sábado, 11 de junio de 2022

CAPITULO 4

Yoongi se estremeció, sintiendo frío hasta en los huesos. Sentía como si hubiera estado frío durante tanto  tiempo que apenas recordaba  lo que era sentir calor. Abrazó las rodillas cerca  de  su pecho y trató de  acurrucarse  en la  pelota  más pequeña posible.  

 

No había mucha cobertura bajo el pequeño puente bajo el que  se  escondía.  Si  la  lluvia  no  golpeaba  lo  hacía  el  suelo helado.  Sus  ropas  estaban  empapadas  y  había  estado  así durante días. Cada vez que trataba de encontrar un lugar para secarse, veía a uno de los hombres de Namjoon y corría por su vida.         

               

Yoongi sabía que no podía seguir huyendo. No se había alimentado en días y su fuerza se estaba drenando lentamente. Estaba tan agotado que apenas podía ver a dos metros delante de él. Sólo quería descansar un rato. No tenía un lugar a donde ir. Había tratado de volver al territorio de su padre sólo para huir de su hermano y un grupo de sus amigos. No se había alejado  de  esa  confrontación  sin  unos  cuantos  dolores  y molestias  tampoco.  Hoseok  parecía  disfrutar  el  golpearlo  y  el burlarse de él con lo que pasaría si alguna vez volvía a entrar en el territorio de su padre. 

 

Yoongi no había sido aún capaz de recoger sus cosas de la casa de Jimin antes de correr por su vida.      

 Por desgracia, sus pies lo habían llevado de vuelta al territorio de Namjoon. Sólo quería echar un vistazo a Taehyung, sólo una pequeña mirada.

Cuando Yoongi vio a uno de los hombres de Namjoon salir del bar y levantar su nariz en el aire, se había dejado caer detrás de los arbustos para esconderse. Debería haberlo sabido mejor. El aquelarre de Namjoon era conocido por ser uno de los más feroces y mortales en la zona. El hombre miró directamente hacia donde estaba él y luego se dirigió hacia él.

 

Yoongi no era estúpido. Había corrido tan rápido como sus pies se lo permitieron. Y había estado huyendo desde entonces. Yoongi no estaba seguro de cuánto tiempo había estado corriendo. Podrían haber sido días. Podrían haber sido semanas. Había perdido la noción del tiempo en algún lugar a lo largo del camino.

 

Ahora, sólo quería una última mirada a Taehyung y luego el aquelarre de Namjoon podía hacer lo que quisiera. A Yoongi ya no le importaba. Su corazón no latía en su pecho más. Se había hecho añicos a sus pies cuando escuchó las palabras de amor de Namjoon hacia Taehyung. Estaba seguro de que Taehyung iba a devolver las palabras, incluso si él había interrumpido a los dos hombres.

 

¿Por qué Taehyung lo querría cuando podía tener al alfa de un aquelarre?

 

Infiernos, nadie lo quería.

 

Su padre lo había desterrado del aquelarre que nació. Su hermano tomó gran placer en torturarlo.

 

Taehyung lo había rechazado, después de robar el corazón y el alma de Yoongi. Y ahora, Namjoon había ordenado que Yoongi saliera de su territorio, por lo que, obviamente, no estaba en condiciones de unirse al aquelarre de Namjoon.

 

Mientras el agotamiento devoraba los sentidos de Yoongi, su mente vagaba a los pensamientos de Taehyung. No había tenido intención de relacionarse con el hombre. Infiernos, ni siquiera sabía que fuera posible que dos hombres se enlazaran uno al otro. Había sido educado para creer que los enlaces sólo ocurrían entre hombres y mujeres. Había pensado que estaba a salvo al estar con Taehyung.

 

Tendría que haber estado seguro al estar con un ser humano. Según su padre, los vampiros no podían enlazarse con los seres humanos. Yoongi sintió el lazo de su lado, pero no sabía si Taehyung lo había sentido y después de la reacción del hombre a su regreso, dudaba seriamente que Taehyung sintiera algo.

 

Tal vez el enlace era de un solo lado, porque Yoongi era un vampiro. Taehyung probablemente no se vería afectado si Yoongi moría como las otras parejas enlazadas lo estaban. Debería haberse mantenido al margen de Taehyung y nunca cedido a su deseo por el hombre. Había sido un error colosal.

 

Ahora, estaba atrapado sin salida en su difícil situación. Taehyung no lo amaba y Yoongi nunca amaría a nadie más. Estaba condenado a una vida solitaria.

