sábado, 13 de agosto de 2022

CAPITULO 3

 Namjoon partía un par de días después.

 

Amanecía.

 

Sabía que Yoongi debería de estar en algún lugar muy profundo en el bosque cerca de Albany. Primero buscaría a su primo y luego se dedicaría a buscar a Jin.

 

Llegó a un costado de la carretera, a unos 20 kilómetros de la entrada al pueblo, y ocultó su camioneta para poder adentrarse en las profundidades del bosque. No sabía cuánto tiempo tardaría y quería que su vehículo estuviera allí cuando tuviera que regresar.

 

Luego de varios días de búsqueda encontró el rastro de un oso. Lo siguió por unas horas hasta que, cuando el sol moría entre las ramas de los árboles y la oscuridad empezaba a apoderarse del lugar, encontró una pequeña cabaña.

 

Namjoon respiró hondo y una sensación de excitación se apoderó de él. Un olor que jamás olvidaría inundó sus fosas nasales. «¿Jin?» ¿Podría su lobo estar allí dentro?

 

Celos, angustia, desesperación, lo invadieron.

 

Ciego por la catarata de sentimientos que se agolpaban en su pecho, corrió hacia la puerta de la cabaña y golpeó con furia la puerta.

 

Cuando la puerta se abrió, el hermoso hombre del que había estado enamorado desde hacía tantos años se materializó ante sus ojos como si hubiera conjurado un hechizo. Estaba tan hermoso como siempre, pero más delgado, su cara demacrada y sus ojos verdes llenos de tristeza y dolor.

 

—¿Jin? —Namjoon fue el primero en hablar.

 

Jin sintió una punzada en su corazón, su alma parecía volver a su cuerpo. Lágrimas corrían por sus mejillas y cuando ya no pudo resistir el impulso de abrazar a Namjoon y besarlo con desesperación, Yoongi murmuró tras él:

 

—¿Qué haces aquí, Namjoon?

 

Jin se congeló. La voz de Yoongi temblaba. Jin podía oler el miedo en el muchacho, así como podía percibir la gran excitación que salía en olas del cuerpo de Namjoon.

 

—Vine a buscarte para que vuelvas con la familia, para que vuelvas conmigo a Bakú —le respondió secamente Namjoon.

 

Bakú, la ciudad donde Yoongi nació y de la que fue echado. ¿Podría volver allí y vivir sintiendo los ojos prejuiciosos de todos sobre él? Lo dudaba. Pero el temor por la salud de su madre lo estaba agobiando.

 

—¿Qué? ¿Algo malo le pasó a mi madre? —Yoongi estaba angustiado pensando en que tal vez su madre agonizaba y Namjoon había ido en su búsqueda para que ella pudiera verlo antes de morir. ¿Qué otra cosa podría traer al líder de los osos ante su puerta?

 

Namjoon se sintió la peor de las lacras. Yoongi no debería de pensar que sólo sería buscado por alguna circunstancia tan fatal como la posible muerte de Sangmi.

 

—No, ella está bien, no le ha pasado nada malo. —Namjoon hablaba mirando a Yoongi, ignorando por el momento la presencia de Jin.

 

—¿Por qué? —Yoongi solo pudo preguntar, angustia reflejada en su cara. Jin sentía lástima por el chico.

 

—Porque he cometido un grave error y espero estar a tiempo para repararlo. —Namjoon no quería darle vueltas al asunto, quería ser directo y reconocer sus pecados. No era el momento de ser el orgulloso líder de los osos. Ahora era un hombre que se enfrentaba a otro hombre, uno al que había lastimado terriblemente y del que buscaba su perdón… Si es que aun existía un perdón para todo el mal que había hecho.

 

—¿Ahora vienes y te atreves a decirme que obligarme a alejarme de los que amaba ha sido un grave error? ¿Después de diez jodidos años? —Yoongi estaba indignado y ofuscado. No podía creer la desfachatez de su primo.

 

—Según dicen, nunca es tarde para el perdón…

 

—¡Te equivocas! —gritó Yoongi apretando los puños a los costados de su cuerpo, tratando de evitar arrojarse sobre Namjoon y golpearlo como tantas veces había soñado hacer—. Además no sé si quiero volver a Bakú. Ya tengo mi vida hecha y por otro lado… —Yoongi susurró las últimas palabras, tomando fuerzas para decirle todo a Namjoon.

