Taehyung extendió la mano y agarró la de Yoongi cuando el vehículo de grandes dimensiones en el que se encontraban, se detuvo.
―¿Estás
listo para esto?
―Probablemente
no, pero vamos a darle una oportunidad a esto de todos modos ―rió Yoongi―, si
no sirve para nada más, al menos será entretenido.
―Podríamos
volver a tu manada y vivir allí. ―A pesar de que Taehyung dijo las palabras,
sabía que no eran ciertas. Él era el Príncipe regente de su aquelarre. Su lugar
estaba aquí, incluso aunque no lo quisiera.
―Podríamos
vivir en la luna, también ―dijo Yoongi―. Pero seguirás siendo el Príncipe del
aquelarre.
―Aguafiestas.
Yoongi se echó a reír mientras salía del vehículo. Taehyung
negó con la cabeza y salió, cruzando por la parte delantera del vehículo para
unirse a su compañero. Podía ver a los miembros de su aquelarre saliendo a las
grandes puertas dobles de su mansión.
Muchas miradas curiosas recayeron en ellos. Algunas personas incluso les
miraron mal. Varias fruncieron los labios con disgusto.
Taehyung sabía que no iba a ser fácil para ellos aceptar a
un hombre lobo en el aquelarre, pero mantenía la esperanza de que no fuera
imposible.
Las dos últimas semanas que había pasado con Yoongi en Wolf
Creek, le dejaron claro a Taehyung que nunca dejaría ir a su compañero, y eso
significaba que Yoongi se quedaría sin importar lo que sintieran los otros
miembros de su aquelarre. Taehyung sabía que abandonaría el aquelarre antes de
prescindir de Yoongi.
Tomando una respiración profunda, Taehyung agarró de la mano
a Yoongi y se dirigió a la gente reunida en las escaleras. Él rezaba esperando
sinceramente que Yoongi supiera a lo que se enfrentaban y estuviera preparado
para las posibles consecuencias.
―Príncipe
Taehyung ―dijo un hombre en voz baja, mientras inclinaba la cabeza―. Bienvenido
a casa.
―Gracias,
Jin.
―¿Tuviste
un buen viaje?
Taehyung miró a Yoongi y sonrió.
―Sí,
creo que se podría decir que mi viaje fue todo un éxito.
Taehyung se echó a reír ante la mirada perpleja en la cara
de Jin. Podía sentir su confusión. Albert le dijo al aquelarre que Taehyung
había tenido que asistir a una reunión sobre el mantenimiento de la paz con los
hombres lobo. Al parecer, Jin creía que era ahí donde había estado.
―Jin,
por favor, convoca a los miembros del aquelarre para que se presenten en el
gran salón ―dirigió Taehyung―. Tengo una noticia que deseo compartir.
―Muy
bien, Príncipe Taehyung ―dijo Jin, apurándose para hacer lo Taehyung le había
ordenado.
La risita callada de Yoongi llamó su atención. Taehyung lo
miró de nuevo, con una ceja levantada.
―¿Sí?
―Debe
ser bueno ser rey.
―Príncipe,
mi amor, Príncipe ―dijo Taehyung. Aunque en realidad nunca había pensado en
ello. Desde su nacimiento había sido educado y entrenado para ser el gobernante
de su aquelarre. No conocía nada más, pero tal vez se había vuelto demasiado
complaciente con la posición que tenía, lo había dado demasiado por sentado.
Después de 500 años de ser un privilegiado, era difícil
recordar que sólo estaba al mando debido a su orden de nacimiento.
Wendy fácilmente podría haber sido la primera en nacer. Ella
era considerada aún de la realeza, pero no del liderazgo. Eso siempre confundía
a Taehyung. Haber nacido primero no hacía a alguien un buen gobernante. La
compasión, la comprensión y la sabiduría lo hacían, además de un montón de experiencia.
Nunca entendió por qué la gente pensaba que sería un buen gobernante sólo por
haber nacido en primer lugar.
Taehyung siempre creyó que los aquelarres deberían elegir al
líder entre los mejores de ellos, pero nadie le había hecho caso. Todo el mundo
parecía firmemente convencido de que el primogénito debía gobernar, sin
importar lo mucho que protestara.
Finalmente, se acabó acostumbrando.
―Así
que, Príncipe, ¿y ahora qué?―preguntó Yoongi.
―Ahora
te llevaremos al interior y te presentaremos como mi consorte real.
―Bueno,
eso sí debe ser divertido.