 

Sólo una vez, Yoongi deseaba que alguien lo quisiera por más de un momento. ¿Era eso mucho pedir? Bufó ante la dirección que sus pensamientos habían tomado.

 

¿Qué más daba? Ahora que se había enlazado a Taehyung, no importaba  si  el  encontraba  a  alguien  que  lo  quisiera  para siempre. No podría corresponder el sentimiento.

 

Sólo quería a Taehyung.              

 

Yoongi volvió a estremecerse y luego apretó su delgada chaqueta más cerca a  su alrededor. Podría  estar empapado, pero se sentía casi caliente. Sabía que estaba llegando al límite de su resistencia, si el material mojado y pegado a su piel le traía tal consuelo.             

 

Yoongi  no  quería  terminar  debajo  de  un  puente, congelado para siempre. Podía no ser un gran luchador, pero quería que su vida terminara de otra manera. Y sabía cómo lograrlo.     

               

Yoongi  se  puso en pie  y salió arrastrando los pies de debajo del puente. Pensó que su plan era básicamente suicida, pero no podía preocuparse por dos cosas al mismo momento. Podría ver a Taehyung por última vez y terminar las cosas antes que tener una muerte fría y solitaria bajo un puente.           

 

Tenía una onza de orgullo, pero era una onza. No quería morir  tiritando de  frío o  de  hambre, porque  alimentarse  de cualquier  persona  que  no  fuera  Taehyung  le  hacía  un  nudo       

rebelándose en el estómago. Y no quería morir solo. Quería que su muerte significara algo, aunque fuera algo tan idiota como retar al alfa de otro aquelarre. Tal vez se convertiría en una leyenda... para los perdedores.             

 

Tan cansado como estaba, Yoongi tardó un rato en llegar al bar de Taehyung.  

 

Para   el   momento   en   que   llegó   a   la   playa   de estacionamiento   casi   vacía,   temblaba   tanto   que   le castañeteaban los dientes. Se puso de pie tan recto como pudo y se  alisó la  ropa  y   luego se  pasó una  mano por el  sucio cabello.   

 

Se  veía  como una  mierda  y lo sabía. Si  no presentaba algún tipo de reto, el aquelarre de Namjoon no pelearía con él y los necesitaba para luchar contra él. Infiernos, tal vez su padre             

finalmente se sentiría orgulloso de él cuando se enterara de su muerte.              

 

Yoongi   tomó   varias   respiraciones   profundas,   casi ahogándose con el aire frío y luego, lentamente, se dirigió hacia la puerta. Su mente se redujo a un propósito, ver a Taehyung por

última  vez.  Eso  era  todo  lo  que  importaba.  Ni  siquiera  su inminente muerte era tan importante.  

               

Yoongi oyó que las voces y las risas en el interior del bar se silenciaron cuando empujó la puerta y entró. Su visión era un poco borrosa  mientras permanecía  de  pie en la puerta y escudriñaba  el  interior  de  la  habitación,  pero  no  tenía problemas para encontrar a los hombres altos y musculosos en el interior.             

 

Ninguno de ellos era Taehyung.

 

A Yoongi le dio un vuelco el corazón cuando los hombres en el bar se dirigieron hacia él y se dio cuenta de que no iba a conseguir su deseo. Nunca iba a ver a Taehyung otra vez. Iba a morir antes de eso.    

 

Que así fuera.  

 

Yoongi  trató  de  transformarse  en  su  forma  vampírica antes de que el primer hombre llegara hasta él, pero estaba demasiado cansado. Golpeó al hombre con el puño en su lugar.               

 

Oyó  un  gruñido  cuando  el  puño  conectó  con  la  cara  del hombre, pero lo único que sintió fue un entumecimiento que parecía llenar cada fibra de su cuerpo.        

 

Cuando más hombres se le acercaron, Yoongi golpeó con sus puños una  y otra  vez. Supo que algunos de sus golpes habían conectado, pero no tantos como le  hubiera  gustado. Más de una vez se perdió y se tambaleó hacia adelante sólo para agarrarse a sí mismo y empezar a balancearse de nuevo.         

 

Cuando de repente fue sujetado y empujado bruscamente hacia el suelo, con los brazos clavados detrás de él, Yoongi supo en alguna parte distante de su mente que debería estar sintiendo dolor. Sólo que no lo sentía. Simplemente sintió un alivio abrumador de que todo por fin iba a terminar.  

Cerró los ojos y esperó a que la muerte llegara.

 

—¿Yoongi?       

