―¿Taehyung?
Taehyung gimió y se dio la vuelta. No quería que ninguna voz
molesta invadiera los sueños agradables que estaba experimentando. Se sentía
derretido, relajado. Quería quedarse en el pequeño país de los sueños agradables
en el que flotaba.
―¡Taehyung!
Taehyung parpadeó, sus ojos se abrieron sin su permiso. Se
dio la vuelta para ver a Jin sentado en un lado de su cama. El aire frío que
erizaba su piel de pronto le recordó que yacía desnudo sobre la cama, y ¿por
qué? Sintió que su rostro se ruborizaba mientras agarraba las mantas y se las
ponía encima del cuerpo.
―¿Jin?
―susurró con voz ronca―. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde está Yoongi?
―Empacando.
El pánico golpeó a Taehyung. Su corazón tronó en su pecho.
―¿Empacando? ¿De qué demonios estás hablando? ―le preguntó
mientras se obligó a sentarse.
―Está
abajo con Namjoon en este momento, empacando.
―¿Qué?
¿Por qué?
―Anoche
hubo luna llena.
―¿Y? ―Taehyung ya lo sabía. Era
bastante obvio para los cambiaformas. Simplemente no entendía qué tenía que ver
eso con que Yoongi estuviera haciendo las maletas. Sabía que Yoongi se había
enfadado la noche anterior, pero imaginó que lo habían arreglado. ¿Podría haber
sido un error?
―También
es el momento del acoplamiento de luna llena para los que tienen compañero
―explicó Jin.
Taehyung podía sentir su cara ardiendo de color rojo
brillante de nuevo.
―Ya lo sé.
Chico, claro que lo sabía. Aun sentía los efectos de la
unión de luna llena en cada dolor de su cuerpo, pero todos los dolores eran
exquisitos, recordándole lo bien que su compañero le había reclamado la noche
anterior. Había sido glorioso.
Taehyung de pronto se preocupó cuando Jin le agarró la mano.
Los ojos de Jin parecían estar llenos de preocupación, que
sólo aumentó la suya. ¿Había ocurrido algo que él no sabía? ¿Yoongi habría
decidió que un compañero que no podía correr y cazar durante la luna llena no
le convenía?
―¿Q…qué?
―La voz de Taehyung se tambaleó.
―¿Cómo te sientes? ―preguntó Jin― ¿Estás bien?
Con tanto como la cara de Taehyung había enrojecido durante
los últimos cinco minutos, no estaba seguro de que volviera a ser de un color
normal. No estaba acostumbrado a discutir cosas íntimas con nadie,
especialmente con alguien que no era su pareja.
―Estoy
bien ―dijo Taehyung, todavía confuso y con un poco de pánico―. ¿Qué está
pasando, Jin? ¿Por qué está Yoongi empacando?
―Yoongi
cambió ayer por la noche, Taehyung ―explicó Jin―. Había luna llena y...
―¿Quieres dejar de darle vueltas al
maldito arbusto y decirme qué diablos está pasando? ―Taehyung se rompió.
Jin dejó escapar un suspiro.
―Yoongi piensa que te hizo daño ayer por la noche.
―¡Yoongi
nunca me haría daño!
Jin se rio entre dientes, lo que le pareció extraño,
considerando las circunstancias. A él la situación no le parecía muy divertida.
De hecho, le parecía como una especie de desastre.
―No creo
que se haya dado cuenta de eso ―dijo Jin―. Él cambió ayer por la noche en nuestra tercera forma y entonces estoy
asumiendo que te reclamó.
Taehyung hizo rodar los ojos, aun con su rostro sonrojado
otra vez.
―Sí.
Y algo más.
―Te
desmayaste, Taehyung.
―Oh,
Señor.
―Yoongi
cree que te lastimó, que no pudiste manejar que él te reclamara.
―Bueno,
me pareció un poco intenso, pero nunca me hizo daño ―afirmó Taehyung―. Yoongi
nunca haría nada para hacerme daño.
