domingo, 1 de mayo de 2022

CAPITULO 9

Taehyung extendió la mano y agarró la de Yoongi cuando el vehículo de grandes dimensiones en el que se encontraban, se detuvo.

 

―¿Estás listo para esto?

 

Probablemente no, pero vamos a darle una oportunidad a esto de todos modos ―rió Yoongi―, si no sirve para nada más, al menos será entretenido.

 

Podríamos volver a tu manada y vivir allí. ―A pesar de que Taehyung dijo las palabras, sabía que no eran ciertas. Él era el Príncipe regente de su aquelarre. Su lugar estaba aquí, incluso aunque no lo quisiera.

 

Podríamos vivir en la luna, también ―dijo Yoongi―. Pero seguirás siendo el Príncipe del aquelarre.

 

Aguafiestas.

 

Yoongi se echó a reír mientras salía del vehículo. Taehyung negó con la cabeza y salió, cruzando por la parte delantera del vehículo para unirse a su compañero. Podía ver a los miembros de su aquelarre saliendo a las grandes puertas dobles de su mansión.  Muchas miradas curiosas recayeron en ellos. Algunas personas incluso les miraron mal. Varias fruncieron los labios con disgusto.

 

Taehyung sabía que no iba a ser fácil para ellos aceptar a un hombre lobo en el aquelarre, pero mantenía la esperanza de que no fuera imposible.

 

Las dos últimas semanas que había pasado con Yoongi en Wolf Creek, le dejaron claro a Taehyung que nunca dejaría ir a su compañero, y eso significaba que Yoongi se quedaría sin importar lo que sintieran los otros miembros de su aquelarre. Taehyung sabía que abandonaría el aquelarre antes de prescindir de Yoongi.

 

Tomando una respiración profunda, Taehyung agarró de la mano a Yoongi y se dirigió a la gente reunida en las escaleras. Él rezaba esperando sinceramente que Yoongi supiera a lo que se enfrentaban y estuviera preparado para las posibles consecuencias.

 

Príncipe Taehyung ―dijo un hombre en voz baja, mientras inclinaba la cabeza―. Bienvenido a casa.

 

Gracias, Jin.

 

―¿Tuviste un buen viaje?

 

Taehyung miró a Yoongi y sonrió.

 

Sí, creo que se podría decir que mi viaje fue todo un éxito.

 

Taehyung se echó a reír ante la mirada perpleja en la cara de Jin. Podía sentir su confusión. Albert le dijo al aquelarre que Taehyung había tenido que asistir a una reunión sobre el mantenimiento de la paz con los hombres lobo. Al parecer, Jin creía que era ahí donde había estado.

 

Jin, por favor, convoca a los miembros del aquelarre para que se presenten en el gran salón ―dirigió Taehyung―. Tengo una noticia que deseo compartir.

 

Muy bien, Príncipe Taehyung ―dijo Jin, apurándose para hacer lo Taehyung le había ordenado.

 

La risita callada de Yoongi llamó su atención. Taehyung lo miró de nuevo, con una ceja levantada.

 

―¿Sí?

 

Debe ser bueno ser rey.

 

Príncipe, mi amor, Príncipe ―dijo Taehyung. Aunque en realidad nunca había pensado en ello. Desde su nacimiento había sido educado y entrenado para ser el gobernante de su aquelarre. No conocía nada más, pero tal vez se había vuelto demasiado complaciente con la posición que tenía, lo había dado demasiado por sentado.

 

Después de 500 años de ser un privilegiado, era difícil recordar que sólo estaba al mando debido a su orden de nacimiento.

 

Wendy fácilmente podría haber sido la primera en nacer. Ella era considerada aún de la realeza, pero no del liderazgo. Eso siempre confundía a Taehyung. Haber nacido primero no hacía a alguien un buen gobernante. La compasión, la comprensión y la sabiduría lo hacían, además de un montón de experiencia. Nunca entendió por qué la gente pensaba que sería un buen gobernante sólo por haber nacido en primer lugar.

 

Taehyung siempre creyó que los aquelarres deberían elegir al líder entre los mejores de ellos, pero nadie le había hecho caso. Todo el mundo parecía firmemente convencido de que el primogénito debía gobernar, sin importar lo mucho que protestara.

 

Finalmente, se acabó acostumbrando.

 

Así que, Príncipe, ¿y ahora qué?―preguntó Yoongi.

 

Ahora te llevaremos al interior y te presentaremos como mi consorte real.