 

Yoongi  apretó los  ojos  con  más  fuerza  cuando oyó la profunda voz de Taehyung. Tal vez esto era lo que había estado buscando todo el tiempo. Simplemente no había creído que la muerte le traería su mayor deseo. Si lo hubiera sabido, habría entrado en el sol hace días.          

 

—Yoongi, bebé, abre los ojos.  

 

Yoongi no quería hacerlo.           

 

Quería quedarse en la bruma de ensueño en su mente, aquella en la  que  había  preocupación y afecto en la voz de Taehyung. Yoongi ignoró la voz que le ordenaba abrir los ojos y se concentró en la que estaba en su cabeza, la que sabía que era un producto de su imaginación.   

 

Después de un rato, la voz molesta se desvaneció. El frío constante que parecía haber rodeado a Yoongi durante tanto tiempo que había olvidado lo que era el calor se desvaneció también. Yoongi abrió los ojos, seguro de que estaba muerto.              

 

Al  ver  a  Taehyung  inclinado  sobre  la  parte  superior  de  él, Yoongi sabía que estaba muerto. Una pequeña explosión de risa estalló de sus labios mientras miraba hacia Taehyung. Esa era la           

única explicación que podría llegar a justificar las lágrimas que podía ver en los ojos color avellana de Taehyung.            

               

Él había muerto.             

 

—Hey bebé  —susurró Taehyung  mientras quitaba  el  cabello mojado de la cara de Yoongi—. ¿Dónde has estado? Hemos estado buscándote por todos lados.       

 

Yoongi frunció el ceño.

 

—¿Por qué?     

 

Una sonrisa curvó las comisuras de la boca de Taehyung.

 

— Corriste antes de que pudiéramos hablar.     

 

El  ceño  de  Yoongi  se  hizo  más  profundo  cuando  su confusión aumentó. Si estaba muerto ¿por qué Taehyung le hablaba así?

 

—¿Qué importa? —Preguntó—, estoy muerto.

 

Las cejas de Taehyung se alzaron cuando se echó a reír.

 

— Bebé, tú no estás muerto.

 

—Sí, lo estoy. —Yoongi estaba completamente seguro de eso—. No me estarías hablando si no estuviera muerto.

 

Yoongi comenzó a tener sus dudas acerca de su muerte, cuando vio la cara de Taehyung apretándose con ira. Su hombre ideal no debería enojarse con él. Esa no era la forma en que esto debería ir… a menos que estuviera en el infierno.

 

¿Había sido él tan malo?

 

Yoongi estaba demasiado cansado para llorar. Además, ¿que lograría si lo hacía? No conseguiría la aprobación de su padre o evitaría que su hermano siguiera torturándolo. Ciertamente, no detendría al aquelarre de Namjoon de atacarlo.

 

Y él ya sabía que Taehyung no lo quería.

 

Nadie trató de detener a Yoongi cuando él se puso en pie. Se tambaleó por un momento y alargó la mano para sujetarse de un taburete para mantener el equilibrio. Cuando miró alrededor de la habitación, varios hombres le devolvían la mirada, todos con ira en sus rostros.

 

La última cara que vio fue a Taehyung cuando el hombre se puso de pie delante de él. Taehyung no parecía menos enfadado que los demás. Yoongi no pudo contener su risa histérica detrás de sus labios. Su vida había apestado y al parecer, también lo hacía su muerte.

 

Simplemente no podía tomar un descanso.

 

Yoongi empujó la cara enojada de Taehyung de su mente y se concentró en el hombre más grande en la habitación.

 

—¿No me vas a matar?

 

—¿Es eso lo que quieres Yoongi? —Yoongi se encogió de hombros. ¿Qué le importaba?              

 

—¿Por qué has vuelto aquí después de que te pedí que no lo hicieras? 

 

Los  ojos  de  Yoongi  parpadearon  hacia  Taehyung  por  un momento  y  luego  volvieron  a  Namjoon. 

 

—¿Es  importante?  He invadido  tu  territorio  sin  tu  permiso  y  después  de  que  me ordenaste  que  saliera.  Por  nuestras  leyes, tienes  derecho  a matarme.     

 

¿Iba  a  ser  torturado  por  toda  la  eternidad?  ¿Por  qué Namjoon y su aquelarre  sólo acababan de  una  vez? ¿Si  él  no estaba muerto, iba a ser torturado hasta que suplicara por la muerte? Ya estaba cerca de hacerlo.   

 

—¿Tu padre te envió aquí Yoongi? —preguntó Namjoon.           

 

—No.   

 

—¿Él sabe que estás aquí?         

 

—Lo dudo.        

 

—Ya veo.           