―Entonces
tienes que dejar de avergonzarte y mover tu culo a la otra habitación antes de
que tu compañero embale todas sus cosas y se vaya. En este momento, él cree que
la mejor manera de protegerte es irse.
―Oh, lo
juro ―exclamó Taehyung al dejar caer las mantas y sacar las piernas por el
lateral de la cama―, uno de estos días voy a golpear a ese hombre en la cabeza
tan fuerte que su cerebro traqueteará durante una semana.
Buscó alrededor el pantalón de su pijama, sólo para recordar
que Yoongi lo había destrozado, cuando vio el material arrugado en un rincón.
No podía dejar de sonreír. Debería enmarcarlos.
―¿Me
puedes conseguir un par de pantalones de la cómoda?
Jin miró el material hecho jirones en el suelo y se echó a
reír.
―Sí, claro.
Taehyung agarró los jeans que Jin le dio y se los puso. Se
mostró agradecido cuando Jin se dio la vuelta, dándole un poco de privacidad
mientras él se levantaba y tiraba de ellos para terminar de subírselos.
Agarró sus muletas y se dirigió hacia la puerta. Se puso la
camisa y los zapatos. Tenía que ir a la sala principal y golpear a su compañero
hasta hacerle entrar en razón. No sabía si estaba enfadado porque su compañero
sintiera la necesidad de irse, o satisfecho de que se preocupara tanto por él
que prefería abandonarle antes que hacerle daño.
Namjoon se sentó a la mesa del comedor a beber una taza de
café. No dijo una sola palabra, sólo señaló el porche delantero. Taehyung rodó
sus ojos y se dirigió a la puerta principal, que estaba abierta.
Pudo ver a Yoongi sentado en los escalones del frente antes
de llegar al marco de la puerta. Sus hombros se veían encorvados, la cabeza
inclinada, apoyada en sus manos. Se veía tan absolutamente abatido que el
corazón de Taehyung le dolía por él.
Le abandonaron todos los pensamientos de golpearle en la
cabeza con su muleta. Su compañero necesita comprensión y confianza, no ira.
Taehyung apoyó las muletas contra el marco de la puerta arrastrando
los pies con cuidado a través del espacio entre la puerta y Yoongi.
Yoongi dio un salto cuando Taehyung se inclinó para
descansar su mano sobre su hombro. Miró hacia arriba y palideció, su rostro se
volvió blanco pastoso.
Taehyung ignoró el pequeño jadeo de Yoongi y se movió
cuidadosamente a su alrededor para estar delante de él, sentándose en el
escalón de debajo del hombre.
Colocó su cuerpo contra Yoongi, agarrándole los brazos y
envolviéndolos alrededor de su propio cuerpo antes de inclinar la cabeza hacia
atrás contra el cuerpo rígido de Yoongi. Podía sentir el ruido sordo de los
latidos de su corazón. El hombre estaba aterrorizado.
―Sé que
sólo hemos estado en nuestra nueva casa desde hace un par de semanas ―dijo
Taehyung―. ¿Es demasiado pronto para tener un perro o deberíamos esperar hasta
que estemos un poco más establecidos?
Cuando Yoongi no dijo nada, Taehyung inclinó la cabeza hacia
atrás para mirar a su compañero. La cara de Yoongi parecía congelada en su
asombro, con la boca abierta. Taehyung se acercó y levantó la barbilla de
Yoongi, cerrándole la boca.
―¿Deberíamos
conseguir un cachorrito pequeño o empezar por un perro adulto?
Taehyung miró de nuevo hacia adelante, encogiéndose de
hombros.
―No estoy seguro de que estemos preparados para empezar con
el entrenamiento de un perrito por el momento.
―Taehyung.
―Los cachorros son agradables, sin
embargo ―siguió Taehyung como si Yoongi no hubiera dicho ni una palabra―. Si
adoptas un perro cuando son jóvenes, puedes entrenarlos del modo que quieras.