Taehyung rodó sus ojos. Yoongi tenía un peculiar sentido del
humor, lo había descubierto recientemente. Las cosas más divertidas parecían
divertirle. Taehyung no podía recordar reír tanto como lo había hecho en el
último par de semanas.
Había hecho un montón de cosas en las últimas dos semanas
que no recordaba haber hecho antes. Yoongi parecía ser el centro de todo.
Taehyung estaba fascinado con el hombre, la forma en la que
pensaba, el aspecto que tenía, y la forma en que Yoongi hacía cualquier cosa.
El sexo era algo fuera de este mundo, pero era más que eso.
Realmente disfrutaba el tiempo que había pasado con Yoongi. Parecía
inteligente, culto y dispuesto a escuchar ambos lados en una discusión. Sería
un buen consorte.
Taehyung esperaba tener a Yoongi a su lado, y que gobernaran
el aquelarre, juntos. Por supuesto, la posición de Yoongi sería el de consorte
real, pero cuando estuvieran solos, Taehyung le hablaría a Yoongi como su
igual.
―¿Listo,
mi amor?
Yoongi se encogió de hombros como si no le importara, pero
Taehyung detectó un brillo en sus ojos que le decía que estaba a punto de decir
algo que podría desestabilizar por completo el mundo de Taehyung. Apenas podía
esperar.
―Si no
lo estuviera, ¿me llevarías escaleras arriba y me abrazarías mientras encuentro
mi valor para enfrentarme a tu aquelarre?
Taehyung dibujó una mueca en sus labios mientras trataba de
aguantarse las ganas de reír. Yoongi era uno de los hombres más valientes que
él conocía. No tenía que encontrar su valor. Era algo natural e innato en el
hombre lobo.
―¿Qué
tal una mamada cuando hayamos terminado en vez de eso? ―preguntó Taehyung.
Las cejas de Yoongi se alzaron, pero sus ojos brillaron con
interés.
―¿Tú o
Yo?
―¿Por
qué no ambos?― le hizo un guiño a Yoongi―. Además, no he comido desde que
salimos de Wolf Creek. Tengo hambre. Podríamos matar dos pájaros de un solo
bocado, por así decirlo.
La piel de Yoongi se sonrojó. Los músculos de su mandíbula
se apretaron. Parecía listo para saltar.
—Joder
con el condenado pájaro―exclamó Yoongi―, me matarás antes de que alguien de tu
aquelarre tenga oportunidad de hacerlo.
Taehyung gruñó.
―Si
alguien toca un pelo de tu cabeza tendrá que responder ante mí.
Yoongi le dio unas palmaditas en el pecho a Taehyung.
―Cálmate,
mi Príncipe. Soy mucho más duro de lo que piensas. Haría falta mucho más que
eso para acabar conmigo.
Taehyung se acercó y empujó hacia atrás un mechón perdido de
cabello castaño de la mejilla de Yoongi.
―Sea
como sea, a mí ni siquiera me gusta pensar en ello, cariño. He esperado muchos
años para encontrar a mi pareja como para perderla tan pronto.
―No me
vas a perder, mi Príncipe. ―Se acercó a él, entrelazando sus dedos con
Taehyung―. Así que, ¿no tienes un consorte que presentar a tu aquelarre? Porque
tengo un duro trabajo por delante y me gustaría ponerme a ello.
Al ver la diversión en sus ojos, Taehyung se echó a reír.
Yoongi sonrió. Taehyung sabía que Yoongi no entendía la cautivadora imagen que
presentaba. La luz del sol reflejaba justo sobre su cabello castaño, dándole un
suave resplandor. Su rostro se suavizó con su risa. Sus ojos de cobre
brillaban.
Así era como quería ver siempre a su compañero, feliz y sin
preocupaciones. La mera presencia de Yoongi le daba alegría y se prometió que
nunca lo daría por sentado. Le habían dado un regalo muy preciado y casi lo
pierde. Taehyung no desperdiciaría esta segunda oportunidad que se le había
dado.
Taehyung tomó la mano de Yoongi y tiró de él hacia la
mansión. Trató de ver el lugar a través de los ojos de Yoongi y se dio cuenta
de que su compañero entraba en un mundo en el que no tenía ninguna clase de
experiencia.
Además del hecho de que Taehyung vivía en una mansión de
quince grandes dormitorios con varios otros vampiros, el lugar debía parecerle
casi chillón. Obras de arte colgadas en las paredes. Arañas de cristal colgaban
del techo. Vampiros en la parte superior vestidos con trajes de noche de
diseñador paseando aquí y allá, suponiendo que no se detuviera en los dorados
muebles, de muchos siglos de antigüedad.