 

—Por otro lado, ¿qué? —se apresuró a preguntar Namjoon, angustiado de que Yoongi hubiera tomado su lugar en el corazón de Jin.

 

—He encontrado a mi compañero destinado y no me iré sin él. —Yoongi fue firme, los nudillos estaban blancos de tanto que apretaba sus manos en puños.

 

—¿Es él? —preguntó señalando con la cabeza a Jin. Sabía que no podía ser cierto, Jin era suyo, no de Yoongi. Pero los celos lo estaban consumiendo y quería escuchar las palabras. Quería escuchar que Yoongi le dijera: “No es él”.

 

—No —simplemente dijo Yoongi y Namjoon pudo tragar el nudo que se había formado en su garganta—. Pero es un hombre, su nombre es Taehyung y es de otra especie y me importa una mierda lo que digas o pienses. ¡No voy a dejarlo! Ahora que Jin me ha convencido de que no hay nada malo en enlazarme con un lobo, lo buscaré y permaneceremos juntos.

 

—¿Jin te convenció? ¿Buscarás a un tal Taehyung? No entiendo. —Namjoon evidentemente estaba cada vez más confundido y ansioso por saber qué estaba haciendo Jin allí y qué papel jugaba en todo este asunto.

 

Yoongi puso los ojos en blanco y se preparó para relatar lo más escueto posible todo el asunto. Quería ir a buscar a Taehyung aunque no supiera qué rumbo tomar. En su mente sólo estaba ese pensamiento y Namjoon estaba interponiéndose en su camino.

 

—Hace una semana aproximadamente me encontré con mi compañero pero me asusté y hui. Al día siguiente Jin tocó a mi puerta estando enfermo y débil. —Esa declaración por parte de Yoongi fue como una bofetada en la cara de Namjoon. Su lobo estaba sufriendo y él no había estado a su lado para cuidarlo. Se odió por ello, por esa vida de mierda que había tenido que llevar, lejos del hombre que amaba y con el que debería de estar compartiendo su vida en estos momentos—. Solo fue debido a que desde el día de la masacre de la manada Kim, Jin vivió en su piel de lobo y esta era la primera vez que cambiaba a su forma humana. Después que descansó y recuperó energías estaba como nuevo.

 

Namjoon giró su cabeza hacia Jin, mirándolo a los ojos, esos hermosos ojos verdes de los que se había enamorado hacía tantos años atrás.

 

—¿Has estado en tu piel de lobo todos estos años?

 

Jin asintió sin decir una palabra.

 

Más culpa atravesó el pecho de Namjoon. ¿Cómo había podido ser tan egoísta? No solo había condenado al hombre que amaba sino que había aniquilado a toda su manada.

 

—Lo lamento… —Fue todo lo que Namjoon pudo decir sin desmoronarse, queriendo acariciar a Jin en la cara, besarlo, abrazarlo…

 

—¿Es lo único que puedes decir? Si era solo eso puedes dar la vuelta e irte por donde viniste. Seguramente tu esposa e hijos deben estar extrañándote. —Yoongi era hiriente. Pero sus palabras lastimaron a Namjoon de la misma manera que a Jin.

 

—No, no me iré tan pronto. No me iré sin ti —le dijo firmemente Namjoon a Yoongi.

 

—No estoy solo. Si regreso, debes aceptar a Taehyung, mi compañero, y a Jin. —Yoongi era tenaz, un oso tozudo y terco. Era del tipo que cuando algo se le mete en la cabeza, hasta no lograrlo no se detiene.

 

Jin se sobresaltó, no podía aceptar estar cerca de Namjoon y no poder ejercer su derecho como compañero. No viviría una mentira, nunca más.

 

—No puede ser —determinó Namjoon.

 

—Entonces te irás solo —sentenció Yoongi.

 

—¡NO! ¿Qué parte de que te irás conmigo no has entendido? —Namjoon dijo algo enojado.

 

—¿Qué parte de vete a la mierda no has entendido? — replicó Yoongi.

 

¿Adónde se había ido el dulce muchacho que era su primo? Namjoon no lo sabía pero estaba determinado a encontrarlo detrás de la máscara de ironía que se había puesto para hablarle.

 

—Entonces no me iré de aquí hasta que decidas volver conmigo —determinó Namjoon sin dejar más argumentos para seguir la discusión.