 

Bueno, eso sí debe ser divertido.

 

Taehyung rodó sus ojos. Yoongi tenía un peculiar sentido del humor, lo había descubierto recientemente. Las cosas más divertidas parecían divertirle. Taehyung no podía recordar reír tanto como lo había hecho en el último par de semanas.

 

Había hecho un montón de cosas en las últimas dos semanas que no recordaba haber hecho antes. Yoongi parecía ser el centro de todo.

 

Taehyung estaba fascinado con el hombre, la forma en la que pensaba, el aspecto que tenía, y la forma en que Yoongi hacía cualquier cosa.

 

El sexo era algo fuera de este mundo, pero era más que eso. Realmente disfrutaba el tiempo que había pasado con Yoongi. Parecía inteligente, culto y dispuesto a escuchar ambos lados en una discusión. Sería un buen consorte.

 

Taehyung esperaba tener a Yoongi a su lado, y que gobernaran el aquelarre, juntos. Por supuesto, la posición de Yoongi sería el de consorte real, pero cuando estuvieran solos, Taehyung le hablaría a Yoongi como su igual.

 

―¿Listo, mi amor?

 

Yoongi se encogió de hombros como si no le importara, pero Taehyung detectó un brillo en sus ojos que le decía que estaba a punto de decir algo que podría desestabilizar por completo el mundo de Taehyung. Apenas podía esperar.

 

Si no lo estuviera, ¿me llevarías escaleras arriba y me abrazarías mientras encuentro mi valor para enfrentarme a tu aquelarre?

 

Taehyung dibujó una mueca en sus labios mientras trataba de aguantarse las ganas de reír. Yoongi era uno de los hombres más valientes que él conocía. No tenía que encontrar su valor. Era algo natural e innato en el hombre lobo.

 

―¿Qué tal una mamada cuando hayamos terminado en vez de eso? ―preguntó Taehyung.

 

Las cejas de Yoongi se alzaron, pero sus ojos brillaron con interés.

 

―¿Tú o Yo?

 

―¿Por qué no ambos?― le hizo un guiño a Yoongi―. Además, no he comido desde que salimos de Wolf Creek. Tengo hambre. Podríamos matar dos pájaros de un solo bocado, por así decirlo.

 

La piel de Yoongi se sonrojó. Los músculos de su mandíbula se apretaron. Parecía listo para saltar.

 

Joder con el condenado pájaro―exclamó Yoongi―, me matarás antes de que alguien de tu aquelarre tenga oportunidad de hacerlo.

 

Taehyung gruñó.

 

Si alguien toca un pelo de tu cabeza tendrá que responder ante mí.

 

Yoongi le dio unas palmaditas en el pecho a Taehyung.

 

Cálmate, mi Príncipe. Soy mucho más duro de lo que piensas. Haría falta mucho más que eso para acabar conmigo.

 

Taehyung se acercó y empujó hacia atrás un mechón perdido de cabello castaño de la mejilla de Yoongi.

 

Sea como sea, a mí ni siquiera me gusta pensar en ello, cariño. He esperado muchos años para encontrar a mi pareja como para perderla tan pronto.

 

No me vas a perder, mi Príncipe. ―Se acercó a él, entrelazando sus dedos con Taehyung―. Así que, ¿no tienes un consorte que presentar a tu aquelarre? Porque tengo un duro trabajo por delante y me gustaría ponerme a ello.

 

Al ver la diversión en sus ojos, Taehyung se echó a reír. Yoongi sonrió. Taehyung sabía que Yoongi no entendía la cautivadora imagen que presentaba. La luz del sol reflejaba justo sobre su cabello castaño, dándole un suave resplandor. Su rostro se suavizó con su risa. Sus ojos de cobre brillaban.

Así era como quería ver siempre a su compañero, feliz y sin preocupaciones. La mera presencia de Yoongi le daba alegría y se prometió que nunca lo daría por sentado. Le habían dado un regalo muy preciado y casi lo pierde. Taehyung no desperdiciaría esta segunda oportunidad que se le había dado.

 

Taehyung tomó la mano de Yoongi y tiró de él hacia la mansión. Trató de ver el lugar a través de los ojos de Yoongi y se dio cuenta de que su compañero entraba en un mundo en el que no tenía ninguna clase de experiencia.

 

Además del hecho de que Taehyung vivía en una mansión de quince grandes dormitorios con varios otros vampiros, el lugar debía parecerle casi chillón. Obras de arte colgadas en las paredes. Arañas de cristal colgaban del techo. Vampiros en la parte superior vestidos con trajes de noche de diseñador paseando aquí y allá, suponiendo que no se detuviera en los dorados muebles, de muchos siglos de antigüedad.

