El impulso de arrastrar a Jungkook a sus brazos era abrumador. Los brazos de Yoongi en realidad ansiaban sentir a su compañero en ellos. Y por mucho que él lo quisiera, Yoongi sabía que tenía que mantener la distancia entre ellos. Sería demasiado fácil dejar que Jungkook y Taehyung entraran en su vida.
Y ellos estarían en peligro.
Y joder si él no estaba enfermo del peligro. Yoongi deseaba
que todo se fuera lejos para que pudiera reclamar al par. Sabía lo frustrado
que sus compañeros estaban, pero su frustración no era tan fuerte como la de Yoongi.
Las posibilidades eran demasiado grandes, de que alguien de
su pasado descubriera sobre Jungkook o Taehyung y buscara hacerle daño a Yoongi
hiriendo a uno de sus compañeros. Yoongi había tratado de buscar desde todos
los ángulos, algo que hiciera más seguro que él reclamara a Taehyung y Jungkook,
pero nunca encontró una solución. De cualquier manera que lo miraba, ellos
terminaban heridos.
—Es
mejor que no lo sepas, Jungkook. —Yoongi se apartó de los ojos de Jungkook,
ojos que le pedían una explicación. No tenía una que pudiera dar—. Sólo dime
todo lo que sabes.
—Taehyung
se ha ido.
—Ya sé eso, Jungkook. ¿Qué más sabes?
—Nada
—gritó Jungkook—. No lo entiendes, no sé nada. Se fue para hacer unos recados,
y nunca volvió a casa. Eso es todo. Eso es todo lo que sé.
«¡Mierda!»
La creciente tensión en el cuerpo de Yoongi se estableció en
la parte posterior de su cuello, y no importaba lo mucho que se frotara, ella
no se iba el tiempo suficiente para juntar el rompecabezas. En todo en lo que
podía pensar era en quién podría tener a su pequeño y dulce compañero.
Yoongi se estremeció cuando sintió otro par de manos sacar
las suyas de en medio y luego empezar a amasar sus tensos músculos. Y luego el
aromático olor de Jungkook llenó sus sentidos. Yoongi gimió y dejó caer la
cabeza hacia adelante, permitiendo el ligero toque, necesitándolo aunque sólo
fuera por un momento.
Él se había estado negando el toque de sus compañeros, sabiendo
que no iba a ser capaz de evitar reclamarlos si ellos se acercaban. Pero sólo
por un segundo, quería la cercanía.
Cuando su cuerpo empezó a hundirse en la sensación del toque
de Jungkook, Yoongi se enderezó y se apartó. Si permitía seguir el toque por
más tiempo, no sería capaz de evitar reclamar a Jungkook, y sus dos compañeros
estarían en problemas.
—Gracias,
Jungkook —dijo para aliviar la decepción en el rostro del hombre—. ¿Puedes
responder algunas preguntas más para mí?
Jungkook apretó los labios, pero asintió.
—¿Se
llevó algo con él?
—No lo sé.
—¿No
dijiste que tenía una pequeña bolsa con él, Jungkook? —Jin preguntó.
—¡Sí! —Jungkook
apartó la mirada de Jin cuando habló y miró de nuevo a Yoongi—. Tenía una
pequeña bolsa con él.
—¿Qué tan
pequeña? —Yoongi preguntó, tomando ese pedacito de información—. ¿Como un
pequeño bolso o un bolso de viaje pequeño?
—Taehyung
usa una mochila como bolso de viaje. Mantiene una muda de ropa ahí, junto con
su medicación, algunas botellas de agua y jugos, y aperitivos. Siempre la tiene
con él.
—¿Es la
bolsa que se llevó con él?
—Sí.
—Las cejas de Jungkook se fruncieron—. Pero parecía más llena de lo que
normalmente está, como si hubiera puesto algo más en ella. No pensé en ello en
ese momento porque Taehyung siempre tiene su bolso con él. Pone todo en él.
Jungkook levantó la vista cuando Yoongi se acercó a él.
—Escúchame,
Jungkook, ¿hay alguna posibilidad de que Taehyung se fuera por su propia
voluntad?
—¡No!
—espetó Jungkook—. ¿Por qué haría eso? —Jungkook de repente se inclinó y puso
sus brazos alrededor de su estómago—. Oh, dioses.