Por supuesto, hay muchos perros sin hogar por ahí que necesitan casas buenas,
también. ―Taehyung inclinó la cabeza hacia atrás de nuevo―. ¿Qué te parece?
―Oh,
Taehyung, yo… ―Yoongi murmuró en voz baja, con lágrimas en sus ojos.
Taehyung apoyó la mano de su compañero en la mejilla. Quería
que Yoongi supiera que no tenía miedo de él, que ni siquiera estaba enfadado
con él. Quería que su compañero supiera que era amado.
Taehyung sujetó la mano ahuecada contra su mejilla,
pegándola con más fuerza contra su piel. Alzó la otra mano y secó las lágrimas
de Yoongi con el pulgar. Sintió un tirón leve en la respiración de Yoongi.
―Te amo,
Yoongi.
―Oh, Cristo,
Taehyung ―susurró Yoongi mientras le tomaba en sus brazos.
Taehyung envolvió su brazo alrededor del cuello de Yoongi.
Él esparció pequeños besos en la cabeza de Yoongi. La respiración de Yoongi
empezó a acelerarse, su cuerpo temblando. Taehyung se limitó a sostenerlo más
apretado mientras murmuraba palabras dulces para él.
―Después
de que salieras ayer por la noche supe que debería haber ido contigo, Yoongi
―dijo Taehyung―. Lo siento, no lo hice. Lo siento, actué como un tonto,
también. Podría haberlo manejado de otra forma mejor. ―Se retiró lo suficiente
como para mirar hacia arriba al rostro de Yoongi. ―Pero me gustó cuando viniste
a buscarme. ―Los ojos de Taehyung bajaron. Alisó la tela de la camisa de
Yoongi, sintiéndose un poco avergonzado de estar hablando de las intimidades de
la noche anterior―. Me gustó mucho lo que pasó después de que me encontraras
―susurró Taehyung.
―Te
desmayaste, Taehyung.
Oh maldición, allí estaba su cara sonrojándose otra vez.
―Sí, pero lo he hecho una o dos veces antes de ayer, ¿no es
cierto? ―Levantó la vista hacia Yoongi, queriendo mirarle a los ojos cuando
hablaba―. No me hiciste daño, Yoongi.
―¿Lo
juras? ―susurró Yoongi, sus ojos buscándole, desesperados.
―No
mentiría sobre algo como esto.
―Espero
que no me mientas sobre nada, dulzura.
―Todavía
no lo he hecho ―dijo Taehyung―. Realmente no tengo la intención de empezar
ahora.
Taehyung se dio la vuelta otra vez y se acurrucó contra el
cuerpo más grande de Yoongi, metiendo la cabeza en el hueco del cuello del
hombre. Él sonrió, moviéndose un poco cuando Yoongi lo levantó y lo colocó más
cómodamente en su regazo.
―Así
que, ¿un perro o un cachorro? ―preguntó Taehyung.
―Tal vez
deberíamos empezar con un perro ―dijo Yoongi―. Como has dicho, hay un montón de
perros por ahí que necesitan un buen hogar. Además, si tienes un perro adulto,
tal vez él podría enseñar a un cachorro una o dos cosas.
―¿Dos
perros? ―preguntó Taehyung, entusiasmado con la idea ―¿Crees que podemos tener
dos perros?
―Taehyung,
creo que podemos hacer lo que queramos.
Yoongi miraba dormir
a Taehyung. Se había quedado dormido en sus brazos, mientras estaban sentados
tranquilamente en el porche delantero viendo la finca que ahora les pertenecía.
A Yoongi le dio una sensación de paz el sostener a su compañero mientras
dormía.
Él se sorprendió más allá de las palabras porque se le había
concedido un regalo tan maravilloso. Y eso era exactamente lo que Taehyung era,
un regalo. Era todo lo que un compañero podría esperar y más.