 

Yoongi llevaba jeans negros y una camiseta de algodón negro.

 

Taehyung miró su propio conjunto. Llevaba su atuendo habitual de pantalones de cuero negro, una camisa con volantes blancos y un abrigo negro largo hasta la rodilla. Las botas, hechas de la mejor piel, costaban más de lo que la mayoría de la gente gastaba en el alquiler.

 

Taehyung hizo una mueca. Debía admitirlo. Quizás estaba un poco mimado. A él le gustaban las cosas finas de una vida de lujo, con ropa hecha a medida, con criados encargándose de su casa para que todo siguiera funcionando, y la adulación de sus súbditos. Era bueno ser Príncipe.

También de repente le hizo sentirse inútil y perezoso. Además de su labor diplomática y el funcionamiento de su aquelarre, Taehyung dudaba de que alguna vez supiera lo que era un duro día de trabajo. Podía sentir los callos en la mano de la que se apoderó, diciéndole que Yoongi sabía, él sabía lo que era el trabajo duro.

 

¿Tal vez él tenía que llevar a su aquelarre al nuevo mundo? Tal vez había llegado el momento para que ellos dejaran de depender de su genética y de los muchos años de inversiones y realmente empezaran a trabajar para ganarse la vida. Era algo en qué pensar al menos.

 

Taehyung quería que su compañero le mirara con orgullo. Quería mirar a su compañero a los ojos y saber que podía hacerlo con respeto por sí mismo y con una seguridad en sí mismo ganada con sus actos.

 

Eso no significaba que tuviera que renunciar a las comodidades que venían con ser el Príncipe de su aquelarre. Había demasiados Beneficios que quería compartir con su pareja, y tal vez mimarlo un poco. Yoongi se lo merecía.

 

Este lugar es realmente grande, Tae ―dijo Yoongi, mientras caminaban por un largo pasillo―.

Me va llevar al menos un mes conocerlo todo sin perderme.

 

―¿Quieres que asigne a alguien para que te lleve por los alrededores?

 

―¿Tú no puedes hacer eso?

 

Taehyung sonrió, mirando por encima de su compañero.

 

Mi amor, no hay mucho que no pueda hacer.

 

Yoongi rápidamente sacudió la cabeza.

 

No, no lo creo. Olfatearé el camino si tengo que hacerlo. No me gusta la idea de que me guíen para todo.

 

―¿Especialmente si se trata de una sanguijuela haciendo de líder?

 

La cara de Yoongi se sonrojó.

 

Taehyung le palmeó la mano. Sabía que les iba a llevar más de un par de semanas disminuir siglos de enemistad entre vampiros y hombres lobo. Al menos Yoongi parecía dispuesto a intentarlo. Taehyung no estaba tan seguro de poder decir lo mismo de su aquelarre.

 

Deteniéndose fuera de la gran puerta doble de color rojo que llevaba al gran salón, Taehyung se volvió hacia Yoongi. Ahuecó la cara de su compañero con las dos manos y se inclinó hasta colocar un pequeño beso en los labios de Yoongi.

 

Estamos a punto de entrar y presentarte a mi aquelarre como mi consorte.

 

Yoongi arrugó la frente.

 

Lo sé.

 

Quiero que sepas que los sentimientos de mi aquelarre no son los míos.

 

Yoongi sonrió.

 

―¿Estás tratando de decirme que los otros niños en el patio no quieren jugar conmigo?

 

Esa es una clara posibilidad, mi amor.

 

No me importa, Tae―dijo Yoongi―. No estoy aquí por ellos. Estoy aquí para ti. Me importa un bledo lo que piensen de mí. No tiene nada que ver con lo que hay entre tú y yo. Sólo me importa lo que tú pienses.

 

Los ojos de Taehyung se abrieron un poco. Aunque no se trataba de una declaración de amor eterno, era una de las mejores cosas que alguna vez alguien le había dicho. Eso le hizo sentir cálido y tembloroso por dentro. También lo hizo sentirse muy excitado.

 

Taehyung frunció el ceño, maldiciendo el hecho de que tenía que llevar a Yoongi al gran salón en vez de subir a su habitación donde podía violar a su compañero. Una fiesta para darlo a conocer y saludar, no era lo que quería en ese momento, a menos que los incluyera sólo a ellos dos.