—¿Qué,
bebé? —Yoongi preguntó mientras se dejó caer de rodillas y luego retiró el pelo
hacia atrás de la cara de Jungkook—. ¿Qué ocurre?
—Él me
dejó —susurró Jungkook. Yoongi lo atrapó cuando sus piernas cedieron—. Él me
dejó.
—Jungkook…
—Ahora,
no tengo a nadie.
El corazón de Yoongi se hizo añicos, y sus entrañas se
apretaron por el agonizante dolor en los ojos de Jungkook. Nunca había visto a
nadie lucir tan abatido o perdido, y había visto algunos horrores en su vida.
Los ojos de Jungkook estaban angustiados mientras todo su cuerpo casi se
desmoronaba.
—Tienes
a la manada —señaló Yoongi y después se arrepintió de sus palabras cuando Jungkook
lentamente levantó la cabeza y lo miró con algo parecido a ojos vacíos. La
sangre de Yoongi se congeló.
—No.
Tengo. A. Nadie. —Jungkook lo empujó de sus brazos. Yoongi se arrodilló en el
suelo y sintió un dolor abrumador entrar en su cuerpo por las palabras de Jungkook—.
Alejaste la única razón que tenía de ser feliz.
Yoongi observó con impotencia cuando Jungkook salió de la
habitación. «¡Mierda!» No se suponía que debía ser así. No era... Yoongi gruñó,
sin saber cómo esperaba que las cosas fueran. Él los había apartado, esquivando
cada uno de sus avances. Pero tenía buenas razones, maldita sea.
Levantándose a una posición erguida, Yoongi siguió a Jungkook.
Sabía que tenía que llegar al hombre para llevarlo a algún tipo de término
medio. Tenían que dejar de lado lo que estaba pasando entre ellos y encontrar a
Taehyung. Sólo la idea del hombre pequeño solo, ahí afuera, hizo que el lobo de
Yoongi aullara con rabia y miedo.
—Jungkook.
—¡Vaya!
—dijo Jungkook cuando dio la vuelta alrededor del fregadero de la cocina—. En
primer lugar, no pude conseguir que vinieras a cualquier lugar cerca de
nosotros, y ahora no puedo conseguir que tu miserable culo se marche. Si
hubiese sabido que tratándote como la mierda te traería corriendo a nuestro
lado, te hubiera tratado como a un felpudo meses atrás.
—¡Jungkook!
—¿Qué
esperas de mí, Yoongi? ¿Se supone que debo caer en tus brazos porque estás aquí,
dispuesto a ayudar? — Jungkook soltó un bufido poco digno—. Lo siento, amigo,
pero mis días de perseguirte han terminado.
Yoongi estuvo al otro lado de la habitación en menos de un
segundo, agarrando a Jungkook en torno a sus brazos.
— Nunca vas a entender, Jungkook. Pero no espero que lo
hagas. Vamos a poner a un lado nuestras diferencias y trabajar juntos para
encontrar a Taehyung. Después de eso, puedes olvidar todo sobre mí, y tú y Taehyung
pueden vivir una feliz y larga vida juntos. —Y esas palabras eran las más
difíciles que Yoongi había dicho alguna vez en su vida. No quería que sus
compañeros se olvidaran de él. No quería que siguieran adelante sin él.
Pero no tenía otra opción si no los quería lastimados.
—Está
bien —dijo Jungkook mientras colgaba sus brazos sobre sus costados, rompiendo
el abrazo de Yoongi—. Encontraremos a Taehyung juntos. Y después de eso, no
quiero volver a ver tu cara de nuevo, Yoongi.
Yoongi sabía que siempre recordaría el momento exacto en que
su corazón murió. Fue aquí mismo, justo ahora, en esta misma cocina cuando las
palabras de Jungkook se hundieron y miró a Yoongi con tanto odio en sus ojos
azules-pálido que la misma alma de Yoongi se hizo trizas.
—Entonces tenemos que irnos. —Yoongi
se volvió, saliendo de la cocina, sintiendo que nunca volvería a estar caliente
otra vez.
Su pareja lo odiaba.
