Yoongi se sentía pleno, por primera vez en su vida. Taehyung se encontraba entre sus brazos, dormitando.
El sol estaba en lo alto, el día
era caluroso y a Yoongi el estar en una cueva por tanto tiempo lo empezaba a
asfixiar.
Quería pedirle a Taehyung que
abandonara esta cueva, que se fuera con él a vivir en su cabaña, hacer una vida
juntos en el bosque. Él sería feliz, pero no sabía si el lobo lo sería.
También rondaba por su cabeza la
propuesta de Namjoon. ¿Volver a vivir entre los suyos? ¿Cómo tratarían a Taehyung?
Eran muchas preguntas y no tenía
respuesta a ninguna de ellas. Decidió que lo mejor era ir paso a paso y en
primer lugar pedirle a Taehyung que se fuera a vivir con él. Había llevado una
vida solitaria por mucho tiempo y no sabía si podría acostumbrarse a vivir con
otra persona. Pero lo intentaría.
Taehyung se revolvía en la
precaria cama, abrió los ojos y miró fijo a Yoongi.
—Ey, tú —dijo Taehyung sonriendo y
estirándose para conseguir un beso.
—Hola, bebé. ¿Pudiste descansar?
—Sí, gracias.
—¿Gracias? ¿Por qué me agradeces?
—Por buscarme, por encontrarme,
por aceptar ser mi compañero destinado.
—Acerca de eso… necesito que
hablemos.
La cara de Taehyung se ensombreció
con el pensamiento de que tal vez Yoongi se había arrepentido de haberse
enlazado a él.
—¿Te arrepientes? —preguntó Taehyung,
su voz temblando.
—¡NO! ¿Cómo puedes pensar eso? —Yoongi
abrazó fuerte a Taehyung y el otro hombre se relajó en el abrazo dejando
escapar el aire retenido en sus pulmones—. No voy a dejarte nunca, ¿me
escuchas?
Taehyung asintió y le robó otro
beso a Yoongi.
—Bebé, no quiero que nunca más
pienses que no te quiero o que voy a alejarme de tu lado, ¿entiendes? —Yoongi
acarició el costado de la cara de Taehyung y lo miró con tanta ternura que sus
ojos dorados brillaban aun con la poca luz que había en la cueva.
—Bien, no lo pensaré más. Te lo
prometo.
—Lo que quería hablar contigo es
acerca de que me gustaría que vengas a vivir a mi cabaña. Esta cueva no tiene
muchas comodidades y en mi cabaña podremos vivir en mejores condiciones. ¿Qué
me dices?
Una sonrisa se dibujó en los
labios de Taehyung y sus ojos se iluminaron.
—Sí, claro que me iré contigo.
Ahora estamos acoplados, somos uno, donde tú vayas es mi casa.
Yoongi suspiró lleno de alivio. Taehyung
se iba con él, lo demás podría ser resuelto poco a poco.
—Bien. Entonces recojamos todo lo
que quieras llevar contigo y vayamos a nuestra casa.
Las palabras de Yoongi calaron
profundamente en Taehyung.
Casi quería llorar de felicidad…
de nuevo.
—¿Nuestra? —preguntó Taehyung con
evidente emoción.
—Sí, nuestra.
La alegría en el rostro de Taehyung
tranquilizó a Yoongi, las dudas sobre si su compañero lo seguiría se habían
despejado. La vida juntos tal vez no sería tan complicada como Yoongi había
pensado.
Levantándose del lecho, se
pusieron a reunir las cosas que Taehyung quería llevarse con él, la mayoría
eran recuerdos de su familia y de su manada perdida.
El dolor que Taehyung sintió al
tocar cada uno de esos objetos atravesó el corazón de Yoongi. Se juró que nunca
más permitiría que alguien o algo lastimasen a su compañero. Lucharía contra
quien fuera que se atreviera a dañar a su lobo. La felicidad de Taehyung sería
su mayor prioridad, aun a costa de no volver a ver a su madre nunca más.
La tarde moría y era tiempo de que
emprendieran el camino hacia la cabaña.