Yoongi llevaba jeans negros y una camiseta de algodón negro.
Taehyung miró su propio conjunto. Llevaba su atuendo
habitual de pantalones de cuero negro, una camisa con volantes blancos y un
abrigo negro largo hasta la rodilla. Las botas, hechas de la mejor piel,
costaban más de lo que la mayoría de la gente gastaba en el alquiler.
Taehyung hizo una mueca. Debía admitirlo. Quizás estaba un
poco mimado. A él le gustaban las cosas finas de una vida de lujo, con ropa
hecha a medida, con criados encargándose de su casa para que todo siguiera
funcionando, y la adulación de sus súbditos. Era bueno ser Príncipe.
También de repente le hizo sentirse inútil y perezoso.
Además de su labor diplomática y el funcionamiento de su aquelarre, Taehyung
dudaba de que alguna vez supiera lo que era un duro día de trabajo. Podía
sentir los callos en la mano de la que se apoderó, diciéndole que Yoongi sabía,
él sabía lo que era el trabajo duro.
¿Tal vez
él tenía que llevar a su aquelarre al nuevo mundo? Tal vez había llegado el
momento para que ellos dejaran de depender de su genética y de los muchos años
de inversiones y realmente empezaran a trabajar para ganarse la vida. Era algo
en qué pensar al menos.
Taehyung quería que su compañero le mirara con orgullo.
Quería mirar a su compañero a los ojos y saber que podía hacerlo con respeto
por sí mismo y con una seguridad en sí mismo ganada con sus actos.
Eso no significaba que tuviera que renunciar a las
comodidades que venían con ser el Príncipe de su aquelarre. Había demasiados Beneficios
que quería compartir con su pareja, y tal vez mimarlo un poco. Yoongi se lo
merecía.
―Este
lugar es realmente grande, Tae ―dijo Yoongi, mientras caminaban por un largo
pasillo―.
Me va llevar al menos un mes conocerlo todo sin perderme.
―¿Quieres
que asigne a alguien para que te lleve por los alrededores?
―¿Tú no
puedes hacer eso?
Taehyung sonrió, mirando por encima de su compañero.
―Mi
amor, no hay mucho que no pueda hacer.
Yoongi rápidamente sacudió la cabeza.
―No, no
lo creo. Olfatearé el camino si tengo que hacerlo. No me gusta la idea de que me
guíen para todo.
―¿Especialmente
si se trata de una sanguijuela haciendo de líder?
La cara de Yoongi se sonrojó.
Taehyung le palmeó la mano. Sabía que les iba a llevar más
de un par de semanas disminuir siglos de enemistad entre vampiros y hombres
lobo. Al menos Yoongi parecía dispuesto a intentarlo. Taehyung no estaba tan
seguro de poder decir lo mismo de su aquelarre.
Deteniéndose fuera de la gran puerta doble de color rojo que
llevaba al gran salón, Taehyung se volvió hacia Yoongi. Ahuecó la cara de su
compañero con las dos manos y se inclinó hasta colocar un pequeño beso en los
labios de Yoongi.
―Estamos
a punto de entrar y presentarte a mi aquelarre como mi consorte.
Yoongi arrugó la frente.
―Lo sé.
―Quiero
que sepas que los sentimientos de mi aquelarre no son los míos.
Yoongi sonrió.
―¿Estás
tratando de decirme que los otros niños en el patio no quieren jugar conmigo?
―Esa es
una clara posibilidad, mi amor.
―No me
importa, Tae―dijo Yoongi―. No estoy aquí por ellos. Estoy aquí para ti. Me
importa un bledo lo que piensen de mí. No tiene nada que ver con lo que hay
entre tú y yo. Sólo me importa lo que tú pienses.
Los ojos de Taehyung se abrieron un poco. Aunque no se
trataba de una declaración de amor eterno, era una de las mejores cosas que
alguna vez alguien le había dicho. Eso le hizo sentir cálido y tembloroso por
dentro. También lo hizo sentirse muy excitado.
Taehyung frunció el ceño, maldiciendo el hecho de que tenía
que llevar a Yoongi al gran salón en vez de subir a su habitación donde podía
violar a su compañero. Una fiesta para darlo a conocer y saludar, no era lo que
quería en ese momento, a menos que los incluyera sólo a ellos dos.