 

¿Bueno, qué infiernos se supone que significa eso?

 

—Mira, ¿vas a matarme o no?  

 

—No.  —Namjoon  se  frotó  la  barbilla  mientras  miraba fijamente a Yoongi como si pudiera ver directamente el alma de Yoongi—. Creo que no lo haré.

 

—Perfecto.  —Yoongi  se  giró  y  se  tambaleó  hacia  la puerta. Si Namjoon y su aquelarre no lo iban a matar, Yoongi sabía quién lo haría.      

 

—No creo que dijera que podías irte Yoongi.     

 

Yoongi se detuvo en la puerta y apoyó la cabeza contra la dura  madera  mientras esperaba  que  Namjoon dijera  algo más. Yoongi no dijo ni una palabra, porque realmente no tenía nada que decir.

 

—Puesto que has tenido a bien desobedecer mis órdenes, tendrás que ser castigado.  

               

Bueno, eso era más como él.

 

Yoongi se volvió, impaciente por que su desdicha terminara. Cuando dos de los hombres de Namjoon se adelantaron y agarraron sus brazos, Yoongi no luchó contra ellos. No podía. Lo último de sus fuerzas se había escurrido de él y apenas si podía caminar.

 

Oyó a Namjoon murmurarle a Taehyung mientras era escoltado, pero no pudo escuchar las palabras que se dijeron. Y no quería mirar para ver si Taehyung estaba mirándolo fijamente. Ver el enojo en el rostro de Taehyung hace un momento fue suficiente para él. Tenía serias dudas de que alguna vez volviera a ver nada más.

 

La  ternura  y el placer que habían iluminado la cara de Taehyung la noche que habían pasado juntos por siempre estarían grabados a fuego en su memoria, pero sabía que no era real.   

Nada de esto había sido real.    

 

Y esa era quizás la razón más grande por la que Yoongi estaba listo para poner fin a todo. Las cosas que pensaba que había visto en los ojos color avellana de Taehyung eran sólo en su imaginación. Taehyung había mostrado su verdadera cara cuando Yoongi regresó y trató de hablar con el chico, para explicarle por qué había huido y Taehyung lo había despedido como si no le importa.          

 

Esa parecía ser la historia de su vida.     

 

Cuando Yoongi se detuvo en una pequeña habitación con una cama individual en la esquina, no discutió. No luchó. Sólo       tropezó con la pared y se deslizó hasta el suelo, tirando de las 

rodillas hasta el pecho.

 

Cuando  los  dos  hombres  salieron  de  la  habitación  y cerraron la puerta detrás de ellos, Yoongi dejó caer la cabeza sobre sus rodillas y cerró los ojos, esperando que el sueño o la muerte se lo llevaran. No era quisquilloso.          

 

Yoongi no supo cuánto tiempo había estado ahí cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse.

 

Podrían haber sido minutos u horas. Estaba  demasiado cansado para levantar la cabeza y ver quién era. Y realmente no le importaba.             

 

—Te he traído algo de comida Yoongi.  

 

Yoongi se estremeció al reconocer la voz de Taehyung. Él no quería ver a Taehyung, nunca más.

 

—No tengo hambre —susurró. Y no tenía. Había dejado de estar hambriento hace años.            

 

—Tienes que comer Yoongi.      

 

No necesitaba una mierda, pero él no estaba dispuesto a discutir con Taehyung por eso. Yoongi se limitó a sacudir la cabeza y hundió el rostro más profundo en sus rodillas.

 

—Yoongi.           

               

Yoongi  escuchó  el  crujido  de  tablas  y supo  que  Taehyung estaba en cuclillas delante de él. Prácticamente podía sentir el calor que irradiaba de aquel hombre. Quería sumergirse en ese             

calor y dejar que lo rodeara, pero eso no estaba destinado a ser.            

 

—¡Maldita  sea  Yoongi!  —Espetó  Taehyung—.  Ya  he  tenido suficiente de esto. Vas a comer aunque tenga que obligarte y alimentarte yo mismo.          

 

Yoongi se sorprendió cuando en realidad sintió una pizca de  diversión centelleando a  través de  él. Su cabeza le  daba vueltas cuando la levantó para mirar hacia Taehyung.

 

—Jódete.          

 

—No hasta que hayas tenido un baño —dijo Taehyung—. Apestas.

 

Cuando Yoongi trató de rodar sus ojos, su cabeza entera rodó a un lado.

 

—Dudo que tengas la fortaleza para levantarte de todos modos —Taehyung se puso en pie y se acercó a una puerta en el lado opuesto de la habitación que Yoongi no había visto antes.     