Era lo que merecía después de todo lo que les había hecho
pasar, y todo era en nombre de protegerlos. Se dirigió a la puerta principal,
rezando para que pudiera encontrar a Taehyung, y rezando para que se pudiera
acurrucar en alguna parte y morir por el dolor que había en su corazón ahora
mismo.
Se deslizó en su camioneta y arrancó el motor, observando
cómo Jungkook rígidamente rodeaba la camioneta y se metía en el lado del
pasajero, sin decir una palabra mientras abrochaba el cinturón de seguridad.
Este iba a ser un paseo condenadamente frío. Los ojos de su compañero se
redujeron en cólera, pero Yoongi también podía ver el dolor subyace en ellos.
—¿Dónde
deberíamos empezar? —preguntó Yoongi.
Jungkook miró por la ventana durante tanto tiempo que Yoongi
no estaba seguro de que el hombre le fuera a responder. Finalmente, se encogió
de hombros.
—No lo sé. Creo que podríamos empezar con las terminales de
autobuses o la estación de tren.
—¿Él
saldría de la ciudad? —preguntó Yoongi.
—No
estoy seguro de lo que está pasando por la cabeza de Taehyung en estos
momentos. Él no me dejó entrar.
Yoongi asintió mientras lanzaba su brazo sobre el respaldo
del asiento y sacó la camioneta de la calzada. Puso la marcha y se dirigió a la
terminal de autobuses. Cuando entró en el aparcamiento de la terminal de
autobuses, Jungkook saltó incluso antes de que Yoongi detuviera completamente
la camioneta.
—¡Jungkook!
—gritó Yoongi mientras apagaba el motor y luego saltó de la camioneta y se fue
tras el hombre. Alcanzó a Jungkook cuando acababa de llegar a la puerta
principal—. Jungkook, maldita sea, desacelera de una puta vez.
—Tú
desacelera de una puta vez —espetó Jungkook cuando tiró de su brazo liberándolo
e irrumpió en la estación de autobuses.
Yoongi rodó los ojos y siguió. Podía ver que el punto medio
iba a estar en algún lugar en el ártico por la forma en que Jungkook estaba
actuando. Estaba siendo tan frío que Yoongi se estaba congelando.
Al menos cuando estuvieron adentro, Jungkook parecía estar
dispuesto a trabajar como equipo. Tomó un lado de la habitación mientras que Yoongi
tomó el otro. Comprobaron toda la sala principal, los cuartos de baño y un
armario. Buscaron en el patio de comidas y el área de venta. Incluso revisaron
el exterior de la terminal donde los autobuses aparcaban.
Nada.
Nadie había visto a Taehyung.
Yoongi esperó junto a la puerta principal cuando Jungkook se
reunió con él.
—¿Estación de tren?
Jungkook se encogió de hombros y se dirigió hacia fuera,
luciendo más agobiado con cada paso. El corazón de Yoongi se salió por el
hombre. Sabía exactamente lo que se sentía perder a alguien cercano a él. Había
perdido a sus dos compañeros en su tranquila campaña para mantenerlos a salvo.
—Lo encontraremos, Jungkook. —Yoongi
trató de tranquilizar a su pareja. Odiaba ver a Jungkook lucir tan angustiado.
—¿Lo
haremos? —Jungkook preguntó con una voz inexpresiva—. ¿Cómo? Ha desaparecido de
la faz de la tierra, Yoongi. Es como si se hubiera evaporado. No hay rastro de
él. Si efectivamente, se fue por su propia voluntad, ¿entonces dónde diablos
está? No puede haber ido muy lejos sin que nadie lo viera. Y no es que sea
fácil pasarlo por alto. Es demasiado hermoso para perdérselo.
Sí, lo era. Taehyung era impresionante, pero también lo era Jungkook.
Yoongi no podía entender cómo Jungkook no podía verlo. Ambos hombres eran
preciosos a los ojos de Yoongi.
—Si no
podemos encontrarlo esta noche, tengo unos cuantos favores que me deben.
—¿Favores?
—La cabeza de Jungkook se dio la vuelta mientras sus ojos se estrecharon hasta
convertirse en diminutas rendijas—. ¿Puedes pedir ayuda y no lo has hecho aún?
¿Qué diablos pasa contigo? Taehyung está ahí solo. Tenemos que encontrarlo de
cualquier forma que podamos.
