómo? Si él sabía que eras un hombre lobo y tú sabías que era un vampiro, ¿qué es lo diferente?

 

―¡Me mintió, Jimin! ―exclamó Yoongi―. Podría haberme dicho que éramos compañeros. Pudo haberme dado la oportunidad de decidir si quería o no reclamarlo. No lo hizo. En cambio, consiguió excitarme tanto que cambié y lo reclamé.

 

―¿Y?

 

Yoongi gruñó. Jimin no lo estaba entendiendo bien. Taehyung lo había traicionado. ¿Qué parte de eso no entendía Jimin? Todo esto tenía perfecto sentido para Yoongi.

 

No veo cuál es el problema aquí, Yoongi ―dijo Jimin―. Es tu pareja. Lo sabía antes que tú. ¿Y qué? ¿No lo habrías reclamado si hubieses sabido que eran compañeros antes de hacerlo?

 

Ese no es el punto, Jimin ―explotó Yoongi, golpeando su cerveza contra la mesa―. No importa si éramos compañeros o no, o si sabíamos de qué especie éramos. Lo que hizo estuvo mal.

 

Yoongi metió la mano en su cabello mientras trataba de encontrar la manera de expresarle su problema a Jimin.

 

Si es capaz de mentirme en algo tan importante como nuestra unión, ¿sobre qué más me mentiría?

 

―¿Tener un Príncipe vampiro no es tu problema entonces?

 

No ―dijo Yoongi―. Si, bien, es un poco raro, pero no es algo a lo que no podría acostumbrarme.

 

―¿Por lo tanto, es la mentira?

 

Yoongi asintió con la cabeza.

 

Escondió algo de mí, Jimin, y no fue algo pequeño. Sé que es un Príncipe y todo, está acostumbrado a salirse con la suya, pero uno pensaría que en algo tan importante, al menos entre compañeros, él no iba a mentir.

 

Bueno, creo que puedo ver hacia dónde vas. Como Príncipe, él no podría ver nada malo en la retención de información acerca de algo como el acoplamiento o cualquier otra cosa. Desde luego, no empezó las cosas bien, pero ¿eso significa que no hay ninguna posibilidad para ustedes dos?

 

Yoongi se encogió de hombros.

 

Honestamente, no lo sé.

 

―¿Has intentado hablar con él, explicarle tus inquietudes?

 

Yoongi sintió que su cara ardía en llamas. No sólo no trató de explicarle las cosas a Taehyung, sino que quiso que sintiera tanto dolor como él.

 

Y se había asegurado de que lo sintiera.

 

No.

 

Conozco esa mirada, Yoongi ―dijo Jimin―. ¿Qué hiciste?

 

Me fui.

 

―¿Así sin más? ¿Le dejaste un número o le dijiste cómo puede ponerse en contacto contigo?

 

Yoongi negó con la cabeza.

 

―¿Hablaste de algo con él?

 

Yoongi se rió entre dientes.

 

No conversamos mucho, amigo.

 

―¡Cristo! Tú sí que sabes cómo joder las cosas, ¿no?

 

―¡Hey!― protestó Yoongi, indignado. Jimin era su amigo. Debía estar de su lado.

 

Incluso si él quisiera venir a hablar contigo, para pedirte disculpas, ¿cómo puede, si ni siquiera sabe dónde vives?

 

Sabe que vivo en Wolf Creek y que Dowoo es mi alfa ―dijo Yoongi―. Podría encontrarme si realmente lo hubiera querido. Bueno, ya han pasado dos semanas, supongo que no me está buscando.

 

―¿Le diste alguna razón? ―le cuestionó Jimin―, ¿O simplemente lo abandonaste hecho una furia después de una rabieta?

 

Yo nunca…

 

―¿Yoongi?― dijo Jungkook, cuando entró en el cuarto, interrumpiendo la negativa de Yoongi―. Hay un tipo pequeño y extraño en la puerta buscándote. ¿Alguien llamado Albert?

 

Yoongi se levantó de su silla antes de que Jungkook terminara de hablar. Casi corrió hacia la puerta principal. Efectivamente, Albert estaba allí. Lo vio agitado, desordenado, a diferencia de su habitual calma y apariencia de ser dueño de sí mismo.

 

―¿Albert?

 

Oh, Señor Min, estoy muy contento de haberlo encontrado ―dijo Albert, pronunciando palabras que nunca pensó oír salir de la boca del hombre. Una expresión de alivio se filtraba en el rostro de Albert.

 

―¿Qué pasa, Albert?― preguntó Yoongi, su corazón comenzó a palpitarle en el pecho. Recordó que alguien había envenenado a su compañero la última vez que lo vio. El miedo lo llenó―. ¿Le ha pasado algo a Taehyung?

 

Albert realmente hizo una mueca, retorciendo sus manos juntas con nerviosismo.