El escuchar a Taehyung decir que le amaba era casi más de lo
que Yoongi podía soportar sin romperse como un pequeño bebé. Aunque sabía que
Taehyung se preocupaba mucho por él, que le adoraba incluso, nunca pensó que
conseguiría el corazón de su compañero, no después de las cosas que le había
hecho.
Era el mejor regalo que había recibido. Aunque nunca se
había cuestionado su decisión de renunciar a su puesto en la vieja manada,
saber que Taehyung lo amaba hacía que todo hubiera valido la pena.
Yoongi sólo deseaba poder expresarle cuánto significaba para
él. Decirle „te amo‟ no le parecía suficiente con todas las sensaciones que
experimentaba cada vez que veía a su pequeño compañero. Tenía que pensar en
otra forma mejor de hacerlo, algo que Taehyung nunca olvidara. Tenía que
demostrarle a su compañero, sin sombra de duda, que él lo amaba, y lo adoraba.
Yoongi quería que supiera que estaba exactamente donde quería estar.
Y él necesitaba ayuda
para hacerlo. Acunando a Taehyung contra su pecho Yoongi se puso de pie. Sonrió
cuando Taehyung se acurrucó más cerca de él antes de girar y caminar de regreso
a la casa. Namjoon y Jin estaban sentados juntos ante la mesa, Jin acurrucado
en el regazo de Namjoon.
Yoongi asintió con la cabeza, reconociéndoles y llevó a
Taehyung al dormitorio. Cuidadosamente colocó a Taehyung en la cama, después
desabrochó los botones de sus pantalones, tirando de ellos deslizándolos por
sus piernas. Taehyung se retorció un poco cuando Yoongi lo metió en la cama.
―Yoongi,
Yoongi ―se quejó Taehyung.
―Ssshhh,
dulzura ―murmuró Yoongi por respuesta. Apartó los rizos rubios arena de la cara
de Taehyung―. Estaré en la otra habitación cuando te despiertes, Taehyung. No
voy a ninguna parte.
Sus palabras parecieron calmar a Taehyung. El pequeño hombre
sonrió y rodó sobre su costado, metiendo las manos bajo la mejilla. El corazón
de Yoongi latía en su pecho. No había una vista más hermosa en todo el mundo.
Riendo por la reacción de Taehyung, Yoongi volvió a la otra habitación. Cogió
una lata de refresco de la nevera y se fue a sentar al otro lado de la mesa
frente a Jin y Namjoon. Ambos hombres parecían bastante satisfechos con su
jornada de trabajo, si las sonrisas en sus rostros eran alguna indicación.
Yoongi sabía que se sentirían así y con razón. En esencia,
habían evitado que cometiera un error colosal con Taehyung. Había estado listo
para partir, su equipaje empaquetado y sentado junto a la puerta principal.
No queriendo despertar a Taehyung, Yoongi llamó a Jin y a Namjoon
y les pidió que se acercaran. Era probablemente una de las decisiones más
inteligentes que jamás había hecho, la primera había sido volver con Taehyung.
―Así que… necesito ayuda con algo ―les
dijo Yoongi después de unos minutos de silencio.
―Por
supuesto ―dijo Jin―, ¿qué pasa?
―Quiero
hacer algo especial por Taehyung ―respondió Yoongi―. Algo para demostrarle lo
mucho que significa para mí.
―Cásate
con él ―dijo Jin simplemente.
Yoongi se quedó boquiabierto.
Estaba acoplado con Taehyung. Lo habían celebrado con el
resto de la manada en una ceremonia de acoplamiento, pero él nunca había
considerado realmente casarse con Taehyung. No era porque no quisiera.
Simplemente, no había pensado en ello.
Sin embargo, cuanto más lo pensaba, más le gustaba la idea.
Casarse con Taehyung en una ceremonia real de boda era demostrarle no sólo a su
compañero, sino también al mundo entero, que se comprometía con él.