―Vamos a
hacer esto, así te puedo llevar arriba y mostrarte cómo este chico juega en el
patio.
Los ojos de Yoongi brillaron y gruñó, enviando un escalofrío
de placer de regreso a Taehyung. Él sonrió y se giró para abrir las puertas
dobles que conducían al gran salón con una mano, la otra mano estaba a su
espalda para tomar la mano de su pareja.
El nivel de ruido en el gran salón se redujo casi al
silencio total al momento en que se abrieron las puertas. Taehyung miró a su
alrededor, observando la presencia de la mayor parte de su aquelarre. No había
realmente muchos de ellos, tal vez un centenar de miembros en todo el
aquelarre. Ellos también escondían su número muy bien.
Y todos los miembros presentes miraron a Yoongi con
desprecio y desconfianza.
Taehyung sabía que su aquelarre no se tomaría sus noticias
con facilidad, pero esperaba que no fuera imposible integrar a su compañero en
el aquelarre. Su compañero no se iba a ir.
Taehyung se acercó a la zona donde un pequeño escenario se
alzaba a un lado y tiró de Yoongi junto a él. Las oleadas de hostilidad
dirigidas hacia al escenario habrían tambaleado a un hombre más débil. En
cambio, Taehyung se irguió en toda su altura y echó una mirada altanera a toda
la multitud.
―Les he
pedido que vinieran aquí para darles una noticia ―dijo Taehyung―. Quiero
señalar que estoy haciendo esto por pura cortesía hacia ustedes. De ninguna
forma tengo la obligación de informarles. Estoy haciendo esto porque me
preocupo por el bienestar de mi grupo.
Taehyung se detuvo un momento, sus ojos se encontraron con
los ojos de muchos que estaban mirándole.
―Sin
embargo, dicho esto, no será tema de debate. Min Yoongi, ex miembro de la
manada de Wolf Creek, es mi compañero. Y como tal, él es ahora mi consorte real
y será tratado en consecuencia.
Los jadeos, silbidos horrorizados, y los gritos de negación
absoluta eran algo que esperaba. Lo que Taehyung no esperaba eran las pocas
personas que se echaron a reír. Realmente no creía que la situación fuera
divertida.
―Seguramente
usted está bromeando, Príncipe Taehyung ―alguien en la multitud gritó―. No
podemos permitir que un hombre lobo entre en nuestro aquelarre. Es que no es
posible.
Taehyung abrió la boca para responder, pero los argumentos
de la multitud le ahogaron. Sintió que su ira comenzaba a construirse en la
tensión de sus hombros. Taehyung respiró hondo varias veces tratando de
calmarse. No le serviría de nada al Príncipe del aquelarre perder los estribos.
Un pequeño apretón en su mano atrajo la atención de Taehyung
a su compañero. Miró por encima de él para ver un brillo divertido en los ojos
de Yoongi.
―Siempre
podría cambiar y comérmelos.
Taehyung se mordió los labios para no reírse. Su compañero
acababa de conseguir que la situación fuera graciosa para él.
―No creo
que eso resuelva nuestros problemas a largo plazo, mi amor, lo que importa son
los Beneficios inmediatos.
Taehyung se volvió hacia la multitud y levantó la mano hasta
que el silencio reinó en la habitación una vez más.
―Como he
dicho, este no es tema de debate. Yoongi y yo ya nos hemos acoplado. Ya está
hecho. No habrá más discusión al respecto.
Sus labios se juntaron apretándose ante la mirada que su
enojado aquelarre le daba. Sabía que no iba a ser fácil, pero se negaba a dar
marcha atrás. Yoongi era su compañero y nada iba a cambiar eso ahora, aunque
quisieran, no lo haría.
―Espero
que Yoongi sea tratado con todo el respeto debido a un consorte real. Cualquier
transgresión contra él será una transgresión en mi contra y será tratada como
tal. ¿Entendido?
Con el tiempo, todos en el salón asintieron con la cabeza,
algunos inclinándose respetuosamente, pero la gran mayoría lo hizo con un
minúsculo asentimiento de cabeza. Taehyung sabía que iba a llevar tiempo para
que su aquelarre aceptara a Yoongi. Nadie quería estar en un lugar donde no
tenía amigos, rodeado de enemigos a cada paso. Sólo esperaba que su compañero
se quedara el tiempo suficiente para que ellos pudiesen pasar por todo esto.