 

Vamos a hacer esto, así te puedo llevar arriba y mostrarte cómo este chico juega en el patio.

 

Los ojos de Yoongi brillaron y gruñó, enviando un escalofrío de placer de regreso a Taehyung. Él sonrió y se giró para abrir las puertas dobles que conducían al gran salón con una mano, la otra mano estaba a su espalda para tomar la mano de su pareja.

 

El nivel de ruido en el gran salón se redujo casi al silencio total al momento en que se abrieron las puertas. Taehyung miró a su alrededor, observando la presencia de la mayor parte de su aquelarre. No había realmente muchos de ellos, tal vez un centenar de miembros en todo el aquelarre. Ellos también escondían su número muy bien.

 

Y todos los miembros presentes miraron a Yoongi con desprecio y desconfianza.

 

Taehyung sabía que su aquelarre no se tomaría sus noticias con facilidad, pero esperaba que no fuera imposible integrar a su compañero en el aquelarre. Su compañero no se iba a ir.

Taehyung se acercó a la zona donde un pequeño escenario se alzaba a un lado y tiró de Yoongi junto a él. Las oleadas de hostilidad dirigidas hacia al escenario habrían tambaleado a un hombre más débil. En cambio, Taehyung se irguió en toda su altura y echó una mirada altanera a toda la multitud.

 

Les he pedido que vinieran aquí para darles una noticia ―dijo Taehyung―. Quiero señalar que estoy haciendo esto por pura cortesía hacia ustedes. De ninguna forma tengo la obligación de informarles. Estoy haciendo esto porque me preocupo por el bienestar de mi grupo.

 

Taehyung se detuvo un momento, sus ojos se encontraron con los ojos de muchos que estaban mirándole.

 

Sin embargo, dicho esto, no será tema de debate. Min Yoongi, ex miembro de la manada de Wolf Creek, es mi compañero. Y como tal, él es ahora mi consorte real y será tratado en consecuencia.

 

Los jadeos, silbidos horrorizados, y los gritos de negación absoluta eran algo que esperaba. Lo que Taehyung no esperaba eran las pocas personas que se echaron a reír. Realmente no creía que la situación fuera divertida.

 

Seguramente usted está bromeando, Príncipe Taehyung ―alguien en la multitud gritó―. No podemos permitir que un hombre lobo entre en nuestro aquelarre. Es que no es posible.

 

Taehyung abrió la boca para responder, pero los argumentos de la multitud le ahogaron. Sintió que su ira comenzaba a construirse en la tensión de sus hombros. Taehyung respiró hondo varias veces tratando de calmarse. No le serviría de nada al Príncipe del aquelarre perder los estribos.

Un pequeño apretón en su mano atrajo la atención de Taehyung a su compañero. Miró por encima de él para ver un brillo divertido en los ojos de Yoongi.

 

Siempre podría cambiar y comérmelos.

 

Taehyung se mordió los labios para no reírse. Su compañero acababa de conseguir que la situación fuera graciosa para él.

 

No creo que eso resuelva nuestros problemas a largo plazo, mi amor, lo que importa son los Beneficios inmediatos.

 

Taehyung se volvió hacia la multitud y levantó la mano hasta que el silencio reinó en la habitación una vez más.

 

Como he dicho, este no es tema de debate. Yoongi y yo ya nos hemos acoplado. Ya está hecho. No habrá más discusión al respecto.

 

Sus labios se juntaron apretándose ante la mirada que su enojado aquelarre le daba. Sabía que no iba a ser fácil, pero se negaba a dar marcha atrás. Yoongi era su compañero y nada iba a cambiar eso ahora, aunque quisieran, no lo haría.

 

Espero que Yoongi sea tratado con todo el respeto debido a un consorte real. Cualquier transgresión contra él será una transgresión en mi contra y será tratada como tal. ¿Entendido?

 

Con el tiempo, todos en el salón asintieron con la cabeza, algunos inclinándose respetuosamente, pero la gran mayoría lo hizo con un minúsculo asentimiento de cabeza. Taehyung sabía que iba a llevar tiempo para que su aquelarre aceptara a Yoongi. Nadie quería estar en un lugar donde no tenía amigos, rodeado de enemigos a cada paso. Sólo esperaba que su compañero se quedara el tiempo suficiente para que ellos pudiesen pasar por todo esto.