 

—Espero que entiendas que nunca lloverán ranas del cielo —dijo sarcásticamente Yoongi.

 

Namjoon usó su fuerza para abrirse paso entre los dos hombres, ingresando a la cabaña y sorprendiéndose de lo bien que se las había arreglado Yoongi para vivir. En cierta forma, estaba orgulloso de su primo.

 

—No te conocía esa faceta de testarudo —dijo Namjoon girando y bloqueando sus ojos con los de Yoongi—. Veo que sólo tienes una cama. ¿La están compartiendo? —preguntó elevando una ceja sugestivamente. Yoongi se sonrojó. Jin se veía claramente enojado con ese comentario.

 

—¡No! —respondió Yoongi—. Además, ya nos íbamos.

 

—¿Se van? ¿A dónde? —Namjoon estaba ansioso, no iba a permitir que los dos hombres por los que había hecho el viaje se le escaparan de las manos.

 

—A buscar a Taehyung —dijo Yoongi, sus ojos se iluminaron con la simple mención del hombre.

 

—Iré con ustedes —determinó Namjoon, no queriendo apartar los ojos de Jin.

 

—No —gruñó Yoongi algo enojado. No quería que su primo fuera una espina en su camino. No permitiría que interfiriera nunca más en su vida y menos permitiría que lo alejara de su compañero. Ya había vivido demasiado tiempo solo.

 

—Yoongi, no discutas. Sabes que haré lo que se me dé la gana —Namjoon le respondió sarcásticamente.

 

—Sí, ya sé que siempre lo has hecho y te ha importado una mierda lo que sientan o piensen los demás. Siempre has sido un jodido egoísta. —Yoongi había afilado la lengua en estos años. Namjoon estaba admirado de la agudeza del muchacho. En el pasado, había sido tímido y nunca había elevado su voz. Haber estado en soledad tanto tiempo lo había ayudado a madurar y defender sus ideales.

 

—No sabes nada —replicó Namjoon.

 

—Sé lo suficiente —deslizó Yoongi y calló inmediatamente.

 

No quería dejar al descubierto la confesión de Jin.

 

Silencio reinó en la cabaña. Namjoon y Jin se miraron a los ojos por largo rato, diciendo mucho pero sin palabras.

 

Yoongi quiso darles un momento de privacidad y buscó una excusa para salir de la cabaña.

 

—Iré por agua. Cuando regrese, partiremos. —Sin más, Yoongi tomó unas cantimploras y salió cerrando la puerta tras él.

 

La emoción se apoderó de Namjoon, se acercó a Jin y levantó una mano hacia su rostro. Ya no podía aguantar más las ganas de tocarlo. Acarició con la yema de sus dedos el costado de la cara amada. Jin cerró los ojos y se dejó tocar, sintiendo, deseando.

 

—Te he extrañado tanto —susurró Namjoon, sin dejar de acariciar el rostro de Jin. Una lágrima mojó sus dedos y sintió que su corazón se apretaba. Lamió su dedo saboreando el sabor salado proveniente de los ojos de su compañero. Gimió y, sin poder detenerse, jaló al lobo a sus brazos y lo apretó fuerte—. Te amo tanto. Que los dioses me castiguen pero mi vida sin ti es un infierno.

 

—Namjoon… no me hagas esto —gimió Jin entre lágrimas—. Volverás con tu familia. No me des falsas esperanzas. No podré resistirlo nuevamente.

 

—Jin, te amo. Eso nunca estuvo en discusión y lo sabes. Ojalá pudiera dejar todo atrás y quedarme contigo. Pero mis hijos…

 

—¿Hijos? ¿Cuántos tienes?

 

—Dos y en un mes nacerá otro.

 

Las palabras hicieron eco en Jin, sintió las piernas aflojarse y caer en un precipicio sin fondo.

 

—Entonces, ¿por qué me dices que me amas, que te arrepientes de llevar una vida sin mí? Eres cruel. —Jin trató de apartarse de Namjoon, pero el oso lo sostuvo con más fuerza contra su cuerpo.

 

—Soy egoísta, lo sabes. Lo quiero todo. A ti, a mis hijos, a mi gente.

 

—No puedes tenerlo todo, debes elegir. Pero ya has elegido. Hace años lo has hecho y evidentemente yo no fui tu elección.