En la cabaña, Jin y Namjoon
estaban sentados ante la mesa charlando y esperando a que Yoongi y Taehyung
regresasen.
Jin estaba nervioso, pronto se
enfrentaría a Taehyung y esperaba que el lobo no lo repudiara más de lo que ya
él se repudiaba a sí mismo. Había sido egoísta y había antepuesto sus deseos y
necesidades a los de su manada.
—¿En qué piensas? —preguntó Namjoon
viendo a Jin absorto en sus propios pensamientos.
—En Taehyung, en su reacción.
—Deja de preocuparte, en breve
estará aquí y lo verás por tus propios ojos. No tiene sentido que desde ahora
te tortures con eso. —Namjoon quería reconfortar a su compañero. Sentía el
intenso dolor que Jin estaba experimentando. Estiró su brazo y puso su mano
sobre la de Jin, apretándola fuertemente.
El calor de Namjoon estremeció a Jin.
El oso siempre era cálido y le transmitía seguridad y confort al lobo de Jin.
Habían estado hablando de cómo
serían sus vidas de ahora en más. Iban a estar juntos, de eso no había duda,
pero aún estaban pensando en cómo hacer que eso sucediera.
Ya era de noche y la luna estaba
redonda, blanca, perfecta. El lobo de Jin estaba tentado a salir pero Jin sabía
que necesitaba estar en su forma de hombre.
Unos pasos fuera de la cabaña les
anunciaron que Yoongi y Taehyung habían llegado.
Apenas se abrió la puerta, Taehyung
miró con asombro a los hombres que estaban en la pequeña sala.
—¿Ustedes? ¿Cómo? —Taehyung
instintivamente mostró su cuello a su Alfa, eso hizo que Jin se emocionara.
Jin se levantó de la silla donde
estaba sentado y se acercó al otro lobo.
—Taehyung, ya no soy tu Alfa. No
necesitas mostrarme tu sumisión.
—Jin, siempre serás mi Alfa y ver
que has sobrevivido me llena de alegría y esperanza. ¿Hay más de los nuestros
que lo hayan logrado?
Jin pudo ver la esperanza en los
ojos azules de Taehyung. El lobo no lo juzgaba. Eso quitó un enorme peso del
pecho de Jin.
—Sí, Taemin y Jimin. Ellos no
estaban en City Valley esa noche. —Las palabras se quedaron atascadas en la
garganta de Jin, la culpa lo carcomía, aun a pesar de que Taehyung no lo
insultaba, ni lo atacaba, ni lo repudiaba.
—¿Sabes dónde están? —Taehyung
estaba emocionado, pensó que había perdido a toda su manada pero ahí estaba su
Alfa y dos de los de su manada aún permanecían con vida.
—Sí, pero no he tenido contacto
con ellos.
—Podremos formar la manada otra
vez, empezar de nuevo —declaró Taehyung con suma alegría.
—¡NO! —Jin gritó, no dejando
terminar de hablar a Taehyung.
—¿Por qué? —El dolor era evidente
en la mirada de Taehyung.
—Ya no soy más un Alfa. Por favor,
no me obligues a serlo nuevamente —Jin suplicó.
—¿Qué hace él aquí? —interrogó Taehyung
cuando señaló con la cabeza hacia Namjoon, con desprecio, al darse cuenta de la
presencia del oso.
—Namjoon es mi primo —intervino Yoongi.
No tenía sentido revelar que Namjoon y Jin eran compañeros destinados. Él no lo
haría por lo menos. Esa revelación no le correspondía hacerla a él.
—Sí, Yoongi es mi primo. Pero no
estoy aquí por eso. Vine para enmendar de alguna manera mis errores —dijo Namjoon
acercándose a Taehyung. Pudo escuchar el gruñido de advertencia de Yoongi y
sonrió ante la posesividad de su primo sobre su compañero. Pero ignoró la
advertencia, él no era ninguna amenaza para los dos hombres—. No sólo expulsé a
Yoongi del grupo hace diez años sino que repudié a mi compañero destinado.