Yoongi comenzó a sonreír, cuando se imaginaba la cara de
Taehyung cuando se declarara y le pidiera que pasara el resto de su vida con
él. Definitivamente iba a necesitar un anillo, algo especial que fuera único a
la personalidad de Taehyung. Cualquier viejo anillo no serviría, no para su
pareja.
Levantó la vista cuando Namjoon se rio entre dientes, la
curiosidad le llenaba. El hombre sólo agitó su mano a Yoongi.
―Debes
estar seguro de que sabes lo que vas a obtener, amigo mío ―comentó Namjoon―.
Cuando Jin planeó nuestra boda, te juro que no lo vi durante varios días. Él
prácticamente vivía en casa de mi madre.
―Oye ―se
quejó Jin, aplastando el brazo de Namjoon―. Fue una buena boda. Maldita sea, y
tú lo sabes.
―Es
verdad ―rio Namjoon―. Y yo no cambiaría nada al respecto, pero hay que
admitirlo, tú y mamá perdisteis la cabeza al planificar la ceremonia.
Yoongi negó con la cabeza, riendo entre dientes mientras la
pareja seguía discutiendo sobre lo que sucedió mientras planeaban su boda. Si
bien era bonito verlos, Yoongi esperaba sinceramente que Taehyung no se
volviera loco.
Tuvo la visión de una ceremonia tranquila, pacífica. Por
supuesto, si Taehyung quería todo el alboroto que implicaba una boda de gran
lujo, eso era exactamente lo que tendría. Yoongi quería darle todo lo que
Taehyung siempre hubiera deseado.
―Está
bien, muchachos ―dijo Yoongi, interrumpiendo en la conversación de los dos
hombres―. ¿Creen que podrían volver a concentraros en los planes de mi boda?
La cara de Jin enrojeció. Namjoon se rio.
―Lo siento, Yoongi.
Yoongi agitó la mano a Namjoon en un gesto desdeñoso.
―No te preocupes por eso. Fue muy agradable veros, pero me
vendría bien algo de ayuda con Taehyung. Quiero planificar algo que nunca
olvidará ―sonrió Yoongi―. ¿Alguna idea?
*****
―¿Yoongi?
―Taehyung llamó mientras se dirigía a la gran sala principal de su casa. Jin le
había enviado a la ciudad con algunos recados, y estaba cansado. Taehyung dejó
sus bolsas sobre la mesa del comedor y fue en busca de su compañero
desaparecido.
―Yoongi,
¿dónde estás? ―preguntó Taehyung mientras entraba en la habitación vacía. Buscó
en el cuarto de baño, la oficina, y el resto de la primera planta. Al no
encontrar a su compañero, se dirigió hacia las escaleras, asumiendo que su
compañero debía estar arriba, cuando una hoja de papel de color rojo llamó su
atención.
Estaba pegada en el refrigerador. Taehyung frunció el ceño y
sacó el papel de la nevera, explorándolo rápidamente. Se rio en voz baja cuando
leyó las palabras que Yoongi había escrito para él.
Las rosas son rojas, las violetas son azules.
Sigue el camino, dulzura, tengo algo para ti.
¿Camino?
¿Qué camino? Taehyung miró a su alrededor. No podía ver nada. Divertido por el
pequeño juego al que Yoongi quería jugar, nuevamente registró las habitaciones
en busca de signos de un sendero. En el dormitorio, se encontró con algo que no
había visto antes.
Las puertas dobles de cristal estaban ligeramente
entreabiertas. Cuando Taehyung las empujó para abrirlas, se dio cuenta de un
rastro de pétalos de rosas rojas que salían de la casa. Empezó a seguir
lentamente el camino, mirando hacia adelante en busca de signos de su
compañero. Solo vio más pétalos de rosa.
El rastro lo llevó a recorrer un lateral de la casa y luego
hacia el granero.