—Jungkook,
no es tan simple.
—¡Al
infierno que no lo es!
Yoongi suspiró profundamente.
—No lo entiendes.
—Estoy jodidamente
cansándome de que digas eso.
—¡Y yo
estoy jodidamente cansado de que me grites todo el tiempo! —Yoongi supo que fue
un error lo que dijo casi instantáneamente cuando los ojos de Jungkook se
estrecharon. O tal vez fue el tono equivocado. Le había gritado a Jungkook.
Pero él estaba
condenadamente cansado de que le gritaran.
Había cosas en juego que ni Taehyung o Jungkook entendían.
—Mira, Jungkook,
hay cosas de mí que no entiendes. — Yoongi ignoró el pequeño bufido que vino de
Jungkook—. Y no estoy en una posición en la que pueda explicártelas. Está demás
decir que tanto tú como Taehyung estarían en grave peligro si se corre la voz
que son mis compañeros. Sólo puedo utilizar estos favores como último recurso
y, créenme, en el segundo en que sienta que lo necesito, lo haré. Pero espero
que encontremos a Taehyung primero.
—¿No
sería mucho más fácil cortar el drama y cobrar algunos favores ahora y
encontrar a Taehyung?
Yoongi rio entre dientes, aunque se sentía cualquier cosa
menos divertido.
—Se podría pensar que así es, ¿no es así? Pero no, una vez
que cobre esos favores, las ruedas comenzarán a girar sobre algo que no puedo
parar.
—¿Puedes
por una vez dejar de hablar con acertijos?
Yoongi gruñó mientras se volvió hacia Jungkook. El hombre estaba
ahí de pie, con las manos apretadas en puños, con la cara arrugada con líneas
de ira. Yoongi suspiró y se pasó la mano por la cara, y luego comenzó a caminar
hacia la camioneta.
No había manera de que pudiera explicar a Jungkook lo que
estaba pasando. Realmente no creía que el hombre lo entendiera. Sospechaba que
en el segundo que les revelara su secreto, Taehyung y Jungkook exigirían que
los reclamara a pesar del peligro.
O ellos lo verían como un monstruo y exigirían que se
quedara lejos de ellos y que nunca hablara con ninguno de los dos de nuevo. En
este momento, no estaba seguro qué resultado preferiría. Yoongi sólo sabía que
se estaba agotando de tratar de guardar sus secretos de sus compañeros. Ellos
simplemente no entendían cuán grande era el peligro.
Yoongi esperaba que nunca lo hicieran.
Incluso si hacía que lo dejara afuera por ser un completo
idiota. Mientras Jungkook y Taehyung estuvieran a salvo, nada más importaba.
Excepto que Taehyung no estaba a salvo, y Yoongi no sabía si el hombre se había
ido por su cuenta o había sido secuestrado. Y eso asustaba a Yoongi casi tanto
como la idea de no tener a los dos dulces hombres para sí mismo.
Yoongi se subió a su camioneta y cerró de golpe la puerta,
la ira por su incapacidad de reclamar a los dos hombres lo montaba duro. Fue a
encender el motor, pero dejó caer la mano mientras se recostaba en el asiento y
miraba por la ventana del frente. Estaba tan profundamente hundido en este
momento que tal vez no importaba si sus enemigos supieran dónde estaba.
Yoongi sabía que en el segundo que llamara para pedir ayuda,
algunas personas que le tenían rencor se enterarían de su ubicación. Tal vez,
sólo tal vez, si cronometraba bien las cosas, podía pedir ayuda, encontrar a Taehyung,
e irse de una puta vez de la ciudad antes de que la mierda cayera sobre las
cabezas de las personas que le importaban.
De todos modos, era un plan.
Era un mejor plan que sentarse de brazos cruzados,
observando cómo aumentaba el odio de sus compañeros hacia él.
Yoongi cogió el teléfono y marcó un número que conocía de
memoria. No estaba en ninguna agenda o registro. Era un teléfono conectado a un
satélite secreto que estaba orbitando la Tierra. Sólo aquellos que tenían el
número podrían incluso acceder a él. Y no podía ser rastreado, ni siquiera por
el gobierno... cualquier gobierno.