 

Estoy seguro que me mataría si sabe que vine aquí, señor, pero no tenía otra opción. No podía pensar en otra cosa qué hacer.

 

Yoongi agarró a Albert por los brazos y le dio una pequeña sacudida.

 

Albert, ¿qué diablos está pasando? ¿Dónde está Taehyung?

 

Está en el auto ―le dijo Albert mientras miraba por encima de su hombro a la camioneta de color oscuro aparcada en la calle detrás de él. Volvió a mirar a Yoongi, su rostro se veía afligido.

 

―Creo que se está muriendo, señor.

 

Yoongi casi tiró a Albert a un lado en su prisa por llegar a Taehyung.

 

Corrió a través del patio y destrozó la puerta abriéndola sólo para lanzar un grito al mirar delante de él. Su compañero estaba sentado en la parte trasera de la camioneta, si es que Yoongi podía llamar a la criatura enferma dentro de esta su compañero.

 

Los ojos de Taehyung estaban hundidos en su cabeza, tanto que parecían enormes en su rostro. Los huesos se le marcaban en su cara y su piel era blanca. Parecía haber perdido unas veinte o treinta libras. Su piel, prácticamente colgaba de su cuerpo.

 

Se veía tan frágil, Yoongi casi tenía miedo de recogerlo.

 

En su lugar, se arrastró a su lado, sosteniendo la inerte forma de Taehyung contra sí. Alisó el cabello seco y quebradizo quitándolo de su rostro, se sentía triste por la pérdida de la lustrosa apariencia de Tae.

 

Tae, cariño ―le susurró Yoongi. No recibió respuesta, ni siquiera un destello de un parpadeo―. Vamos, bebé, abre los ojos.

 

Todavía no había respuesta.

 

Decidió que tenía que llevar a Taehyung dentro de la casa, Yoongi recogió a su compañero con sus brazos, hizo una mueca de dolor cuando se dio cuenta de que apenas pesaba. Se deslizó hasta la puerta donde Albert, Jimin, y Jungkook se agolpaban. Yoongi corrió hacia la casa, dirigiéndose directamente hacia su habitación. Compartía la casa con Jimin y Jungkook, como lo hacía antes de mudarse a Wolf Creek. Su habitación estaba situada a un lado de la casa, la de Jimin y Jungkook, al otro lado.

 

―¿Jungkook, puedes apartar las sábanas? ―preguntó Yoongi en el momento en que entró en la habitación.

 

Jungkook se adelantó y apartó las mantas hacia atrás. Yoongi se acercó y puso a Taehyung en la cama. Se sentó junto a él, lo exploró con las manos, recorriendo hasta el último centímetro de su cuerpo en busca de lesiones.

 

A excepción de la extrema pérdida de peso y la piel blanca pastosa, no parecía haber nada malo con Taehyung. Simplemente no se despertaba.

 

―¿Qué fue lo que pasó, Albert?― preguntó Yoongi, con las manos siempre rozando el cuerpo de Taehyung―. ¿Alguien lo envenenó otra vez?

 

―¿Otra vez?― gritó Albert―. ¿Alguien lo había envenenado antes? ¿Cuándo?

 

Yoongi miró a Albert, sonrojándose.

 

Sí, ¿recuerdas ese par de días que estuvimos en la habitación de Taehyung? ¿Cuándo viniste a quejarte de los rumores? Alguien había envenenado el vino de Taehyung.

 

Nunca me lo dijo.

 

Yoongi negó con la cabeza.

 

No quería que nadie lo supiera. Dijo que lo haría vulnerable.

 

Tenía razón ―coincidió Albert―. A la primera señal de debilidad, sus enemigos le atacarían.

 

―¿Qué enemigos? ―gruñó Yoongi―, ¿Ha sido envenenado?

 

No sé ―dijo Albert―. Ha estado desanimado desde que usted se fue, pero hace una semana me di cuenta de que empezaba a verse muy pálido. Me ofrecí a llevar un donante de sangre, pero él no quería saber nada de eso. Se enfadó mucho conmigo cuando insistí. 

 

Yoongi se congeló cuando las anteriores conversaciones con Taehyung se filtraron en su cerebro. De golpe se dio cuenta de que fácilmente, el estado de Taehyung podría ser culpa suya. Le había dicho que una vez acoplado, un vampiro no podía beber sangre de nadie más, excepto de su compañero. Yoongi era su compañero, y se había ido.

 

Todo el mundo fuera ―Yoongi gruñó―. Necesito unos minutos a solas con Taehyung.

 

―¿Estás seguro, Yoongi?― preguntó Jungkook.

 

Sí, Jungkook ―dijo Yoongi―. Pero te agradecería si le hicieras un poco de sopa caliente y té. ¿Y Jimin? Es posible que desees informar a Dowoo que dos vampiros se quedarán aquí por ahora. Estoy seguro de que querrá saberlo.