Intrigado, Taehyung siguió. Escuchó el ladrido antes de
llegar a la gran puerta del establo. Empujando la pesada puerta, Taehyung dio
un paso atrás con miedo cuando un perro grande de color amarillo le ladró.
Taehyung se echó a reír cuando el perro saltó a su
alrededor, ladrando. El gran lazo rojo en el cuello le dijo que aquel precioso
labrador amarillo era parte del juego de Yoongi. Lo sujetó al ver un gran trozo
de papel rojo unido al lazo.
Taehyung se agachó y acarició al perro durante varios
minutos antes de arrancarle la nota del lazo alrededor de su cuello. Una vez
más, leyó las palabras que Yoongi le había escrito, divertido con el poema que
su compañero había creado. Era dulce, pero Yoongi nunca sería poeta
profesional.
Ven conmigo y verás, a un hombre que te quiere más de lo que puedes
esperar.
¿Tenía
que seguir al perro? Confundido, Taehyung miró a su alrededor en el granero.
Seguir al perro ¿a dónde? De repente, el perro se dio vuelta y saltó alejándose
por el granero. Encongiendose de hombros, Taehyung lo siguió.
El perro estuvo muy pronto fuera de su vista, pero se oía el
eco de sus ladridos por todo el granero. Taehyung lo siguió, arrastrando los
pies hasta llegar a uno de los compartimentos no utilizados. Había un corazón
rojo grande pintado en la puerta.
Taehyung abrió la puerta. El aire que tenía en los pulmones
desapareció cuando vio a su compañero recostado contra un montón de paja, un
compañero muy desnudo y muy excitado. No sabía si reír o derretirse.
Un gran lazo rojo
estaba envuelto alrededor de la polla, muy erguida, de Yoongi.
―Veo que me encontraste, dulzura ―dijo él.
Taehyung se derritió.
Yoongi era un hombre muy atractivo. No era sólo el aspecto
que tenía, a pesar de que era bastante impresionante. Lo era también por el
aire seguro de sí mismo a su alrededor. El hombre sabía que era atractivo.
―Me
gusta este juego, Yoongi ―dijo Taehyung mientras dejaba caer las muletas y
entraba en el compartimento, dando un paso lento tras otro hasta que se puso
entre las piernas de Yoongi―. Soy muy bueno para seguir instrucciones.
―Demuéstramelo
―Yoongi lo desafió.
Taehyung levantó una ceja, en silencio, aceptando el reto.
―Quítate
toda la ropa ―lo instruyó Yoongi.
Taehyung sabía que los ojos de Yoongi seguían todos sus
movimientos mientras lentamente se quitaba la ropa y la dejaba caer al suelo.
Ni siquiera tenía que mirar. Podía sentir que la mirada de Yoongi le quemaba
recorriendo cada centímetro de su cuerpo.
Una vez que Taehyung se quedó desnudo ante Yoongi, esperó.
Sabía que quería algo más. Estaba en lo cierto. Yoongi le torció un dedo,
indicándole a Taehyung que debía acercarse más. Taehyung no sabía cuánto más
cerca podría ponerse. Prácticamente estaba en el regazo de Yoongi tal y como
estaba.
Yoongi le agarró por la cintura y tiró de Taehyung hacia
abajo, colocándolo en el suelo cubierto de paja entre sus piernas. Taehyung
hubiera preferido sentarse en el regazo de Yoongi, pero este era el juego de su
compañero.
―¿Y
ahora qué? ―preguntó Taehyung cuando Yoongi no hizo nada. Después del modo en
que él había encontrado a su compañero, habría esperado que Yoongi hiciera
algo. Esperaba un poco de buen sexo por lo menos.
Yoongi hizo un gesto al lazo envuelto alrededor de su pene.
―Desenvuelve tu presente, ¿qué más?
Taehyung se echó a reír y cogió el final de la cinta,
tirando poco a poco hasta que el lazo se deshizo y la cinta quedó libre en su
mano. El otro extremo de la cinta no flotó como Taehyung esperaba, sino que
cayó al suelo pesadamente, como si pesara.