 

Taehyung agarró la mano de Yoongi, una vez más, dispuesto a bajar del escenario y salir de la habitación cuando una voz desde el fondo del salón llamó su atención. Se volvió y vio cuando un delgado hombre de pelo rubio rojizo se abrió paso hacia el frente de la multitud.

 

Taehyung lo reconoció de inmediato. Jin parecía ansioso, como si quisiera decir algo y no sabía muy bien cómo hacerlo. Sus ojos se movían frenéticamente por la habitación.

 

―Adelante, Jin.

 

Las mejillas de Jin enrojecieron. Sus ojos se posaron en el suelo por un momento antes de volver a mirarlo a él. Taehyung sabía que era terriblemente tímido, pero la desesperación en sus ojos gritaba fuerte y claro.

 

Taehyung soltó la mano de su compañero y se bajó del escenario para estar delante de Jin. Apoyó la mano sobre el hombro de Jin para darle valor al hombre.

 

Está bien, Jin. Di lo que quieras decir.

 

―¿Crees que podría haber más compañeros entre los hombres lobo?― Jin le preguntó mientras sus ojos se desviaron de Taehyung para aterrizar en Yoongi y entonces echar un vistazo alrededor de la habitación.

 

Taehyung sonrió.

 

No tengo ninguna duda de eso, Jin ―Hizo un gesto hacia Yoongi―. Encontré a mi compañero allí, ¿no?

 

Jin sonrió vacilante entonces su sonrisa se hizo más grande.

 

 

―¿Tal vez debería hablar de algún tipo de reunión con el Alfa de la manada de Wolf Creek para ver si tenemos algún otro compañero entre nosotros?― Miró por encima del hombro a Yoongi.

 

―¿Qué te parece, querido?

 

Yoongi cruzó los brazos sobre su pecho y miró al hombre de pelo rubio. Él pareció intimidarse, parecía temeroso. Taehyung frunció el ceño, listo para decirle a su compañero que dejara en paz a Jin. Al hombre le había costado mucho tener el valor para ponerse de pie delante de su aquelarre entero y hacer esa pregunta.

 

Entonces Yoongi se bajó del escenario y se detuvo junto a Taehyung. Su brazo se acomodó alrededor de los hombros de Taehyung y una sonrisa se dibujó en sus labios mientras contemplaba a Jin.

 

Creo que es una idea maravillosa ―dijo Yoongi―. Gracias por sugerirlo Jin.

 

Oh, pero yo no lo hice… ―tartamudeó Jin, con su cara enrojecida.

 

No te vendas tan barato, Jin ―dijo Yoongi―. Estoy seguro de que Taehyung aprecia a aquellos en su aquelarre que tienen el valor suficiente para adelantarse y hacer la pregunta que todos piensan pero que nadie quiere hacer. Te felicito por tu valentía.

 

Yo no soy valiente.

 

Tonterías ―dijo Yoongi―. Estoy seguro de que nunca has visto un hombre lobo desde tan cerca, ¿verdad, Jin?

 

N-no.

 

Y sin embargo, diste un paso hacia adelante de todos modos. ―Yoongi lentamente se acercó y palmeó el hombro de Jin―. Incluso en una manada de hombre lobo eso se considera ser valiente.

 

El rosto de Jin se había puesto más enrojecido, pero esta vez estaba acompañado de una gran sonrisa por la alabanza de Yoongi. Taehyung sintió un flujo de orgullo atravesándolo, tanto por la valentía de Jin al vencer su miedo, como por el modo en que Yoongi lo manejó. Su compañero sería una gran adición a su aquelarre.

 

De hecho ―Yoongi continuó―, se me ocurren unos cuantos lobos a los que pienso que les podrías gustar. Yo estaría más que encantado de presentártelos. Hoseok es el ayudante del Sheriff de Wolf Creek. Él también es el ejecutor de nuestra manada. Marc es un viejo amigo de mi hermano, Wondin. Y Namjoon, el hijo de mi Alfa, trabaja como camarero en nuestro bar local. Le confiaría mi vida a cualquiera de estos hombres, Jin. Yo les confiaría la vida de mi pareja también a ellos.

 

Taehyung vio que Jin arrugó las cejas, parecía confundido.

 

―¿Y de buena gana me los presentarías, aunque sea un vampiro y ellos hombres lobo?

 

Por supuesto ―respondió Yoongi―. Si hay posibilidades de que alguien de este aquelarre pudiera ser el compañero de alguien de mi manada, estoy obligado a presentarlos. Un compañero es un compañero, Jin, sin importar quién o qué sean.

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CAPITULO 8

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