 

Namjoon besó la frente de Jin y luego disfrutó de la suavidad de su cabello cuando sus labios recorrieron un mechón que cayó sobre la frente. Su lobo tenía el cabello largo, sedoso, oscuro y brillante. Se le antojaba jalarlo mientras lo jodía sin sentido. Esa idea hizo que su polla se pusiera

dura y gimió sin poder contenerse de exhalar el deseo que sentía por su compañero.

 

Namjoon trató de tragar y aclarar su garganta para seguir hablando.

 

—Te juro que me he arrepentido cada minuto de mi vida por no haberte elegido. No sabes lo duro que ha sido para mí vivir junto a una mujer que no amo, tener que hacerle el amor cuando no siento nada más que amistad por ella. Lo único que me ata verdaderamente a la vida que llevo son mis hijos. Ellos son todo para mí.

 

—Y yo no tengo un lugar junto a ellos —afirmó Jin.

 

Namjoon bloqueó sus ojos con los de Jin, limpió con sus dedos las lágrimas de su rostro y depositó un beso en la punta de su nariz.

 

—Jin, por favor, perdóname. He sido tu peor pesadilla, tu desgracia. No debí insistir en que nos acoplásemos. Mi egoísmo arruinó tu vida, arruinó la vida de Yoongi y arrasó con la vida de toda tu manada.

 

Namjoon estaba tan angustiado, tan desesperado, esos ojos dorados no mentían. Eso hizo que el corazón de Jin se estrujara y tirara toda su resistencia fuera de su cuerpo y de su corazón. ¿Podría creer una vez más en el hombre que lo había defraudado tanto en el pasado? ¿Podría arriesgarse a perder una vez más su corazón y su razón ante él?

 

—¡Maldición! Que me hunda en el infierno pero también te amo y te necesito. —Jin ahora fue el que tomó entre sus manos la preciosa cara de Namjoon y lo besó. Ese beso no fue gentil y dulce como el que Namjoon le diera en la nariz. Fue un beso hambriento y apasionado. Puso en ese beso todo el amor y la desesperación de estos diez años de soledad y abandono, necesitando demostrarle a Namjoon todo lo que lo había añorado.

 

Las manos de ambos hombres vagaban por el cuerpo del otro, buscando piel, necesitando sentirse íntimamente. No tenían tiempo para tomarse uno al otro como querían, como lo deseaban, pero la necesidad estaba en el aire, en sus cuerpos, en sus corazones.

 

La excitación y lujuria nubló sus mentes. Namjoon se sintió perdido, extasiado, vivo por primera vez en años. Se juró que buscaría la manera de tener a Jin en su vida, junto a sus hijos y su gente. No sabía cómo, pero de alguna forma lo conseguiría.

 

Rompieron el beso, jadeando por aire, gimiendo por la pérdida del contacto con el hombre con el que soñaron estar por tanto tiempo. Esto era un sueño, un hermoso sueño del que ninguno de los dos quería despertar.

 

—Jin, por favor… No sé cómo lo haremos, pero no quiero volver a perderte —susurró Namjoon al oído de su lobo—. Eres mío, siempre lo has sido y no quiero que permanezcas lejos otra vez.

 

—No puedes tenerlo todo, te lo dije. ¿Qué harás con tu esposa, con tus hijos? Yo no quiero ser tu sucio secreto, no quiero vivir nuevamente escondiendo nuestro amor. Eso me lastimó más que estos años sin ti. ¿Sabes lo que me ha roto tu rechazo, que te avergüences de mí y de lo que sentimos? —Jin estaba al borde de su resistencia. Si dejaba que Namjoon entrara de nuevo en su vida no podría alejarse nuevamente. Pero también entendía las obligaciones que el oso tenía.

 

Jin se estaba quebrando, ahogando. Namjoon lo estrujó más y le habló al odio, haciendo que su cálido aliento hiciera maravillas en el cuerpo de Jin, excitándolo aún más. ¿Quién estaba seduciendo a quién?, Jin no tenía la menor idea.

 

—No quiero vivir más así. Si el destino quiso que estuviéramos enlazados, no me negaré más a eso. Le explicaré a Carla las cosas. No le faltará nada, ni a ella ni a mis hijos, pero no voy a renunciar nuevamente a ti. —La voz de Namjoon temblaba, las emociones lo sobrepasaban. Nunca soñó volver a tener entre sus brazos a Jin y, ahora que lo tenía, no quería soltarlo.