—Min Yoongi,
nodo de acceso 57834. Nombre código: Mordedor de tobillo. —Yoongi puso los ojos
en blanco mientras repetía el nombre en clave con el que Marc lo había apodado.
Odiaba ser llamado Mordedor de tobillo. Marc pensó que era divertido. En la
parte positiva, nadie nunca pensaría en ello.
—Acezando
—una suave, monótona voz computarizada respondió.
Yoongi esperó, escuchando una serie de pitidos. Sabía que el
equipo estaba analizando su patrón de voz y comprobando su ubicación. A menos
que pasara el protocolo de seguridad, nunca se podría conectar con Marc, y ésta
era la única manera de conseguir llegar al hombre. Marc no tiene una dirección.
—Acceso
concedido.
Yoongi esperó un momento y luego se oyó el teléfono dando
una serie de clics justo cuando Jungkook abrió la puerta del copiloto y se
subió a la camioneta. Yoongi miró a Jungkook y luego de vuelta a la ventana del
frente cuando Marc se puso al teléfono.
—Yoongi,
hombre, ¿en qué tipo de problemas te encuentras en este momento?
—Mi
pareja está perdida.
Jungkook estaba tan
cansado que sus pies estaban acalambrados. Habían registrado casi cada
centímetro del Valle de Wolf Creek, el pueblo, los callejones, los bares y
restaurantes, incluso la compañía de remolque. No había habido ninguna señal de
Taehyung en ningún lugar. Nadie siquiera lo había visto.
Yoongi había comprobado hasta el hospital y la morgue,
lugares en los que Jungkook no quería ni pensar, pero sabía que era una
posibilidad. Gracias a Dios que en esa posibilidad no encontraron nada.
Cuanto más buscaban, más aumentaba la preocupación de Jungkook.
Estaba empezando a preguntarse si alguna vez encontraría a su amante. Yoongi le
había asegurado que si alguien podía encontrar a Taehyung, sería su amigo Marc.
Pero Yoongi había hablado con Marc horas antes, y no habían escuchado ninguna
palabra del hombre.
Jungkook estaba empezando a perder la esperanza.
Cuando Yoongi se detuvo en el estacionamiento de un motel de
carretera, Jungkook se volvió para mirarlo.
—¿Por qué nos detenemos? —Ellos tenían que seguir buscando.
—Jungkook,
son las tres de la mañana. Necesitamos descansar. Necesitas descansar. Podemos
dormir un par de horas aquí y conseguir algo de comida, comenzaremos de nuevo
con la primera luz. Pero estás hecho polvo.
—Estoy
bien —espetó Jungkook, pero sintió el cansancio en los huesos. Sabía de Yoongi
tenía razón, pero quería seguir buscando. Sus ojos estaban ardiendo, y estaba
tan malditamente cansado que podía caer dormido allí mismo, en la camioneta,
pero se sentía culpable por dejar su búsqueda.
Yoongi suspiró y apagó el motor.
—Si no consigues descansar un poco, no va a ser nada bueno
para mí o para Taehyung. Él necesita que seas fuerte. Y necesito que descanses
para que puedas ayudarme a buscarlo.
—Yo...
—Jungkook
—dijo Yoongi mientras tomaba una de las manos de Jungkook—. Necesitas
descansar, bebé. No eres una especie de súper soldado. Estás cansado, molesto y
francamente, podrías usar una ducha.
Jungkook apretó los labios para mantener su sonrisa
bloqueada detrás de sus labios, pero no le sirvió de nada. Se le escapó de
todos modos, lo cual, Jungkook estaba seguro, era lo que Yoongi estaba
esperando. Jungkook rodó los ojos.
—Está
bien, pero tomaremos una habitación con dos camas. —No había manera en el
infierno que él fuera a pasar la noche en la misma cama con Yoongi. Tenía los
nervios lo suficientemente deshilachados. Dormir junto al sexi cuerpo de Yoongi
lo enviaría directo sobre el borde.
Una mirada sombría cruzó por la cara de Yoongi, tirando las
cejas hacia abajo y presionando sus labios, pero el hombre asintió.
—Si eso es lo que quieres.
No lo era, pero esa era la manera que tenía que ser. Yoongi
había dejado su posición más que clara, y Jungkook se negaba a ceder ante la
necesidad que tenía por el hombre más grande, sin importar lo mucho que lo
quería.