 

Querrá saber más que eso.

 

Yoongi hizo una mueca. Había atraído un montón de problemas sobre la cabeza de Dowoo. Esperaba que el Alfa entendiera que su compañero estaba involucrado y que no tenía otra opción.

 

Albert ―dijo Yoongi, con su voz llena de autoridad―. Ve con Jungkook y prepara algo de comida para tu Príncipe. Estoy seguro de que va a tener hambre cuando se despierte.

 

Albert asintió con la cabeza y se apresuró a ir con Jungkook. Yoongi sabía que el sirviente necesitaba algo que hacer. Parecía tan fuera de sí de la preocupación. Yoongi lo estaba también. Sólo tenía una sola idea de lo que podría estar mal con Taehyung. Podría estar equivocado, pero no lo creía.

 

Tan pronto se cerró la puerta del dormitorio, Yoongi se giró hacia Taehyung. Seguía estando helado. Yoongi le sacó la ropa con cuidado, doblándola y colocándola en una silla cercana. Volvió a la cama y arropó con las mantas a su compañero.

 

Yoongi acarició la cara de Taehyung.

 

Oh, Tae, ¿qué nos estamos haciendo el uno al otro?

 

Taehyung se movió. A Yoongi se le congeló su aliento en la garganta.

 

―¿Tae? ¿Cariño?

 

Taehyung se giró hacia él. Sus ojos se agitaron y finalmente se abrieron. Parecía aturdido, muy perdido. Mientras poco a poco se despejaba, una sonrisa se abría camino en su rostro.

 

Yoongi, mi Yoongi ―susurró Taehyung, alcanzando con una mano temblorosa a Yoongi. Yoongi se quedó inmóvil, no sabiendo si debía tomarla o no. Cuando no hizo ningún movimiento para tomar la mano esta cayó sin fuerzas a la cama. Una sola lágrima de color rojo sangre rodó por la mejilla de Taehyung cuando él apartó la cabeza.

 

Yoongi, de repente se sintió como un tonto por resistirse a su compañero, se acercó a Taehyung.

 

Tae, cariño ―le dijo en voz baja―, mírame.

 

Taehyung no dio ninguna señal de que oía a Yoongi.

 

Taehyung, esto es ridículo. Obviamente, necesitas alimentarte. Yo estoy aquí.

 

Taehyung negó con la cabeza. Seguía sin mirarle. Yoongi le acercó el brazo y lo sostuvo bajo su nariz. La única señal que Taehyung dio en respuesta fue apretar los labios y levantar la nariz.

 

Maldita sea, Taehyung ―espetó Yoongi―. Deja de jugar al mártir.

 

Cuando Taehyung no lo mordió, Yoongi cogió un cuchillo y se hizo un corte en la muñeca. Llevó la muñeca sobre la boca de Taehyung, viendo como su sangre caía sobre los labios del hombre. Taehyung no reaccionó en un primer momento, la sangre le goteaba por la barbilla. Entonces, de repente, se volvió y mordió la muñeca de Yoongi.

 

Yoongi gritó por la ferocidad de la mordida. Una mirada salvaje apareció en los ojos de Taehyung cuando empezó a chupar la esencia de su vida.

 

Cuando Yoongi comenzó a sentirse mareado, trató de tirar de su brazo, pero Taehyung no lo dejaba ir. Le gruñó, sujetándolo con más fuerza, succionando con más ansia. Yoongi podía sentir que empezaba a debilitarse. Tiró de nuevo.

 

Tae…Taehyung ―exclamó Yoongi en su desesperación―. Cariño, tienes que soltarme.

 

Yoongi finalmente apretó la mano contra la cabeza de Taehyung y empujó para conseguir que el Príncipe lo dejara en libertad. Se levantó y envolvió con la otra mano su muñeca que seguía sangrando, mientras se maldecía a sí mismo en silencio. Se dirigió al baño para limpiar y tratar la herida.

 

Metió la mano bajo el chorro de agua fría y luego limpió el hilo de la última gota de sangre. A medida que envolvía una gasa alrededor de la muñeca, se dio cuenta de que le gustaba la idea de proveer a su compañero en un nivel tan básico. Le hacía sentirse necesario de una forma que nunca antes había sentido.

 

Yoongi apoyó las manos en el costado del lavamanos de mármol, mientras se contemplaba a sí mismo en el espejo. ¿Podría ser lo suficientemente honesto consigo mismo para darse cuenta que la mentira palidecía en comparación al hecho de no tener a su compañero? ¿Podría tener otra oportunidad?

 

No estaba seguro, pero tenía que intentarlo. No podía dejar que las cosas se quedaran como estaban. Alguien andaba aún tras Taehyung y no podía dejar que le pasase nada a su compañero, ni siquiera por su propia mano.