 

—No me rompas nuevamente el corazón, por favor — Jin rogó, las lágrimas volvieron y se convirtieron en un llanto desgarrador, liberando el dolor acumulado por tanto tiempo.

 

Namjoon lo abrazó más aún, podía sentir que Jin se aflojaba, él lo apretó más y besó la cabeza de su lobo. «Nunca más te dejaré, jamás», prometió en silencio.

 

*******************

 

Yoongi estaba junto al río, cargando agua en las cantimploras. Su mente estaba confusa, su corazón desbocado, pensando en que pronto volvería a ver a Taehyung. Porque sabía que lo encontraría. No descansaría hasta que tuviera al otro hombre cara a cara.

 

Esperaba que su compañero aun lo quisiera. Estaba angustiado pensando en qué pensaría de él el lobo. ¿Habría pensado mejor las cosas y se asquearía que el destino le eligiera un cambiaforma oso como compañero? No, eso no podía ser. Jin le había dicho que Taehyung no era prejuicioso. Y dudaba que en diez años viviendo solo haya desarrollado algún prejuicio.

 

Cuando terminó su tarea, Yoongi comenzó su regreso hacia la cabaña. Estos últimos días habían estado llenos de revelaciones. Jamás hubiera creído que su primo tuviera de compañero destinado a un hombre y encima que fuera un cambiaforma lobo. Siempre había pensado que Namjoon era un hombre inmutable, frío, y con su mente clara. Y la verdad era que siempre había tenido un torbellino de sentimientos contradictorios luchando en su interior. Yoongi no sabía si él hubiera podido tomar las duras decisiones que había tenido que afrontar Namjoon y seguir de una sola pieza en este momento. No envidiaba la posición de su primo, en lo absoluto. Pero tampoco podía perdonarlo tan fácilmente. Namjoon había provocado no solo su propio sufrimiento sino también el de muchos que lo rodeaban.

 

¿Podría Taehyung vivir junto a él conviviendo en la comunidad que mató a los suyos? No conocía a su compañero para poder saber cómo pensaba y cómo reaccionaría ante la idea. Tomó una profunda respiración y trató de alejar esos pensamientos de su mente. El primer paso era encontrar a Taehyung y convencerlo de que él lo quería y ver a dónde llegaban con sus sentimientos.

 

«Taehyung, te encontraré, pronto», se prometió Yoongi apretando los labios y encaminándose de regreso hacia la cabaña con paso firme y su decisión de partir de inmediato rumbo al hombre que sabía cambiaría definitivamente su vida para siempre.

 

****************

 

Taehyung estaba en su cueva, sobre su cama hecha con hierbas y unas mantas que había traído con él cuando escapó la fatídica noche de la matanza. Las mantas estaban en malas condiciones, llenas de agujeros y polvo, pero era el único abrigo que tenía.

 

Su precaria vivienda estaba limpia pero tenía pocas comodidades. Había podido traer consigo pocas cosas y nunca abandonó la soledad de su refugio y sus alrededores. Lo máximo que se había alejado fue hacia el bosque para poder correr en su piel de lobo, sintiendo el efecto de la luna en su cuerpo. Pero aun así no se había adentrado demasiado en las profundidades. Hasta la noche en la que conoció a Yoongi.

 

El primer hombre que había visto en todos sus años de soledad fue su oso. «Mío», repitió en su mente, una y otra vez.

 

Estaba cansado. Desde que su compañero había huido de él, no había descansado mucho, buscándolo incansablemente, adentrándose cada vez más en la espesura del bosque, reprimiendo sus miedos.

 

Ahora estaba pagando las consecuencias, estaba agotado, exhausto. Tenía que descansar si quería retomar la búsqueda nuevamente.

 

Su corazón estaba oprimido, dolorido por la necesidad imperiosa de encontrar su otra mitad, su complemento.

 

Tocó sus labios, recordando el sabor de su compañero, la calidez de su boca, el cosquilleo de la excitación que lo envolvió y la lujuria que casi ciega su mente. El contacto con el otro hombre sólo duró unos momentos, pero esas sensaciones estaban grabadas a fuego en él, quemándolo, consumiéndolo, necesitando revivirlas y acoplarse con el hombre que el destino le había escogido. A Taehyung no le importara que su compañero no fuera un cambiaforma lobo, y se lo había dejado muy claro a Yoongi en su único encuentro. Ya no quería estar solo, necesitaba tan imperiosamente tener a su compañero entre sus brazos, sentirse completo por primera vez en su vida, que nada más le importaba.