Yoongi no lo quería como pareja, y eso significaba que Jungkook
no podía ceder a sus sentimientos por el hombre.
Quería significar
algo para alguien a largo plazo, no como una aventura de una noche, y eso era
todo lo que él y Yoongi podrían tener. Yoongi no quería más que eso, y Jungkook
nunca expresaría su necesidad, y eso los dejaba en dos camas separadas.
Jungkook se quedó sentado en la camioneta mientras que Yoongi
corrió hacia el interior y alquilaba una habitación de motel para pasar la
noche. Cuando el hombre salió, subió a la camioneta y se dirigió a través del
estacionamiento antes de aparcar delante de una de las habitaciones.
Jungkook siguió a Yoongi fuera de la camioneta y subió hasta
la segunda puerta desde las escaleras. Esperó mientras Yoongi abrió la puerta y
luego lo siguió adentro, mirando a su alrededor.
La habitación no era fantástica, pero al menos parecía
limpia. Jungkook sólo deseaba haberse acordado de empacar una bolsa para que
tuviera algo limpio para cambiarse después de una ducha rápida y saltar a
dormir.
—Si
quieres saltar a la ducha, voy a correr hasta el local de comida rápida que
pasamos hace un par de cuadras y traeré algo de comer.
Jungkook asintió y se dirigió hacia el baño.
—¿Hay
algo específico que te gustaría comer?
Jungkook negó con la cabeza y luego se detuvo, mirando por
encima del hombro a Yoongi.
—Patatas fritas. Me encantaría un poco de patatas fritas
calientes. —Con la diabetes de Taehyung, tenía que vigilar su dieta. Y ya que Jungkook
se hizo cargo de Taehyung, eso significaba que él comía lo que Taehyung comía.
Echaba de menos las patatas fritas.
—Patatas
fritas serán.
En el momento que la
puerta se cerró detrás de Yoongi, Jungkook entró en el baño y comenzó a
desvestirse. Su ducha fue rápida, sólo una rápida fregada a conciencia y
champú. Estaba tan cansado que sus ojos le ardían y su cabeza palpitaba. Sólo
quería comer, meterse en la cama, y desmayarse... y no necesariamente en ese
orden.
A medida que el agua caliente golpeó su cansado cuerpo, Jungkook
se preguntaba si Yoongi intentaría algo o lo dejaría dormir en paz. No estaba
seguro de cuál quería más. Estaba exhausto, asustado por Taehyung, y demasiado
cansado para discutir con Yoongi. Su enojo de antes se había disipado, y todo
lo que Jungkook quería ahora era encontrar a Taehyung y volver a casa.
Nunca en su vida un día había durado tanto. Había pasado
casi veinticuatro horas con Yoongi, el tiempo más largo que el hombre había
estado nunca en torno a él, y Jungkook tenía que admitir que le gustaba estar
con Yoongi... incluso si era buscando a Taehyung.
Había mantenido una actitud fría, pero sus ojos
continuamente vagaban sobre Yoongi mientras el hombre conducía o buscaban por
diferentes lugares. Fue algo agradable pasar tiempo con el lobo.
Sólo deseaba que Yoongi dejara de decirle a Jungkook que no
entendía lo que estaba pasando y le explicara las cosas. Por lo que había visto
hoy, Jungkook sabía que quería conocer a Yoongi un poco mejor. Yoongi parecía
cariñoso y preocupado. Jungkook sonrió para sus adentros. El hombre era incluso
interesante e ingenioso.
Lástima que tuviera una monstruosa pared construida a su
alrededor. Un muro tan alto que Jungkook sabía que no sería capaz de escalar.
Jungkook cerró la
ducha y salió. Cogió una toalla y se secó rápidamente y luego ató una seca
alrededor de su cintura. Él realmente no quería ponerse ropa sucia de nuevo,
pero sabía que eventualmente tendría que hacerlo. Pero por un ratito...
Jungkook tomó su ropa y se las llevó a la habitación
principal. La dejó en la silla al lado de una de las camas y luego se deslizó
sobre la cama, volviendo hacia atrás para apoyarse contra la cabecera. Cogió el
mando a distancia de la mesa de noche y comenzó a pasar los canales justo
cuando la puerta se abrió y Yoongi entró, con dos bolsas en sus brazos.