 

Cuando entró de nuevo en el dormitorio, Taehyung estaba apoyado en las almohadas. Su color era pálido, pero no mortalmente blanco.

 

Los duros ángulos en su rostro se suavizaron un poco y le pareció que tenía un poco más de brillo saludable.

 

Yoongi se sentó en el borde de la cama y esperó. Estaba decidido a descubrir por qué Taehyung estaba en tan malas condiciones, ¿Por qué no había venido antes? Yoongi podía estar enfadado con él, pero aún así eran pareja.

 

Debiste haberme dejado que muriera ―murmuró Taehyung sin mirar en dirección a Yoongi. Podía sentir a su compañero mirándole.

 

No seas ridículo ―dijo Yoongi―. No voy a dejar que te mueras.

 

―¿Por qué no? ―resopló Taehyung―. Hubiera sido más amable.

 

Tae…

 

Taehyung se volvió para mirar a Yoongi, enfadado.

 

―¿Crees que quiero venir a ti cada día y rogar por el resto de mi vida? Prefiero estar muerto.

 

―¿Realmente no puedes beber de otra persona ahora que estamos acoplados?

 

Yoongi parecía sorprendido. Probablemente pensaba que Taehyung le había mentido sobre eso también.

 

―¡No!― gritó Taehyung, furioso. Yoongi no era el único que se sentía traicionado. Se suponía que iban a ser compañeros, que cuidarían el uno del otro por encima de todo. A Yoongi no parecía importarle.

 

Estás realmente en un aprieto, ¿no?

 

Que te jodan, Yoongi. ―Taehyung no podía creer que Yoongi se tomara su vida tan a la ligera, pero supuso que su compañero le había dejado en claro cómo se sentía con respecto a él. A Yoongi él no le importaba. Ahora Taehyung sabía que nunca tendría la pareja que quería, la pareja con la que había soñado desde hacía quinientos años.

 

Sólo estoy diciendo, Tae, que será mejor que te tragues tu orgullo o marchitarte y morir.

 

Voy a marchitarme y morir, muchas gracias. ―Nunca le pediría algo a su compañero si no le era dado libremente. Prefería morir.

 

―¿Me odias tanto?― susurró Yoongi.

 

No, yo no te odio ―respondió Taehyung suavemente, de repente se sentía muy triste y resignado ante la pérdida de su compañero―, sino todo lo contrario. Eso no cambia el hecho de que no elegiste que yo fuera tu pareja.

 

Por supuesto que no. El destino es quien elige a nuestros compañeros.

 

Taehyung gesticuló con la mano hacia Yoongi.

 

Sabes lo que quiero decir, Yoongi. No me elegiste para ser tu compañero. No quieres que yo sea tu pareja ―resopló Taehyung―. Lo has dejado más que claro.

 

No es que yo no quiera que seas mi compañero. Es que…me has mentido, Taehyung.

 

Taehyung se quedó mirando el techo. Pensó en eso una y otra vez. Le mintió a Yoongi mirara cómo lo mirara. Ni siquiera había algún margen de maniobra para tratar de fingir que no lo había hecho.

 

Lo sé ―murmuró.

 

No había nada más que decir. Le había mentido a su compañero y ahora éste no iba a perdonarlo. Podría pasarse el resto de su vida manteniendo la esperanza de que Yoongi pudiera perdonarlo algún día, rogando por un poco de atención y por su propia vida al pedirle su sangre. O podría elegir no hacerlo.

 

La elección le parecía bastante sencilla. Sabía que no podría vivir sin Yoongi, y no sólo porque necesitaba la sangre de su compañero. También necesitaba de su amor y afecto, y ambas cosas parecía haberlas perdido para siempre.

 

Realmente estoy muy cansado ―le susurró Taehyung, la discusión lo había agotado―, Me gustaría dormir.

 

―¿Necesitas algo?― preguntó Yoongi.

 

Taehyung quería fingir que oía preocupación en la voz de Yoongi, pero sabía que se estaba mintiendo a sí mismo. Y la mentira lo había metido en esta situación en primer lugar. Así que era mejor aceptar que Yoongi sólo estaba siendo amable, como lo sería con cualquier otra persona.

 

No, estaré bien.

 

Taehyung esperó hasta que Yoongi saliera de la habitación y cerrara la puerta tras él, antes de alcanzar su ropa. Tan débil como aún se sentía, le llevó más de unos minutos vestirse. Apiló unas almohadas debajo de las mantas y luego se dirigió a las puertas dobles que llevaban afuera.

Echó una última mirada a la habitación que compartió con Yoongi por tan corto de tiempo, se volvió y salió. No sabía a dónde podría ir, con tal de estar lejos de aquí y de la única persona que quería por encima de todo y nunca podría tener.

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CAPITULO 8

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