Taehyung agarró la mano de Yoongi, una vez más, dispuesto a
bajar del escenario y salir de la habitación cuando una voz desde el fondo del
salón llamó su atención. Se volvió y vio cuando un delgado hombre de pelo rubio
rojizo se abrió paso hacia el frente de la multitud.
Taehyung lo reconoció de inmediato. Jin parecía ansioso,
como si quisiera decir algo y no sabía muy bien cómo hacerlo. Sus ojos se
movían frenéticamente por la habitación.
―Adelante, Jin.
Las mejillas de Jin enrojecieron. Sus ojos se posaron en el
suelo por un momento antes de volver a mirarlo a él. Taehyung sabía que era
terriblemente tímido, pero la desesperación en sus ojos gritaba fuerte y claro.
Taehyung soltó la mano de su compañero y se bajó del
escenario para estar delante de Jin. Apoyó la mano sobre el hombro de Jin para
darle valor al hombre.
―Está
bien, Jin. Di lo que quieras decir.
―¿Crees
que podría haber más compañeros entre los hombres lobo?― Jin le preguntó
mientras sus ojos se desviaron de Taehyung para aterrizar en Yoongi y entonces
echar un vistazo alrededor de la habitación.
Taehyung sonrió.
―No
tengo ninguna duda de eso, Jin ―Hizo un gesto hacia Yoongi―. Encontré a mi
compañero allí, ¿no?
Jin sonrió vacilante entonces su sonrisa se hizo más grande.
―Sí
―¿Tal
vez debería hablar de algún tipo de reunión con el Alfa de la manada de Wolf
Creek para ver si tenemos algún otro compañero entre nosotros?― Miró por encima
del hombro a Yoongi.
―¿Qué te parece, querido?
Yoongi cruzó los brazos sobre su pecho y miró al hombre de
pelo rubio. Él pareció intimidarse, parecía temeroso. Taehyung frunció el ceño,
listo para decirle a su compañero que dejara en paz a Jin. Al hombre le había
costado mucho tener el valor para ponerse de pie delante de su aquelarre entero
y hacer esa pregunta.
Entonces Yoongi se bajó del escenario y se detuvo junto a
Taehyung. Su brazo se acomodó alrededor de los hombros de Taehyung y una
sonrisa se dibujó en sus labios mientras contemplaba a Jin.
―Creo
que es una idea maravillosa ―dijo Yoongi―. Gracias por sugerirlo Jin.
―Oh,
pero yo no lo hice… ―tartamudeó Jin, con su cara enrojecida.
―No te
vendas tan barato, Jin ―dijo Yoongi―. Estoy seguro de que Taehyung aprecia a
aquellos en su aquelarre que tienen el valor suficiente para adelantarse y
hacer la pregunta que todos piensan pero que nadie quiere hacer. Te felicito
por tu valentía.
―Yo no
soy valiente.
―Tonterías
―dijo Yoongi―. Estoy seguro de que nunca has visto un hombre lobo desde tan
cerca, ¿verdad, Jin?
―N-no.
―Y sin embargo,
diste un paso hacia adelante de todos modos. ―Yoongi lentamente se acercó y
palmeó el hombro de Jin―. Incluso en una manada de hombre lobo eso se considera
ser valiente.
El rosto de Jin se había puesto más enrojecido, pero esta
vez estaba acompañado de una gran sonrisa por la alabanza de Yoongi. Taehyung
sintió un flujo de orgullo atravesándolo, tanto por la valentía de Jin al
vencer su miedo, como por el modo en que Yoongi lo manejó. Su compañero sería
una gran adición a su aquelarre.
―De hecho
―Yoongi continuó―, se me ocurren unos cuantos lobos a los que pienso que les
podrías gustar. Yo estaría más que encantado de presentártelos. Hoseok es el
ayudante del Sheriff de Wolf Creek. Él también es el ejecutor de nuestra
manada. Marc es un viejo amigo de mi hermano, Wondin. Y Namjoon, el hijo de mi
Alfa, trabaja como camarero en nuestro bar local. Le confiaría mi vida a
cualquiera de estos hombres, Jin. Yo les confiaría la vida de mi pareja también
a ellos.
Taehyung vio que Jin arrugó las cejas, parecía confundido.
―¿Y de
buena gana me los presentarías, aunque sea un vampiro y ellos hombres lobo?
―Por
supuesto ―respondió Yoongi―. Si hay posibilidades de que alguien de este
aquelarre pudiera ser el compañero de alguien de mi manada, estoy obligado a
presentarlos. Un compañero es un compañero, Jin, sin importar quién o qué sean.
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