 

«Mi oso, por favor, no te escondas de mí», rezó para sus adentros, con anhelo, con deseo, con esperanza de que Yoongi se materializara ante sus ojos.

 

Impotente, dejó escapar un grito ahogado, tratando de sacar de su cuerpo algo de la frustración que lo estaba atormentando.

 

«Ven a mí, amor».

 

¿Amor? Apenas si había visto al hombre una vez, pero un profundo sentimiento de pertenencia estaba apoderándose de él. ¿Estaría ya enamorado? ¿Podría ser eso cierto? Seguramente era su anhelante necesidad de amar y ser amado. Pero estaba seguro que no tardaría mucho tiempo en enamorarse del hermoso hombre que había sido creado sólo para él.

 

Con ese pensamiento, se dejó envolver por el cansancio y se durmió.

 

*************

 

Yoongi, Jin y Namjoon se encontraban subiendo las colinas hacia las cuevas donde Jin les dijo que Taehyung tenía su refugio. Namjoon supo en ese momento que esas cuevas eran las mismas en las que él y Jin habían tenido sus encuentros en el pasado. ¿Lo recordaría Jin tan detalladamente como él?

 

Un grito ahogado retumbó en el lugar, haciendo eco en las paredes de las elevaciones de las colinas, atravesando el corazón de Yoongi. «Taehyung».

 

Yoongi se detuvo un momento, congelado ante la sensación de que su compañero estuviera sufriendo.

 

—¿Cuánto falta, Jin? —preguntó angustiado Yoongi.

 

—Una media hora más. Estamos cerca. —Jin trató de tranquilizarlo.

 

Namjoon se propuso erradicar sus recuerdos lujuriosos y apretar la marcha. Tenía que anteponer ahora las necesidades de Yoongi, ayudarlo en su búsqueda.

 

Siguieron avanzando en silencio, apresurando el paso.

 

Luego de veinte minutos se encontraron a unos cien metros de una cueva.

 

—Es allí —dijo Jin señalando una cueva—. Namjoon y yo llegamos hasta aquí. Esto lo debes hacer solo, Yoongi. Volveremos a tu cabaña y te esperaremos allí. Mucha suerte.

 

—Gracias por todo, Jin. Espero que Taehyung me acepte — dijo Yoongi con su voz temblorosa por el temor ante el desconocimiento de lo que le deparaba el futuro.

 

—No dudes que serás aceptado. Conozco al muchacho y debe estar sufriendo por no encontrarte. Anda, ve —Jin lo alentó.

 

Sin decir más, Yoongi se apresuró a subir el último trecho y se adentró en la cueva.

 

Namjoon tomó de la mano a Jin y lo jaló para un abrazo.

 

—Eres un buen hombre. Me alegra que seas mío —le dijo Namjoon a Jin dejando un suave beso en sus labios. Quería preguntarle a Jin si recordaba sus pasados recuerdos en esas cuevas pero se mordió la lengua. Entonces se propuso hacer nuevos recuerdos.

 

—Será mejor que volvamos, necesito que estemos a solas y recobrar algo del tiempo perdido —confesó Jin con un brillo de picardía en sus ojos.

 

Namjoon gimió, era evidente que Jin y él estaban en sintonía y querían las mismas cosas. ¿Quién era él para negarse a hacer el amor con el hombre que estaba aferrado a su mano, el hombre por el que Namjoon había estado suspirando durante años, el hombre por el que lo daría todo?

 

Las dos parejas se enfrentaban a su destino.

 

Jin y Namjoon debían reconstruir su relación, curar sus heridas y permitirse el perdón.

 

Yoongi y Taehyung empezarían a conocerse y decidirían si su vida juntos era posible.

 

Cuatro hombres, sus caminos se entrelazaban, luchando por el mismo objetivo: lograr la felicidad y dejar de vivir en soledad, gritada a los cuatro vientos para liberar sus almas de la intensa angustia que los acosaba.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

CAPITULO 8

Amanecía. Jin y Namjoon se despedían de Taehyung Y Yoongi.   El destino los separaba una vez más.   Yoongi y Taehyung se quedaron en...