 

Cuando  Taehyung  abrió  la  puerta  y  entró,  Yoongi  vio  un lavabo y un inodoro y se dio cuenta de que era un cuarto de baño. Un momento después oyó el agua corriendo y supo que también había una ducha en el baño.              

 

Taehyung  salió  del  cuarto  de  baño  y  en  línea  recta  hacia Yoongi. Había determinación en los ojos de Taehyung que envió carreras de aprehensión a través de Yoongi. Podía ver que el hombre estaba pensando en salirse con la suya. Cuando Taehyung se estiró hacia él, Yoongi trató de luchar alejándose,  golpeando las  manos  de  Taehyung.  En  su  debilitado estado, ni siquiera podía luchar contra un ser humano. Antes de darse cuenta, estaba de pie en la ducha sin una prenda de ropa en su cuerpo.   

 

Yoongi  sintió  las  lágrimas  mezclándose  con  el  agua caliente que chorreaba por la cara. Taehyung estaba siendo amable mientras frotaba el cuerpo de Yoongi limpiándolo, pero todavía se sentía mal. Y Yoongi no entendía por qué Taehyung estaba aún haciendo lo que estaba haciendo. Tal vez Namjoon quería un cuerpo limpio para la tortura.          

 

Cuando las manos de Taehyung se movieron sobre su culo, la vergüenza inundó a  Yoongi  mientras su polla se llenaba. Al parecer, Taehyung se había equivocado. Podía levantarse. Yoongi sólo rezaba que Taehyung no se diera cuenta y si lo hacía, que el hombre lo ignorara.

 

Una vez que Yoongi había sido limpiado de un extremo al otro, Taehyung lo sacó de la ducha y lo secó. Una vez que Yoongi estuvo seco, Taehyung lo empujó hacia abajo sobre el asiento del           

inodoro y procedió a secar el cabello.   

 

Yoongi  no dio una sola  nota  de  protesta  cuando Taehyung cepilló el cabello o enjabonó la cara y le afeitó. Pero sí comenzó a  observar a Taehyung. Al  principio, él  quería saber qué tipo de juego estaba jugando Taehyung. Y luego estaba curioso en cuanto a lo que Taehyung estaba pensando porque nada se mostraba en su  rostro.

               

Cuando Taehyung le agarró la mano y tiró de él para ponerlo sobre  sus  pies,  Yoongi  siguió  al  hombre  de  vuelta  a  la habitación. Se sintió un poco despojado cuando Taehyung lo dejó     

desnudo en el medio de la habitación y salió por la puerta.        

 

Antes de que Yoongi pudiera decidir lo que iba a hacer, Taehyung regresó con una camisa de algodón, un par de pantalones deportivos y algunos calcetines. Ayudó a Yoongi a vestirse y luego  lo  empujó  hacia  abajo sobre  la  cama,  tirando  de  las mantas hasta la cintura. El  silencio  continuó  flotando  en  el  aire  mientras  Taehyung tomaba la bandeja que había traído antes y  se sentaba en el borde de la cama.    

 

Taehyung sostenía un vaso de líquido rojo en frente de la cara de Yoongi. Yoongi podía oler la sangre en el interior del cristal y  a  pesar  de  su  desolación,  su  estómago  retumbó  con  el     

suculento aroma.           

 

Taehyung sostuvo el vaso de sangre en los labios de Yoongi y lo   inclinó   hacia   adelante.   Yoongi   no   podía  beber o humedecerse. Cuando las cejas de Taehyung se arquearon, Yoongi bebió hasta que cada gota se hubo ido.        

 

Taehyung dejó el vaso en la bandeja y cogió una servilleta. Limpió la boca de Yoongi y luego agarró la bandeja poniéndose en pie de un salto. Yoongi miraba fijamente a Taehyung. Cuando los labios de Taehyung se apretaron y se hicieron una línea, Yoongi volvió la cabeza, no queriendo ver la ira del hombre.

 

—Vete a dormir Yoongi —ordenó Taehyung—. Voy a estar de vuelta en un par de horas con un poco más de sangre.    

 

Yoongi esperó hasta que oyó la puerta cerrarse detrás de Taehyung  antes  de  dejar  que  las  lágrimas  picaran  en  sus  ojos. Yoongi las hizo a un lado y metió la mano en su boca para mantener sus sollozos para sí mismo, pero eran tan rudos y duros  que  se  acumularon  en  su  cuerpo  hasta  que  la extenuación por fin se hizo cargo y lo apartó de su pena.             

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CAPITULO 8

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