Miró a Yoongi, pero el hombre simplemente le arqueó una
ceja.
Agarró la cinta con las dos manos y comenzó a deslizarla a
través de sus dedos hasta llegar al otro extremo. Taehyung se quedó inmóvil,
los ojos muy abiertos con el brillo del oro que vio colgando del borde de la
cinta.
Se detuvo, dándose cuenta de que el objeto estaba atado con
un pequeño trozo de hilo rojo. No era uno, sino dos anillos de oro. Los dedos
de Taehyung temblaron mientras sacaba los anillos libres del hilo, luego acunó
los dos anillos en la otra mano.
Parecían simples bandas de oro. No había diamantes u otras
gemas, ningún diseño especial para los anillos. Sólo dos bandas simples.
Parecían perfectas. No fue hasta que Taehyung tomó el más pequeño que se dio
cuenta de las pequeñas letras grabadas en el interior de la banda.
Frunció el ceño, mirando de cerca las letras hasta que pudo
darles sentido. Entonces su corazón tronó en su pecho. Taehyung sintió que las
lágrimas se le acumulaban en los ojos.
Amor, Siempre Promesa.
Taehyung miró a Yoongi. En silencio le preguntó, con miedo
de poner sonido a sus palabras. Amaba a Yoongi desde hacía mucho tiempo. Le había
dicho dos veces de su amor. En ambas ocasiones, no había recibido respuesta.
Taehyung empezaba a preguntarse si Yoongi llegaría a amarle.
Sabía que Yoongi se preocupaba por él, pero la preocupación era diferente del
amor. Tan bueno como Yoongi era para él, Taehyung no quería estropearlo todo
hablando constantemente de su relación. Pensaba que lo que tenía era demasiado
bueno para ponerlo en peligro.
Yoongi asintió con la cabeza. Agarró la mano de Taehyung y
lo acercó más. Sujetó la mano libre de Taehyung y la levantó. Con la otra mano,
cogió el anillo más pequeño de los dedos de Taehyung y lo deslizó hacia abajo
por su dedo.
―Te
amaré siempre, dulzura. Lo prometo ―le susurró Yoongi.
Yoongi agarró el otro anillo.
―Sé que tuvimos una ceremonia de acoplamiento frente a
nuestra manada ―le dijo―, pero quiero más que eso. Quiero que el mundo entero
sepa que nos pertenecemos el uno al otro.
Le entregó el anillo a Taehyung luego levantó su dedo
anular.
―Si quieres lo mismo, ya sabes dónde va esto ―dijo Yoongi―.
¿Quieres casarte conmigo, Kim Taehyung?
Las lágrimas de Taehyung corrían por su rostro sin control.
No le importaba si alguien, cualquiera, pensaba que era demasiado femenino para
un hombre el ponerse a llorar. Sus emociones parecían demasiado intensas para
mantenerlas en su interior. Las manos de Taehyung temblaban mientras deslizaba
el anillo por el dedo de Yoongi.
Alzando la vista al rostro de su compañero, se sorprendió al
ver las lágrimas resbalando por las mejillas de Yoongi. Pero no había tristeza
en sus ojos, únicamente alegría y amor. Taehyung se dio cuenta de que había
visto antes esa misma emoción en los ojos de Yoongi con anterioridad. Sólo que
no lo había reconocido como lo que era.
―Te amo, Yoongi ―susurró Taehyung
mientras se inclinaba para besar a su pareja―. Siempre, lo prometo.
Yoongi se rio entre dientes.
―Entonces, ¿crees que podrías hacer algo con esto? ―preguntó
Yoongi mientras agarraba su polla erecta con una mano y la movía en dirección
de Taehyung.
―Te lo
dije ―le contestó Taehyung, sonriendo mientras colocaba su mano sobre la de
Yoongi―. Soy muy bueno siguiendo instrucciones.
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