—¿Tu compañero destinado? ¡Yoongi
es mío, él no puede ser tu compañero destinado! —escupió Taehyung con furia,
decidido a defender sus derechos sobre Yoongi. Sus caninos bajaron y sus garras
estaban creciendo.
—Nunca dije que fuera Yoongi —dijo
Namjoon con una sonrisa pícara en sus labios.
—Pero has dicho que expulsaste a Yoongi
y repudiaste a tu compañero destinado. ¿No hablas de la misma persona? —Taehyung
estaba confuso.
Namjoon dejó escapar un leve
suspiro y luego continuó.
— Esa noche, hace diez años,
cometí varios errores. El más grande fue atacar a la manada Kim y matar tantos
inocentes. Luego desterré a Yoongi, para que viviera en soledad por haber
desobedecido mis órdenes y no matar a los lobos. —Namjoon miró a los ojos a Taehyung,
tratando de poner todos sus sentimientos en lo próximo que iba a decir—. Y lo
que me ha tenido como un muerto vivo es que ese día casi mato al hombre que
amo. Sé que yo hubiera perecido en ese mismo momento y no fue por eso que lo
dejé vivir. No pude matarlo, mi corazón se desgarraba y el dolor era tan grande
que no pude hacerlo.
—¿Y quién es ese hombre?
—interrogó Taehyung lleno de curiosidad.
—Yo —dijo Jin y el silencio reinó
en la cabaña.
******************
Carla estaba realizando la cena.
Los niños estaban mirando la televisión. De repente sintió un dolor agudo en el
vientre. Dejó caer el recipiente que sostenía en sus manos y el ruido de la
vajilla rota atrajo a Kegan y Chester a la cocina.
—¡Mamá! —gritó Kegan, corriendo al
lado de su madre que estaba tendida en el suelo retorciéndose por los dolores.
—Chester, llama al médico —ordenó
Kegan.
Carla estaba pálida, su cuerpo
temblando. Estaba en posición fetal, abrazando sus piernas y gimiendo por el
intenso dolor que sentía.
—Mami, ¿qué te pasa? —preguntó
Kegan.
—El bebé, algo no está bien —Carla
apenas pudo decir.
—Chester fue a buscar al médico.
—Los sollozos de Kegan le partían el corazón a Carla pero ella ahora no podía
reconfortarlo. Sentía que su bebé corría peligro y rezaba para que viviera.
Chester entró con el médico a los
pocos minutos. Carla estaba al borde del desmayo.
El Doctor Stevens se acercó a
Carla y apenas la movió pudo detectar un charco de sangre formándose bajo su
cuerpo que se hacía cada vez más grande.
El médico tomó su celular y llamó
una ambulancia.
—Carla, relájate. Todo saldrá bien
—el Doctor Stevens trató de calmarla.
—Duele —gimió Carla—. Por favor,
salva a mi bebé. ¡Sálvalo!
Carla perdió el conocimiento. Los
sonidos de la ambulancia penetraban en la casa. Chester y Kegan lloraban por su
madre, por su hermanito no-nato y por su padre ausente.
—Kegan, ¿puedes ponerte en
contacto con tu padre? — preguntó el Doctor Stevens.
Kegan sin decir una palabra negó
con la cabeza.
—Bien, entonces será lo que tu
madre ha dicho antes de desmayarse.
Carla fue subida a una camilla y
llevada en la ambulancia al hospital más cercano. Kegan y Chester estaban en la
puerta de su casa, junto a Sangmi que cuidaría de los niños como si fueran
suyos. Afortunadamente para Carla, la mujer vio el revuelo en la puerta de la
casa y corrió en ayuda de la familia.
La vida de Carla y el bebé estaban
en peligro y Namjoon estaba a cientos de kilómetros de distancia, ignorando
todo, tratando de encontrar la forma de enmendar sus errores. El destino estaba
a punto de jugarle otra mala pasada y nuevamente la culpa ensombrecería su vida
y la alegría de haber encontrado a Jin al fin para compartir sus vidas, juntos.
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