Yoongi se detuvo en la puerta y miró a Jungkook por un
momento y luego se volvió y cerró la puerta con llave. Tiró la tarjeta de
acceso en la mesa pequeña en la esquina junto a la ventana y luego colocó las
bolsas en el suelo.
—Sabía
que habías olvidado empacar algo, así que me detuve en una tienda de
veinticuatro horas y escogí un par de camisetas de algodón. Lo siento, no
tenían pantalones. — Yoongi arrojó las dos camisetas a Jungkook, una blanca y
otra celeste.
—Gracias
—dijo Jungkook mientras atrapaba las camisetas y las sostuvo contra su pecho.
Le sorprendió que parecieran exactamente de su talla. Pero estaba
extremadamente agradecido de que Yoongi las escogiera. Los jeans por dos días
seguidos los podía manejar. Las camisetas, no tanto.
—¿Creo
que ordenaste patatas fritas? —Los ojos de Jungkook se agrandaron mientras
miraba la enorme canasta de patatas fritas que Yoongi le tendía. Amaba las
patatas fritas, pero no estaba seguro de poder comer tantas. Ni siquiera estaba
seguro de que tres personas pudieran comer tantas patatas fritas.
—Gracias.
—También
te traje una hamburguesa de pollo a la parrilla con queso suizo y un jugo.
Lo ojos de Jungkook se alzaron por la sorpresa.
—¿Jugo?
Yoongi encogió de hombros.
—Me di cuenta de que cuidando de Taehyung y todo eso, no
sueles comer mucha comida chatarra, y aunque está bien derrochar de vez en
cuando, no tiene ningún sentido excederse. Tu estómago probablemente no podría
manejarlo.
—Sí. —Jungkook
estaba un poco sorprendido de que Yoongi hubiese pensado en eso y lo
considerara lo suficiente para comprarle algo saludable para comer. Sólo
esperaba que Yoongi le comprara una hamburguesa de comida rápida y patatas
fritas, tal vez una Coca-Cola o algo así. No esperaba tal consideración.
Metió la mano en sus patatas fritas mientras observaba a Yoongi
sentarse a la mesa y comer su comida. Sonrió cuando Yoongi se comió dos
hamburguesas, una tras otra. Yoongi tenía patatas fritas también y un jugo.
Cuando Jungkook liquidó lo último de su comida —de lo cual estaba asombrado de
comérselo todo—, Yoongi estaba recostado en su silla, frotándose el estómago.
—¿Lleno?
—preguntó Jungkook y luego bebió lo último de su jugo.
Yoongi se rio entre dientes.
—Sí, esas fueron unas hamburguesas muy grandes.
Jungkook recogió su basura y la metió en una bolsa, y luego
se sentó en la cama, sin saber qué hacer.
—Acuéstate y descansa un poco, Jungkook.
Voy a saltar a la ducha. Saldré en unos minutos.
Jungkook asintió y se deslizó hacia abajo en la cama,
tirando de las mantas encima de su cuerpo. No fue hasta que comenzó a
acurrucarse para dormir que Jungkook se dio cuenta de que todavía tenía una
toalla envuelta alrededor de sus caderas.
Lanzó una rápida mirada hacia la puerta del baño cerrada y
luego tiró la toalla, dejándola caer en el suelo junto a la cama. La cogería
por la mañana antes de colarse en el cuarto de baño, con suerte antes de que Yoongi
se despertara.
Se hizo el dormido cuando Yoongi salió del baño diez minutos
más tarde, pero era difícil hacerlo cuando oía cada movimiento de Yoongi... el
chirrido de los muelles del colchón cuando el hombre se sentó, el roce de las
mantas, incluso el profundo suspiro de Yoongi cuando por fin se estiró en la
cama.
—Buenas
noches, Jungkook.
Los ojos de Jungkook se abrieron de golpe. Yoongi lo estaba
mirando fijamente. Tragó saliva ante el destello de lujuria que podía ver
ardiendo en los ojos de Yoongi. ¿Desde cuándo el hombre lo deseaba?
Jungkook rápidamente cerró los ojos y trató de apagar la
imagen de su mente.
—Buenas noches, Yoongi.
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